viernes, 28 de abril de 2017

¡Viva España corrupta!

Estaría bien saber dónde demonios acaba hecha trizas la moral de esta gente. Porque sí; también ellos son gente. ¿Es en su familia a través de la doctrina recibida? ¿Es directamente en su ADN, siendo su inclinación hacia el delito y la corrupción una especie de “acabado de serie”? ¿Es en el seno de las organizaciones políticas y sectarias a las que pertenecen, como el Partido Popular o el Opus Dei? ¿Es en los centros educativos elitistas -y ultraconservadores en valores- para los cuales también cabe reivindicar subvenciones para que la niña llegue al cole en un Porsche Cayenne? ¿Es en misa de 11 los domingos? ¿O es en la que retransmiten por TVE? ¿Es en las plazas de toros, entre risas y aplausos, mientras se despelleja a un ser vivo? ¿Es escuchando las jocosas proclamas pro-capitalistas de la COPE, antítesis de los alegatos predicados por un tal Jesús hace dos miles de años? ¿O es leyendo OK Diario? ¿Es al entrar en contacto con superiores directos como Esperanza Aguirre o Mariano Rajoy? ¿Es porque Iñaki Gabilondo no entiende por qué ha tenido que dimitir Esperanza Aguirre, siendo obvio que solo ha podido ser por dos razones; o es corrupta, o es tonta de remate, exactamente las dos mismas posibilidades que tiene el señor Rajoy? ¿Es porque con la actual moción de censura planteada por Podemos, Pedro Sánchez va a tener que deshacer por fin el paripé de si es 100% puro PSOE? ¿Es porque el 99% de la prensa le hace trajes de lujo a la imagen de los monarcas en España? ¿Es porque la democracia es ciencia-ficción? ¿Es porque “respetamos las decisiones judiciales” pero no las compartimos en absoluto, o bien porque los tres poderes son independientes y además “hay que dejar a las fuerzas y cuerpos de […]

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jueves, 27 de abril de 2017

La personalidad y los incentivos monetarios

Hace un par de años, María Cubel escribió esta interesante entrada sobre la relación entre la personalidad, los salarios, y la productividad. Lo primero de todo, muchas felicidades a ella y el resto de co-autores (Ana Nuevo-Chiquero, Santiago Sánchez Pagés and Marian Vidal Fernández) porque el artículo en el que se basaba la entrada se publicó el año pasado en el Economic Journal, y ya lo he visto citado en varias ocasiones.

María y sus co-autores nos resumen en su artículo las conclusiones de una literatura emergente que estudia la relación entre los salarios y la personalidad. Una de ellas, que puede sorprender a varios, es que la asociación entre personalidad y salarios es tan importante como el de la educación y los salarios. Sin duda muy relevante si pensamos en lo que debemos enseñar a nuestros hijos.

Otra apreciación consistente en la literatura es que individuos con mayor tesón tienen un mayor salario, al igual que individuos que son emocionalmente más estables. Por otro lado, los individuos más afables tienen, en media, menores salarios.

En un artículo titulado (“Personality Traits and Performance Contracts: Evidence From A Field Experiment Among Maternity Care Providers In India” que se publicará en el número de “Papers y Proceedings” del American Economic Review de Mayo de este año, mis co-autores (Katherine Donato, Grant Miller, Manoj Mohanan, Yulya Truskinovsky) y yo estudiamos algo relacionado: cuando introducimos incentivos monetarios: ¿es el efecto sobre la productividad distinto según la personalidad del individuo?

Ya saben que soy un obsesionado de los incentivos, y hace unos meses les conté (aquí) el experimento en el estudiamos qué tipos de incentivos monetarios son efectivos para reducir la morbilidad maternal en zonas rurales de la India. Como parte del experimento, los propietarios de las clínicas rurales (que suele coincidir con el médico porque son clínicas pequeñas) podían recibir un incentivo monetario en función de varios indicadores de morbilidad materno infantil. Cuánto mejor eran los indicadores, más dinero recibían. El resultado que obtuvimos fue que el contrato de incentivos llevó a una reducción en la tasa de hemorragia post-parto de 7 puntos porcentuales, sobre una base del 36%.

Como complemento al estudio principal, hemos analizado si el efecto del incentivo es distinto para médicos con distinta personalidad. Para medir la personalidad, utilizamos un instrumento llamado “Las Cinco Grandes,” que divide la personalidad en cinco dimensiones: extraversión, afabilidad, tesón, apertura a nuevas experiencias y estabilidad emocional. Esta manera de medir de la personalidad se ha hecho muy popular, y es la misma que utilizan María Cubel y sus co-autores.

En este trabajo nos centramos en el tesón y la estabilidad emocional. Elegimos estas dos porque, como les comentaba, son las que la literatura ha encontrado consistentemente estar más relacionadas con el salario. Aunque la afabilidad también está relacionada con los salarios, decidimos no estudiarla porque no podíamos pensar en un mecanismo claro por el cual el incentivo monetario iba a tener un efecto distinto en personas con distinta afabilidad.

Respecto al tesón, encontramos el que el efecto beneficioso del incentivo se debe a los médicos que tienen menos tesón. En otras palabras, el incentivo es inefectivo para los individuos más tesón. Creemos que el resultado tiene bastante sentido. Los individuos con más tesón ya obtenían mejores resultados (por virtud, exactamente, de su tesón) en ausencia de incentivos monetarios. Por lo tanto, va a ser más difícil que mejoren, pues ya lo están haciendo relativamente bastante bien.

El otro resultado de interés es que, son los individuos más emocionalmente estables los que más se benefician del incentivo monetario. Es decir, que los individuos más neuróticos (menos emocionalmente estables) no consiguen reducir la tasa de hemorragia post-parto si se les proporciona un contrato de incentivos. Para explicar este resultado, nos remitimos a la hipótesis del “sofoco,” por el cual un incentivo puede tener menor efecto o incluso tener un efecto negativo si hace que la persona se ponga “nerviosa” y no pueda rendir al 100% (Pedro explica muy bien esta hipótesis en este artículo). Pensamos nosotros que es más fácil que una persona se ponga nerviosa con el incentivo si dicha persona es menos estable emocionalmente.

Interesante, este estudio en Pakistán analiza cómo se responde a un sistema de información que señala a los supervisores qué centros de salud tenían más ausencias de personal. Resulta que los mismos indicadores de personalidad (tesón y estabilidad emocional) resultan importantes en sus resultados.

Y de aquí, ¿a dónde vamos? Uno tendría la tentación de crear “incentivos personalizados,” algo así como la medicina personalizada sobre la que Pedro escribía (aquí) hace tan solo un par de días. Darle a cada persona los mejores incentivos en función de su personalidad. Pero posiblemente no vaya a funcionar. Es muy posible que las personas aprendan a manipular los resultados de los tests psicológicos para obtener contratos de incentivos más lucrativos.

En nuestra opinión, los resultados refuerzan la idea que el efecto de los incentivos en una organización va a depender mucho del tipo de trabajador que esté en dicha organización. Y por lo tanto, que hay una relación estrecha entre la política de contratación y la política de remuneración. Esto no es una idea novedosa, ya hace mucho tiempo que existe. La novedad es que a las variables que ya teníamos en mente (habilidad, y motivación intrínseca, veáse esta entrada pasada), ahora podemos considerar añadir la personalidad.



O apostamos por empleo de calidad o sufriremos precariedad crónica

empleo de calidad

Seguimos con mi serie de posts para explicar las ideas fuerzas del programa de la Ponencia Económica del PSOE. Hasta el momento hemos hablado de:

EMPLEO DE CALIDAD Y EL FENÓMENO DE CHINA

La Globalización como hoy la entendemos es un fenómeno que comenzó cuando China abandonó su modelo de planificación y optó por la economía de mercado basado en sus exportaciones en 1979. En el gráfico de abajo se puede observar el intenso crecimiento de las exportaciones chinas desde 1998 (datos homogéneos).

No se suelen comentar, pero las importaciones crecen  también con mucha intensidad. De hecho, han crecido lo mismo las exportaciones que las importaciones. Por lo tanto, China ha sido el principal motor de crecimiento del comercio mundial y muchos países le exportan productos. Y si te fijas, desde 2011 las importaciones chinas crecen más que las exportaciones y el país sufre deslocalizaciones a sus países próximos.

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EMPLEO DE CALIDAD VS. DESASTRE DE LA REFORMA LABORAL DEL PP

Desde 1980 España ha doblado su nivel de empleo no agrícola, ha cuadruplicado su renta por habitante, ha reducido significativamente la desigualdad y ha triplicado el gasto social por habitante. Números que muy pocos países han superado. No obstante, nuestra tasa de paro sigue próxima al 20%, el desempleo juvenil es casi el doble, muchos jóvenes optan por emigrar ante la precariedad y la falta de oportunidades para tener una vida estable en España.

Nuestra renta por habitante sigue un 20% por debajo respecto a los grandes países europeos con los que nos debemos comparar: un 35% por debajo de la de EEUU y la desigualdad ha aumentado con fuerza, sobre todo tras la deflación salarial que provocó la reforma laboral del PP de 2012.

EMPLEO DE CALIDAD: ¿QUÉ SUCEDERÁ CUANDO EL BCE DEJE DE COMPRAR DEUDA?

Desde 2014 el cambio de política monetaria del BCE -y que Bruselas no haya dado más tiempo para reducir el déficit hasta el objetivo del 3% del PIB- ha permitido a la economía española volver a crear empleo. En este blog llevo desde 2008 pidiendo que el BCE comprase deuda pública, y especialmente en 2012 donde Rajoy estuvo a punto de sacar a España del euro y tuvimos que ser rescatados. Por lo tanto, es una buena noticia la creación de empleo, pero en algún momento el BCE dejará de comprar deuda y el crecimiento perderá intensidad.

El FMI en sus recientes previsiones para España espera 300.000 nuevos empleos en 2018, casi la mitad de lo que el gobierno de Rajoy pone en su programa de estabilidad y que envió a Bruselas. El FMI se equivoca en sus previsiones, pero el gobierno mucho más. Recordemos que en 2012 anticipó que la deuda pública cerraría 2016 próxima al 80% del PIB y cerró al 100%, un error brutal superior a 200.000 millones de euros que pagaremos todos los contribuyentes que estamos y los que están por nacer.

EMPLEO DE CALIDAD Y EL PLAN DE INVERSIÓN PÚBLICA EUROPEO

Para mantener la creación de empleo, como expliqué en el post anterior, los socialistas hemos propuesto un plan de inversión pública europeo como también ha hecho la Comisión Europea. Mientras, el PP europeo lo bloquea en el Parlamento y en el Consejo.

De nuevo se repite el patrón de crecimiento del PP antes de la crisis: el crecimiento de la productividad estuvo prácticamente estancado desde 1996 a 2004. En los 21 años de gobiernos socialistas la productividad por trabajador en España ha crecido 1,5% de promedio anual y durante los 13 años de gobiernos del PP ha estado estancada. ¿Por qué le damos los economistas tanta importancia a la productividad? Porque determina la renta por habitante y el nivel de vida a largo plazo.

