miércoles, 31 de julio de 2019

Las once mentiras que el PSOE ha enviado por carta a su militancia

El bloqueo político de España tiene nombre y apellidos: PSOE. A esta formación política le correspondió liderar durante los tres últimos meses la iniciativa para conformar un gobierno y a esta formación política le corresponde el peso del fracaso en el fallido propósito de investir a su candidato como presidente de España. Como primera fuerza política, aunque a gran distancia de la mayoría absoluta, no cumplió con los propósitos proclamados en campaña, entre ellos frenar la gravísima amenaza política de la extrema derecha. No. Y bien al contrario, su último y bochornoso movimiento ha consistido en remitir una carta a su militancia para reforzar un relato falazmente exculpatorio, y, de paso, humillar por enésima vez a Unidas Podemos  a la espera de que estos cometan el desliz que la maquinaria de 140 años de antigüedad pueda utilizar para condimentar el relato de una más que probable repetición electoral. Aquí van por lo tanto once extractos, once mentiras, que Pedro Sánchez y el PSOE de los 140 años de antigüedad acaba de enviar por carta a su militancia. 1º La victoria que obtuvimos fue clara Con el resultado que obtuvo el PSOE en las elecciones generales esta afirmación ni era cierta en las horas posteriores a conocerse los primeros escrutinios, ni mucho menos lo es tres meses después, como lamentablemente se ha podido constatar. Mantener y sostener esta afirmación en el tiempo, aún hoy, en medio de la indefinición política en la que nos sumergimos por consecuencia de la falta de claridad en la victoria de cualquier formación, incluido el PSOE, es demostrar una falta de respeto permanente por la verdad. 2º Fue un triunfo incuestionable Ídem. Segunda a los efectos estadísticos. 3º Ese era y sigue siendo el rumbo que estoy dispuesto a culminar: cumplir con la palabra dada ¿Qué palabra? ¿”Somos la izquierda”? Si […]

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martes, 30 de julio de 2019

Parada Biológica 2019

De Pedro Rey (@pedroreybiel)

Éste es el cuarto año consecutivo en que me toca despedir el curso y anunciar nuestra tradicional "Parada Biológica", explicando que nos tomamos un descanso durante el mes de agosto... aunque, como ya pasó el año pasado, no descartamos escribir entradas puntuales durante el próximo mes si la actualidad lo requiere. En concreto, se nos han quedado varias entradas ya esbozadas sobre las muchas medidas que es urgente que tome un nuevo gobierno, en temas como la financiación de la I+D o el mercado laboral. Esperamos que el ansia por leerlas contribuya al desbloqueo de la situación política, o nos veremos obligados a publicarlas igualmente para presionar sobre lo mucho que queda por hacer.

Durante éste último año, hemos celebrado el X Aniversario de Nada es Gratis, invitando a varios de los editores originales a que nos ofrecieran su perspectiva (entradas de Antonio Cabrales aquí, de Juan Carlos Conesa aquí, de Pablo Vázquez aquí,  de Juan Francisco Jimeno y Manu García aquí y de Juan Rubio aquí). Pero no sólo hemos mirado al pasado sino que el blog ha renovado también apliamente su equipo de colaboradores... reenganchando además a algunos antiguos. En el último mes hemos fichado a un nuevo editor ejecutivo, Ángel Valerezo, que sustituye al gran trabajo que Manu García ha hecho para Nada es Gratis desde tiempos inmemoriales (habiendo sido colaborador eventual en múltiples ocasiones). Nos enorgullece especialmente que Manu no se haya terminado de hartar de los economistas académicos y nos abandone precisamente para convertirse en uno de ellos, inciando próximamente sus estudios de doctorado en Estados Unidos (!Buena suerte!). Éste ha sido también un año en el que nuevamente ustedes nos han demostrado su apoyo para poder seguir escribiendo mediante la campaña de donaciones (ya saben que agradecemos cualquier aportación aquí). En los próximos días, y debido al tráfico que seguimos generando, procederemos a cambiar el servidor, por lo que es posible que el blog y los comentarios estén inactivos durante unas horas. Por último, no olviden que a partir de septiembre, anunicaremos la segunda edición de los Premios Nada es Gratis para Job Market Papers en Economía, que lanzamos con mucho éxito el año pasado, y que esperamos tenga la misma acogida este curso.

Escribo esta líneas con un sentimiento agridulce, pues éste es el último año en que lo haré. Tras cinco años como editor, a partir de finales de septiembre me sustituirá Javier Ferri en estas labores. Como hemos hecho desde el principio, creemos que el ir variando con cierta periodicidad el equipo editorial contribuye a enriquecer el blog. En este caso, además, no sólo se beneficiarán del excelente trabajo de quien ya ha sido colaborador habitual desde hace tres años con entradas de mucho éxito, sino que su presencia nos ayuda a reequlibrar los temas de los que nos ocupamos, con la idea de dar más peso a la macroeconomía y a la coyuntura económica. Tiempo habrá de presentar a Javier como editor (aquí su auto(!)-presentación como colaborador). De momento, me voy despidiendo agraeciendo a los lectores su fidelidad, interés y crítica constructiva en una labor que, si bien no siempre fácil, sí ha sido enormemente enriquecedora e interesante.

En total, hemos publicado en este curso 230 nuevas entradas, con una media mensual de 75.000 visitas, y un total de 1.400.000 páginas vistas, cerca 500.000 usuarios, más de 3.000 comentarios, y más de 27.000 seguidores en Twitter (donde cada vez está más activo el debate) y de 4.000 en Facebook. Los temas que hemos tratado han seguido siendo muy variados. Entre los que más éxito han tenido se encuentra la entrada de Marcos Vera sobre los husos horarios de los niños en edad escolar, el post de Manuel Bagüés sobre cómo se puede aprender de los datos de las parejas de lesbianas sobre desigualdad entre hombres y mujeres, el post invitado de Julio Martínez y Marc Prat sobre los orígenes de la industrialización catalana, o la entrada de José Luis Ferreira sobre si la globalización crea deisgualdad. Mención aparte merece la polémica  entrada (!118 comentarios!) sobre los títulos de postgrado de los políticos españoles, que firmamos algunos de los colaboradores, y que provocó un intenso debate tanto con algunos de ustedes como entre nosotros mismos. Al final, con nuestros aciertos y nuestros errores puntuales, coincidimos todos los que participamos en este blog en que lo primordial es que siga existiendo un lugar desde el que se enriquezca el debate económico y se haga divulgación de una manera razonada y razonable. En ello seguiremos a partir de septiembre. !Buen verano!

