domingo, 31 de marzo de 2019

¿Es el Póker un Juego de Azar o de Habilidad?

De Pedro Rey Biel  (@pedroreybiel)

Lea, Lea, Lea.

La creciente polémica sobre la cada vez mayor presencia publicitaria de casas de apuestas y juego online se basa en la preocupación por la naturaleza adictiva de los juegos de azar. En concreto, los críticos argumentan que la adicción puede exacerbarse cuanto mayor es el grado en el que el resultado de un juego depende de la aleatoriedad o la incertidumbre. En juegos como el ajedrez, en los que el resultado depende mucho más de la habilidad propia y la del rival que del azar, es difícil engancharse de forma adictiva (por mucho que se disfrute del juego) puesto que las pérdidas repetidas y predecibles que se producen al jugar contra jugadores más hábiles tenderán a reducir, en lugar de incrementar, las ganas de seguir jugando. Por contra, en juegos en los que "una sola partida más" con una apuesta fuerte podría llevar a recuperar las pérdidas incurridas, enfatizan la necesidad de seguir jugando, pudiendo provocar una espiral adictiva.

Las diferencias regulatorias entre diversos países respecto a la prohibición de jugar o publicitar el juego dependen de forma crucial de la consideración que hacen los distintos legisladores sobre si los resultados de un determinado juego de apuestas dependen fundamentalmente del azar o de la habilidad. Por ejemplo, los establecimientos comerciales donde puede apostarse jugando al póker o las casas de apuestas online están prohibidos en numerosos regiones de Estados Unidos, mientras que en otras, como en el muy conocido caso de Nevada, no sólo es una actividad legal sino una de las bases de su economía. Además, el tratamiento fiscal que se hace de distintas actividades lúdicas en las que existe la posibilidad de lucrarse es muy distinta dependiendo de que se consideren juegos de azar o no.

Sin embargo, no existe una definición universalmente aceptada y empíricamente aplicable que indique lo que es un juego de azar y lo que no lo es. Como ejemplo, me apuesto lo que quieran a que alguno de ustedes rebatirá este post argumentando que ellos son estupendos jugadores de póker, que la suerte no tiene sitio en el póker, y que por eso existen campeonatos mundiales de póker.

Un reciente artículo de Peter Duersch, Marco Lambrecht y Joerg Oechssler presenta un criterio que permite obtener una clasificación empírica sobre qué es un juego de azar y qué no lo es. Para ello, en lugar de utilizar estadísticas sobre cuánto dinero ha ganado un determinado jugador o su posición entre los mejores de un determinado torneo, usan una forma de ranquear a todos los jugadores de una muestra de millones de ellos similar al sistema ELO utilizado en ajedrez (aunque tamibén en ping-pong, scrabble e incluso en E-Sports). La idea principal es que a los jugadores no sólo se les evalúa por sus resultados, sino también por la fuerza de sus oponentes: ganar contra un rival mejor clasificado otorga más puntos que hacerlo frente a un jugador mediocre (y al revés respecto a las pérdidas). En este sistema, las diferencias en la clasificación entre dos oponentes corresponden de forma directa con la probabilidad de que uno de ellos gane cuando ambos se enfrentan. Por ello, cuanto mayor es la diferencia entre el ranking de dos jugadores, más fácil es predecir el ganador. Por contra, si la distribución del ranking ELO de un determinado juego es muy estrecha, la probabilidad de ganar una partida no es mucho mayor del 50% incluso para los mejores jugadores. Con ello, se puede utilizar la desviación típica de la distribución de los rankings de un juego como una medida de cuánto importa la habilidad en ese juego.

Lo que hacen los autores del articulo es utilizar la distribución del ranking ELO provenientes de bases de datos inmensas de un juego que depende fundamentalmente de la habilidad, como es el ajedrez, y la distribución de un juego "ficticio", al que llaman "ajedrez-50%" ("50% Chess"), en el que reemplazan la mitad de las observaciones de resultados de una muestra inmensa de partidas de ajedrez por los resultados aleatorios de una moneda tirada al aire. Ésto les permite comparar las desviaciones típicas de la distribución de resultados de una gran variedad de juegos con los del ajedrez-50%, de forma que se pueda afirmar que aquellos juegos con mayor desviación típica que el ajedrez-50% son los que dependen predominantemente de la habilidad, mientras que los que tienen menor desviación típica son clasificados como juegos de azar.

En la tercera columna de la siguiente tabla ("Std. Dev. of ratings"), que pertenece al artículo, pueden ver cómo juegos como el ajedrez, el tenis o incluso el tetris, tienen mucha mayor desviación tìpica que el ajedrez-50%, por lo que ya no pueden excusar su derrota en el partido de tenis frente a su compañero de trabajo del fin de semana como "mala suerte". Por el contrario, pueden observar que, por mucho que la publicidad les incite a creerse que son unos hachas apostando al póker, los datos sobre desviaciones típicas están lejos de corroborar que el póker dependa fundamentalmente de la habilidad, y no de la suerte.

Planteémonos por tanto si nuestra legislación actual no está siendo excesivamente laxa con una actividad que en gran medida depende del azar y que, por tanto, puede estar contribuyendo a crear adicciones. Yo, por mi parte, la próxima vez que vea a un famoso tipo Carlos Sobera, José Coronado, Neymar, Ronaldo, Piqué o incluso alguien con mejor reputación como Rafa Nadal, pondré cara de póker.

Y ahora...

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31/03/2019-El Día-El precio que pagamos por la memoria del dolar

La historia argentina parece repetirse cíclicamente. Como un deja vu, la sensación colectiva es la misma que muchos experimentan cuando enganchan una película que parece interesante y a los 30 segundos confirman lo peor “ya la ví”. Esta semana circuló por las redes sociales el titular de un diario de la década del ´80 en el que se lee “El dólar cerró a 48 y las tasas están muy altas”.

En los últimos 74 años, sin importar si el gobierno era peronista, radical, o el producto de un golpe de estado, Argentina, con la excepción de los ´90 y el periodo 200.-2006, vivió regímenes de alta inflación. Es más; los niveles actuales no son nada en compraración con el 142% promedio de inflación que vivió el país desde 1945 a la fecha. Incluso sin considerar los picos de las hiper del 89 y el 90, los precios corrían al 71 % promedio.

Como consecuencia de la alta velocidad a la que cambiaban los precios, las decisiones comerciales no podían esperar al índice oficial que publicaba el INDEC y que normalmente se informa quince días después de terminado el mes, por lo que la práctica heurística habitual fue reemplazar al índice de precios al consumidor, la base de calculo de la inflación, por el precio del dólar. Así, si el dólar subía 10 % los comerciantes remarcaban en la misma magnitud, porque lo mas probable era que aquella suba de la divisa fuera similar, en promedio, a la que había experimentado el conjunto restante de los precios de la economía.

No importaba si el negocio en cuestión vendía un bien importado, o era una peluquería. Los formadores de precios no miraban al dólar porque tuvieran insumos expresados en esa moneda, sino porque la cotización de las monedas fuertes anticipaba con una precisión razonable lo que eventualmente ocurriría con la inflación. No era que la suba del dólar generara inflación por un problema de costos, sino que el valor de las pizarras de la city, mostraba lo que estaba ocurriendo en general con los precios y de alguna manera, coordinaba las acciones de remarcación, porque si una empresa esperaba que el IPC del INDEC le confirmara cuanto había sido la inflación del mes, perdía plata por la demora en actualizar sus precios.

Si por obra y gracia de un milagro se hubiera borrado el precio del dólar de la mente de los argentinos por unos meses, la inflación hubiera sido similar, solo que el mecanismo coordinador de las remarcaciones de precios habría sido otro, o los aumentos se habrían producido de manera mas desordenada, con una mayor variabilidad y cometiendo más errores, con el agravante de que en materia de precios los errores no se cancelan con el promedio, porque hacen perder tanta plata los precios demasiado altos, como los demasiado bajos.

Los tiempos cambiaron dramáticamente en los 90 y con la excepción del shock del 2002, la economía transitó hasta el 2006 con niveles de inflación que no hacían necesario mirar el precio del dólar todos los días. Pero el mecanismo ya estaba tallado a fuego en la memoria colectiva. Sobre llovido, mojado, porque la adulteración de los números del INDEC a partir del 2007, que curiosamente todavía no ha llevado a la cárcel a sus responsables, hizo que todos volviéramos a mirar al dólar como referencia de lo que estaba realmente pasando con los precios de la economía.

Por esta razón soy pesimista respecto de las chances de controlar la inflación, si no se estabiliza al dólar primero. Pero esta condición es necesaria, mas no suficiente. Entre enero y febrero el programa monetario venía controlando con éxito al dólar, pero las tasas bajaron demasiado rápido, al punto tal que, hacia mediados del mes más corto del año, las leliqs pagaban “solo” 43 %. Consecuentemente la remuneración de los plazos fijos cayó por debajo del 35 %, pero la inflación no era consistente con esas tasas. Concretamente, las mediciones de alta frecuencia de las consultoras privadas ya anticipaban que febrero tendría en torno de 3,5 % de aumento promedio de precios, que a la postre resultó ser del 3,8 %. No se necestia ser un matemático sofisticado para darse cuenta de que los plazos fijos, con esa tasa, no cubrían la inflación. Después vino la devaluación global de los mercados emergentes, que, por las propias vulnerabilidades de la economía, le pagan más a Argentina que al resto, pero la semilla de la fuga hacia el dólar estaba plantada.