 


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Por lo tanto, si continúa la productividad estancada, los salarios no podrán subir o nuestras empresas exportadoras e industriales perderán competitividad. También tendremos de nuevo un déficit exterior y volverá a aumentar nuestra deuda externa, una de las mayores del mundo y la principal vulnerabilidad que llevó al BCE a comprarnos deuda.

EMPLEO DE CALIDAD Y PRODUCTIVIDAD

¿De qué depende el crecimiento de la productividad? Del número de máquinas por trabajador y de la innovación. Por ejemplo, mi abuelo contrataba cuadrillas de veinte personas para cosechar con guadaña en los años cincuenta. En los ochenta contrataba una cosechadora y un tractor y con dos personas producía más cebada que con veinte.

Recuerdo de niño que en las fiestas del pueblo vino uno de los jornaleros y lloraba recordando lo bien que les trataban mis abuelos comparado con otras granjas donde trabajaban y la comida de Josefa -mi abuela- que era una gran cocinera. Pero aún así tenían una vida de subsistencia.

Un primo de mi madre tenía un tractor y trabajaba para terceros y tuvo una vida digna en el pueblo. Sin esa maquinaria, mi madre y su generación no habría emigrado a las ciudades, no habríamos tenido mano de obra para recibir industrias extranjeras, principalmente automóviles, y no habría sido posible haber cuadruplicado nuestra renta por habitante. Es el mismo proceso que se está produciendo en China y antes en EEUU y Reino Unido durante su revolución industrial.

EMPLEO DE CALIDAD: EL FACTOR DETERMINANTE ES LA EDUCACIÓN Y LA INNOVACIÓN

El factor determinante es la educación, que permite adaptar a los trabajadores a las nuevas máquinas. Otra variable clave son las infraestructuras. Y la otra, la innovación en su sentido más amplio desde la I+D hasta lo que Schumpeter definió magistralmente en su libro Teoría del Desenvolvimiento Económico publicado en 1911 que va desde nuevos productos, nuevo diseño, nueva presentación, nueva comunicación, internacionalización y posicionamiento de mercado, etcétera.

Como te decía, iré explicando una por una las claves y propuestas de nuestra ponencia económica. Pero es necesario que la sociedad sea consciente del problema si queremos que participen en la solución cuando depositen su voto en las próximas elecciones.

Si la productividad y los salarios siguen estancados, la precariedad será crónica, habrá que recortar las pensiones, seremos un país altamente endeudado de por vida y vulnerables a cualquier inestabilidad que se produzca en los mercados financieros internacionales.

DESDE 2011, EL PP HA RECORTADO UN 50% EN I+D+i

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Lamentablemente el PP, desde 2011, ha recortado la inversión en infraestructuras un 40% y en I+D+i un 50%. Por lo tanto, lejos de mejorar seguimos alejándonos de la senda de los países más innovadores, que son los que están creando empleo de calidad en la era de la tecnología global.  Solo así permiten a sus ciudadanos tener vidas estables y a sus gobiernos aumentar el estado de bienestar.

Por esta razón acepté la oferta del PSOE para coordinar su ponencia económica. Yo era feliz siendo un economista observador, pero sufría cuando quedaba a comer con mi madre pensionista y pensaba que si su pensión sigue congelada y la inflación cumple el objetivo del BCE del 2% (este año lo va a superar), mi madre dentro de diez años será un 10% más pobre.

Sufría cuando comía con mis sobrinos, una generación que acaban sus estudios y sufren la precariedad. Y sufría pensando en el futuro de mis hijos y su generación si continúa el modelo “yo te lo hago más barato”. Me genera desasosiego pensar que pronto el BCE dejará de comprar deuda, que el gobierno tendrá que emitir en los mercados 250.000 mill cada año y que Rajoy y Guindos, los mismos que casi nos sacan del euro en 2012, están al mando.

RESPONDERÉ EN DIRECTO TUS DUDAS SOBRE EMPLEO DE CALIDAD

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Por esas razones hemos propuesto un plan de política económica alternativa para España. A corto plazo es necesario aumentar la inversión, pero Rajoy ha vuelto a recortarla. Es necesario repartir mejor los beneficios con los salarios de los trabajadores.

A medio plazo es necesario mejorar la inversión en educación e innovación (Rajoy ha vuelto a recortarla en 2017) para convertir la investigación en inversión y en empleos de calidad con salarios dignos. De ese modo no congelaríamos las pensiones como está haciendo el PP. Y que el crecimiento sea sostenible con menos emisiones contaminantes, algo que también se tiene que hacer con innovación y que es prioritario en nuestro plan de política industrial y tecnológica como explicaré en próximos posts.

Tras leer este post sobre un Empleo de calidad, ¿qué dudas te surgen? 👇Déjamelas en comentarios 👇Me las apuntaré y os las responderé en directo muy pronto mediante un Facebook Live (sígueme en Facebook aquí). ¡Te avisaré de la fecha próximamente!


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miércoles, 26 de abril de 2017

Cómo ayudar a las empresas a contratar

800px-Logo_Pôle_EmploiCuando hablamos de políticas activas de empleo normalmente pensamos en la ayuda a los parados para encontrar trabajo (formación, asesoría y supervisión en la búsqueda, etc.). Estas políticas solían tener mala prensa entre los economistas, aunque últimamente hay evaluaciones más positivas −aunque no en España, donde están aún en el Pleistoceno−. También hay políticas orientadas hacia las empresas, como las bonificaciones de las cuotas a la seguridad social, que en general son muy ineficientes. Sin embargo, el sector público también puede ayudar a las empresas a crear vacantes de otra forma, más parecida a las políticas orientadas a los parados.

En efecto, si pensamos que los parados no tienen ni la formación ni la información necesarias para buscar puestos de trabajo eficientemente, cabe pensar que las empresas tampoco las tengan a la hora de buscar trabajadores. Con una población mayoritaria de pequeñas y medianas empresas, esto es aún más probable. De hecho, la teoría de la búsqueda y el emparejamiento −por la que Peter Diamond, Dale Mortensen y Chris Pissarides recibieron el Premio Nobel de Economía en 2010− se basa en la existencia de los costes que implica adquirir esta in/formación. Sin embargo, sabemos aún muy poco sobre cuán altos son estos costes para las empresas y los trabajadores (una excepción es este artículo de Francis Kramarz y Marie-Laure Michaud para Francia).

Si los costes para las empresas son altos, entonces podría tener sentido una intervención del servicio público de empleo (SPE) para reducírselos. Digo podría, porque no podemos saberlo sin medir los costes y los beneficios. Por eso me resultó tan interesante un trabajo al respecto, de Yann Algan, Bruno Crépon y Dylan Glover, presentado en una conferencia que tuvo lugar la semana pasada en la Universitat de Barcelona (aquí están las transparencias, aunque no están actualizadas).

Estos autores coordinaron un experimento aleatorio realizado por Pôle Emploi, el SPE francés (¡por qué no se nos pegaría también esto de los franceses!), para evaluar los efectos de la asistencia a las empresas en la contratación. Se trata de actividades como la ayuda en la redacción de los anuncios de puestos vacantes y su publicación en internet, el seguimiento personalizado durante el periodo de vigencia de la vacante, la preselección y selección de candidatos, la redacción del contrato, la propuesta directa de candidatos y la creación de una página web personalizada para la contratación.

En el mercado, algunas de estas actividades las realizan las empresas de trabajo temporal, cuando se trata de cubrir puestos temporales, y en general para cualquier puesto la llevan a cabo las empresas de selección de personal. El SPE puede reducir el coste en relación con el de mercado y potencialmente hacerlo mejor, en función de la riqueza de información con la que cuenta. Uno de los objetivos del experimento francés era aumentar la relación entre el SPE y las empresas de cada localidad.

Se eligieron 129 oficinas del SPE, se seleccionó un conjunto de empresas cuya participación luego se eligió aleatoriamente y se escogió un conjunto de ocupaciones con ratios bajas de puestos vacantes por parado. Todas las empresas "tratadas" recibieron llamadas, mensajes de correo electrónico y/o visitas del SPE pero no las empresas del "grupo de control" (que no obstante podían utilizar el SPE si querían). El experimento empezó en septiembre de 2014 y duró 6 meses. Un aspecto importante es que entre las empresas seleccionadas había muchas pymes: el 40% no tenía más de 10 empleados y el 72% no tenía más de 25.

Los resultados parecen buenos. Todos los efectos enunciados a continuación se refieren a las empresas que recibieron estos servicios personalizados frente a las demás. El número de puestos vacantes anunciados en las oficinas de empleo subió un 40%. El número de contrataciones subió un 33%, aunque solo en el caso de las empresas que ya tenían relación con el SPE anteriormente, pero no en las demás. Esto sugiere que asistir a empresas nuevas, cuyas características particulares no conoce inicialmente el SPE, es probablemente más difícil.

Y solo aumentó significativamente la contratación indefinida, no la temporal. Esto es importante, pues en Francia la temporalidad representa casi el 17% de los asalariados y la experiencia demuestra que generar muchos contratos no basta si estos son muy cortos. (De hecho, en España sufrimos de "contratitis aguda": en 2016 hubo 20 millones de contratos registrados, lo que representa una media de 1.3 contratos por asalariado.) Entre septiembre de 2014 y enero de 2016, el experimento francés generó un aumento medio de la duración efectiva del primer contrato del 22% en todos los empleos y del 32% en los indefinidos. Y esto sucedió tanto en el caso de los parados que ya estaban registrados como para los demás.

La parte final del artículo emplea un modelo económico de búsqueda para obtener conclusiones sobre los mecanismos relevantes. De aquí se obtienen resultados como que el seguimiento personalizado es casi igual de efectivo que la ayuda en la selección de candidatos o que las empresas responden al incremento de actividad del SPE reduciendo sus propias acciones de búsqueda en un 80%. Tampoco se observa que las nuevas vacantes se dirijan a mejores plazas, es decir a trabajadores con mayor salario, experiencia o cualificación.

Para llevar a cabo una evaluación de esta política necesitaríamos valorar estos resultados en términos económicos y considerar la reacción del conjunto de cada mercado de trabajo local (lo que se denominan efectos de "equilibrio general"), pues podría ser que estos nuevos contratados desplazaran a otros. También harían falta datos sobre los costes del programa para el SPE. (En España estos costes quizá fueran altísimos, pues no me consta que los SPE sean especialmente duchos en las funciones de asesoramiento antes citadas). Por último, sería bueno evaluar estos efectos a medio plazo y no solo a corto plazo. No obstante, en primera instancia parece útil seguir explorando esta forma de reducir los costes de las empresas en la creación de puestos de trabajo, en detrimento de otras vías como el (ab)uso de las típicamente ineficientes bonificaciones.



martes, 25 de abril de 2017

¿Qué hace un economista en el mayor programa de medicina personalizada?

pmi-all-of-us-logoDe Pedro Rey Biel (@pedroreybiel)

Recientemente he comenzado a colaborar con el programa All of US, la iniciativa más ambiciosa nunca emprendida por el National Institutes of Health (NIH) estadounidense para el avance de la medicina personalizada (“precision medicine”). La idea es crear una base de datos de una muestra representativa de un millón (o más) de individuos que, durante un periodo mínimo de 5 años, darán acceso a la investigación médica tanto a sus informes médicos (“Electronic Health Records”, o EHR), al igual que aportarán muestras biológicas (sangre, orina y saliva) e instalarán una aplicación en sus dispositivos móviles que permita el estudio de sus patrones de comportamiento (ejercicio, sueño, dieta…) a la vez que se les pida contestar a cuestionarios y se les ofrezca la posibilidad de participar en ensayos clínicos. El objetivo último de la medicina personalizada es el llegar a desarrollar procedimientos, tratamientos y tecnologías sanitarias que tengan mucho más en cuenta los factores individuales, tanto biológicos como medioambientales y conductuales, que lo que se ha hecho hasta ahora: en lugar de “una pastilla para cada enfermedad”, se trata de investigar si se pueden desarrollar tratamientos más especializados para pacientes con una cierta predisposición genética,  que vivan en unas ciertas condiciones o que tengan unas determinadas preferencias o patrones de comportamiento. Por ejemplo, se buscarían medicamentos distintos para pacientes con distintas probabilidades genéticas de tener una enfermedad que pueda tener efectos secundarios sobre la enfermedad tratada,  o se tendría en cuenta que aunque en condiciones óptimas el mejor tratamiento puede consistir en un complicado régimen de varios fármacos, quizá es mejor simplificar el número de medicamentos que se debe tomar cada día un paciente de edad avanzada con tendencia a olvidarse de su medicación.