 



domingo, 28 de julio de 2019

¿Impuesto al carbono o subvenciones verdes?

de Antonia Díaz y Luis Puch

En 2018 la Comisión Europea lanzó la actualización de la Bioeconomy Strategy, una iniciativa que pretende impulsar la investigación y adopción de tecnologías sostenibles en los sectores primarios (agricultura, silvicultura, pesca, alimentos, bioenergía y productos biológicos), junto con ciertas actividades relacionadas en la industria química,  biotecnológica y energética. Las estadísticas de los sectores afectados se pueden encontrar en este estudio; baste indicar que facturan anualmente alrededor de 2 billones de euros y emplean a unos 18 millones de personas. La UE ha invertido ya 3.850€ millones en investigación aplicada en este amplio sector en el programa Horizon 2020 (2014-2020) y ha presupuestado 10.000€ millones en el programa Horizon Europe (2021-2027). Los principales objetivos de este ambicioso plan son (1) la creación de puestos de trabajo, (2) reducir emisiones y la dependencia de la energía de origen fósil, (3) renovar y modernizar la producción primaria y (4) impulsar un ecosistema saludable y la biodiversidad. Es decir, sin discrepancias importantes, la Comisión Europea ha optado por una suerte de Green New Deal (J.F. Jimeno y M. Jansen ya hablaron sobre esto en NeG) que viene a complementar el mercado de derechos de emisión de la UE.

Desde que publicamos el post sobre el Impuesto-Dividendo CO2, nos han preguntado frecuentemente qué es mejor: si un Green New Deal, que apueste por masivas subvenciones a los sectores “verdes”, o el impuesto al carbono que grava, en origen, el uso de energía de origen fósil. Nuestra primera reacción fue de cautela. La Teoría Económica nos dice que hay que gravar aquellas actividades que generan externalidades negativas y subvencionar aquellas que generan externalidades positivas. Una externalidad negativa es un coste que no soporta quien lo genera. De igual manera, una externalidad positiva es un beneficio que no recibe quien lo ocasiona.  Por tanto, no se tiene en cuenta a la hora de calcular la rentabilidad de la actividad y se producirá más (externalidad negativa) o menos (positiva) de lo socialmente deseable. El impuesto o subvención es la herramienta política para que el agente “internalice” ese coste o beneficio. El problema radica en que es más fácil identificar y medir externalidades negativas (emisiones, congestión, humo, ruido), que positivas. Además, la política industrial nunca ha sido fácil porque a menudo se acerca peligrosamente a una forma de dificultar la competencia en los mercados. Sin embargo, como argumentan el profesor P. Aghion y coautores, cuando hay rendimientos crecientes a escala y la financiación a las nuevas empresas es escasa, la política industrial es una manera de fomentar la competencia. Si además, añadimos el impacto medio-ambiental, el beneficio social de la política industrial (bien diseñada para no limitar la competencia) se multiplica. Veamos, primero, cómo el planteamiento micro de la bioeconomía nos ayuda a entender, y eventualmente medir, las externalidades que en última instancia queremos eliminar o fomentar.

La Bioeconomía es Economía

Bioeconomía, economía donut,... los medios de comunicación hablan de estos conceptos como si se estuviera alumbrando un nuevo paradigma económico (véase aquí, o aquí, por ejemplo). Estos nombres son útiles porque ponen de relieve la necesidad de pensar en la sostenibilidad del crecimiento y en el cambio climático. Conviene insistir, sin embargo, en que no son nuevos paradigmas sino conceptos bien conocidos y sólidamente analizados en la Teoría de Economía Pública: la existencia de externalidades y sus efectos sobre la asignación de mercado. Pero vayamos a nuestro estudio de caso.

La industria resinera es un buen ejemplo de bioeconomía y de lo que puede resultar de la Bioeconomy Strategy. Recordamos para ello un documental (RTVE) que se emitió hace unos años sobre la industria de la resina natural en Castilla y León, en decadencia desde que se comercializaron las resinas sintéticas. La extracción de resina está en el origen de la industria Pine Chemicals, como se llama internacionalmente. La forma tradicional de la extracción de la resina requiere de un utillaje muy poco sofisticado: hachas para punzar los árboles, pequeñas vasijas que se cuelgan de los árboles donde se va recogiendo la miera (resina en bruto) y poco más. Las resinas sintéticas se desarrollaron a medida que crecieron las industrias química y petrolera a finales del siglo XIX (al parecer, fue el aumento espectacular de la demanda de jabón lo que indujo la invención de las resinas sintéticas). La producción de este sustituto es intensiva en capital físico por lo que es mucho más barata que la natural. El documental narraba cómo la industria tradicional fue languideciendo hasta hace relativamente poco; los trabajadores fueron abandonando el bosque con las consecuencias típicas cuando una forma de vida se acaba: los mayores se quedan en paro, los jóvenes emigran, y las poblaciones se vacían. Así es el progreso económico: unos sectores decaen, otros entran en alza y, como si se tratara de una ley natural, debemos adaptarnos.

En principio, este ejemplo parece idéntico a muchos otros casos de cambio sectorial donde una tecnología nueva, más barata, hace desaparecer una tecnología vieja. Sin embargo, como en otros muchos casos, el reemplazo tecnológico resulta ventajoso sólo porque la contabilidad de costes no está bien hecha. Como explican científicos del CSIC, en los costes de la industria tradicional no está computado el beneficio social del control de incendios en los bosques, ya que el resinero actúa, de facto, como un guardia forestal. El campo, cuando se abandona, es pasto de las llamas. ¿Cuánto podríamos ahorrar en Protección Civil y en Protección Medioambiental? No lo sabemos. Esta industria, además, genera una externalidad positiva importante: necesita árboles, que absorben CO2. Según un estudio de la Universidad de Sevilla un pino maduro puede absorber hasta 50 toneladas de CO2 en un año, el equivalente a la emisión de casi 30 automóviles, de tamaño medio y que recorran unos 10.000 kilómetros al año. La fijación forestal de CO2 no es la solución contra el cambio climático, pero ayuda. Además, el capital humano específico es indispensable porque la clave del éxito de la industria es la sostenibilidad. La exudación de resina es la manera con la que el pino se protege de insectos peligrosos. Un exceso de extracción debilita el pino y acelera su muerte. Una frecuencia óptima alarga su vida y hace que aumente la producción de resina. El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente regula estrictamente los métodos de extracción aceptables. El objetivo es evitar técnicas predatorias que amenacen los bosques. Más aún, actualmente, el European Forest Institute coordina iniciativas de investigación para ayudar a modernizar el sector y que sea competitivo (los principales competidores son Brasil y China). En definitiva, la actividad resinera vuelve a ser noticia, precisamente en lo que se viene llamando  la “España vaciada” (véase aquí, aquí, aquí, o aquí) ¿Cómo podría subvencionarse la actividad? Una forma muy sencilla sería con un impuesto al CO2 negativo: aquella actividad que directamente elimine o fije CO2 recibe una subvención en función de la cantidad de CO2 fijada. Esta política se puede dirigir, en mayor o menor medida, a todo el sector agroalimentario.