Las razones por las cuales los precios no frenaban como había anticipado el gobierno, poco importan para el punto que quiero hacer aquí, pero tenían que ver con una mezcla del impacto de los tarifazos y la inercia del propio proceso inflacionario, que en el mes de febrero se hizo evidente en el aumento del precio de las carnes, por ejemplo. En un país donde el precio del dólar es usado como heurística que coordina el proceso de formación de precios, la inestabilidad cambiaria nos condena a tener mas inflación y consecuentemente las tasas necesitan ser mucho más altas para que sea conveniente quedarse en pesos. Es el precio que pagamos por la memoria del dólar.

 

 



sábado, 30 de marzo de 2019

PSOE 2019: un programa socialdemócrata del siglo XXI, pero lleno de lagunas

El teorema de Blades nos enseña que “la vida te da sorpresas” y a veces son positivas, como la que tuve recientemente al leer el programa electoral del PSOE. Al leerlo tuve la sensación de estar leyendo la ponencia económica que tuve el placer de coordinar para el Congreso del partido en 2017. En aquel momento Pedro Sánchez nos acusó de ser ultraliberales pero en 2019 ya todos lo somos.

1. Un programa lleno de intenciones pero carente de concreción

 

Queda fuera la derogación de las reformas laborales anteriores, incluida la del propio Psoe del 2010, y se habla de un nuevo estatuto de los trabajadores. Con la regulación laboral anterior a 2010 en España se formó la mayor burbuja inmobiliaria desde Isabel la Católica y la tasa de paro volvió a superar el 20%, algo habitual en todas la recesiones de la democracia y un caso único en el mundo.

Queda fuera la banca pública y se opta por el sistema de fondos de fondos y el modelo de banca promocional hacia el que han evolucionado las principales economías del mundo. Se hacen eco del New Green Deal que promocionan los demócratas en EEUU con propuestas muy similares a las de la ponencia de 2017. No obstante, en aquella ponencia, igual que el New Green Deal, el reto se convierte en oportunidad de creación de empleos de calidad para acometer las cuantiosas inversores necesarias para conseguirlo.

 

En este programa falta conectar la política tecnológica e industrial para conseguir el reto o, de lo contrario, importaremos la tecnología y aquí sólo crearemos empleos para instalar las placas. El objetivo fijado es que en 2030 el 72% de la energía se produzca con fuentes renovables. Parece utópico pero la tecnología en generación de energía y movilidad lo hará posible, aunque la revolución será en el autoconsumo fotovoltaico y en el programa no se concreta.

 

1.1 La desigualdad y la política social sigue siendo la principal bandera del PSOE

 

 

El partido se creó para conseguir dignidad en el trabajo, pero la propuesta actual es posible, en un país con casi 100% de deuda pública y aún con el mayor déficit público de Europa. El ingreso mínimo vital que en el programa de las elecciones de 2015 se cuantificó en 7.000 mill se transforma en priorizar la pobreza infantil, especialmente en hogares con mujeres solteras o divorciadas con hijos, como propusimos en 2017, donde se concentra la pobreza severa. Y en parados de larga duración priorizando las políticas activas de empleo.

No obstante, sin ninguna medida concreta, igual que los nueves meses en el gobierno con un drama social que sigue afectando a 1,2 millones de españoles (la mitad que en 2014) pero la misma cifra que en 2011 antes de que el PP llegara a la Moncloa.

La parte negativa del programa es precisamente su falta de concreción. Sabemos qué quieren hacer y la melodía suena bien pero no sabemos cómo. En el programa prometen cumplir los compromisos de Bruselas de consolidación presupuestaria pero hay muchas propuestas de aumento de gasto que te alejan de esa senda. Repiten la misma estrategia seguida en el último año.

En Bruselas hablan de consolidación y en España aumentan el déficit público cada viernes. Prometen reducir a cero el déficit de la Seguridad Social en cinco años pero no dicen cómo. La realidad es que en 2019 el agujero lejos de reducirse volverá aumentar, igual que pasaba con Rajoy.

1.2 Otra gran laguna del programa electoral del PSOE es Cataluña y el tema territorial

 

programa electoral psoe 2019 (1)

 

En 2017, en la ponencia que coordinó Edu Madina, el pilar central fue el federalismo pero no hay ninguna mención al mismo en el programa electoral del PSOE. El federalismo respeta las singularidades de cada región y su autogobierno pero necesita un centro con capacidad de influencia y coordinación que será el que negocie en Bruselas el desarrollo hacía el federalismo y la unión política europea y su relación con el mundo.

Como están comprobando los ingleses, tras el Brexit fuera de la Unión eres un pequeño cascaron a la deriva en un mundo bipolar con China y EEUU y Rusia acechando a Europa.

El PSC en 2017 proponía que Cataluña recibiese la inversión pública del presupuesto central en la misma proporción que su peso en el PIB y Sánchez lo aprobó en la ejecutiva federal y fue parte de la negociación de gobierno con los independentistas. La inversión pública se reparte en tres partes iguales entre administración central, comunidades autónomas y ayuntamientos.

 

Por lo tanto, dos tercios de la misma ya está regionalizada y son los órganos del estado regionales y locales los que deciden. Eso es federalismo. Pero el tercio de la administración central en un sistema federal se asigna con criterios de eficiencia y equidad en todo el territorio. Repartir esa inversión por criterios de PIB es un modelo confederal, el mismo que defienden los nacionalistas y muy alejado del que ha defendido el PSOE durante décadas y que se aprobó en la Conferencia de Granada.

Según vayamos conociendo los programa del resto de partidos, los iré analizando. El del PSOE es un programa socialdemócrata del siglo XXI, aunque con muchas lagunas y dudas sobre su ejecución en función de si el pacto de gobierno vuelve a ser con Podemos y los independentistas o con Ciudadanos. Veremos.

 

blog josé carlos díez

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jueves, 28 de marzo de 2019

Premio BBVA Fronteras del Conocimiento a Claudia Goldin

Claudia Goldin acaba de recibir el premio Fronteras del Conocimiento en Economía de la Fundación BBVA. En la entrega se reconoce a Goldin “por ser la pionera en el análisis económico de las causas de la brecha de género.” Claudia Goldin es profesora de Economía en la Universidad de Harvard, y una figura de altura en la profesión que ha realizado importantes contribuciones en las áreas de historia económica y economía laboral. He tenido el honor de asistir a varias de sus conferencias en el congreso anual de la American Economic Association, y preparando esta entrada, me he dado cuenta de que muchos de sus trabajos me han inspirado a lo largo de los años. No pretendo aquí resumir sus contribuciones a la disciplina, pero sí quiero dar unas pinceladas sobre algunos de sus artículos que han sido más influyentes para mí.

Quizá el primer artículo suyo que recuerdo haber leído es el que escribió con Cecilia Rouse (2000), donde evalúan el impacto sobre la contratación de las orquestas sinfónicas de realizar audiciones “a ciegas” (sin poder ver al músico/a). Los resultados indican que esta práctica aumentó significativamente la contratación de mujeres. Este artículo estuvo en mi programa del curso de doctorado en economía laboral desde que empecé a enseñarlo en 2003, como un ejemplo de un método aparentemente efectivo de combatir la discriminación en el mercado de trabajo, en un contexto concreto.

Poco después, en 2002, se publicó su trabajo con Larry Katz sobre “el poder de la píldora”, que tuvo una gran influencia y generó toda una serie de estudios posteriores sobre el tema, y un debate que aún sigue vivo. En este trabajo se planteaba la hipótesis de que la píldora anticonceptiva, y en particular su acceso por parte de mujeres jóvenes y solteras, hizo que las nuevas generaciones de mujeres pudieran, gracias al control de su fecundidad, continuar sus estudios y retrasar la formación de una familia. Intentaron documentar estos efectos con datos históricos, y aprovechando que distintos estados en EEUU permitieron el acceso a la píldora sin permiso paterno en distintos momentos. Sus resultados, y los de estudios posteriores, han confirmado la importancia de los anticonceptivos orales al permitir a las mujeres un mejor control de la natalidad, aunque trabajos más recientes sugieren que el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo puede haber sido al menos tan importante como la píldora.

Pero seguramente el trabajo de Goldin que más me impresionó fue el que le vi presentar en Boston en Enero de 2006, “La revolución tranquila que transformó el empleo, la educación y la familia para las mujeres.” En él sostiene que el aumento en la implicación de las mujeres en la economía fue “el cambio más significativo en los mercados de trabajo durante el siglo pasado”, y documenta las distintas fases de este proceso, que culmina en lo que llama la “revolución” que se inicia a finales de los años 70. A partir de entonces, las mujeres (o muchas mujeres) anticipan correctamente que permanecerán activas en el mercado de trabajo durante la mayor parte de su vida adulta, y empiezan a incorporar su carrera como un componente importante de su identidad. En paralelo, invierten cada vez más en su formación, y se casan cada vez más tarde. Creo que lo que más impresión me causó fue darme cuenta de la importancia de las expectativas. Para invertir en capital humano durante muchos años, es necesario estar convencido de que le vas a “sacar provecho” en el futuro. Hasta finales de los 70, la mayoría de las mujeres sabía o creía que dejaría de trabajar tras casarse y tener hijos. Y esta percepción, cada vez menos acertada, limitaba su acceso a profesiones que requerían de mucha preparación. Dando lugar a una especie de círculo vicioso, del que sólo las mujeres que nacieron a partir de finales de los años 40 del siglo pasado empezaron a salir.

Ese mismo año publicó también uno de los primeros estudios sobre el cambio de signo en la brecha de género en nivel educativo, en el que se documentaba con datos históricos para EEUU la tendencia reciente en muchos países a que las mujeres estudien en la universidad en mayor medida que los hombres, revirtiendo el patrón histórico. A mi entender, los determinantes de este cambio que parece persistente están todavía pendientes de resolver.