A priori, el objetivo parece loable y ambicioso, aunque cómo en todo proyecto médico con fuertes intereses privados, no exento de ciertos riesgos. Piensen, por ejemplo, en el interés comercial que pueden tener las compañías aseguradoras por tener acceso a esta esta fuente tan rica de información individualizada y, por ello, la necesidad de protegerla. No obstante, seguramente se estarán preguntando qué hace un economista metido en este lío. Bien, no están solos. Tanto el Departamento de Inmigración americano (que me ha obligado a justificarlo con todo tipo de documentación) como mi familia (formada por médicos, biólogos y farmacéuticos) se hacen la misma pregunta. La razón principal de mi implicación en este proyecto es que también supone una oportunidad única para un economista del comportamiento para entender las motivaciones de los individuos por colaborar en un bien público y para estudiar cómo establecer sistemas de incentivos no sólo para que los pacientes se apunten, sino para que mantengan su participación activa durante un periodo prolongado de tiempo.

Como hemos hablado en otras ocasiones, un bien público es aquel cuyo consumo individual no es rival (si yo lo consumo, no impido que otros también lo hagan) y del que no se puede excluir a nadie de su disfrute (independientemente de que hayan contribuido a que dicho bien exista). Por tanto, los avances médicos que se podría conseguir con la participación de tanta gente en este programa cumplen perfectamente con las características de un bien público: todos nos beneficiaríamos del mayor conocimiento médico, no importa si hemos sido participantes en el proyecto o no. Con ello, surge la pregunta que a mí más me interesa responder. ¿Cómo conseguir entonces que los individuos, preocupados legítimamente por la seguridad de sus datos médicos, accedan no sólo a dar acceso a su información sino que además incurran en el coste de donar muestras de sangre o de instalar una aplicación en su móvil en la que le estarán dando la lata para que conteste cuestionarios? Es muy posible que la gran mayoría de la población entienda las ventajas de crear una base de datos tan rica para el futuro de la medicina, especialmente de las futuras generaciones, pero si uno no ve un beneficio individual directo, que compense estos costes, es difícil que participen.

La respuesta clásica del economista a este problema de provisión de bienes públicos, podría ser el dar incentivos monetarios a los participantes. De hecho, antes de mi implicación con el proyecto, ésta fue una de las principales propuestas: “compensemos a los participantes con 25 dólares por su participación”. Teniendo en cuenta que se busca una muestra de un millón de participantes, esta medida malgastaría directamente 25 millones de dólares, una octava parte del enorme presupuesto (200 millones) total del proyecto. Y digo “malgastaría” porque, como economista del comportamiento que intenta entender las motivaciones individuales, tengo serias dudas no sólo sobre si 25 euros no sería una cantidad suficiente para conseguir que participara, sino que más bien podría ser contraproducente. Piensen por ejemplo en los donantes de sangre, ¿realmente lo hacen por los pequeños incentivos económicos que les dan, en muchos casos disfrazados de “costes de desplazamiento”? ¿O por el bocata de jamón que obtienen “para recuperar fuerzas”? No parece que sea el caso. Es más, existe el peligro de que quienes realmente donen su sangre por razones puramente económicas lo hagan por tener la necesidad de hacerlo, lo que implica un potencial riesgo dada la posible correlación negativa entre la calidad de la sangre donada y la renta del donante. Además, si fuera usted donante de sangre, ¿No lo haría más por una motivación altruista pura o por poder señalizar a los demás que es una buena persona que por unos pocos euros? El hecho de cobrar ¿No empañaría la imagen que tiene usted de sí mismo o la que proyecta a los demás, de forma que el saberse que ha cobrado podría evitar que se convirtiera en donante?

El objetivo de mi implicación en este proyecto es por tanto conseguir entender las motivaciones, posiblemente heterogéneas por  las que la gente se animaría realmente a contribuir a crear esta base de datos, y diseñar mecanismos de incentivos que usen las enseñanzas de la economía del comportamiento para conseguirlo. Insisto en la palabra “heterogéneas” puesto que uno de las ambiciones del programa es conseguir que la muestra de participantes sea realmente representativa de la población americana. De ahí el nombre de “All of Us” (“Todos Nosotros/Todo Estados Unidos”). Es decir, se busca que poblaciones minoritarias (por etnia, por renta, por situación inmigratoria), que tradicionalmente han estado poco representadas en los ensayos clínicos, se animen a participar pero, obviamente, las razones para hacerlo de distintos grupos pueden ser muy distintas. Por poner un ejemplo, en el clima político actual, ¿cómo dar garantías a ciertas minorías de que la información médica que aporten a un programa gubernamental de investigación no va a ser utilizada en su contra con motivos migratorios?, ¿No podemos llegar a un mundo, como el que se presentaba en la película “Gattaca” en la que los pacientes con ciertas predisposiciones genéticas son excluidos de ciertas privilegios? Además de reafirmar la confidencialidad de los datos y su uso exclusivo para investigación médica, ¿qué podemos aportar a los participantes para que se sientan parte fundamental de un proyecto revolucionario con potencial real de cambiar la medicina?

Pienso que la solución pasa por atender las motivaciones altruistas y de reconocimiento de participar en un proyecto pionero y único con un diseño de incentivos innovador que no sea necesariamente monetario sino que responda a dichas motivaciones. Ir en la dirección de devolver información sobre los resultados médicos que se vayan descubriendo o facilitar el acceso a ensayos clínicos de nuevos fármacos de aquellos participantes preocupados con una determinada enfermedad, puede ser una buena idea. También creo que apelar a la responsabilidad de grupo, de forma que los integrantes de minorías quieran colaborar al desarrollo médico de tratamientos dirigidos directamente a sus grupos, puede ser productivo. En todo caso, y como el reto es mayúsculo, les emplazo a futuras entradas sobre cómo va el proyecto…y a que aporten sus ideas. Como ven, la oportunidad de hacer investigación, no sólo médica sino también sobre motivaciones individuales a colaborar en el cambio de la sociedad, es espectacular. Les seguiré contando.



lunes, 24 de abril de 2017

Sin triunfalismos en la economía

Por Juan Rubio-Ramírez y Manu García

Esta es un versión ampliada del artículo publicado originalmente en "El Mundo"

Hace unos días leía en este periódico que la OCDE alababa la economía española. En concreto, la institución consideraba que la recuperación española es una de las más sólidas. El organismo afirmaba que la considerable mejoría de nuestra economía se cimentaba en las reformas estructurales llevadas a cabo en los últimos años, de entre las que destacaba el saneamiento del sistema financiero y la política fiscal. Otros organismos internacionales, como el FMI, también han hecho afirmaciones semejantes.

Aunque es verdad que en los últimos tiempos la economía española ha conseguido alejarse del abismo al que llegó a asomarse en 2012, me sorprende que las instituciones arriba mencionadas sean tan positivas sobre nuestra situación. En este articulo me gustaría poner las cosas en perspectiva. Para ello me gustaría destacar algunas estadísticas que, siendo muy relevantes, tanto la OCDE como el Fondo Monetario Internacional parecen olvidar.

Con esto no quiero decir que la economía española no haya mejorado. Ni mucho menos. Lo ha hecho, y considerablemente, desde aquel terrible verano de 2012. Lo que este articulo pretende es poner en perspectiva la solidez de la recuperación. Es decir, trataremos de responder a la pregunta de si es la recuperación de la economía española tan sólida como las mencionadas instituciones insinúan.

Pero vayamos a los mencionados datos. ¿Cuáles son los datos que ponen en cuestión la confianza, tanto de la OCDE como del Fondo Monetario Internacional, en la solidez de nuestra recuperación? En primer lugar, el empleo. Las afiliaciones a la Seguridad Social, después de un magnifico 2016, aún se encuentran casi dos millones de afiliados por debajo de lo que reflejaban en 2007. Es decir, casi un decenio después del inicio de la crisis, todavía no hemos conseguido generar el mismo número de empleos que antes de la crisis. Me sorprende que Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, se haya olvidado de este dato a la hora de ensalzar nuestra recuperación. No creo que sea de recibo alabar nuestra recuperación cuando no hemos sido capaces de recuperar el nivel de empleo que teníamos antes de la crisis.

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En segundo lugar, el PIB. No será hasta este 2017 que ahora vivimos cuando alcancemos el nivel de PIB que teníamos en 2008. ¿Qué quiere decir esto? Que todavía hoy somos más pobres de lo que éramos en 2008. Llamar a la nuestra una sólida recuperación cuando todavía no somos capaces de generar el mismo PIB que generábamos en 2008 me parece, cuanto menos, sorprendente.

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En tercer lugar, los salarios. A pesar de que el PIB en 2016 es aún más bajo de lo que lo era en 2008, el porcentaje del mismo que se dedica a los salarios es también menor ¿Qué significa esto? Que las rentas salariales son mucho más bajas de lo que lo eran antes de la crisis. Algo que es de esperar, dado que el número de afiliados a la Seguridad Social ha disminuido notablemente. Lo que es más sorprendente es que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, haya omitido este detalle a la hora de ensalzar con tanto énfasis nuestra recuperación.

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En cuarto lugar, me gustaría mencionar nuestro nivel de deuda pública. Si algo caracterizaba la salud de la economía española antes de la crisis, era el extremadamente bajo nivel de deuda pública. La consolidación fiscal iniciada en 1996 estaba dando sus frutos en 2008, y las administraciones públicas se caracterizaban por un nivel de deuda cercano al 40% del PIB; de los menores de los países de la zona euro. A fecha de hoy, las mismas administraciones públicas tienen un nivel de deuda cercano al 100% del PIB; de los mayores de los países de la Eurozona. Ese colchón de deuda fue uno de los sostenes de nuestra economía en aquellos, por suerte ya lejanos, largos días del verano de 2012. ¿Que pasaría hoy en día si tuviésemos que enfrentarnos a una crisis de deuda pública como la de aquellos días con los niveles de deuda pública que hoy tenemos? ¿Alguien puede asegurarnos que los siempre recurrentes problemas de Grecia no nos volverán a afectar?