Además, por supuesto, los costes de la producción de resina sintética tampoco están bien calculados. La mayoría de estas resinas son derivados de hidrocarburos. Muchas de las variedades comparten las características de los plásticos. Por tanto, hay, por lo menos, dos tipos de costes que no aparecen computados en la cuenta de explotación de las empresas: (1) las emisiones derivadas del proceso de producción y (2) los costes sociales del reciclaje de los residuos. Las empresas petroquímicas están obligadas a comprar derechos de emisión con los que, en parte, internalizan esos costes. Pero el precio de los derechos, actualmente, está muy por debajo del que se estima necesario para hacer frente al cambio climático: unos 29€ por tonelada, en vez de los 40$ que propone el Carbon Tax-Dividend. Esto se debe a que el EU Emissions Trade System sigue un sistema de subasta que, bien diseñado, consigue que las empresas revelen los costes de producción que previamente han internalizado. Es decir, no consigue que las empresas internalicen su aportación al cambio climático. Por eso el precio del derecho de emisión es tan barato y, por eso, el EU Emissions Trade System debe ser reformado por un buen impuesto-dividendo al carbono. Si un impuesto al carbono, del tipo explicado en nuestro post anterior, entrara en vigor, daría lugar a un aumento en los costes de producción de las resinas sintéticas, impulsando un cambio en las tecnologías empleadas. Si, además, las empresas tienen poder de mercado, tendrán la capacidad de repercutir el impuesto en los precios. Es decir, es posible que el impuesto al carbono no sea un subsidio implícito a la resina natural. Eso dependerá de la capacidad de crecimiento de la industria, lo que a su vez, depende de su estructura de costes.

La propuesta franco-alemana de Impuesto al Carbono

Muy recientemente, el Consejo de Análisis Económico francés y el Consejo Alemán de Expertos Económicos han propuesto conjuntamente (¿por qué sólo franceses y alemanes?), un sistema europeo de Impuesto al Carbono. Creemos que la propuesta tiene varios problemas de diseño de incentivos a la reducción de emisiones que exponemos a continuación.

1.      La propuesta sugiere extender el EU Emissions Trade Scheme a más sectores, pero sigue sin resolver el problema que ya hemos apuntado arriba: un sistema de subasta de derechos de emisión NO hace que las empresas internalicen la externalidad negativa, es decir, las emisiones. Las empresas SIEMPRE pujarán por un precio MENOR que el socialmente eficiente. Además, al gravar a los sectores y no directamente el input (energía fósil) en origen (como sí hace la propuesta americana) distorsiona la estructura de costes de las empresas. El impuesto en origen no tiene un fin recaudatorio sino disuasorio: su objetivo es que su base imponible desaparezca con el tiempo al responder las empresas cambiando sus tecnologías. El impuesto a las empresas grava una base mucho menos elástica y, por tanto, es más distorsionante. Por otro lado, el impuesto en origen (se grava a las refinerías y empresas por donde la energía fósil entra en la economía) es mucho más efectivo para evitar el “carbon leakage”, que las empresas cambien su localización en función de los impuestos pagados (o subvenciones recibidas).

2.      La propuesta franco-alemana incorpora implícitamente que el impuesto irá acompañado de subvenciones, lo que supone en parte una iniciativa redundante a la Bioeconomy Strategy, que tiene un enfoque claro y un programa definido, y que a su vez podría ampliarse.

3.      La propuesta destaca la esperable mayor efectividad del precio al carbono en los “países pobres de la UE.” La razón: los costes de mitigación (abatement) de las emisiones de CO2 en estos países tienden a ser más bajos”. Esta hipótesis es errónea y no tiene en cuenta efectos dinámicos y de equilibrio general. A este respecto queremos llamar la atención sobre un artículo reciente publicado en Energy Economics, en el que analizamos la relación entre uso de energía y crecimiento económico. El artículo estudia la interacción entre la evolución del PIB real per capita de los distintos países, y los cambios en su intensidad energética y en la participación de las energías limpias en su mix energético primario. Ahí mostramos que la sustitución en el mix energético primario de energías fósiles por renovables no parece ir asociada a un mayor crecimiento económico a nivel global de forma general. Sólo cuando se sustituye energías fósiles por energías renovables “de frontera” (solar, viento, olas, geotérmica; por oposición a “convencionales”: hidroeléctrica y biomasa) y sin que aumente la intensidad energética, encontramos que el uso creciente de energías renovables, y por tanto que reducen las emisiones de CO2, va asociado a un mayor crecimiento del PIB. Es decir, nuestros resultados sugieren que el impuesto al carbono puede tener un “efecto multiplicador” si la demanda se orienta hacia las energías renovables “de frontera,” tarea que puede no ser fácilmente realizable para los países que enfrentan dificultades en la gestión de su mix energético, que son los países más pobres. Es decir, la propuesta franco-alemana NO favorece a los países más pobres de la UE, por no hablar de la complejidad de las compensaciones que se sugieren ante este panorama.

4.     Se propone, además, que el dividendo –la transferencia que hace que el impuesto al carbono sea neutral– se dirima a nivel nacional; es decir, que no haya subsidios cruzados entre Estados de la Unión Europea. Esto provoca una gran distorsión en un gran espacio económico donde hay libertad de movimiento de capitales y de empresas y redunda en que sea más difícil de aceptar políticamente. Además, cabe esperar importantes distorsiones y escasos dividendos en los países que han de afrontar grandes cambios tecnológicos, frente a pequeñas distorsiones (o incluso ganancias comparativas) e importantes dividendos a distribuir domésticamente en aquellos países que llevan años mitigando sus emisiones.

5.  Un impuesto uniforme sectorial, por lo dicho en los puntos 1 y 3,  es mucho más difícil de aceptar políticamente que el impuesto en origen. Los acontecimientos recientes de movilización de los llamados “chalecos amarillos” podrían estar enturbiando esta estrategia de esfuerzo climático dirigido-compartido que puede resultar en una transferencia sur-norte.

Frente a la “estrategia norte-(sur+este)” que parece sugerir la propuesta franco-alemana, con los habituales y alambicados equilibrios de soberanías, nosotros apostamos por la combinación de la Bioeconomy Strategy (posiblemente ampliada) y un Impuesto-Dividendo CO2 bien diseñado. Las dos medidas son complementarias: la Bioeconomía se refiere a iniciativas dirigidas a la modernización sectorial (primaria en este momento, pero en el espíritu del Green New Deal) mientras que el impuesto al carbono ideal afecta a los extractores de la energía fósil. Una medida se dirige a la externalidad positiva y la otra a la negativa.



viernes, 26 de julio de 2019

La trastienda de la democracia que inspira el “con Podemos, no”