Creo que volví a verla presentar unos años más tarde el trabajo que luego se publicó aquí, titulado “La gran convergencia de género: el último capítulo”. En este trabajo Goldin presentaba una hipótesis para explicar la persistencia de brechas de género en el mercado de trabajo, a pesar de los grandes avances experimentados en las últimas décadas. Su idea era que las mujeres demandan más flexibilidad en el horario laboral, y tienen menos tolerancia a jornadas largas y horarios prefijados, seguramente por razones relacionadas con sus responsabilidades familiares. Pero la flexibilidad es un “amenity” que se paga. Usando el modelo tradicional de “compensating differentials”, Goldin muestra que podemos estar en un equilibrio en el que las mujeres optan por trabajos más flexibles, menos exigentes en términos de dedicación, y peor pagados. Para salir de este equilibrio, propone tratar de extender esa flexibilidad a más profesiones.

Recuerdo que no me quedé del todo conforme con sus conclusiones en aquella charla, porque entendí que concluía que podemos resolver las brechas de género en el mercado de trabajo favoreciendo la flexibilidad para todos, y esto favorecería relativamente más a las mujeres dada su mayor demanda de flexibilidad. Pero su enfoque tomaba como dada la brecha de género en responsabilidades familiares. Otra forma de salir de este “equilibrio” sería intentar reducir esta última. Aumentar la participación masculina en las responsabilidades familiares reduciría la brecha en las preferencias por la flexibilidad horaria, y atajaría las brechas tanto en el hogar como en el mercado de trabajo. Me parece que intentar resolver una sin la otra siempre será un parche incompleto. El trabajo de Goldin ayudó a alimentar esta discusión en la profesión, y en otras ocasiones ella misma ha resaltado la importancia del cambio dentro del hogar y de la mayor implicación de los hombres en la familia.

Goldin continúa contribuyendo a avanzar el conocimiento en diferentes áreas, con énfasis en las brechas de género, y no sólo en el mercado de trabajo. Como ejemplo de ello esta entrada reciente en la que les hablé de su estudio con Adriana Lleras sobre los factores que pueden explicar la brecha de género en esperanza de vida. En este vídeo, con motivo del 8 de Marzo, podemos verla hablando hace tan sólo unas semanas sobre la situación de las mujeres en la economía como disciplina, un tema del que también hemos hablado aquí hace poco.

Celebro la decisión de la Fundación BBVA, y espero con impaciencia leer los próximos estudios de la profesora Goldin.



miércoles, 27 de marzo de 2019

Cuando las normas sociales no lo son tanto

Este ultimo fin de semana se celebró en Londres una multitudinaria manifestación en contra del Brexit. Un millón de personas pidió al gobierno de Theresa May que se celebre un segundo referéndum. Al mismo tiempo, la petición online para que el parlamento revoque la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa superó los cinco millones de firmas. Algunos comentaristas han querido ver en estos sucesos el nacimiento de un auténtico sentimiento proeuropeo en Gran Bretaña. Más bien parece que se ha producido un “efecto bola de nieve.” Aparte de la hartura con la situación, de repente muchos británicos han encontrado que otros muchos pensaban como ellos sobre el Brexit. Se han reunido en las calles después de ver que un gran número ya se había manifestado en una marcha similar hace unos meses, o se han decidido a firmar la petición una vez han visto la enorme velocidad con la que se acumulaban cientos de miles de rúbricas. En otras palabras, muchas personas que mantenían una opinión supuestamente minoritaria del tema en privado se han animado a expresarla al constatar que era socialmente compartida.

En los años 30, dos psicólogos norteamericanos, Daniel Katz y Richard Schanck, dieron nombre a este sesgo cognitivo en el contexto de las normas sociales. Lo llamaron ignorancia pluralista, que se define como la situación en el que una gran cantidad de personas rechaza una norma en privado pero no lo hace en público porque suponen que la mayoría de sus conciudadanos sí están de acuerdo con ella. Este sesgo puede jugar un papel vital en la creación y mantenimiento de normas sociales, que pueden verse como el resultado de un juego de coordinación. Estos juegos tienen típicamente múltiples equilibrios, como por ejemplo el lado de la carretera por el que se conduce, o si nos damos la mano o dos besos al conocer a alguien. En estas situaciones de multiplicidad, las creencias sobre lo que harán los demás resultan claves para determinar que equilibrio cultural que jugaremos (prueben a conducir por la derecha en Reino Unido o a plantarle dos besos a un/a británico/a al que acaban de conocer). Saltar de un equilibrio cultural a otro es muy complicado a no ser que haya una intervención de terceros, como la prohibición de fumar en locales o la implantación del carnet por puntos, o se produzca algún evento que proporcione información sobre la verdadera prevalencia social de la norma a suficiente gente.

Sirva esta larga introducción para presentarles un interesante trabajo a cargo de Leonardo Bursztyn, Alessandra González y David Yanagizawa-Drott que aplica esta idea a las normas sociales que regulan la participación de la mujer en el mercado de trabajo. En su reciente artículo “Misperceived Social Norms: Female Labor Force Participation in Saudi Arabia” estos autores realizan una intervención en Arabia Saudí para medir los efectos de “corregir” la percepción que los hombres tienen sobre la aceptabilidad social (es decir, por parte de otros hombres) de que las mujeres trabajen fuera de casa. Antes de describir el estudio es importante mencionar que en el país saudí menos del 15% de las mujeres en edad de trabajar están empleadas y que las que lo hacen deben recibir antes permiso de su guardián (típicamente su esposo o su padre) y llevar a cabo su empleo en espacios separados de los hombres. Por tanto, en la situación de partida existe una importante fricción en el mercado de trabajo por cuestiones culturales. La pregunta es si esa baja participación laboral de las mujeres se debe a la ignorancia pluralista de sus guardianes, que en privado no se oponen a que sus esposas o hijas trabajen, pero no se lo permiten por miedo a ser mal vistos.

El experimento es sencillo. Se reunieron a 500 hombres saudíes precedentes de diversos barrios de la capital Riad animándolos a que trajeran a sus amigos y vecinos. A los participantes se les administró un cuestionario anónimo en sus teléfonos móviles. Tras responder a un cuestionario personal, debían contestar una serie de preguntas que buscaban recabar su opinión sobre diversos temas relacionados con el mercado de trabajo (salario mínimo, derechos de los inmigrantes) y así evitar que entendieran que los investigadores estaban interesados solo en la pregunta referente a la participación laboral de la mujer. Tras responder sobre si estaban de acuerdo con la frase “A las mujeres se les debe permitir trabajar fuera de casa,” debían estimar cual era la proporción de los participantes en su sesión que creían iban a estar de acuerdo con esa afirmación. De ahí la importancia de que una gran parte del resto de los sujetos fueran amigos y conocidos, ya que esos son los hombres de los cuales recibirían aprobación o rechazo en caso de que permitieran a su esposa o hija trabajar fuera del hogar. A continuación, se informó a la mitad de los participantes de la proporción real de personas en la sala que habían declarado esta a favor de que las mujeres trabajen. En la ultima parte del experimento, se les dio la opción de elegir entre un vale regalo o inscribir a la mujer a su cargo en una página web de búsqueda de empleo.

Los resultados muestran que, en efecto, existe un fenómeno de ignorancia pluralista. Aunque el 87% de los participantes se muestran a favor de la participación laboral de la mujer, el 72% de ellos infraestima la cantidad de otros hombres que también está a favor. El error fue más pronunciado entre los hombres que reportaban tener menos amigos en la sala, lo que demuestra que utilizamos a nuestros conocidos para establecer qué es lo correcto socialmente. En el grupo de control, en el que no se hizo público el número real, el 23% de los hombres renunciaron al cheque regalo y apuntaron a sus esposas o hijas a la página de ofertas de empleo. En el grupo tratado con la información sobre la prevalencia de la norma, el porcentaje fue el 32%. Ese significativo incremento se debe a los hombres que más infraestimaban la prevalencia de la norma. La intervención no tuvo ningún efecto en los hombres que la sobreestimaban. Estos efectos además se mantienen en el tiempo. En una encuesta de seguimiento, los hombres en el grupo tratado reportaban en mayor proporción que sus mujeres trabajaban, estaban buscando trabajo, habían hecho una entrevista de trabajo o estaban aprendiendo a conducir. Esto último es importante ya que durante el periodo del estudio se levantó la prohibición legal de conducir a las mujeres saudíes. Los efectos los podemos observar en el siguiente gráfico.

En resumen, la evidencia sugiere claramente que la decisión de los hombres saudíes de permitir a sus mujeres o hijas trabajar se ve influida por el juicio que esperan de otros hombres. Cuando descubren que la norma conservadora no es tan común como creían, son más proclives a abandonarla. Por último, es importante observar que los efectos de romper la ignorancia pluralista también pueden ser negativos. Volviendo al Brexit, tras el resultado del referéndum de 2016, muchos británicos descubrieron que no estaban solos en su xenofobia. Los incidentes racistas se multiplicaron desde entonces. De un modo similar, es esperable que la entrada de Vox en el parlamento sea algo más que un fenómeno pasajero una vez unos cuantos miles de españoles certifiquen que otros tantos comparten su xenofobia, homofobia y machismo y dejen de sentir vergüenza social por sostener semejantes ideas.