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Conclusión: que siempre es bueno dar un espaldarazo de confianza a una economía y una sociedad que ha sufrido tanto como la nuestra. Es comprensible, y hasta cierto punto natural, que tanto la OCDE como el Fondo Monetario Internacional lo hagan. Y también es cierto que hay muchas cosas que han mejorado; sobre todo en el sector exterior. Pero hay que tener cuidado con el triunfalismo. Por un lado ni el empleo, ni el PIB, ni lo salarios se encuentran a niveles de antes de la crisis y, por otro, nuestra crisis fiscal no se ha solucionado, ni tiene pinta de poder solucionarse en el corto plazo.

No existe voluntad política para dotar de más ingresos a las administraciones públicas y, a pesar del buen trabajo realizado por el lado de la contención del gasto, sin más ingresos será difícil reducir e incluso controlar nuestro nivel de deuda, ya que nuestra población está envejeciendo a pasos agigantados y eso disparará sin remedio nuestro gasto en pensiones y sanidad.



Corrupción y economía; flancos por donde España se hunde

Que la corrupción es de vergüenza en el (anti) democrático régimen de España ya lo sabíamos. Que la economía es el otro flanco agujereado del buque España que naufraga, también. Y aún así el conocimiento de estas dos hiperrealidades resulta indiferente durante la eternidad de los años. (De lo contrario hace tiempo que no desayunaríamos ni una sola de las catastróficas crónicas del día). Pero vayamos otra vez con algunos datos económicos para desoxigenar levemente la mente de las turbulencias mediáticas. Y recordemos que no, que la situación económica de España no es un cúmulo de virtudes irrefrenables -en modo alguno-, sino un permanente y obsceno fraude alimentado, ahora, por un gobierno -Partido Popular- que solo se supera a sí mismo en el perfeccionamiento tecnológico de un ingrediente que, por muy aislado que se encuentre en el paladar, tan solo consigue saber a “organización criminal”. Recuperemos pues esos extraños datos que ya nos deja la gestión de la economía realizada en los últimos años por el Partido Popular desde que llegara al ejecutivo en 2011. ¿Con cuántos ocupados cerró España en media el año 2016 en términos de puestos equivalentes a jornada completa? Respuesta: 17,4 millones. ¿Tasa de paro según el INE? 19,6%. Volvamos al año 2011: ¿ocupados?: 17,6 millones. ¿Y en 2010? 18,1. Luego: ¿cuántos puestos de trabajo ha conseguido recuperar el PP con respecto al panorama laboral previo a su llegada al Gobierno? Respuesta: cero. Dicho de otra manera: ha seguido destruyendo empleo, lo cual, dicho a su vez de otra manera, es lo mismo que no crear ni un solo empleo. Entonces, la última pregunta es; ¿cuál era la tasa de paro en 2010, con 18,1 millones de personas ocupadas? Respuesta: 19,86%. ¿Cómo? ¿¡Superior a la tasa de paro actual -19,6%-, aun cuando había cerca de 800.000 […]

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domingo, 23 de abril de 2017

Clark Medal de 2017: Los efectos de las mejoras en el transporte en la economía

trainDe David Cuberes

¿Cuál es el impacto de mejorar las redes de transporte en el nivel de ingresos y bienestar de una sociedad? En Nada es Gratis se ha discutido este tema en diferentes ocasiones (ver aquí, aquí, y aquí, por ejemplo), sobretodo centrándose en el caso de España. Esta entrada se enfoca más a la historia de las infraestructuras en un contexto internacional, complementando una entrada que escribió Francisco Beltrán Tapia hace ya algún tiempo (ver aquí). Para quien le interese adentrarse de una forma más profunda en el tema, el mejor resumen de lo que los economistas sabemos sobre los costes de transporte y la organización económica, es el excelente reciente trabajo de Redding y TurnerEl objetivo de esta entrada es simplemente ofrecer unas pinceladas sobre por qué los modelos de equilibrio general de comercio internacional y geografía económica ayudan enormemente a estimar el efecto de mejoras del transporte en la economía.

Entender el impacto de las redes de transporte en el bienestar es fundamental no solo en países desarrollados sino aún más en países en vías de desarrollo. En Estados Unidos, el Interstate Construction Program, llevó a cabo la construcción de unos 70.000 kilómetros de autopistas, con un coste estimado de 128.9 billones de dólares (medido en dólares del año 1991). Por otro lado, en el año 2007, casi el 20% de los préstamos del Banco Mundial fueron destinados a proyectos de infraestructura, un porcentaje mayor que las partidas de educación, salud y servicios sociales juntas (Banco Mundial, 2007). En China, a través del Plan Nacional de Autopistas se construyeron unos 35.000 kilómetros de autopistas en 15 años, con un coste de alrededor de 120 billones de colares (en dólares a precios actuales).

Pensemos en el ferrocarril, el medio de transporte que ha recibido mayor atención, al menos desde un punto de vista histórico. En su clásico y provocador libro de 1964 “Railroads and American Economic Growth,” el premio Nobel de Chicago Robert Fogel mostró que el efecto del ferrocarril no fue tan espectacular como todo el mundo pensaba. Según el, si no se hubiera construido la enorme de red de ferrocarriles, el gobierno y el sector privado se hubieran encargado de construir una red de canales que, aunque hubieran sido menos productivos (en el sentido de reducir los costes de transporte en una menor medida), habrían sido un sustituto bastante aceptable. Fogel estima el “ahorro social” asociado a las redes ferroviarias, es decir, la caída en el ingreso nacional que hubiera implicado el hecho de que estas redes nunca hubieran existido, y, en su ausencia, se hubieran construido canales. Sus cálculos sugieren que el ahorro social que generaron los trenes en Estados Unidos fue alrededor del 2.7% del producto nacional bruto del país, una cifra bastante pequeña.

Hasta hace relativamente pocos años, la tesis de Fogel pareció ser bastante aceptada entre los historiadores económicos. Tal vez esto se explica por el hecho de que cualquier estudio sobre el impacto de mejoras en la infraestructura en el crecimiento económico es muy complicado: si simplemente se usan regresiones de forma reducida (reduced form regressions), la endogeneidad entre las dos variables hace que sea extremadamente difícil sacar nada en claro de las estimaciones. El motivo es que los ferrocarriles (al igual que las autopistas, los aeropuertos, etc.) tienen como objetivo principal disminuir el coste de transporte entre dos localidades o regiones. Así pues, parece obvio que, en la mayor parte de los casos, se construirán infraestructuras de transportes en regiones o ciudades que prometan un alto retorno de esta inversión. Esto hace que no pueda decirse que el ferrocarril “causa” el crecimiento económico.  En otras palabras, una autopista que una las ciudades A y B no se construye de forma aleatoria sino pensando que muchos ciudadanos la van a usar (aunque esto no parece haberse cumplido en el caso del AVE, ver aquí y aquí) y que va a ayudar a generar riqueza entre dos ciudades que, probablemente, en el pasado eran ya bastante ricas y que además tienen buenas perspectivas de futuro, incluso si no se construyera dicha autopista.

La teoría económica, en concreto, los modelos de comercio de equilibrio general (Eaton y Kortum, 2002) y geografía económica (Economic Geography) (Redding y Sturm, 2008) han ayudado enormemente a entender y estimar los precisos mecanismos a través de los cuales una mejora en el transporte aumenta el comercio y, a su vez, la riqueza de un país el impacto del transporte. El economista Dave Donaldson, de la Universidad de Stanford, ha sido uno de los pioneros en este campo.

Hace unos días la American Economic Association concedió a Donaldson la John Bates Clark Medal. Este galardón, que premia a los mejores economistas americanos menores de cuarenta años es un enorme reconocimiento en el mundo de la economía y suele ser un buen predictor de quien va a conseguir el Premio Nobel en economía en el futuro (alrededor del 30% de los anteriores ganadores de esta medalla han acabado recibiendo el Premio Nobel y 11 de los 17 primeros galardonados con la medalla han ganado ya el premio Nobel).

Donaldson ha ganado la Clark Medal por su trabajo en el estudio empírico de las ganancias asociadas al comercio internacional. Uno de sus trabajos más importantes (junto con Richard Hornbeck) es “Railroads and American Economic Growth: A Market Access Approach”. En este trabajo, los autores usan un enfoque de acceso de mercado (market access approach) para demostrar que las estimaciones de Fogel están sesgadas a la baja. Cuando uno tiene en cuenta los mercados que se abrieron gracias a la construcción de las redes ferroviarias, el impacto en la riqueza de Estados Unidos es mucho mayor. Sus resultados muestran que, si se hubieran eliminado todas las redes ferroviarias que Estados Unidos tenía en 1890, el valor de los terrenos dedicados a la agricultura hubiera caído en un 60%. Aunque la construcción de canales en lugar de redes ferroviales hubiese ayudado, los costes de este experimento hubieran sido bastante parecidos.

En otro trabajo reciente, “Railroads of the Raj: Estimating the Impact of Transportation Infrastructure?”, Donaldson estudia el efecto que la enorme expansión de la red de ferrocarriles tuvo en la India colonial en los años 1853-1930. Aunque en un contexto muy diferente al de Fogel, su estudio concluye que los efectos en el ingreso per cápita y el bienestar de los indios fueron enormes. En concreto, Donaldson encuentra que el acceso al ferrocarril aumenta el ingreso per cápita de una localidad o distrito en un 16%. El trabajo es estupendo por varios motivos, entre otras cosas porque utiliza datos muy detallados sobre los cambios en el comercio y los precios entre regiones de India en esos años (este tipo de datos son muy difíciles de encontrar en general). Como he comentado anteriormente, cualquier estudio de este tipo sufre de un serio problema de sesgo de selección (sample bias): es posible (probable, tal vez) que el gobierno británico construyera redes ferroviales entre localidades que tenían buenas perspectivas económicas. Donaldson argumenta que este problema es menos importante en este contexto porque i) el principal objetivo del gobierno británico era construir una red que ayudara a Reino Unido en términos militares, no en términos económicos y ii) en la India colonial era extremadamente difícil predecir que regiones/distritos/localidades tenían mejores perspectivas económicas. En cualquier caso, el estudio utiliza como “placebo” una red de 40,000 kilómetros de redes ferroviarias que se planearon construir, pero, por diversos motivos, nunca fueron construidas. Donaldson demuestra que las localidades por las que iban a pasar estas vías apenas mejoraron su comercio o su ingreso.

En otra entrada me centraré en explicar cómo modelos como el de Donaldson pueden modificarse para incluir elementos de economía urbana, enriqueciendo (aunque a coste de complicar las cosas sustancialmente) aún más sus predicciones. La idea es que si se tiene en cuenta cómo la geografía de un país interactúa con las mejoras del transporte, se generan efectos aún mayores en el ingreso y el bienestar del país (ver, por ejemplo, el reciente trabajo de Dávid Krisztián Nagy, aquí). Por ejemplo, cuando el coste del transporte entres dos regiones cae, esto suele generar un aumento  en la población de estas regiones y eso, a su vez, conlleva ganancias asociadas a economías de escala que refuerzan el efecto positivo inicial de los menores costes de transporte. Pero lo dicho, de ésto les hablo otro día.