1- La Monarquía Podemos se declara abiertamente en contra del carácter antidemocrático de la monarquía hereditaria. 2- La Iglesia Los miembros de Podemos no pertenecen a organizaciones sectarias y defienden públicamente un estado laico tanto en la teoría como en la práctica. 3- La Banca Podemos aboga por una banca pública que erradique la usura, el abuso, denunciando al mismo tiempo el rescate indecente de la banca privada por parte del Estado español. 4- Los Multimillonarios  Podemos persigue una sociedad en la que no haya desigualdades obscenas de renta, riqueza y bienestar. 5- Estados Unidos Podemos critica sin ambages el historial dominante e intervencionista de esta superpotencia mundial en el contexto internacional. 6- La UE Podemos defiende las integraciones económicas y políticas justas y equilibradas en organizaciones supranacionales. 7- La Sanidad Privada Podemos considera que el derecho a la sanidad pública ha de ser un baluarte irrenunciable e inexpugnable del estado del bienestar. 8- El Machismo Podemos promueve el feminismo como eje de transformación hacia una sociedad sin diferencias ni privilegios por razón de sexo. 9- Atresmedia Podemos denuncia el sesgo informativo manipulador, tendente hacia el neoliberalismo económico y el conservadurismo ideológico, de los mass media españoles. 10- La Contaminación Podemos reivindica un medio ambiente saludable en el mundo rural y urbano que socava la posición de dominio económico de las industrias contaminantes. 11- El FMI Podemos no institucionaliza ni legitima el discurso de quienes, aparentando defender los intereses de la colectividad, tan solo defienden a las minorías adineradas y privilegiadas. 12- Facebook Podemos exige que las grandes empresas tecnológicas sean tratadas con la proporcionalidad fiscal debida y que sus actividades atiendan a criterios de neutralidad política e ideológica. 13- Vox, PP, Ciudadanos, PSOE Podemos no blanquea las actuaciones políticas de la extrema derecha, la derecha y el centro conservador de la enraizada cultura política y social de España.

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jueves, 25 de julio de 2019

Sobre las diferencias en mortalidad según el género

@sergijm64

Las mujeres generalmente tienen una tasa de mortalidad más baja en cada grupo de edad y una esperanza de vida general más alta que los hombres. Esta brecha de género, inexistente antes de la revolución industrial, se observó por primera vez en los países desarrollados y en la actualidad es un fenómeno casi universal. En los países de la OCDE, por ejemplo, la brecha de género en la esperanza de vida se amplió entre 1950 y 1970, pero posteriormente se redujo. Mientras que en 1975 se esperaba que las mujeres vivieran 6.2 años más que los hombres, 30 años después, la diferencia en la esperanza de vida se había reducido a 5.2 años. Las diferencias se observan a todas las edades, pero son especialmente sangrantes entre los jóvenes.

Para el caso español la diferencia en las tasas de mortalidad entre hombres y mujeres de 14 a 45 años en 1991 fue de 40 muertes por cada mil individuos en 1990, mientras que en 2016 esta diferencia fue de solo 20 por cada mil individuos (véase la figura 1).

Figura 1. Mortalidad según el género en el rango de edades 14-45. 1991-2017.

Las diferencias de género en los comportamientos de salud podrían explicar la mayor parte de la brecha de género en la esperanza de vida (Sundberg et al., 2018; Luy y Wegner-Siegmundt, 2014). Originalmente, los hombres tenían un mayor riesgo de mortalidad debido al tabaquismo, el consumo de alcohol, el abuso de sustancias y los riesgos ocupacionales (Loef y Walach, 2012). Sin embargo, los cambios en los patrones de género de fumar y otros factores de riesgo poco saludables  y en general los procesos de igualación de género podrían estar detrás del estrechamiento reciente.

En un trabajo reciente, conjunto con Cristina Belles y Judit Vall, analizamos la interacción entre el género y la educación con respecto a la mortalidad de adultos (hasta 45 años) en un momento de aumento de la igualdad de género y un mayor acceso de las mujeres a las oportunidades económicas. Para ello, recurrimos a un experimento cuasi natural ya comentado en entradas previas (aquí, aquí y aquí).

En concreto el experimento evalua el efecto del cambio en la edad mínima para trabajar, de 14 a 16 años, introducido en el Estatuto de los Trabajadores de 1980 (Ley 8/1980). Sin embargo, la edad de abandono escolar se mantuvo en 14 hasta 1990. Antes de la reforma las personas nacidas a principios de año tenían derecho legal a trabajar (a tiempo completo) antes de finalizar su último año de educación primaria, mientras que las personas nacidas a final del año alcanzaban la edad legal para trabajar solo después de completar este último año. En 1980, cuando la edad legal para trabajar aumentó a los 16 años, esta diferencia de incentivos entre los nacidos a principios de año y los nacidos al final desapareció. Aprovechamos esta diferencia en los incentivos que afectan a las personas nacidas al principio y al final del año antes y después de la reforma para aplicar una estrategia de identificación de diferencias en diferencias.

Un trabajo anterior de Del Rey et al. (2018) muestra que la reforma fue efectiva en su muestra no solo para proporcionar incentivos adicionales a las personas tratadas para que terminen la educación primaria, sino también para que permanezcan en el sistema educativo. En particular, encuentran que el aumento en la edad laboral mínima legal también incrementó la probabilidad de que los niños y niñas terminen la educación primaria en 1.3 puntos porcentuales (10%) y 1.2 puntos porcentuales (7.4%), respectivamente. Al mismo tiempo, la reforma redujo el número de niñas tratadas (niños) que no alcanzaron la educación secundaria opcional en 1,2 puntos porcentuales o 2,7% (1,6 puntos porcentuales o 3,2%).

Estrategia de identificación del efecto sobre mortalidad

Utilizamos el cambio exógeno en los incentivos introducidos por la reforma ET para identificar el efecto causal (a través de la educación) de una regulación del trabajo infantil en las tasas de mortalidad de adultos. Para identificar los efectos de la política, comparamos los resultados entre los individuos nacidos en los primeros / últimos meses de los años anteriores y posteriores a la introducción de la reforma. Somos conscientes de que este efecto es potencialmente menor que el efecto entre cohortes (comparando toda la cohorte de 1966 con la cohorte de 1967). Sin embargo, nuestros resultados serán más confiables que el enfoque de antes-después, ya que nuestras estimaciones no se verán afectadas por ningún otro evento concurrente. Esto es importante en nuestro entorno, ya que esta reforma fue aprobada durante un período de grandes cambios sociales.

Principales Resultados

En nuestro análisis distinguimos la tasa de mortalidad en un efecto a corto plazo (edades 14-29) y uno a medio plazo (edades 30-45), no estando aún en condiciones de analizar los efectos a largo plazo. Antes de abordar los resultados de la regresión en las figuras 2 y 3 presentamos los datos en bruto y las predicciones del modelo de estimación para mujeres y hombres en los grupos de tratamiento y control para todas las cohortes durante el período 1961–1971. La figura 2 muestra que antes de la reforma, un hombre o una mujer nacidos a principios de año tenían una tasa de mortalidad significativamente mayor antes de los 30 años en comparación con otro hombre o mujer nacidos a fines de ese mismo año. Sin embargo, esta diferencia se atenúa una vez implementada la reforma independientemente del sexo. Por otro lado, en la figura 3 vemos que la diferencia en la tasa de mortalidad después de los 30 años de edad de los hombres nacidos al principio y al final del año no parece verse afectada por la reforma. Alternativamente, la figura 3 también muestra que, antes de la reforma, las mujeres nacidas en diferentes meses del año tenían la misma tasa de mortalidad después de los 30 años, mientras que esta diferencia crece sustancialmente para las cohortes afectados por la reforma.