El sorprendente caso de las verdades diferentes

“Cada antena emite una verdad distinta, pero todas son de la misma empresa”.  Esta afirmación está extraída de una viñeta de El Roto. La viñeta está publicada en el diario El País. Este diario pertenece a una de esas empresas en las que se emiten verdades diferentes. La emisión de distintas verdades es una condición indispensable para que exista lo que llamamos “democracia”. Para que la democracia sea útil es condición indispensable, pero no única, la libertad de opinión. Si no hay libertad de opinión estamos ante una dictadura. En las dictaduras solo hay una opinión válida. Para que haya más de una opinión válida tienen que emitirse distintas verdades. Cuando se emiten distintas verdades desde una misma y única empresa algo resulta sospechoso. Calificamos algo como sospechoso cuando no sabemos por qué resulta útil. Consideramos que algo es útil cuando satisface nuestras necesidades. La coincidencia de necesidades de unos y otros podría llamarse “armonía”. Lo contrario de la armonía es la divergencia. Desconcierta que lo divergente adopte la forma de verdades diferentes. Si aceptamos la existencia de distintas verdades,  el espacio de la mentira se reduce. Cuando el espacio de la mentira se reduce, la verdad, en singular, es discutible. Desde el preciso momento en que todo resulta discutible, ponerse de acuerdo en algo es mucho más difícil. No ponerse de acuerdo en algo impide la conformación de mayorías. Lo que perjudica a las mayorías beneficia a las minorías. Cuando las minorías disfrutan de niveles de bienestar superiores a las mayorías, las democracias o están manipuladas o no son útiles. Otra mentira como otra cualquiera.

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lunes, 25 de marzo de 2019

El caso Narbona-Pardo. Cómo juntar la baja calidad y la ilegalidad

En noviembre del año pasado salió en la prensa la noticia de que la exministra Cristina Narbona, presidenta del PSOE, había formado parte de un Tribunal de Tesis Doctoral en 2016 sin ser doctora. Las normas sobre estos tribunales son claras al respecto: solo pueden ser parte de ellos quienes estén en posesión del título de doctor. El Rector de la Universidad Carlos III, en la que ocurrieron los hechos, ordenó inmediatamente la apertura de actuaciones previas de carácter informativo sobre este tema. Hace unos días conocimos el contenido del informe resultante de estas actuaciones (aquí), en el que se destacan dos conclusiones. La primera es que, efectivamente, Narbona no tenía el título de doctor y, la segunda, que esto no tendrá repercusiones sobre la validez del título del doctorando, por cuanto, aun eliminando del tribunal a Narbona, sigue contando con una mayoría favorable.

Hasta esta mañana, en la página del PSOE seguía constando que Narbona es doctora. El lector puede comprobar aquí si se ha cambiado.

A propósito de estas noticias, y a la espera de lo que el Rector pueda dictaminar para exigir responsabilidades y, en su caso, realizar alguna acción disciplinaria, quiero aprovechar para denunciar la falta de incentivos que la universidad tiene para evitar que ocurran estos hechos y otros que hemos conocido recientemente, pero que solo son la punta del iceberg (tesis de mala calidad, másteres regalados, etc.). Si son conocidos es solo porque afectan a políticos y eso hace que sea noticia en la prensa.

En el caso concreto del tribunal de tesis en que participó Narbona los hechos son los siguientes:

  • -Mercedes Pardo, directora de la tesis, también era directora del programa de doctorado en el que se realizó la tesis. En calidad de esto último, era su responsabilidad proponer un tribunal para la evaluación de la tesis.
  • -En la documentación se incluye el currículum de Narbona, donde aparece como doctora, sin serlo.
  • -Hay una irregularidad más, y es que Cristina Narbona es coautora de un libro con el doctorando.
  • -Según las normas de la Escuela de Doctorado (artículo 29 aquí), lo anterior impide a una persona ser parte del tribunal.
  • -Mercedes Pardo no puede alegar desconocimiento de este hecho, puesto que la tesis (que, recordemos, ella dirige) cita 20 veces ese libro.

Queda por saber si Mercedes Pardo aceptó por bueno un currículum de Narbona al que hubiera accedido en alguna página de internet o si Narbona envió ex profeso un currículum falso a Pardo como parte de una documentación oficial. Esto importará para la atribución de responsabilidades.

De nuevo tenemos un caso de un político engañando en su currículum. Las leyes y los jueces (y los votantes) dirán de las consecuencias de este engaño. Lo que quiero señalar es la facilidad con la que un grupo de personas dentro de la universidad puedan realizar su trabajo sin unos estándares mínimos de calidad. No es por falta de recursos (eso importará cuando se quieran superar los mínimos), sino por falta de tener una organización que reparta méritos y responsabilidades de manera adecuadas (aquí hemos hablado de ello y aquí se presentó un caso ilustrativo). Hoy por hoy, las consecuencias de la falta de calidad se reducen a, por ejemplo, no tener sexenios de investigación (un pequeño complemento al sueldo). Solamente en casos extremos, algunos grupos ven que su proyecto se cancela. De hecho, así ocurrió con el programa de doctorado en el que se leyó la tesis que ocupa esta entrada, que la Universidad ni siquiera elevó para su acreditación ante la falta evidente de calidad ya antes de que se conociera el caso Pardo-Narbona. Así todo, no fue fácil eliminar ese programa, y eso que la Universidad Carlos III tiene ya cierto nombre por su compromiso con la calidad y donde abundan, tal vez más que en otras universidades, personas que activamente se preocupan de la calidad, no solo de los programas que les afectan de manera directa, sino de cualquier otro que se desarrolle en la universidad. En otros centros este tipo de acciones es casi imposible. Nadie tiene incentivos a preocuparse por la calidad del departamento vecino y los rectores tienen pocas ganas de hacerse enemigos cerrando programas o disciplinando departamentos.



domingo, 24 de marzo de 2019

Casi 10 años después... aún ¡Nada es Gratis!

De Samuel Bentolila y Pedro Rey Biel  (@pedroreybiel)

Nada es Gratis nació en junio de 2009. En plena crisis económica, un conjunto de economistas académicos decidió contribuir al debate sobre asuntos económicos y sociales con racionalidad y evidencia empírica. Para nuestra sorpresa, estamos a punto de cumplir 10 años y pronto anunciaremos algunas iniciativas para celebrar la efeméride.

No obstante, dado que en 2014 nos constituimos en asociación independiente y decidimos autofinanciarnos (fundamentalmente con las cuotas de los socios y colaboradores… ¡pagamos por poder escribir aquí!), volvemos a necesitar su apoyo, queridos lectores, para poder seguir adelante.  Estas peticiones periódicas de donaciones (la última fue hace 2 años) no solo generan una aportación económica que nos ayuda a sufragar los gastos, sino que también tienen para nosotros el valor simbólico de saber que seguimos interesándoles y siendo útiles.

En estos 10 años el blog ha ido cambiando de forma continua. De un análisis muy pegado al día a día de una crisis económica feroz, hemos pasado a abarcar un conjunto de asuntos más amplio, que refleja la propia nube de temas abordados hoy en economía. Ahora nos ocupamos más de temas de género, pero seguimos tratando la macroeconomía, el mercado de trabajo, la educación, la universidad, la investigación, las políticas de competencia, la salud, las pensiones o la historia económica.

Nada es Gratis también ha ido renovando a sus colaboradores. Por ejemplo, durante los últimos meses se han incorporado Antonia Díaz, Beatriz González, Julián Messina, Luis Puch y Judit Vall. También hemos lanzado nuevas actividades, como los premios NeG a los mejores trabajos de los estudiantes en el mercado de doctores (Job Market papers) en economía.

Sepan que hemos gestionado lo mejor posible los recursos confiados a la Asociación Nada es Gratis, que da soporte al blog. Si entre la primera colecta y la segunda pasaron 21 meses, ahora hemos estirado los fondos recibidos durante 28 meses. Y esta es una actividad de bajo coste, unos 7.000 euros al año (que se van en gastos de servidores, gestoría y el salario de un editor ejecutivo). Las cuentas anuales de la Asociación pueden encontrarlas aquí. Pero las aportaciones anuales de los socios no bastan y necesitamos pedirles de nuevo que nos ayuden a seguir adelante. La razón es que preferimos emplear esta forma de microfinanciación a la alternativa de depender de alguien de manera muy estrecha.

A fin de crear una relación más estable con quienes valoran la actividad del blog, hemos decidido crear la figura del amigo/a de NeG. Reconoceremos con esta figura, en nuestra página de donantes, a toda persona que realice una aportación igual o superior a 20 euros al año y quiera que lo hagamos explícito.

Como economistas, nos parece fundamental poder valorar si existe un público que aprecia nuestro producto. Pero en este caso el tamaño no importa. Cualquier donación nos ayuda. Aparte de su valor monetario, las aportaciones tienen un valor simbólico; nos hacen sentir que hay una comunidad NeG a la que le parece importante lo que hacemos. Por ejemplo, muchos lectores son estudiantes y es natural que no puedan donar mucho dinero, pero el valor expresivo de esa pequeña donación también es muy importante.

Independientemente de si deciden donar o no, también queremos aprovechar estos diez años del blog para recibir sus comentarios y críticas constructivas sobre nuestra labor. Somos conscientes de que no todos ustedes han estado de acuerdo con el contenido o el tono de todas las entradas, pero creemos que esta es precisamente una de nuestras funciones principales: contribuir a enriquecer el debate sereno y educado, también apasionado, en nuestro país. ¿Cómo podemos ser más interesantes y útiles? ¿Qué otros temas les gustaría que tratásemos?

Por último, a fin de darles más motivos para apoyarnos, déjennos recordarles algunas de las entradas más leídas del último año:

Bueno, ahora tienen ustedes la palabra. Si les parece útil nuestra labor y creen que debe seguir adelante, muéstrenlo con una aportación a esta aventura.