23/04/2017 – El Día – ¿Dólar o pesos?

De acuerdo al último informe cambiario del Banco Central, 843.000 argentinos compraron dólares por 2.593 millones durante el pasado mes de marzo. La voracidad por el billete verde coincide con la catarata de inquietudes que recibo a diario por las redes sociales por parte de mucha gente que, palabra más, palabra menos, me trasladan la misma pregunta: “¿Conviene comprar dólares?”

Mi respuesta es repetida. Por desgracia los economistas no tenemos la bola de cristal. No hay manera de saber si el dólar subirá la semana que viene o si por el contrario, seguirá perdiendo valor como viene ocurriendo desde el año pasado.

Es cierto que podemos conjeturar sobre lo que pasará tanto con la oferta como con la demanda de divisas y, consecuentemente, sobre las tendencias fundamentales de dicho precio, pero en la medida que manejemos información pública, que es conocida por todos los actores del mercado, pues lo más probable es que eso ya esté incorporado en el precio actual.

Supongamos, por ejemplo, que supiéramos que la próxima cosecha del sector agropecuario será mejor que lo que se esperaba y que por lo tanto entrarán más dólares al país. Esa abundancia debería deprimir el tipo de cambio haciendo que fuera más barato comprar moneda extranjera. Pero en la medida que ese dato estuviera disponible, el precio caería antes de que si quiera fuera cosechado el cereal, o llegado las oleaginosas al puerto, porque nadie va a querer quedarse en su poder con una moneda que pierde valor. Y viceversa; si hubiera alguna novedad en el sentido de que van a escasear los billetes norteamericanos, su precio ya subiría desde el mismo momento en que esa noticia fuera difundida, puesto que todos van a querer comprar una moneda que saben que subirá pronto.

¿NO HAY ATRASO CAMBIARIO?

Por supuesto, cualquiera que piense que el dólar va a subir hace muy bien en comprar, pero el punto que quiero hacer es que esa decisión no es muy diferente que la de apostar el dinero al colorado, en el casino de Mar del Plata. Pude salir bien o mal, pero no hay modo de anticiparlo.

Evidentemente si hay casi un millón de personas comprando “dólar ahorro” todos los meses es porque son más los que piensan que el billete va a subir, que los que creen lo contrario. Buena parte de esta expectativa tiene que ver con que a $15,70 el dólar está barato, sobre todo si uno piensa que en los últimos doce meses esa moneda foránea aumentó solo 8% en un contexto en el que la inflación acumuló 35%.

Pero aún cuando efectivamente estuviera barato, esto no quiere decir que esté atrasado, en el sentido de que sea un valor insostenible que tarde o temprano acabará en una fuerte devaluación.

Es cierto que el financiamiento del déficit fiscal con deuda externa genera una avalancha de dólares cuyo efecto es pinchar la cotización. Pero también es verdad que esto no puede durar para siempre y que en la medida que el rojo del sector público se vaya cerrando, el ingreso de dólares por ese motivo menguará, para convertirse en una fuente de salida de divisas, cuando haya que pagar la deuda que hoy se contrae.

En condiciones normales este es un proceso gradual e incluso cuando todos sepamos que las divisas de la deuda se acabarán y que ocurrirá un proceso inverso de salida de dólares, no hay un día D, en el que la reversión tendrá lugar y saltará el dólar. Por eso, mientas la suba proyectada del dólar sea menor que lo que nos pagan en el sistema financiero por nuestros ahorros en pesos, seguirá siendo conveniente quedarse en moneda local. En números concretos, según el mercado de futuros ROFEX, los operadores apuestan a que la moneda verde cierre el año en $17,65 de modo que cualquier inversión que hoy rinda 22,8% anual nos cubre de esa devaluación esperada

OTRAS INVERSIONES ALTERNATIVAS

Cuando un país pasa por una crisis como la que nos tocó atravesar, el ciclo de las inversiones suele estar marcado en tres grandes etapas. Al principio, la tasa de interés de corto plazo resulta la opción más tentadora, porque las autoridades deben subirla para contener la inflación o una corrida cambiaria; las LEBACS son en ese contexto la mejor opción, como ocurría el año pasado cuando rendían 38%. Luego en la medida que vuelve la confianza, las tasas bajan perdiendo atractivo. Los bonos del tesoro, de mediano y largo plazo se recuperan entonces constituyéndose en una buena alternativa

En una tercera instancia los inversores se vuelcan a comprar acciones y es entonces el momento en que la bolsa se pone de moda. Desde principios de año el índice MERVAL que resume las principales acciones argentinas lleva ganado 23 y todo parece indicar que será la estrella del 2017.

Lamentablemente mucha gente le tiene miedo a salirse del binomio dólar-plazo fijo, o piensan que se requiere mucho dinero para incursionar en bonos o acciones. Sin embargo, los principales bancos ofrecen fondos comunes de inversión armados por especialistas, que permiten invertir en esos papeles sin tener ningún conocimiento y además dependiendo de la institución se puede empezar con aportes tan bajos como 1.000 pesos.

Por supuesto, siempre una inversión es una decisión personal, donde influyen las necesidades de liquidez, los apetitos ante el riesgo, las memorias de las crisis y los prejuicios también.

fuente: EL DIA



23/04/2017 – Clarín – Las metas abiertas de la Argentina

Jorge no entiende mucho de tasas ni de cláusulas gatillo. Tampoco comprende las metas de inflación del Banco Central y, de hecho, es de los millones de argentinos que piensan que para frenar los precios hay que poner un ministro autoritario que con pulso firme persiga a los comerciantes especuladores. El departamento tiene 110 metros cuadrados y me queda cerca de la boca de la estación de Facultad de Medicina. Jorge cree que la culpa de la inflación es de los empresarios, pero me pide 18.000 por el semipiso y me advierte que “el segundo año es un 30% más”.

Es cierto que los gremios explotan la sensibilidad de un año electoral y también es verdad que, aunque representen a docentes, se hacen los que no entienden que 18 más gatillo no quiere decir que les ofrezcan 18%, ni que ese sea el techo. Pero lo concreto es que responden a unas bases, que como el público general cuyas expectativas releva la encuesta mensual de la Universidad Di Tella, piensan en promedio que los precios subirán un 31% en los próximos 12 meses.

Los especialistas, por su parte, son bastante más optimistas. De acuerdo al relevamiento de expectativas que todos los meses publica el Banco Central, los principales consultores económicos del país esperan que el índice de precios al consumidor cierre el año 21,3% arriba.

Cuento todos estos casos porque en medio de ellos pivotea la autoridad monetaria buscando coordinar los pronósticos de formadores de precios tan distintos como esos y porque es en el marco de esas psicologías tan diversas que busca contener a los precios, con la madre de todas las armas: las metas de inflación.

¿Cómo funcionan las metas?

Supongamos por un segundo que antes de irnos a dormir todos tomamos una pastillita mágica y amanecemos mañana pensando que estamos en Chile, Perú, Uruguay o Colombia. A Jorge no se le ocurriría en ese caso decirme que “el segundo año es 30% más”, del mismo modo que a Baradel tampoco se le cruzaría por la cabeza pedir paritarias de 35%. De hecho, ningún comerciante remarcaría sus precios, porque del mismo modo que nadie en su sano juicio le firmaría a Jorge una cláusula de aumento del 30% en un contexto de baja inflación, sería muy raro que un consumidor convalide pagar $100 lo que ayer costaba $90, salvo que se trate de un producto que, por alguna circunstancia extraordinaria, como por ejemplo una inundación, resulte más escaso.

Si la inflación se produce, es en parte porque la gente la está esperando. Y allí apuntan las metas del Banco Central. Sin su intervención, todos los contratos de la economía replicarían la inflación del año pasado y tendríamos un piso de 40% para el 2017.

Alternativamente, el regulador podría no avisar y remitirse a sacar dinero de circulación, para que los formadores de precios se vayan dando cuenta sobre la marcha de que los precios con aumentos no son factibles, porque no hay plata suficiente para hacer todas las operaciones que se llevan adelante mes a mes. ¿Qué ocurriría en este caso? Como no habría dinero para pagar salarios más altos este año, muchos trabajadores se quedarían desocupados, y por la misma razón, como no alcanzarían los billetes para todo, muchos comerciantes se darían de bruces contra su intento de remarcar los precios en góndola. La recesión sería espectacular y es cierto que los precios eventualmente cederían, por la misma razón que el incendio se apaga cuando se acaba el combustible, incluso cuando la causa inicial de las llamas no fuera el material inflamable. Pero también es verdad, siguiendo con la analogía, que el fuego no se apaga en el preciso instante en que dejamos de tirarle nafta.

Sé que me quedo corto con el ejemplo. La inflación es mucho peor que un incendio porque destruye la moneda condenándonos al subdesarrollo, la pobreza y la corrupción.Sin estabilidad no funciona el sistema de precios, no hay soberanía monetaria, no existe el crédito y colapsan el ahorro doméstico y la inversión. Por eso, eliminar la inflación debiera ser prioridad, pero necesitamos detener la enfermedad sin matar al paciente y para ello resulta fundamental la coordinación del Banco Central El programa de metas es un mensaje a todos los formadores de precios indicándoles la magnitud de las remarcaciones que tolerará el Banco Central, o puesto en otras palabras, cuál será el ritmo al que se desinflará la economía para llegar al momento en que no exista diferencia entre el comportamiento de un comerciante argentino, brasileño, chileno o uruguayo.

Por supuesto, el mejor escenario es aquel en el que todos los que de alguna u otra manera formamos un precio o lo convalidamos comprando, creemos en lo que nos dice el Central y pedimos 17% de aumento de salarios, establecemos el mismo monto para el segundo año del alquiler y si nos toca estar del otro lado del mostrador, limitamos las remarcaciones a ese mismo nivel.

Con este mecanismo hay, sin embargo, dos problemas. El primero es que nadie cree que la inflación será de 17% como dice el BCRA y el segundo es que muchos quieren recuperar al menos en parte lo que perdieron el año pasado.

Para apuntalar la credibilidad existen las cláusulas gatillo que en la práctica funcionan como un seguro que cubre a los trabajadores si los precios suben más de lo que dice la autoridad monetaria. El desafío del Gobierno es extenderlas a otro tipo de contratos, como los de alquiler, porque si muchos precios de la economía efectivamente se forman con “30% de aumento para el segundo año”, pues habrá una tremenda recesión cuando no exista dinero para convalidarlos.

Las posibilidades de recuperar lo perdido en 2016 no se ven limitadas ni por las metas ni por los gatillos, sino por la robustez económica de cada sector. Cada gremio, dependiendo de los márgenes de rentabilidad del sector, puede negociar recomposiciones adicionales.

Y ahora que subió la tasa, ¿qué pasa?

Es en este contexto que hay que entender la suba de tasas dispuesta la semana pasada por el Banco Central. La autoridad monetaria está diciendo que va a cumplir la meta por las buenas o por las malas. En otro país con más crédito, una tasa más alta opera encareciendo el financiamiento y les pega al consumo y a la inversión, pero en Argentina el crédito sólo representa el 6% del PBI y el 92% del consumo se hace cash. Una cosa parecida ocurre con la inversión, acotando el impacto recesivo de la medida.