Figura 2. Tasas de mortalidad especifica por género y cohorte. 16-29 años

Figura 3.Tasas de mortalidad especifica por género y cohorte. 30-45 años

La Tabla 1 muestra los resultados de regresión. En la columna 2 se muestra que la reforma disminuyó la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes tratados (de 14 a 29 años) en 0.07 por cada 1,000 hombres. Esto corresponde a una disminución del 6.3% con respecto a la media previa a la reforma. La columna 4 muestra que la reforma también parece disminuir la tasa de mortalidad de las mujeres jóvenes tratadas en un 8,9%.

Al observar los efectos de la reforma a edades medias, observamos que la reforma no tuvo un impacto significativo en las tasas de mortalidad de los hombres afectados de entre 30 y 45 años, mientras que aumentó significativamente estas tasas entre las mujeres afectadas en edad de primera edad. Finalmente, la columna 6 muestra que la reforma aumentó la tasa de mortalidad de las mujeres de 30 a 45 años en 0.048 por cada mil mujeres, o en un 6,3% con respecto a la media previa a la reforma. Por lo tanto, la reforma del trabajo infantil redujo las tasas de mortalidad de hombres y mujeres jóvenes, mientras que aumentó las tasas de mortalidad del grupo de mujeres mayores.

Tabla 1. Principales resultados por genero y grupo de edad.

Posibles factores explicativos cambios tasas de mortalidad

El análisis según causa de muerte para los hombres muestran que la reforma del trabajo infantil disminuyó las tasas de mortalidad para los hombres jóvenes tratados al disminuir las muertes debidas a causas externas (por ejemplo, accidentes), un 12.2%, con respecto a la media previa a la reforma, mientras que no tiene ningún impacto entre los hombres tratados de mediana edad (en ninguno de las causas de la muerte).

Para las mujeres jóvenes los resultados son coincidentes con los de los hombres, la reforma disminuyó la tasa de mortalidad entre las mujeres de 14 a 29 años debido a causas externas en 0.021 por mil mujeres (14.7%). Muy diferentes, sin embargo, son los resultados para las mujeres de mediana edad (30-45) ya la reforma aumentó la tasa de mortalidad por VIH en 0.011 por cada mil mujeres tratadas, o en un 11.6% con respecto a la media previa a la reforma. Asimismo encontramos que la tasa de mortalidad debida a enfermedades del sistema nervioso y circulatorio aumentó como consecuencia de la reforma en 0.014 por cada mil mujeres tratadas, o en un 8,7%.

Las muertes debidas al VIH y al sistema circulatorio se ven muy afectadas por comportamientos poco saludables, como beber, fumar, el abuso de drogas o las prácticas sexuales de riesgo (Borzecki et al., 2002). Para explorar si los hábitos poco saludables están detrás de este aumento en la mortalidad de las mujeres de mediana edad utilizamos la Encuesta de salud y hábitos sexuales realizada por el Instituto Nacional de Estadística de España en 2003, que contiene información sobre el consumo de alcohol, el consumo de drogas y las conductas sexuales.

La Tabla 2 reporta el efecto de la reforma en el comportamiento poco saludable de las mujeres. Observamos que la reforma incrementó la probabilidad de que las mujeres tratadas consuman alcohol. En particular, y después de la reforma, las mujeres tratadas tienen una probabilidad mayor de 4.5 puntos porcentuales (27%) de consumir alcohol diariamente, y una probabilidad mayor de 10.4 puntos porcentuales (30%) de consumir alcohol más de dos veces por semana, en comparación con las mujeres no afectadas por la reforma laboral infantil. Además, encontramos que las mujeres afectadas por la reforma tienen una probabilidad de 9.3 puntos porcentuales (37.5%) más alta de haberse realizado la prueba del VIH y una probabilidad mayor de 8.4 puntos porcentuales (36.2%) de recolectar y conocer el resultado de la prueba.

Tabla 2. Efecto de la reforma sobre los hábitos saludables de las mujeres.

Por lo tanto, nuestros resultados muestran que, a diferencia de lo que ocurre con los hombres, las mujeres afectadas por la reforma tenían una mayor probabilidad de involucrarse en comportamientos poco saludables, lo que puede explicar (al menos en parte) el aumento en las tasas de mortalidad debido al VIH y las enfermedades del sistema circulatorio.

Conclusiones

En nuestra breve exploración del impacto de la reforma de la edad de trabajar sobre la mortalidad, encontramos que ésta, a través del aumento de educación y hábitos sociales, puede ayudar a explicar en parte el estrechamiento de la brecha de mortalidad según el género.

En unos años, cuando estas cohortes de mujeres alcancen los 60-70 años de edad, estaremos en condiciones si dicho estrechamiento se estabiliza o, alternativamente, se profundiza debido al impacto del cambio de hábitos sobre las enfermedades pulmonares (derivadas del consumo de tabaco) y cardiovasculares. Por el bien de estas cohortes esperemos estar a tiempo de prevenirlo.



miércoles, 24 de julio de 2019

Conferencias

En verano muchos economistas acudimos a workshops y conferencias a presentar nuestra investigación. Aunque me gusta viajar, y muchas veces las conferencias ofrecen la oportunidad de encontrarse con coautores y amigos, a veces me pregunto sobre los beneficios de acudir a conferencias, y si en una conferencia realmente recibimos la cantidad de comentarios que serían necesarios para avanzar en nuestra investigación. Mi experiencia ha sido siempre positiva, pero en conferencias muy grandes es más difícil interactuar con investigadores que trabajen en temas similares.

Hoy voy a hablar de un par de artículos que demuestran que sí, que las conferencias son importantes para incrementar tanto el número de contactos entre investigadores como el número de citas. En 2012 el Congreso Anual de la Asociación Americana de Ciencias Políticas (APSA), una conferencia muy grande e importante en su campo, se canceló en el último momento debido al “Huracán Isaac”, algo que los autores utilizan como experimento natural para estimar el número y el carácter de las colaboraciones que desaparecieron debido a esta cancelación, ver aquí.

Para identificar el efecto de esta cancelación utilizan el método de diferencias-en-diferencias, en el que utilizan como control los participantes de otra conferencia muy similar en medida e importancia, el Midwest Political Science Association Meeting (MPSA), que no fue cancelado. Lo que asumen para poder identificar el efecto es que, en ausencia del huracán, participantes en ambas conferencias hubieran seguido tendencias parecidas. Lo que hacen es utilizar datos de participantes en las dos conferencias en varios años, el último de ellos 2012, y de sus artículos.