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En todo caso, muchas gracias por seguir leyéndonos y por comentar las entradas aquí y en las redes sociales (twitter y facebook). ¡Seguimos!



jueves, 21 de marzo de 2019

En memoria de Alan Krueger: Un economista brillante que revolucionó y humanizó la economía

 

Nota de los editores: Esta semana ha fallecido Alan Krueger, economista de brillante trayectoria académica con un historial extenso de servicio público. Como homenaje, hemos pedido a uno de sus ex-alumnos de doctorado, Climent Quintana, actualmente catedrático en Exeter, que nos diera una perspectiva personal sobre su persona y su trabajo. 

de Climent Quintana-Domeque

Humanismo. En un mundo repleto de gente arrogante y agresiva, Alan Krueger brillaba como una estrella destellando amabilidad, creatividad, humildad, honestidad, elegancia, generosidad, inteligencia y sabiduría, mientras revolucionaba y humanizaba la economía. Junto a otros economistas y coautores como Joshua Angrist (MIT), Orley Ashenfelter (Princeton)  y David Card (Berkeley) llevó a cabo la revolución de la credibilidad en el análisis empírico, poniendo el énfasis en la estrategia de identificación (o cómo recuperar el parámetro de interés que gobierna la relación entre dos variables).[i] Pero además Alan fue un revolucionario humanista: hacía sentir bien a aquellos que le rodeaban, le conocieran o no, incluyendo entre otros a sus estudiantes pero también a los trabajadores con bajos salarios, cuyas vidas se vieron afectadas positivamente por subidas del salario mínimo, entre otras políticas económicas, que fueron influenciadas por su investigación.

Academia y servicio público. Alan fue un académico brillante y un verdadero servidor público, que creía en poder ayudar a los demás mediante políticas económicas basadas en la mejor evidencia disponible, fruto del estudio apasionado y objetivo de temas de índoles muy diversas: mercado laboral, educación, desigualdad, progreso tecnológico, terrorismo, música, medidas de bienestar individual, uso del tiempo, y un sinfín. Su preocupación por entender los determinantes del bienestar individual, en particular de aquellos individuos menos favorecidos, es quizás el nexo que unía todos y cada uno de estos temas. Si a esto le sumamos su asombrosa capacidad de análisis económico, basada en una excelente intuición, sus extensos conocimientos estadísticos y su gran humanismo, no es sorprendente que tuviera una influencia enormemente positiva en la economía real durante su tiempo como servidor público para distintos gobiernos de los EEUU, el de Bill Clinton primero, y el de Barack Obama después.

El bienestar de las personas y la importancia de los datos. Sus estudios económicos se concentraron primordialmente en entender los distintos determinantes del bienestar individual y encontrar las herramientas que permitieran impulsar las transformaciones oportunas para afectar de forma radicalmente positivamente la vida de millones de personas. Para ello utilizó todo tipo de datos: desde datos censales, pasando por datos de gemelos, y llegando a encuestas telefónicas. Alan fomentó la obtención de datos propios entre sus estudiantes e impulsó la financiación de la misma. Por ejemplo, Alan impulsó la financiación de la Encuesta de Condiciones de Vida y Opciones Económicas en Acayucan (México) que llevé a cabo junto mi amigo y colaborador Marco Gonzalez-Navarro (Berkeley) en los años 2006 y 2009 para medir el impacto de la infraestructura (pavimentación de calles) sobre el bienestar de los habitantes en las mismas.[ii]

El uso de experimentos naturales para inferir efectos causales en situaciones no experimentales.  A la hora de evaluar el efecto causal de una variable de interés (ya sea el salario mínimo o el nivel de escolarización), Alan enfatizaba el uso de experimentos naturales -situaciones donde el grupo que está afectado por la variable de interés queda determinado por la naturaleza (por ejemplo, tener un gemelo idéntico) o por otros factores fuera del control de los experimentadores (por ejemplo, una nueva reforma)- en sus estudios desde finales de los 80s y principios de los 90s. El uso de experimentos naturales permitía  imitar la lógica de los experimentos aleatorios controlados (que en aquella época se llevaban a cabo principalmente en medicina) en entornos tan complejos como el mercado laboral o el sistema educativo. Los estudios de Alan sientan la base del trabajo empírico que se lleva realizando desde finales de los 90s hasta el día de hoy, y que se centra en la identificación de los efectos de interés.

El efecto del salario mínimo sobre el nivel de empleo. Mi primer contacto con Alan Krueger fue en 2001, cuando leí su libro con David Card sobre la nueva economía del salario mínimo[iii] durante la elaboración de mi tesina de licenciatura bajo la supervisión de Adriana Kugler. En este libro se describen varios episodios de incrementos en el salario mínimo y sus efectos en el empleo en EEUU, incluyendo uno de sus artículos seminales con David Card.[iv] En las clases de principios de economía uno suele aprender que, ceteris paribus, en un mercado de trabajo competitivo, un aumento del salario mínimo genera una reducción del empleo. Alan (en colaboración con David Card) se propuso validar dicha predicción utilizando un experimento natural: el incremento del salario mínimo de 4.25 a 5.05 dólares por hora en el estado de New Jersey (NJ), EEUU, el 1 de abril de 1992.

Una posibilidad es comparar el nivel de empleo en NJ antes y después de la subida del salario mínimo. Dicha comparación es problemática porque captura dos efectos: el efecto del incremento del salario mínimo y el efecto puramente temporal, debido a cualquier otro factor que cambie antes y después del 1 de abril.  ¿Cómo remover el efecto puramente temporal e identificar el efecto del incremento del salario mínimo? Para ello Alan y David Card se fijan en la diferencia en los niveles de empleo antes y después del 1 de abril en el estado de Pennsylvania (PA), un estado fronterizo con NJ, y donde el salario mínimo no experimentó ningún cambio. La diferencia en los niveles de empleo en PA les permite identificar el efecto temporal. Substrayendo la diferencia en los niveles de empleo en PA de la diferencia en los niveles de empleo en NJ se puede identificar el efecto del incremento del salario mínimo bajo un supuesto clave, a saber, que los niveles de empleo en NJ y PA hubieran evolucionado de forma paralela en ausencia de la subida del salario mínimo en NJ.

Obteniendo datos de 410 restaurantes de comida rápida (311 en NJ y 79 en PA) –donde se encuentran los trabajadores con bajos salarios y que se ven más directamente afectados por el salario mínimo– antes (Febrero y Marzo 1992) y después (Noviembre y Diciembre 1992) de la subida en el salario mínimo, los autores encuentran que el incremento en el salario mínimo no se tradujo en una reducción en el empleo. La relevancia de esta investigación es mayúscula, en términos académicos y sociales. En primer lugar, desde una perspectiva de política económica y bienestar social, subraya que el salario mínimo puede tener efectos positivos en términos salariales sin tener efectos negativos en términos de empleo. Expansiones del salario mínimo posteriores han sido claramente influenciadas por los resultados de este estudio, beneficiando a millones de trabajadores. En segundo lugar, la estrategia de identificación utilizada por los autores, que utiliza dos diferencias, y de aquí el nombre método de las diferencias-en-diferencias, es una de las estrategias de identificación más utilizadas por los economistas desde entonces y hasta el día de hoy.[v]

El retorno a la educación en el mercado laboral. Conocí a Alan personalmente en 2003, cuando me trasladé a la Universidad de Princeton para desarrollar mis estudios de Doctorado en Economía. En el curso 2004-2005 Alan fue uno de mis profesores de Economía Laboral. A partir de 2005 y hasta mi graduación en 2008, Alan sería el supervisor de mi tesis doctoral. Durante mis años en Princeton, aprendí que Alan no solo estaba interesado en el impacto del salario mínimo sobre el empleo y las condiciones laborales de los trabajadores con bajos salarios, sino que también estaba preocupado por la formación de estos trabajadores, su capital humano, entre muchos otros temas, todos ellos ligados al bienestar de las personas. En particular, Alan estudió el impacto del nivel educativo de los trabajadores sobre sus salarios en varias ocasiones. Según la teoría del capital humano, la educación hace más productivos a los trabajadores. La predicción básica de esta teoría es pues que los trabajadores con mayor nivel educativo obtienen unos mayores salarios en el mercado laboral, lo que los economistas llamamos el retorno de la educación en términos salariales.

Una forma simple de intentar ver cuál es este retorno consiste en comparar el salario medio de los trabajadores con mayor nivel educativo (por ejemplo, los que tienen un grado universitario) con el salario medio de los trabajadores con menor nivel educativo (por ejemplo, los que no tienen un grado universitario). El problema de dicha comparación es que trabajadores con distintos niveles educativos pueden diferir en otras características distintas a su educación: nivel de motivación, capacidad de concentración, etc. Si dichas características se observaran, en principio, uno podría hacer la comparación anterior ajustando por las diferencias en las mismas. El problema es que desafortunadamente no todos los determinantes del nivel educativo y salarial de un individuo son observables. Si los individuos con mayor nivel educativo son también individuos cuyas familias tienden a tener más contactos, y tener más contactos está asociado a mayores salarios para los hijos, quizá la comparación anterior, incluso después de ajustar por diferencias en motivación y concentración, capturará dos efectos: el efecto de un mayor nivel educativo y un sesgo debido a que individuos con mayor nivel educativo tienden a provenir de familias con más contactos, y esto a su vez está relacionado con mayores ingresos en el mercado laboral. Alan atajó este problema de omisión de variables relevantes (o sesgo de habilidad, ampliamente entendida) en numerosas ocasiones, y lo hizo de formas muy diferentes, utilizando información muy variada (por ejemplo, información sobre gemelos e información sobre el trimestre de nacimiento) y fuentes de datos muy diversas (por ejemplo, encuestas propias y datos censales).