Por el otro lado, la tasa ahora resulta tentadora para los capitales especulativos del exterior que vendrán a buscar rentabilidades que no consiguen afuera. Este efecto planchará el dólar.

En resumen, hay tres fuerzas operando. La suba de tasas apuntala la credibilidad del BCRA en un mensaje muy claro a todos los formadores de precios en el sentido de que la autoridad no tolerará más inflación. El efecto colateral es el encarecimiento del crédito que les pega, poco, pero les pega, al consumo y a la inversión. El dólar más barato, como contrapartida, mejora las expectativas de los consumidores y abarata el costo de los bienes de capital importados, neutralizando el efecto recesivo en la demanda global.

fuente: CLARÍN



sábado, 22 de abril de 2017

Yo voy a la Marcha por la Ciencia

img_evelasco_20170421-084543_imagenes_lv_terceros_marchaciencia2017-kuBF--656x369@LaVanguardia-WebHoy, 22 de abril de 2017, día de la Tierra, se celebra en todo el mundo la Marcha por la Ciencia. La Marcha surgió en Estados Unidos como una reacción de protesta al anti-cientificismo declarado de palabra y obra por su presidente, Donald J. Trump. Sin embargo, con el paso de las semanas, el propósito de la Marcha se ha transformado en algo mucho más importante, y al margen de la contienda política: la defensa de la Ciencia como motor del progreso y de la cultura de la Humanidad. Así, en la web americana de la Marcha, se lee (la traducción es mía):

"La Marcha por la Ciencia es el primer paso de un movimiento global para defender el papel clave que tiene la ciencia en nuestra salud, seguridad, economía, y gobierno. Ha llegado el momento de ponerse en acción y marcar la diferencia. La Marcha por la Ciencia promueve la ciencia, financiada robustamente y comunicada públicamente, como un pilar de la libertad y la prosperidad humanas. Nos unimos como un grupo diverso y apartidista para pedir una ciencia que sostenga el bien común y unos líderes políticos que implementen políticas basadas en la evidencia en el interés público."

La Marcha por la Ciencia se celebra hoy en más de 500 ciudades de todo el mundo y, en España, habrá cinco grandes actos en Barcelona, Girona, Granada, Madrid y Sevilla, además de otros actos menores en diferentes lugares. En España, las principales reivindicaciones de la Marcha se pueden ver, por ejemplo, en la página de la COSCE, la asociación que agrupa a las principales sociedades científicas del Estado. De ellas, destaco:

  • "La firma de un Pacto de Estado por la Ciencia, capaz de desligar la ciencia de los vaivenes políticos, propiciado por el colectivo científico y suscrito por las fuerzas políticas y por cuantas entidades públicas y privadas quieran adherirse.
  • La puesta en marcha de un ente realmente independiente de la Administración, responsable de los instrumentos y recursos derivados de las políticas científicas, y gestionado por personas expertas del mundo de la ciencia, libre de los ciclos electorales. Un ente con estructura de agencia, homologable al European Research Council europeo, y dotado de un fondo estable de inversión procedente de los Presupuestos Generales del Estado, con instrumentos adecuados para la captación de fondos privados, y un compromiso claro por la captación y retención del talento joven.
  • La integración de la ciencia en la agenda política de forma que quienes deben tomar decisiones legislativas y ejecutivas en políticas científicas dispongan de información científica constante, suficiente y eficaz mediante la incorporación de entidades personales o colectivas independientes que asesoren a los miembros del Congreso de los Diputados que lo requieran, y a los componentes del Ejecutivo, desde la Presidencia del gobierno a las estructuras ministeriales."
Escribo esto unos minutos antes de salir para unirme a la Marcha. Creo que cualquier persona con un mínimo entendimiento de cómo funciona el mundo basado en la tecnología, o que haya pasado alguna vez por un hospital para ser atendido de enfermedades que en el pasado le hubieran matado, debería unirse o como mínimo apoyar estas reivindicaciones. No se deje engañar cuando le dicen que suben ligeramente los dineros para la Ciencia en España: primero porque esto es algo que va mucho más allá, va a la defensa de la Ciencia en sí como aquello que nos ha traído hasta aquí, y segundo porque es mentira, ya que cada año más y más dinero de Ciencia va en realidad a préstamos que no se ejecutan y acaban destinados a otras cosas. En este sentido, es importante que no se vea la Marcha por la Ciencia como una manifestación por reivindicaciones salariales. Creo que quién mejor lo ha dicho es el presidente de la Real Sociedad Española de Física en la carta que nos ha enviado a los socios:
"Ciertamente, toda mejora del apoyo a la Ciencia repercute en primer lugar en los propios científicos por lo que, quizá, las peticiones en ese sentido podrían juzgarse interesadas. Sin embargo, la posible conveniencia personal en la defensa de la Ciencia es muy reducida; se
trata, ante todo, de defender el progreso social, la cultura y la la racionalidad. Por eso me gustaría encontrarme el próximo 22 (sábado) a las 12:00h, en la puerta del MECD (en el pasado Min. de Eduación y CIENCIA), con otros miembros de la RSEF. Desearía -también- que
la Marcha por la Ciencia sea una manifestación de científicos y de todas las personas preocupadas por su progreso, sin más agenda que la defensa de la propia Ciencia."
Así que sí, yo voy a la Marcha por la Ciencia. Lo único que espero, además de que sea efectivamente lo que pretende, la defensa de la Ciencia, de su contribución a la Cultura, de su necesidad para el progreso y el cuidado de la Tierra que han de heredar nuestros hijos, y de su necesidad para el diseño de políticas, es que no termine hoy. Es necesario que todos los que apoyamos la Ciencia sigamos haciéndolo a partir de hoy de la manera más enérgica posible, reclamando lo necesario para desarrollo, y combatiendo sin cuartel la anti-ciencia, las seudociencias, y toda forma de chorradas. Vamos a por ello.

 



jueves, 20 de abril de 2017

¿”Tarifación social” de las guarderías?

guarderia-Barcelona acaba de introducir un nuevo sistema de precios en las guarderías públicas, de cara al curso que viene. Esta so-called “tarifación social” consiste en una escala de precios con 10 tramos, de modo que el precio mensual (incluyendo la comida) de mandar a un niño o niña a la guardería variará entre 50 y 400 euros al mes, en función de la renta de la familia. En la entrada de hoy quería aprovechar esta medida, muy comentada en los medios y en la calle, para hablar de la abundante investigación reciente en economía sobre los efectos de las subvenciones a la educación infantil.

Ya hay otras ciudades que han introducido escalas de precios similares, como Sant Feliu de Llobregat, El Prat, Sabadell y Terrassa, en Cataluña. En el caso de Barcelona, hasta ahora la gran mayoría de las familias pagaba el mismo precio, casi 300€ mensuales. Con el nuevo sistema, una familia de cuatro personas con renta anual de 16.000€ pagaría sólo 50€ al mes, mientras que, por ejemplo, una con 30.000€ de renta pagaría 210. Según el simulador de precios, mi familia tendría que pagar el máximo, casi 400€. El ayuntamiento estima que el 25% de las familias pagará el mínimo de 50 euros.

Los objetivos declarados de esta medida son de equidad (“incrementar la progresividad del sistema”), así como aumentar la participación de las familias de bajo nivel de renta en el sistema de educación infantil. El ayuntamiento proyecta que la subida de precios para las rentas altas compensará la bajada en el otro extremo, con lo que no habrá que dedicar más recursos a las guarderías públicas.

Según parece, el coste anual por niño de las guarderías públicas, al menos en Barcelona, es de unos 7.000€ (incluyendo sólo los costes directos de funcionamiento). Esto quiere decir que el precio máximo cubre el 56% de los costes (sólo el 7% en el caso del precio mínimo). El precio se paga en 10 mensualidades, con lo que a nivel anual variará entre 500 y 4.000€. (Otro día hablaremos de si tiene sentido que el estado subvencione en mayor medida la educación universitaria que la infantil. Las tasas universitarias anuales son de media poco más de 1.000€ anuales a nivel nacional, más cerca de los 2.000€ en Cataluña).

Merece la pena señalar que se mantiene sin cambios el sistema de admisiones de las guarderías. Como en muchos centros hay más solicitudes que plazas, el criterio de admisión consiste en un sistema de puntos, que favorece, además de la proximidad geográfica, a las familias monoparentales y numerosas, a los niños discapacitados o enfermos, y a las familias perceptoras de la renta mínima de inserción (RMI). Como en muchos centros se producen empates, se recurre a un sorteo entre todos los solicitantes empatados.

La medida nueva, por tanto, afecta a los precios, condicionados a la admisión. Dado que el precio es más alto en las guarderías privadas, otra forma de introducir más progresividad habría sido tener en cuenta el nivel de renta en el sistema de admisión. Actualmente sólo se favorece a los perceptores de la RMI; otra posibilidad (alternativa o adicional) habría sido que los “puntos” que se conceden a cada familia en el sistema de admisión variaran también por tramos de renta.

En cualquier caso, se trata de una medida cuya evaluación quizá pueda interesar a alguno de nuestros lectores investigadores o estudiantes de doctorado, aunque habrá que esperar a que los cambios se implementen, el curso que viene.

Suponiendo que efectivamente el nuevo sistema de precios no afecte a las finanzas municipales, ¿cómo afectará al bienestar de las familias? Los efectos serán distintos, obviamente, según el nivel de renta. Además, podemos distinguir entre efecto renta y efecto precio.

Efecto renta

Para las familias que habrían solicitado guardería pública de todas formas (bajo cualquiera de los dos sistemas de precios), la medida implica una transferencia de renta de las familias de nivel de renta alto a las de renta baja. Podemos concluir sin mucho temor a equivocarnos que esto llevará a un aumento en el bienestar global de las familias, ya que 100 euros más o menos de renta mensual suponen más para familias de renta baja que de renta alta. Hasta aquí, el efecto “progresividad” que se busca.

Efecto precio

La reforma implica que sube el precio de la guardería pública para las familias de renta alta, con lo que esperaríamos una reducción de la demanda. Es decir, la medida puede hacer que baje el número de familias de renta alta que solicitan plaza en guarderías públicas. Al mismo tiempo, aumenta el atractivo relativo de las alternativas: que el niño o niña no vaya a la guardería, o que vaya a una guardería privada, que es un poco más cara pero que ofrece más flexibilidad de horario (entre otras diferencias en las que no hace falta entrar ahora).

A la vez, baja el precio de la guardería para las familias de rentas más bajas. Esperaríamos por tanto que aumentara la demanda de plazas entre este grupo, para el que seguramente la alternativa es principalmente que el niño no vaya a la guardería (se quede en casa).

Por tanto, esperaríamos que el pool de familias que solicitan plaza en guarderías públicas se inclinara más hacia rentas más bajas, aunque no sabemos si el número total de solicitudes aumentará o bajará. También probablemente aumentará la demanda de plazas en guarderías privadas.

Por tanto, en conjunto esperaríamos que mejorara el acceso de familias de renta baja a la educación infantil (mayor uso de guarderías públicas), aunque a costa de aumentar la segregación entre los sistemas público y privado (al desplazarse a algunos niños de familias de renta alta hacia la privada).
Merece la pena mencionar que este aumento en la segregación sería más pronunciado aún si el sistema de admisión tuviera más en cuenta el nivel de renta de las familias, como sugería yo más arriba.