Como vemos en la Tabla 4 del artículo, encuentran que la probabilidad de colaborar con un investigador de otra institución cayó en 2.4 puntos porcentuales, lo que es un 16%, después de la cancelación. Las publicaciones de estos investigadores que no pudieron ir a la conferencia bajaron en media 5 posiciones en los rankings. Los autores concluyen que el efecto de las conferencias es principalmente el de facilitar la interacción cara a cara entre investigadores, más que el facilitar el encuentro con mejores colaboradores.

En otro artículo, ver aquí, analizan datos de 4 años después de la conferencia y encuentran que los artículos que tenían que ser presentados en APSA 2012 reciben un 5% menos de citas en los 4 años siguientes. Así pues, las conferencias no sólo facilitan las colaboraciones, también la visibilidad de los investigadores, y las oportunidades de recibir comentarios y mejorar los artículos, y esto se traduce en un aumento de las citas recibidas.

Las figuras 2-4 del artículo resumen muy bien los resultados, y muestran, no sólo una disminución en el número de citas, sino también una disminución de la probabilidad que el artículo aparezca en internet como documento de trabajo en plataformas como SSRN o Google Scholar, y el número de descargas de cada artículo.

Así pues, parece que el hecho de asistir a conferencias es positivo, y al menos lo es para politólogos que acuden a conferencias importantes en Estados Unidos. No he visto ningún artículo que analice el efecto de asistir a conferencias de economía utilizando un experimento natural, pero creo que los resultados no deberían ser muy distintos.

Habiendo dicho esto, y en relación al tema de las diferencias de género en el mundo académico, del que ya hemos hablado aquí, por ejemplo, en un artículo muy reciente e interesante Hospido y Sanz nos muestran como utilizando datos de tres importantes conferencias de Economía: la conferencia anual de la Asociación Europea de Economía (EEA), de la Asociación Española de Economía (SAE) y de la Conferencia de Primavera de Investigadores Jóvenes (SMYE)  es menos probable que acepten artículos escritos solo por mujeres que artículos escritos únicamente por hombres, la diferencia es de 3.2 puntos porcentuales, un 6.8% menos (Tabla 2 del artículo).

Esta brecha permanece incluso después de controlar por el número de autores, efectos fijos de evaluador, el campo, las citas recibidas por los artículos en el momento en el que mandaron el artículo, y las publicaciones anteriores de los autores, así que la diferencia en las tasas de aceptación no puede ser debida a diferencias en la calidad de la investigación realizada por hombres y mujeres. Algo muy interesante que encuentran es que la brecha es debida a la actuación de los evaluadores varones, que favorecen los artículos escritos por otros hombres. Parece que esto es debido al mayor número de conexiones personales de los investigadores varones, que simplemente aceptan artículos de otros investigadores varones a los que ya conocen. Cuando estudian si la brecha se produce también con candidatos al mercado de trabajo, que son demasiado jóvenes para tener muchas conexiones, ven que no es el caso, lo que refuerza su explicación.

Así pues, dada la importancia de las conferencias para los investigadores, y especialmente para los investigadores relativamente jóvenes, a lo mejor deberíamos facilitar la aceptación de artículos escritos por mujeres, ya sea con mecanismos de control para evitar sesgos de género o facilitando las conexiones entre investigadores, o la entrada de investigadoras en redes de investigación.

Por otro lado, deberíamos asegurarnos que los investigadores en general, especialmente los más jóvenes o menos conocidos, reciban una cantidad de fondos de investigación suficiente para poder acudir a conferencias, de las que parece que se pueden beneficiar mucho.



martes, 23 de julio de 2019

Los bancos centrales, bancos en la sombra y Fintech

Los cambios recientes más significativos del sistema financiero, además de una regulación más fuerte sobre la banca, son la importancia creciente de los bancos en la sombra (incluyendo las entidades no bancarias de intermediación de crédito, como p.ej. capital riesgo) y los fintech (incluyendo los BigTech), además en un entorno de tipos nominales negativos en Europa y Japón. Además, las críticas más importantes a Libra (de Facebook) han sido en parte en relación a las políticas de los bancos centrales. En esta entrada, resumo tres papers que hemos presentado en las dos últimas semanas sobre cómo las políticas de los bancos centrales (tanto monetarias como prudenciales) están afectando a la economía dado el cambiante sistema crediticio.

Dos conferencias que me gustan mucho en julio son el Foro de Finanzas (que este año se ha celebrado en Madrid) y el NBER Summer Institute (que se celebra cada año en Cambridge, MA). Hemos presentado un paper sobre política prudencial en el primero y dos papers sobre política monetaria en el segundo (aquí el segundo paper, y aquí el tercero). Los siguientes puntos son un resumen parcial de los papers:

Aproximadamente el 50% del mercado de hipotecas y de consumo de crédito en USA está en manos de entidades no bancarias de intermediación de crédito, incluyendo fintech (o techfin, BigTech). En cambio, para los préstamos a empresas, el porcentaje baja a menos del 20% para empresas en el mercado primario (aunque en el secundario sube al 80%, especialmente en los llamados leverage loans). Esto sugiere que quizás hay límites a la expansión del fintech y los bancos en la sombra cuando los deudores son grandes y complejos (es decir empresas, y no p.ej. una familia con una sencilla financiación de su casa o coche). Los datos que utilizamos son americanos, pero creo que sería similar por ejemplo en China con las fintech de Alibaba y Tencent y con los shadow banks de allí.

Los datos americanos que utilizamos son un registro de crédito de la Reserva Federal para empresas, las aplicaciones para hipotecas también de la Fed, así como el crédito de consumo de Equifax. Una gran ventaja de los datos americanos sobre los europeos es que, para cada préstamo, podemos observar quién lo da, sea banco o una entidad no bancaria de intermediación de crédito (p.ej. capital riesgo, un hedge fund, fondo de inversión, CLO, o fintech). La regulación aquí debería cambiar y deberíamos tener mejores datos no bancarios. Los datos agregados europeos son buenos pero no a nivel de préstamo. Estoy esta semana en el BCE y tienen datos muy buenos de bancos, y de empresas, pero no del sector no bancario (ni de fintech), ni de préstamos a familias (con las características de las familias como ingresos, riqueza etc). Esto implica que la supervisión puede ser deficitaria si los bancos pasan el riesgo a las entidades no bancarias cuando sube la regulación.

El primer paper demuestra el punto anterior. En el paper sobre política prudencial vemos que la regulación bancaria sobre el capital (p.ej. Basilea III y los stress tests) explican un 20% de la subida de las entidades no bancarias en el mercado de crédito secundario en los leverage loans americanos (préstamos a empresas con mucha deuda y un rating bajo). Un límite a la expansión de no-bancos (nonbanks) que vemos es que los préstamos con más riesgo o de empresas más opacas son comprados por la banca con más capital. Y una consecuencia de la expansión de los nonbanks es que en momentos de estrés alto (p.ej. una crisis financiera o un cuando el VIX está muy alto), las entidades no bancarias – al no tener las garantías de los bancos centrales y gobierno – venden más los préstamos para generar liquidez y esto implica, entre otros efectos, “fire sales” (bajadas más fuertes de los precios de los préstamos). Es decir, la banca en la sombra toma el riesgo cuando los bancos se regulan más, y esto generará fragilidad financiera en el sistema.