En 1991, Alan, en colaboración con Orley Ashenfelter (Princeton), obtuvo datos de 298 gemelos monocigóticos (gemelos idénticos) que participaron en la reunión de gemelos más importante del mundo que se celebra anualmente en Twinsburg, Ohio, con el propósito de cuantificar el retorno de la educación en términos salariales.[vi]  La idea es que un par de gemelos genéticamente "idénticos", no solo comparten el mismo entorno (al menos en comparación a un par de individuos seleccionados de una población de aleatoriamente), incluyendo la misma familia, sino que además tienen la misma habilidad innata, entre otras características que pueden ser relevantes y estar asociadas con el nivel educativo y los ingresos salariales. Si uno está dispuesto a suponer que pares de gemelos idénticos con diferentes niveles educativos comparten aquellas características relacionadas con el nivel educativo y los ingresos salariales, la comparación de los salarios entre gemelos idénticos con distintos niveles educativos permite identificar el efecto causal de la educación en términos salariales. Los resultados de dicha comparación sugieren que un año adicional de educación supone un incremento salarial del 12-16%. Una vez más, muchos estudios posteriores utilizaron estrategias de identificación similares a la hora de evaluar la tasa de retorno a la inversión en capital humano, comparando hermanos/as o gemelos/as.

Pero el estudio que me gustaría enfatizar en esta breve nota es su trabajo con Joshua Angrist (MIT) en el que investigan el efecto causal de un mayor nivel educativo (medido en años de escolarización) en términos salariales utilizando información sobre el trimestre de nacimiento.[vii] ¿Cuál es la relevancia del trimestre de nacimiento en este contexto? El papel del trimestre de nacimiento en la relación entre nivel educativo y salarios surge de la interacción de dos tipos de leyes del sistema educativo en EEUU: (1) las leyes de edad de admisiones en la escuelas; (2) las leyes de escolaridad obligatoria. Para explicar el papel de estas leyes podemos considerar un ejemplo con 2 individuos: Carles (nacido el 1 de Enero de 1980) y Oriol (nacido el 31 de Diciembre de 1980). Supongamos, en primer lugar que, independientemente del mes de nacimiento, todos los niños, incluidos Carles y Oriol, empiezan el primer año de escuela el año en que cumplen los 6 años. Supongamos, en segundo lugar que, una vez cumplidos los 16 años de edad, cualquier estudiante puede decidir dejar los estudios, y tanto como Carles y Oriol quieren dejar sus estudios lo antes posible. Como Carles cumple los años el 1 de Enero, Carles puede abandonar sus estudios el 1 de Enero de 1996. Sin embargo, Oriol debe esperar al 31 de Diciembre de ese mismo año. Si las vacaciones de verano duran 3 meses, Oriol es forzado por la ley de escolaridad obligatoria a adquirir 9 meses de escolarización más que Carles. Supongamos ahora que tenemos muchos Carles y muchos Oriols; la diferencia en el salario medio entre los Oriols y los Carles dividida por la diferencia en el nivel de escolarización medio entre los Oriols y los Carles  (9 meses) nos permitirá identificar el efecto causal de un año adicional de escolarización para el grupo de Carles y Oriols, esto es, para individuos nacidos a principios y finales de año que adquieren más o menos escolarización en función de su fecha (trimestre) de nacimiento, bajo determinados supuestos.

Técnicamente, el trimestre de nacimiento es una variable instrumental para el nivel educativo, y es un instrumento válido, esto es, permite identificar el efecto causal anterior, siempre y cuando (1) las personas nacidas en los últimos trimestres del año tengan un nivel de escolarización mayor que las nacidas en los primeros trimestres del año (el instrumento es relevante), y (2) el trimestre de nacimiento no esté asociado con otros determinantes de los ingresos salariales, como por ejemplo, el nivel de motivación, capacidad de concentración, etc. (el instrumento es exógeno). El uso del trimestre de nacimiento como variable instrumental generó toda una discusión en la profesión acerca de lo importante que es que las variables instrumentales puedan explicar la variable endógena (el nivel de escolarización en este caso).

Mientras que la relevancia del instrumento se puede examinar directamente, no ocurre lo mismo con la exogeneidad del mismo. Aun así, uno puede tratar de refutar la exogenidad de un instrumento como indicaron los autores de varias formas. Por ejemplo, investigando si el trimestre de nacimiento está correlacionado con otras características (nivel de escolarización de las madres[viii]) y al mismo tiempo dicha correlación va en la misma dirección que el efecto de interés, o investigando si el trimestre de nacimiento predice los salarios para el grupo de individuos con estudios universitarios. Si el efecto del trimestre de nacimiento en el nivel de escolarización se debe a las leyes de escolarización obligatoria, este solamente debería de afectar a los individuos que quieren abandonar los estudios lo antes posible. Por lo tanto, si el trimestre de nacimiento es exógeno, no deberíamos encontrar un efecto del trimestre de nacimiento en el nivel de escolarización o los ingresos salariales para estudiantes con estudios universitarios. Esto es exactamente lo que encontraron Alan y Joshua Angrist. Este tipo de test de refutabilidad, que encontramos en un estudio publicado hace ya casi 30 años, es fundamental en el trabajo aplicado actual.

El estudio reveló que la simple comparación de los salarios promedios entre individuos con mayor y menor nivel de escolarización produce un resultado muy similar a la comparación basada en la utilización del trimestre de nacimiento como variable instrumental -i.e., la comparación de los salarios promedios entre individuos nacidos en el último trimestre del año y los nacidos en la primera parte del año dividida por la diferencia en el nivel de escolarización medio entre individuos nacidos a principios y a finales del año. A mi entender, lo más relevante de este estudio no es el resultado en sí mismo, sino la forma en que se presenta el método de variables instrumentales para inferir efectos causales y se discuten los supuestos y estrategias de verificación o refutabilidad de los mismos. Este estudio es sin duda una lectura obligatoria para cualquier persona que quiera comprender como utilizar variables instrumentales. Las lecciones de este episodio en la vida de Alan hoy en día forman parte de la práctica empírica de cualquier economista que trabaje con datos.

Vuelta al Humanismo. Además de conocer a Alan como profesor, lo  conocí como supervisor y mentor. De él aprendí mucho, en lo académico y en lo personal. Alan siempre fue generoso con su tiempo, consejos y comentarios, y siempre con una sonrisa. Recuerdo que la puerta de su despacho estaba siempre abierta; aunque tengo que admitir que muchas veces no supe que decirle, ya fuere por falta de confianza en mis habilidades o por falta de conocimientos.

Pero Alan también fue un amigo. Recuerdo en 2012 su preocupación por la crisis española y como podía afectar a mi trabajo de profesor en aquel momento en la Universidad de Alicante. Poco después me trasladaría al Reino Unido, para aceptar una oferta de la Universidad de Oxford. En 2016 durante el congreso anual de la Royal Economic Society en Brighton, y después de su sesión plenaria sobre salarios mínimos, estuvimos hablando y me dedicó una copia de la edición especial 20º aniversario de su libro sobre la nueva economía del salario mínimo (con David Card).[ix] Como siempre, buenas palabras, agradecido de que me reuniera con él y una sonrisa.

Un recuerdo que tengo muy presente es su visita en 2008 a la Universidad de Alicante. Me emociono al recordar sus palabras el día que nos despedíamos de camino a su taxi: “They really like you here. This is very important”. ¿Cuál fue el efecto causal de estas palabras sobre mí? Como diría Alan, no lo podemos saber sin un buen contrafactual. Pero creo que su efecto fue muy positivo, al igual que su influencia sobre todas las personas que interactuaron con él y se contagiaron con su pasión por la economía, su sonrisa y su humanidad. Con la trágica despedida de Alan, corremos el riesgo que su revolución termine y nuestra profesión se vuelva más oscura, menos generosa, y menos humana. Esperemos que ello no ocurra. Esto sería el mejor homenaje profesional a su legado.

Referencias:

[i] Angrist, Joshua and Jörn-Steffen Pischke (2010) "The Credibility Revolution in Empirical Economics: How Better Research Design Is Taking the Con out of Econometrics." Journal of Economic Perspectives, 24 (2): 3-30.

[ii] Gonzalez-Navarro, Marco and Climent Quintana-Domeque (2016) "Paving Streets for the Poor: Experimental Analysis of Infrastructure Effects." Review of Economics and Statistics, 98(2): 254-267.

[iii] Card, David and Alan Krueger (1995) Myth and Measurement: The New Economics of the Minimum Wage, Princeton, Princeton University Press.

[iv] Card, David and Alan Krueger (1994) "Minimum Wages and Employment: A Case Study of the Fast-Food Industry in New Jersey and Pennsylvania." American Economic Review, 84(4): 772-793.

[v] Angrist, Joshua and Jörn-Steffen Pischke (2009) Mostly Harmless Econometrics. An Empiricist's Companion, Princeton, Princeton University Press.

[vi] Ashenfelter, Orley and Alan Krueger (1994) "Estimates of the Economic Return to Schooling from a New Sample of Twins." American Economic Review, 84(5): 1157-1173.

[vii] Angrist, Joshua, and Alan Krueger (1991) "Does Compulsory School Attendance Affect Schooling and Earnings?" Quarterly Journal of Economics, 106(4): 979-1014.

[viii] Clarke, Damian, Oreffice Sonia, and Climent Quintana-Domeque (forthcoming) "The Demand for Season of Birth." Journal of Applied Econometrics.

[ix] Card, David and Alan Krueger (2015) Myth and Measurement The New Economics of the Minimum Wage - Twentieth-Anniversary Edition, Princeton, Princeton University Press.