Otros efectos sobre las madres y los niños

Se ha estudiado mucho el efecto del precio de la educación preescolar sobre el empleo de las madres. La evidencia disponible sugiere que si el precio de las guarderías baja, puede que la oferta de trabajo de las madres aumente, pero esto dependerá del nivel de precios anterior a la bajada, y del tipo de familias afectadas (y del contexto institucional y social). Hay estudios que no encuentran ningún efecto, y otros que encuentran un pequeño aumento en el empleo de las madres cuando el precio de la escolarización temprana baja (como este en el que se estudia la universalización de la educación pública a los 3 años en España).

¿Y los niños? Se ha estudiado muchísimo el efecto de la escolarización temprana sobre el desarrollo de los niños y niñas, tanto a corto como a largo plazo. En este caso, la cosa también es complicada. Hay estudios que encuentran efectos positivos, y otros que encuentran evidencia de impactos negativos (también aquí), o nulos. Parece que el signo del efecto depende de varios factores: la edad de los niños, la calidad de las escuelas, y, muy importante, la alternativa, es decir, qué estarían haciendo los niños que ahora van a la guardería gracias a la bajada de los precios. ¿Estarían recibiendo atención intensiva por parte de su madre, su padre o sus abuelos, que les estarían leyendo, hablando y cantando? ¿Estarían arrinconados en casa o sentados delante de la tele? ¿Al cuidado de alguien sin preparación que no les hace caso?

Mi hijo mayor entró en la guardería con casi dos años, y lo pasó fatal. Estaba acostumbrado a estar en casa, con atención exclusiva de mamá o papá, o de una cuidadora fantástica que lo estimulaba continuamente con juegos y mucho cariño. De repente se encontró en una habitación con 18 niños más, y una sola educadora, muy buena, por cierto, pero que claramente no podía estar tan pendiente de las necesidades individuales de cada niño. Hombre, mi intuición es que perdió más de lo que ganó con el cambio.

En resumen, el nuevo sistema de precios va a tener consecuencias importantes sobre las familias. Sobre todo, implicará una bajada importante de los precios para familias de renta baja y media-baja. Esto podría aumentar la escolarización de los niños (de menos de 3 años) en este tipo de familias, y podría ir acompañado de un aumento en la participación de las madres en el mercado de trabajo. Los efectos sobre el desempeño escolar de los niños creo que no están del todo claros. Por último, la reforma podría aumentar la demanda de plazas en guarderías privadas entre las familias de renta alta, aumentando así la segregación del sistema. En cualquier caso, será interesante evaluar estos efectos en la práctica.



Más y mejor Europa: un plan en marcha

Más y mejor Europa

Como te dije hace unos días, he iniciado una serie de posts para explicar los fundamentos de cada una de las ideas fuerzas del programa de la Ponencia Económica del PSOE. La semana pasada te hablé de Democratizar la Globalización; hoy, el plan para hacer más y mejor Europa.

¿DENTRO O FUERA DE EUROPA?

La ponencia económica del PSOE para el próximo Congreso es global y europea por concepto. Los socialistas compartimos las preocupaciones que mayoritariamente los ciudadanos europeos expresan en el Eurobarómetro. Por eso proponemos un plan y unas medidas para hacer más y mejor Europa.

El 75% de los ciudadanos europeos dicen que reducir el paro es la prioridad, el mismo porcentaje pide mayor lucha contra los paraísos fiscales y el 67% pide mayor intervención de la Unión Europea en el medio ambiente. El 78% de los españoles pide mayor intervención para mejorar el medio ambiente, lo cual a este economista observador le hace sentirse orgullo el compartir con la mayoría de la sociedad sus valores socialdemócratas.

En política hay que elegir y la primera decisión es seguir en la Unión o salirse, tal y como acaba de pedir el Reino Unido. En España no hay ningún partido con representación parlamentaria que pida eso y para los españoles Europa ha sido la luz que durante la dictadura nos daba esperanza de que existía un mundo mejor con libertad, con democracia, con progreso y con mayor bienestar.

Europa no es como la isla de Utopía de la novela de Tomás Moro –tierra que no existe-, pero el modelo de democracia social europeo por el que optamos los españoles, sin duda, es mucho mejor que el resto de modelos alternativos. Hasta los ultraliberales en Europa, como Esperanza Aguirre, defienden la sanidad y la educación pública.

Los británicos descubrirán que muchas de las cosas de las que sus políticos culpaban a Europa eran falsas

 

 

El proyecto europeo nació para evitar una tercera Guerra Mundial y ha sido un éxito. Comenzó con 6 países y ahora somos 27. Los votantes del Brexit querían más soberanía y menos inmigración. Los británicos, liderados por su primera ministra conservadora -quien acaba de convocar unas elecciones para avanzar en un proyecto que era mala idea-, van a descubrir que muchas de las cosas de las que sus políticos culpaban a Europa eran falsas, y que limitando la inmigración no mejorarán su nivel de vida.

Es la misma decepción que millones de estadounidenses sentirán dentro de cuatro años con Trump. Así que esperemos que la fuerza acompañe a nuestros vecinos franceses y no tengamos que comprobar los efectos de lo que propone Le Pen.

A la economía española le ha sentado muy bien entrar en Europa y abrirse a la Globalización

En el gráfico anterior se puede comprobar que a la economía española le ha sentado muy bien entrar en el proyecto europeo y abrirse a la Globalización. Hemos creado más empleo que EEUU desde 1986 y éste ha crecido cinco veces más en España que en Alemania y en Francia. El entorno ayuda, pero algo habremos hecho bien los españoles para conseguirlo. Espero que entiendas, querido lector, que la ponencia del PSOE destila orgullo por haber sido el partido que más ha gobernado España durante ese periodo.

Pero como nos piden los ciudadanos, los socialistas hemos mirado al futuro para hacer una Europa y un mundo mejor. La tasa de paro europea sigue en máximos y es el doble de los EEUU. En España la tasa de paro es cuatro veces superior a la estadounidense y el doble que la de Francia. Los franceses reconocen que siguen en crisis, por lo tanto, la euforia de Rajoy además de injustificada es perjudicial: aumenta la indignación de millones de españoles que sufren la precariedad y ven como la recuperación económica no les llega a ellos.

Europa y las 3 políticas para reactivar el empleo: fiscal, monetaria y cambiaria

A corto plazo, hay tres políticas para reactivar el empleo: fiscal, monetaria y cambiaria. La política monetaria y cambiaria ya es la adecuada y la que muchos pedíamos desde 2010, consiguiendo sacar a Europa de la recesión y del riesgo de deflación.

La política fiscal ha dejado de ser restrictiva, pero es necesario un impulso para reducir la tasa de paro en un entorno de debilidad del crecimiento del comercio mundial y de nuestras exportaciones.

Por esa razón, los socialistas volvemos a pedir un plan de inversión pública como hicimos en la campaña de las europeas de 2014 y como ahora piden la Comisión Europea y el BCE, que reconocen que su política monetaria es insuficiente para reducir la tasa de paro a niveles de EEUU.

En Europa necesitamos ya un plan de inversión pública

Es necesario que el plan se financie con deuda europea y que no compute como protocolo de déficit excesivo de los países. ¿Por qué? Porque sino no se podrá ejecutar en aquellos países donde las tasas de paro son más elevadas.

El paro afecta especialmente a los jóvenes, que son los que muestran mayor desafección con el proyecto europeo. Por eso, es urgente que Europa deje de arrastrar los pies y apruebe el plan cuanto antes, aunque no nos olvidemos que es el PP Europeo el que lo bloquea en el Parlamento, en el Consejo y en el Eurogrupo. Rajoy debería explicar a los millones de parados españoles por qué su partido bloquea ese plan.

Pero además de bajar la tasa de paro, Europa debe aspirar a mejorar la renta por habitante que sigue siendo un 25% inferior a la de EEUU y un 35% inferior en el caso de España. Y debe hacerlo, como nos piden los ciudadanos, con un modelo más sostenible social y ambientalmente, con menor desigualdad y menores emisiones contaminantes.

Europa es líder mundial en investigación y ahora el reto es convertirla en inversión

El plan de inversión europeo debe priorizar la eficiencia energética, la lucha contra el cambio climático, la innovación y la economía circular. Además de un plan a corto plazo para reducir la tasa de paro, debe ser un plan a medio plazo de política industrial y tecnológica. Europa es líder mundial en investigación y ahora el reto es convertirla en inversión y en empleos de calidad que mejoren el nivel de vida de los ciudadanos. Sólo así recuperarán la ilusión con el proyecto europeo y la esperanza de un futuro mejor.

Por supuesto, es necesario que nuestras empresas no tengan que irse a Londres, Nueva York o Hong Kong a encontrar financiación. Europa necesita una Agencia Financiera de Innovación que replique el plan que los socialistas españoles hemos propuesto para el ICO en nuestra ponencia.

Nuestra ponencia tiene un plan posible para hacer una España y una Europa mejor. Pasa por avanzar en el proyecto dando más peso a la democracia y al parlamento Europeo para que éste supervise directamente la gestión de la Comisión (el modelo Delors y los socialdemócratas europeos, que tras quince años de mayoría absoluta de la derecha y del PP Europeo se ha diluido).

Responderé en directo tus dudas sobre Europa

Europa

Una Europa donde todos los ciudadanos nos identifiquemos de nuevo con nuestro himno -el de la Alegría– y olvidemos cuanto antes la austeridad y los graves errores de política económica cometidos durante esta maldita crisis.

Yo sigo emocionándome cuando escucho el himno europeo. Cierro los ojos y recuerdo cuando de niño crucé la frontera en coche por Irún y me pareció que había salido de un túnel del tiempo. Mis niños ya no notan ningún cambio cuando cruzamos la frontera en coche o cuando aterrizan en un aeropuerto de otro país. Pero su generación y la generación anterior, que ahora sufre el desempleo juvenil, merecen una Europa mejor y un Planeta mejor. Y si a ellos les va mejor, a nuestros pensionistas también.

Ese es el objetivo y la motivación de nuestra ponencia.

Tras leer este post sobre un Plan para más y mejor Europa, ¿qué dudas te surgen? 👇Déjamelas en comentarios 👇Me las apuntaré y os las responderé en directo muy pronto mediante un Facebook Live (sígueme en Facebook aquí). ¡Te avisaré de la fecha próximamente!


Europa

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martes, 18 de abril de 2017

¿Está la macroeconomía tan enferma?

nazgul

Three Rings for the Elven-kings under the sky,
Seven for the Dwarf-lords in their halls of stone,
Nine for Mortal Men doomed to die,
One for the Dark Lord on his dark throne
In the Land of Mordor where the Shadows lie.
One Ring to rule them all, One Ring to find them,
One Ring to bring them all, and in the darkness bind them,
In the Land of Mordor where the Shadows lie

J.R.R. Tolkien, The Lord of the Rings

En las última semanas Nada es Gratis se ha hecho eco de un debate vivo pero con mucha aristas sobre el estado actual de la economía, su capacidad real para mejorar nuestro conocimiento de los problemas económicos y proponer soluciones, el mejor método para aproximarse a estos problemas, o los peligros de que algunas enfermedades económicas se extiendan en el futuro. Aspectos relacionados se han tocado en las entradas de Santiago Sánchez-Pagés (aquí), Libetad González (aquí), Marcel Jansen y Pedro Rey Biel (aquí), y Juan Francisco Jimeno (aquí). La suma de las versiones más negativas del debate dibujarían un páramo infestado de muertos vivientes, economistas sin vida y sin alma que han perecido atragantados con alguna de las ecuaciones de sus modelos inútiles o, peor aún, por la mordedura de uno de esos zombis que controlan los instrumentos de los que se sirve el mainstream para difundir su podredumbre.