En el segundo paper vemos qué le pasa a la transmisión de la política monetaria en este nuevo escenario de fintech y de bancos en la sombra. Vemos cómo el impacto de la política monetaria de la Fed en la economía a través del crédito es menor cuando el sistema financiero es más diverso. Cuando la Fed sube los tipos, y los bancos cortan el crédito, la banca en la sombra y fintech neutralizan en gran parte la transmisión, con efectos mayores en los prestatarios con más riesgo. Es interesante que los efectos son mayores en las hipotecas y en el crédito para el consumo (aquí la competencia es mucho mayor para los bancos por parte de los nobanks).

Los dos papers anteriores sugieren que la mayor regulación bancaria aumentará el pastel para la banca en la sombra y fintech, y esto hará que el poder de la transmisión de la política monetaria se reduzca.

Por último, en el tercer paper analizamos el impacto de los tipos negativos en Italia, en un paper con los datos del registro de crédito del banco central italiano. Los banqueros y muchos comentaristas critican que los tipos negativos son muy perjudiciales para la banca, y que esto implica que son perjudiciales para la economía. El BCE cree que no lo son y de hecho piensa que puedan bajar más en el futuro muy cercano (aunque con modificaciones). En nuestro paper primero vemos que los bancos más expuestos a los tipos negativos incrementan más las comisiones y generan otros beneficios y así compensan la bajada en el margen de intermediación, por lo que no están peor. Segundo, demostramos un efecto expansivo en el crédito y la economía real, ya que los bancos más expuestos hacen un portfolio rebalancing de activos líquidos con poco riesgo a préstamos a SMEs.

En resumen, nuestra evidencia va en contra de que los tipos negativos sean perjudiciales para la economía vía el canal bancario, pero sí encontramos que la regulación prudencial sólo a los bancos no tiene sentido, y que los nuevos intermediarios financieros (fintech y banca en la sombra incluyendo capital riesgo y hedge funds) están reduciendo el poder de la política monetaria en la economía vía el canal del crédito. De todas formas, hay límites para los tipos negativos y de ahí que el BCE considere bajar más los tipos pero introduciendo un tiering que implicará que los bancos no paguen por todas sus reservas en exceso que tienen en el Eurosistema.



Dios, explicado en un folio

Sí, está bien. Me he apuntado a una de las últimas tendencias. Y lo he hecho a lo grande. Voy a explicar a Dios en un folio. En las últimas semanas de verano he visto explicar la teoría de la relatividad en una servilleta, los pactos de investidura en España en un post it y hasta la tecnología empleada para que el hombre llegara a la luna en el croquis de la palma de una mano. Así que por qué no voy a poder yo explicar a Dios en un folio. Total, el blog en el que va a salir esto publicado solo recibirá algunas decenas de peticiones de “unsubscribe” y su nombre será borrado del archivo “medios digitales amigos” de alguna de esas empresas de social media financiadas por la Iglesia. Pero, demonios, qué es todo eso comparado con la posibilidad de explicar a Dios en dos líneas. Al grano, la tentación me entra exactamente hace unos días, al concluir la lectura de un libro de David Trueba. Joder. ¡Me pareció terrible y muy deprimente que al final, tras una especie de repaso monumental a todos los males de la sociedad actual, el mensaje fuera que “puede haber una tiranía sin tiranos, porque el mundo siempre contiene tiranteces, pero cuando no das con el tirano de manera clara, es que a lo mejor el tirano lo eres tú”! ¿En serio, David? ¡No, no, no! Si vas a desenmascarar al tirano, desenmascáralo. No hagas como yo, que he comenzado este artículo diciendo que iba a explicar a Dios en un folio y ya llevo uno y medio sin aportar un solo indicio. Así que, ¡vamos!, os dejo por aquí algunas de las mejores teorías: 1: Dios es una invención del poder. No existe, pero es como el papá de todos […]

La entrada Dios, explicado en un folio aparece primero en El Captor - Economía y Opinión.



lunes, 22 de julio de 2019

El salario mínimo y la ideología

La subida del salario mínimo a 900€ brutos al mes (en realidad son 1.050€, dado que se trata de 14 pagas anuales) en nuestro país al inicio de 2019 representó un aumento muy considerable, del 22.3%. Tras su anuncio hubo un tímido debate sobre sus posibles efectos, con estimaciones elevadas de destrucción de empleo por parte del Banco de España (unos 150.000 empleos) y algo menores del BBVA (unos 60.000). Por otra parte, a los seis meses de su entrada en vigor, una representante del Ministerio de Trabajo llegó a pedir al Banco de España que asumiera su error de predicción, eso sí, sin aportar evidencia cuantitativa alguna.

En este blog le hemos dedicado muchas entradas a este tema a lo largo de la última década (por ejemplo, esta de 2014) y también lo hemos hecho esta vez. Les recomiendo esta y esta entrada de Florentino Felgueroso y Marcel Jansen, por los datos y argumentos que aportan. Por otra parte, varios de nuestros colaboradores, como el propio Marcel o Juan F. Jimeno, están activos en Twitter, aportando evidencias y argumentos al respecto, recibiendo críticas y respondiendo a sus críticos. Dios se lo pague.

¿Qué tipo de debate hay, entre economistas, en otros países? Déjenme contarles el caso de Estados Unidos. Allí en 2014 el Congreso y el Senado votaron una ley que elevaría el salario mínimo de 7.25$ a 10.10$ (un 39%) de forma escalonada a lo largo de tres años. A principios de ese año se publicaron dos “cartas abiertas”. En la primera, promovida por el Economic Policy Institute, más de 600 economistas académicos (entre ellos 7 premios Nobel) apoyaban decididamente la medida. En la segunda, promovida por la Asociación Nacional de Restaurantes, más de 500 economistas (incluyendo 4 premios Nobel) se oponían a ella. Al final no se aprobó, por el veto del Partido Republicano.

Agua dulce y agua salada

En un artículo de hace unos años, Donal O’Neill investigó si la diferencia de posturas estaba correlacionada con algunas características de tales economistas. En EEUU hay una vieja división de departamentos de economía entre los de "agua dulce" (cerca de lagos) y "agua salada" (cerca de océanos), según la cual los primeros adoptan posturas económicas más liberales y los segundos son más socialdemócratas. El paradigma de los primeros es la Universidad de Chicago.