 

 

 



miércoles, 20 de marzo de 2019

Las muertes por sobredosis: lecciones de Estados Unidos

En los días previos al 8M intentaba pensar en qué mujeres consideraba como referentes y una de las que me vino a la cabeza fue Michelle Obama. Ésto me llevó a preguntarme por qué no había pensado en la actual primera dama de los Estados Unidos, Melania Trump, y me di cuenta de que no sabía prácticamente nada de lo que está haciendo durante este mandato. Así que buscando información sobre las actividades a las que dedica su tiempo, encontré este artículo del The New York Times (aquí) y me sorprendió leer que uno de sus mayores proyectos en los últimos dos años se llama “Be Best”; en este proyecto Melania Trump recorre varios estados hablando sobre los medios de comunicación, el bienestar y la crisis de los opioides. En una de sus intervenciones recientes criticó públicamente a los medios de comunicación por dedicar demasiado tiempo a historias triviales (o más comúnmente, “chismes” o “cotilleos”) y demasiado poco al número de vidas que se podrían salvar con una mejor cobertura informativa sobre la crisis de los opioides.
¿Pero qué es exactamente la crisis de los opioides? En un post reciente (aquí) Sara Ayllón introducía el tema pero hoy quiero ponerle algunos números al problema de las muertes por opioides en Estados Unidos: entre 1999 y 2017 las muertes por sobredosis de ciudadanos norteamericanos han aumentado de 16.849 a 70.237 y este espectacular aumento sitúa las muertes por drogas como la primera causa de muerte por accidente en los Estados Unidos, superando a las muertes por accidentes de tráfico (Ruhm, 2019). Las muertes por sobredosis se pueden deber al consumo de diferentes sustancias: de 1999 a 2010 las muertes por sobredosis vienen mayoritariamente por el consumo de analgésicos (de prescripción médica) que contienen opioides (como OxyContin) o por metadona. En cambio, a partir de 2010 las muertes por sobredosis se explican en mayor medida por el consumo de drogas sintéticas, como el fentanilo, y la heroína.
Existen varios artículos que intentan documentar los elementos que puede explicar este aumento impresionante de las muertes por sobredosis. Un trabajo reciente de Christopher Ruhm (aquí) pone varias de las explicaciones potenciales juntas para ver la contribución relativa de cada una de ellas. Básicamente, Ruhm divide las causas entre las originadas por factores de demanda y las originadas por factores de oferta. Para el autor, los factores de demanda están relacionados con la situación económica y se engloban dentro de las tesis más amplias de Case and Deaton sobre “deaths of despair” (muertes por suicidios o sobredosis que afectan principalmente a ciudadanos americanos de edad media, 45-54, y que se pueden explicar por la situación económica y social de parte de la población en algunas regiones industriales que han perdido el ímpetu económico y en las que los ciudadanos tienen pocas oportunidades profesionales y sociales de prosperar). Los factores de oferta vienen dados por cambios en el entorno como las acciones implementadas para reducir el consumo de medicamentos de prescripción con contenido de opioides, entre las que cabe mencionar: programas de seguimiento de las prescripciones médicas, introducción de regulación para clínicas especializadas en el tratamiento del dolor, revisión de las guías de prescripción médica y campañas de educación dirigidas tanto hacia la población como hacia los médicos. Además, en 2010 se produjo un cambio en la formulación del OxyContin que limitó el uso de este medicamento. Estas medidas impulsaron una sustitución del consumo de medicamentos con opioides hacía el consumo de drogas ilegales como la heroína (que en esos momentos aumenta su oferta en el mercado estadounidense) y el fentanilo proveniente de China.
La principal hipótesis del autor es que, si la razón principal que explica el aumento de la mortalidad por sobredosis son las condiciones económicas, entonces el tipo de persona que muere por el consumo de estas sustancias no debería cambiar con el cambio en el tipo de droga que está disponible en el mercado. En cambio, si el factor principal que explica estas muertes es la oferta de drogas en cada momento y el grupo de población que consume diferentes tipos de drogas no es el mismo, entonces el cambio en la oferta a partir de 2010 debería provocar un cambio en el grupo de población que muere por sobredosis. Ruhm muestra datos de una encuesta de consumo de drogas donde queda claro que los hombres jóvenes (18-29 años) reportan un consumo mayor de drogas ilegales mientras que el consumo de analgésicos de prescripción con opioides es mayor para las mujeres de mediana edad (50-59 años).
Confirmando la hipótesis del autor, cuando miramos las tasas de mortalidad por edad y género se ve claramente como la mortalidad por sobredosis de los hombres jóvenes (20-39 años) se reduce sustancialmente de 1999 a 2009 y aumenta de 2010 a 2015, siguiendo el mismo patrón que las muertes por consumo de drogas ilegales (heroína y fentanilo). Por otro lado, la mortalidad por sobredosis de las mujeres de mediana edad (40-59 años) aumenta entre 1999 y 2010 y se reduce de 2010 a 2015, siguiendo el mismo patrón que las muertes por analgésicos con opioides.
Por lo tanto, la conclusión a la que llega el autor es que los esfuerzos que dedica el gobierno a mejorar las economías locales seguramente generan muchos efectos positivos para la población afectada pero no van a ser útiles a la hora de reducir las muertes por sobredosis. En cambio, la recomendación en este sentido es clara: si el objetivo es reducir este tipo de muertes, las energías y dinero deben destinarse a los factores de oferta y disponibilidad de drogas.
Finalmente, para los que podáis pensar que este es un tema exclusivo de Estados Unidos, no quiero acabar sin mencionar que los datos del Observatorio Europeo de Consumo de drogas (aquí) muestran que entre 2012 y 2016 (último año con datos disponibles) las muertes por sobredosis han aumentado en la UE hasta llegar a las 7.929 muertes en 2016. Dentro de los países de la UE, España es uno de los que ha experimentado un crecimiento mayor. Así que me parece relevante poder aprender algunas de las lecciones del caso de Estados Unidos donde esta tendencia alcista existe desde finales de los 90.



Duelo por la pérdida de Alan Krueger

Normalmente, suelo hablar de eventos de la economía a lo largo y ancho del mundo. Pero ahora mismo solo puedo escribir sobre la impactante muerte, reportada como suicidio, de mi ex colega de Princeton, el economista Alan Krueger, a la edad de 58 años. Pensé que conocía a Alan razonablemente bien y nunca vi un indicio de que algo como esto pudiera suceder. Pero la vida interior de las personas a menudo es muy diferente de lo que parece desde el exterior. De lo que puedo hablar es del trabajo de Alan y de por qué es tan importante para otros economistas, incluido yo mismo. En cuanto a su investigación, posiblemente hizo más para cambiar la forma en que vemos la economía que la de cualquier otro economista moderno. El trabajo más influyente y paradigmático de Alan fue su estudio de 1992 con David Card sobre los efectos de los aumentos del salario mínimo. Antes de Card y Krueger, la mayoría de los economistas asumían que aumentar el salario mínimo conduce a niveles de empleo inferiores. Pero Card y Krueger se dieron cuenta de que esta era un axioma que podía medirse. Su estudio inicial comparó el empleo en Nueva Jersey y Pennsylvania antes y después de que Nueva Jersey aumentara su salario mínimo. Y no encontraron ningún efecto adverso en el empleo; en todo caso, un pequeño aumento en Nueva Jersey en relación con su vecino. Este estudio abrió una nueva frontera en la investigación económica. La economía siempre está plagada de falta de experimentos controlados; hay tantas cosas en la economía que es difícil decir qué está causando qué. Pero los aumentos salariales estatales unilaterales son experimentos naturales que te dicen mucho más que los métodos económicos estándar. Además, este fue un método que podía repetirse muchas veces, y lo ha sido a lo largo de los años, hasta la reciente ronda de aumentos del salario mínimo en […]

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martes, 19 de marzo de 2019

Cinco hechos sobre la igualdad de género en el sector público.

En el día internacional de la mujer, Ravi Somani, estudiante de doctorado de UCL al que le dirijo la tesis junto con Antonio Cabrales, nos sorprendió con una entrada muy interesante sobre la situación mundial de la mujer en el sector público, que fue publicado en el blog del “Bureaucracy Lab,” una iniciativa del Banco Mundial para el estudio del funcionamiento de las burocracias. Aunque un poco a destiempo, pensamos que sería interesante para los lectores de Nada es Gratis, por lo que he decido traducirlo. Claro está, todo el mérito es de Ravi Somani, y su co-autora Kerenssa Kay. La entrada original en inglés está disponible aquí. Ahí va la traducción:

Es bien conocido el hecho inaceptable que las mujeres ganan mundialmente menos que los hombres por hacer el mismo trabajo. En los EEUU, una mujer gana 79 céntimos por cada dólar que gana un hombre, y similares diferencias se encuentran en países desarrollados y en vías de desarrollo.

A los miembros del “Bureaucracy Lab” nos encanta todo lo que tiene que ver con la administración pública. Tras haber iniciado “Worldwide Bureaucracy Indicators” y de publicar el informe “Innovating Bureaucracy for a More Capable Government,” teníamos mucha curiosidad por saber lo que los datos reflejan sobre la discriminación de género y la brecha salarial por motivo de género en el sector público. A continuación, exploramos la igualdad de género en el sector público, a través de 5 hechos que se desprenden de los datos del “Worldwide Bureaucracy Indicators” que cubren tanto países desarrollados como en vías de desarrollo.

Hecho 1: En la mayoría de los países, el porcentaje de mujeres trabajando en el sector público es mayor que el porcentaje de mujeres trabajando en el sector privado formal.

Globalmente, en media, el porcentaje de mujeres trabajando en el sector público es el 41%, y en el sector privado formal es el 38%. Aunque en la mayoría de los países las mujeres representan una menor proporción del empleo formal, el sector público parece hacerlo un poco mejor en términos de empleo femenino (figura 1).