Y si en medio de ese campo desolado existe un lugar en el que la degradación se ha extendido en grado sumo, ese sitio se llama macroeconomía, absolutamente desenfocada en sus propósitos, ajena a la realidad que pretende explicar, e incapaz de garantizar un mínimo de confianza en sus predicciones. Tierra de disputas y de luchas intestinas entre los propios muertos.

Aunque deliberadamente tremendista, la imagen proyectada por esta introducción no está tan alejada de la que han querido trasladar una parte de los participantes en el debate sobre el estado de la macroeconomía. La sombra espesa de la Gran Recesión escondía también el vuelo exterminador de los Nazgûl, poderosos espectros alados que desde las tierras de Mordor anunciaban con sus gritos el fin de los DSGE (véase, por ejemplo, la nota de Paul Krugman al respecto y la respuesta de John Cochrane).

El Washington Post acaba de publicar en su blog Monkey Cage un artículo del politólogo Henry Farrell con el cariñoso título “Los economistas están discutiendo sobre cómo su profesión se arruinó durante la Gran Recesión. Esto es lo que sucedió”.  Pese a lo que el título promete, el contenido de la nota es bastante decepcionante, pues no explica cómo los economistas hemos acabado vagando por un patatal metodológico, la camisa hecha unos zorros, la mirada extraviada y emitiendo sonidos guturales que nadie entiende. Más bien lo que el artículo hace es tratar de identificar la influencia real que los macroeconomistas ejercieron en las políticas de austeridad. Su conclusión es que salvo en circunstancias excepcionales (cuando los economistas hablan con una sola voz) no son los economistas los que influyen sobre los políticos, sino que son los actores de la política económica los que influyen sobre un conjunto seleccionado de economistas, que se convierten en los mensajeros de sus intereses, en una simbiosis en la que ganan las dos partes.

Esta explicación sociológica, que se podría generalizar diciendo que hay economistas que tienen su público, al que sirven y del que se sirven, estaría detrás, según Farrell, del encumbramiento y publicidad por el poder de trabajos como los de Alberto Alesina, firme defensor de la austeridad. Imaginemos que aceptamos esta hipótesis. Por la misma razón, podríamos añadir, las opiniones y juicios de valor de otros grandes economistas, bien identificados, tendrían su propio público en otra parte del espectro político, cuyos intereses defenderían con sus argumentos y de cuya publicidad también se aprovecharían. Desde esta perspectiva, y sobre el terreno de las opiniones y juicios de valor, no podríamos hablar de buenos y malos economistas por su exposición a los intereses políticos, y esto sería así incluso en la liga de los grandes economistas.

¿Qué le pasa a la macroeconomía? ¿De verdad está tan enferma? ¿Necesita una sangría para olvidar lo aprendido en las últimas décadas y empezar de nuevo? ¿Deberían los macroeconomistas dejar de relacionarse con el mundo de la política y centrarse en la espiritualidad de los modelos puros? ¿Qué tipo de modelos macroeconómicos queremos para el futuro? ¿Necesitamos más contadores de fábulas o más malabaristas de los números?

Voy a darles dos buenas noticias y una mala. La primera buena noticia es que voy a responder a estas cuestiones. La segunda es que lo voy a hacer utilizando los argumentos de unos ensayos/notas recientes de Ricardo Reis y Olivier Blanchard, dos economistas de generaciones distintas y reconocido prestigio, uno que acaba de entrar en el debate y otro que lleva años en él, pero que comparten una visión positiva del futuro de la macroeconomía, y ofrecen soluciones no excluyentes. La mala noticia es que esta entrada será un poco más extensa de lo habitual.

Ricardo Reis en el ensayo que ha inspirado el título de esta entrada, Is something really wrong with macroeconomics? empieza reconociendo que hay infinidad de aspectos en la macroeconomía que están mal. Si aceptáramos que todo está bien, seguir investigando no tendría sentido, ni en macroeconomía ni en ningún área o disciplina de las ciencias sociales o naturales. Los investigadores son precisamente expertos en identificar dónde el estado del conocimiento se queda corto, o directamente falla para explicar la realidad, e intentar rellenar el hueco. A partir de aquí, el mérito de Reis (y Blanchard) es saber separarse de la natural tendencia de los participantes en el debate a proponer direcciones de mejora que, de modo nada sorprendente, coinciden con lo que cada uno mejor sabe hacer. En palabras de Reis: “my goal is not to claim that there is not disease, but rather to evaluate existing diagnoses, so that changes and progress are made in a productive direction” (p. 2).

Sobre la enfermedad de la macroeconomía

La caricatura que se traslada del state of the art en macroeconomía es la siguiente: en los modelos, que son súper abstractos, sólo existen los agentes representativos y las expectativas con previsión perfecta, se desprecian las cuestiones de desigualdad, se obvia la relevancia de los mercados financieros, los contratos hipotecarios, el papel de la vivienda o los bancos, se ignoran las cuestiones de identificación y jamás se baja al nivel de los datos microeconómicos.

Para analizar el alcance real de estas críticas Reis primero observa a qué dedican los jóvenes macroeconomistas más brillantes sus esfuerzos investigadores. Los editores de la Review of Economic Studies seleccionan cada año a seis jóvenes economistas a los que invitan a hacer un tour por algunas instituciones europeas y presentar su job market paper. El jurado es heterogéneo y cambia cada año, por lo que se reduce el sesgo de selección. El trabajo de los ocho jóvenes macroeconomistas seleccionados en los últimos años (con tesis en Northwestern, MIT, Chicago, Penn, NYU, Berkeley y Yale) ofrece una muestra de los derroteros que la macroeconomía moderna está tomando hoy en día. Lo que se observa es una mezcla de teoría y evidencia, de datos agregados y microdatos, de innovaciones metodológicas y preguntas relevantes desde el punto de vista de la política económica.

La muestra anterior de jóvenes promesas en macroeconomía es reducida y elitista por lo que Reis presenta evidencia adicional a partir de los artículos publicados en el último número del Journal of Monetary Economics, una de las revistas punteras de macroeconomía, donde se puede encontrar toda una diversidad de trabajos macroeconómicos, originales y alejados de los estereotipos utilizados por los críticos en sus ataques. Más aún, si la macroeconomía estuviera en crisis, las mejores revistas publicarían lentamente menos artículos de macroeconomía y las grandes universidades ofrecerían paulatinamente menos puestos para macroeconomistas. Sobre lo segundo Reis encuentra que el porcentaje de vacantes para macroeconomistas se ha mantenido constante a lo largo de los últimos 15 años. En cuanto a lo primero, las cifras muestran que el porcentaje de trabajos macro publicados en las revistas oficiales de las asociaciones de economía americana y europea, el AER y el JEEA (a las que se añade el NBER para tener una imagen más inmediata de la investigación) han crecido a un ritmo constante desde el año 2000, y que los artículos de macro financiera (esa cosa que según los críticos no existe) han crecido todavía más, incluso en los siete años anteriores a la crisis.

La imagen real es más bien la de una dinámica del conocimiento en macroeconomía bastante saludable, lejos de la senda de la autodestrucción que auguran sus críticos.

Sobre la relación entre macroeconomía y política

En relación al debate sobre la relación entre macroeconomía y política, la conclusión de Reis es que la crítica de una importante (y maligna) influencia de los economistas sobre los políticos y la opinión pública es exagerada por lo de importante, y equivocada por lo de maligna. Y pone dos ejemplos: en cuanto a la política fiscal la mayoría de los macroeconomistas defenderían políticas fiscales contracíclicas (déficit en las recesiones y superávit en las expansiones), para suavizar los tipos impositivos en el tiempo y permitir que la política fiscal actuara de estímulo en las recesiones. En cambio, lo que se observa en los países de la OCDE en los últimos 30 años son secuencias muy continuadas de déficits, contrarias a las prescripciones de los economistas. En el terreno de la política fiscal los economistas y los políticos intercambian ideas, pero los políticos se dejan influir poco. En cambio en la política monetaria, suele coincidir que los decisores son también macroeconomistas, por lo que en este terreno se puede juzgar mejor el resultado de confiar en las prescripciones de la macroeconomía. Y lo que se observa aquí es un notable éxito en el control de la inflación y en las respuestas que los bancos centrales han dado a la crisis.

Sobre las perspectivas de futuro

El futuro de la macroeconomía tiene que empezar en las aulas. Reis aboga por tres cambios al respecto, sobre todo en la enseñanza de postgrado: alejarse del modelo base neoclásico para introducir desde el primer momento aspectos más ligados al mundo real; llevar el modelo a los datos; y cambiar el método de enseñanza para reconocer que no todos los estudiantes de postgrado van a iniciar una carrera por el premio Nóbel, lo que es lo mismo que decir que se puede hacer macroeconomía útil utilizando distintos tipos de modelos que sirven a distintos objetivos.

En una nota reciente, la última de cuatro sobre el futuro de los modelos macroeconómicos, Olivier Blanchard, aboga por una mayor diversidad de métodos, en la línea defendida tiempo atrás por Ricardo Caballero, y establece la necesidad de disponer de (al menos) cinco tipos de modelos: (a) Modelos fundacionales que reflejan una contribución teórica fundamental de la que se aprovechan otros modelos macroeconómicos, pero que no tendrían como objetivo captar la realidad de un modo cercano; (b) Modelos DSGE, cuyo propósito sería explorar las implicaciones macroeconómicas de un conjunto de distorsiones. Éstos deberían ser más cercanos a la realidad, pero no al coste de introducir supuestos ad hoc inasumibles desde el punto de vista de la fundamentación microeconómica; (c) Modelos econométricos estructurales, que permiten explorar las implicaciones de distintos tipos de políticas. Se trataría de empezar por modelos DSGE y después dejar hablar a los datos para introducir estructura adicional; (d) Toy models, pensados para ilustrar rápidamente una "research question", o condensar el mensaje de modelos más complicados; (e) Modelos de predicción cuya finalidad es ofrecer la mejor predicción, con independencia del contenido teórico que incorporen.

A lo largo de los años he conocido macroeconomistas capaces de cabalgar con facilidad entre estos distintos tipos de modelos, tan sutiles como para fabricar un juguete con el que contar una fábula o para descubrir con la ayuda de un DSGE la belleza de un nuevo mecanismo, pero también tan valientes como para pelearse a machetazos con los datos o vencer a Sauron lanzando la pesada carga de sus simulaciones al Monte del Destino. Estos son mis héroes. Que nadie se extrañe: todavía me emociono cuando veo a Aragorn coronarse rey de Góndor.