Figura 1: Proporción de mujeres trabajando en el sector público y privado formal.  Fuente: Worldwide Bureaucracy Indicators.

Hecho 2: La diferencia salarial entre hombre y mujeres es 10 puntos porcentuales menor en el sector público que en el sector privado formal.

En el sector público, las mujeres ganan en media el 86% del salario medio de los hombres, mientras que en el sector privado formal es el 76%. Este menor diferencial salarial probablemente refleja, en parte, la menor capacidad de discrecionalidad salarial en el sector público, donde los salarios están a menudo rigurosamente regulados. Esta menor diferencia salarial también ayuda a explicar por qué las mujeres favorecen el empleo en el sector público sobre el sector privado formal. A la diferencia salarial, también se unen los beneficios no salariales, que también suelen ser mayores en el sector público.

Figura 2: Brecha salarial en el sector público y privado.

Fuente: Worldwide Bureaucracy Indicators.

Hecho 3: Las mujeres ganan más en el sector público que en el privado, y la diferencia es mayor que la de los hombres.

Globalmente, las mujeres ganan más en el sector público que en el sector privado. Esto es también cierto para los hombres, pero la diferencia es mayor para las mujeres: 27% vs. 11% teniendo en cuenta el efecto de la edad y educación. Estas diferencias pueden reflejar las distintas ocupaciones, que por supuesto, son distintas en el sector público y privado.

Figura 3: Diferencia salarial entre el sector público y privado según el género.

Fuente: Worldwide Bureaucracy Indicators.

Hecho 4: Las mujeres están, en general, bien representadas en el sector público, excepto en los cargos más altos.
Las mujeres ocupan el 50% de los puestos administrativos en el sector público, pero solo el 30% de los cargos de mayor responsabilidad (figura 4). Alcanzar una mayor paridad puede ser que necesite no solo políticas para mejorar la representación de mujeres en los cargos de mayor responsabilidad, sino también la segregación ocupacional en general.

Figura 4: (Puestos en el sector publico trabajados por mujeres)/(Puestos trabajados en el sector público) por tipo de ocupación.

Fuente: Worldwide Bureaucracy Indicators.

Hecho 5: La brecha salarial por género no está relacionada con el nivel de renta del país.

La brecha salarial por motivo de género existe en la mayoría de los países, y contrario a los se pueda pensar, los países más ricos no necesariamente tienen brechas salariales menores. Esto sugiere que la equidad de género no se adquiere de forma automática con el desarrollo económico, sino que requerirá de políticas específicas para conseguirse.

Con todo ello, ¿es el sector público más atractivo para las mujeres? Los datos así lo sugieren. El sector público emplea una mayor proporción de mujeres, y su brecha salarial por género es menor. El sector público tiene otros beneficios no pecuniarios, como por ejemplo la seguridad laboral, que pueden ser especialmente atractivos para las mujeres. Así y todo, persiste una muy importante segregación por género en función de la ocupación, pues las mujeres ocupan una proporción menor de los puestos de mayor responsabilidad.



lunes, 18 de marzo de 2019

La deuda pública: ¿crisis, problema o solución? (II): Cuando la deuda ayuda (y mucho)


De Marcel Jansen y Juan F Jimeno

Hace un par de meses, en una entrada inspirada en un artículo de Olivier Blanchard sobre política fiscal con bajos tipos de interés, discutimos las condiciones de sostenibilidad de las finanzas públicas y las que justifican que determinados proyectos sociales se financien con más emisión de deuda pública. En esta secuela consideramos si dichas condiciones se pueden dar por garantizadas en el actual contexto de las economías española y europea. Para ello, utilizaremos un ejemplo de programa de gasto público que en Estados Unidos está ganando cada vez más partidarios: el Green New Deal, esto es, inversiones masivas en la lucha contra el cambio climático.

Marcador en Las Gaunas

En Estados Unidos el debate sobre la necesidad de un Green New Deal se desarrolla paralelamente a una enconada discusión sobre los efectos económicos de la deuda y los déficits públicos, que ha ganado presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses. Esta discusión progresa poco. Por una parte, muchos macroeconomistas insisten en señalar las lagunas (lógicas y empíricas) de teorías que sostienen que la única restricción a los déficits públicos es la inflación (véase, por ejemplo, aquí y aquí). Por otra parte, partidarios de recurrir a la monetización de los déficits públicos se escudan en definiciones e identidades intrascendentes, que constituyen lo que uno de nosotros llama “la doctrina de las tres mentiras” (ni teoría, ni monetaria, ni moderna), con una actitud que Paul Krugman ha caracterizado como de “jugadores de Calvinball”. Incluso concediéndoles el beneficio de la duda, las proposiciones alternativas de tal doctrina no son pertinentes para países miembros de una unión monetaria por lo que, a nuestros efectos, se trata de un debate estéril.

La sostenibilidad fiscal en España y en Europa

Como señalábamos hace unos meses, la preocupación por la sostenibilidad de las finanzas públicas debería ser menor cuanto mayor sea la diferencia entre la tasa de crecimiento económico y el tipo de interés real (g-r). El FMI (en su Fiscal Monitor de octubre del 2018) pronostica para los próximos cinco años que esta diferencia será positiva en 29 de 34 países desarrollados, entre ellos en todos los países miembros de la zona euro (menos Italia).

Esto se podría interpretar como que hay margen para adoptar políticas fiscales más expansivas en Europa. Por ahora, los bajos tipos de interés han contribuido a reducir la carga de la deuda pública y, mientras se mantengan así, no existe tanta urgencia para reducir dicha ratio hasta los niveles estipulados en los acuerdos europeos. No obstante, resultaría muy arriesgado fiar la sostenibilidad de las finanzas públicas de algunos de estos países a los pronósticos del FMI sobre g-r. Sabemos por experiencias pasadas no muy lejanas que las primas de riesgo asociadas a los bonos soberanos pueden variar muy rápidamente. En el caso español, dadas la elevada deuda pública actual y las previsiones futuras sobre las necesidades de gasto público derivadas del envejecimiento de la población, una política fiscal más expansiva que no ponga en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas parece ilusoria.

Sin embargo, la ausencia de un margen fiscal en España y algunos otros países europeos, no implica que no haya otras maneras de aprovechar los bajos tipos para financiar proyectos de inversión pública socialmente rentables. Para que esto sea posible han de concurrir tres condiciones: i) que tales proyectos existan, ii) que la arquitectura institucional para su implementación (eficaz) sea factible, y iii) que haya mecanismos para financiarlos.

Un Green New Deal Europeo

Entre los proyectos de inversión pública que deberían ocupar los primeros lugares en las agendas de los gobiernos están aquellos dirigidos a luchar contra el cambio climático. En este blog hemos sido muy activos advirtiendo de los costes económicos y sociales del cambio climático  y de que revertirlo debería ser una prioridad urgente (ver aquí).

La implementación de un Green New Deal Europeo (GNDE) tendría beneficios económicos a corto plazo sobre la reactivación de la actividad económica en un momento que parece especialmente oportuno (aunque menores que los que resultarían de asumir las estimaciones tradicionales de multiplicadores fiscales al uso). Sin embargo, esos beneficios probablemente sean ínfimos en comparación con los derivados de evitar seguir gestando una catástrofe medioambiental para las generaciones futuras.

Hay muy buenos motivos para que este programa sea una iniciativa conjunta en el marco de la UE. Para empezar, el cambio climático no entiende de fronteras. Aunque un país como Holanda adopte medidas ambiciosas para reducir las emisiones de CO2, no disfrutará de una mejora en la calidad del aire ni se reducirán los riesgos de inundaciones en su territorio si el resto de los países no reducen sus emisiones. Por otra parte, existe el peligro de que algunos países no cumplan su parte de las obligaciones en la lucha contra el cambio climático bien para aprovecharse de los esfuerzos de los demás o bien por falta de recursos. Así pues, hacen falta coordinación y mecanismos comunes de financiación, como, por ejemplo, la emisión de deuda mutualizada.

Los países del Norte de Europa deberían mostrarse más dispuestos a aceptar la emisión de eurobonos si son para la financiación de un GNDE. Hasta el momento, han vetado cualquier intento de avanzar hacia una unión fiscal y aunque admitieron el plan-Juncker para relanzar la inversión privada y pronto puede que acepten la puesta en marcha de otro fondo para promover reformas estructurales, se trata en ambos casos de iniciativas a pequeña escala y dentro del presupuesto ordinario de UE. En el caso del GNDE estaríamos ante un aumento “one-off” en la inversión pública que no corre el peligro de transformarse en un sistema de transferencias permanentes hacia los países del Sur de Europa.

¿Habría recursos disponibles en el ámbito europeo para financiar un GNDE? Creemos que sí (e, incluso, si no existieran deberíamos inventarlos). Si el diseño y la implementación del programa son acertados, es muy probable que los tipos de interés se mantengan en niveles muy bajos y, por consiguiente, el coste fiscal de la deuda emitida para su financiación sería limitado, especialmente si la financiación viniera de la emisión de eurobonos que cuentan con la garantía de todos los países europeos y no solo con la de países con desequilibrios económicos notorios. Además, con un GNDE el acuerdo sobre un impuesto europeo armonizado a las emisiones de CO2, también imprescindible y urgente, sería más probable.

En definitiva, ante grandes retos mejor adoptar respuestas ambiciosas. Bien planteado y ejecutado, un GNDE no debería frenarse por “restricciones presupuestarias”. Sobre todo si la alternativa es seguir emitiendo deuda publica para financiar programas de gasto público mal planteados, peor ejecutados y sin objetivos sociales justificados en criterios equitativos de redistribución intergeneracional tan evidentes.