O'Neill recopiló los datos de casi mil firmantes de esas cartas abiertas (943), es decir un 70% del total, de los que el 56% estaba a favor de la medida. Una primera evidencia sobre la supuesta división acuática puede verse en el siguiente mapa, en que el color rojo representa el apoyo a la subida del salario mínimo y el verde la oposición al mismo. Cada universidad está representada por un gráfico de tarta, con porciones relativas pro y contra, y el tamaño es proporcional al número de firmantes de esa universidad. He indicado la situación de Chicago en el mapa.

El mapa sugiere, en efecto, la existencia de dos zonas de apoyo en las costas atlántica y pacífica, y una zona central de oposición. Para contrastar más formalmente esta hipótesis, O’Neill emplea la distancia en kilómetros desde la universidad donde trabaja cada firmante hasta la Universidad de Chicago. Entonces estima una ecuación para la decisión de apoyar o no la subida del salario mínimo en función de esa distancia (para entendidos, un modelo probit).

O'Neill obtiene que, en promedio, un economista que trabaje a mil kilómetros de Chicago tiene una probabilidad un 6.3% mayor de apoyar la medida que uno que trabaje en esa ciudad (esa es la distancia aproximada desde Harvard y MIT hasta la Universidad de Chicago). Cuando añade en su estimación otras características de los economistas, el efecto cae un poco, hasta el 5.5%.

Por otra parte, el autor encuentra otras correlaciones interesantes. Los hombres son un 30% menos favorables que las mujeres a la subida del salario mínimo y quienes obtuvieron su doctorado fuera de EEUU son un 36% más favorables que el resto. Por áreas, los economistas laborales son un 38% más favorables que los del resto de áreas de investigación y los de finanzas un 52% menos favorables.

Por último, siguiendo una cita de Keynes (apócrifa), cabría esperar que las posturas de los economistas cambien cuando cambian los datos. Los resultados empíricos sobre el efecto de las subidas del salario mínimo empezaron a cambiar a partir de un famoso artículo de David Card y Alan Krueger, que no encontró un efecto negativo de la elevación del salario mínimo en 1992 sobre el empleo poco cualificado. Así que O’Neill contrasta si los economistas de distintas áreas cambiaron su postura si se doctoraron a partir de 1990, encontrando que solo lo hicieron, a favor, los economistas laborales.

La ideología y los economistas

Entonces, ¿podemos concluir de este estudio que las posturas de los economistas sobre las políticas económicas están determinadas por su ideología? En alguna medida sí (argumenté en este sentido hace años, aquí). Estudiar un doctorado en una universidad de agua dulce o de agua salada parece estar correlacionado con la opinión que se tiene sobre los efectos del salario mínimo. Ciertamente no podemos hablar de causalidad, solo de correlación (podría ser, por ejemplo, que quienes tienen posiciones socialdemócratas prefieran estudiar en las universidades de las costas más que quienes son liberales). Por otra parte, la evidencia empírica cuenta: la posición de los economistas laborales, que son los especialistas en la materia, ha cambiado cuando los resultados empíricos cambiaron.

Más allá de esta vaga relación, una razón de fondo que explica la diversidad de posturas es, a mi juicio, que la evidencia empírica es mixta: hay estudios rigurosos de economistas muy solventes que encuentran efectos tanto positivos como negativos del salario mínimo sobre el empleo. Esta disparidad puede depender del tamaño del aumento, de la población afectada, de la situación cíclica de la economía, etc. Aunque se intenta siempre tener en cuenta estos factores, no siempre puede hacerse perfectamente.

Por otra parte, es muy difícil estimar bien los efectos del salario mínimo. Si nos fijamos en el caso del empleo, muchos de los estudios los estiman con datos individuales de empresas, por lo que la estimación se refiere a ese nivel (microeconómico). Pero en general habrá efectos agregados (macroeconómicos) de difícil calibración. Los defensores de las subidas del salario mínimo argumentan que estas permiten elevar el consumo de los trabajadores beneficiados, generando un aumento de la actividad económica que compensaría cualquier pérdida de empleo, mientras que los detractores señalan que otros trabajadores perderán su empleo o no serán contratados y por ello su consumo caerá o no subirá, lo que neutralizará cualquier efecto agregado positivo sobre la demanda y por tanto el empleo. Además, hay otras dimensiones potencialmente afectadas por el salario mínimo aparte del empleo y el consumo, como son los salarios del resto de trabajadores no afectados directamente por el salario mínimo o la desigualdad salarial y de renta.

La falta de evidencia concluyente es común en muchas áreas de la economía; de hecho esa disparidad es un motor importante para estimular la investigación. Pero cuando se trata de un asunto con tantas implicaciones sociales, es más fácil que se tienda a dar más peso a posiciones ideológicas.

Concluyo. Muchos economistas saben o sospechan que David Card es un economista de izquierdas. Igual que muchos saben o sospechan que David Neumark, quien escribió un influyente artículo que pretendía rebatir el de Card y Krueger sobre el salario mínimo (y luego ha estudiado este asunto a menudo) es un economista de derechas. ¿Ha perjudicado esto a su reputación o al avance de la ciencia? No lo creo. Su reputación se basa en la calidad de su investigación. Y es probable que la motivación de los economistas de uno y otro lado haya contribuido a fomentar el debate y a elevar su calidad. De hecho, el artículo sobre el salario mínimo supuso un gran salto cualitativo en las técnicas y los estándares de la investigación empírica en economía, como tan bien explica en esta entrada Climent Quintana-Domeque, en homenaje a Alan Krueger.

Por tanto, lo que cabe esperar en el debate sobre políticas públicas es que cada uno defienda su postura con los argumentos y la mejor evidencia que pueda aportar, siendo esta analizada a fondo, de forma crítica y científica, por otros economistas. En EEUU el debate acerca del salario mínimo ha seguido ese patrón y pienso que ha sido muy fructífero. Un caso similar es el de los efectos de la inmigración, con David Card debatiendo en este caso con George Borjas. Este me parece un enfoque más creíble y fructífero que el de pretender que los economistas no tenemos ideología y nos sometemos al dictamen de los resultados de nuestros asépticos estudios científicos.

Créanlo o no, los economistas españoles no somos todos de extremo centro. Quizá sea hora de reconocerlo. ¿Por qué? Porque, aparte del escaso rendimiento profesional que tiene para los académicos participar en el debate público, es plausible que el temor a ser encasillado en uno u otro bando esté inhibiendo esa participación en alguna medida. Lo dejo como tarea de reflexión para las vacaciones. 😉



domingo, 21 de julio de 2019

Empujones saludables, ¿hasta dónde empujar?

De José María Abellán Perpiñán, Universidad de Murcia y Grupo de Trabajo en Economía de la Salud (GTES).

En una entrada anterior definimos los ‘nudges’ -traducidos habitualmente como empujones o acicates- como “intervenciones que, respetando la libertad de elección individual, guían a los sujetos en la dirección más provechosa para su propio bienestar, tal y como éste es juzgado por ellos mismos”. Esta definición, no obstante, como entonces advertimos, no establece inequívocamente qué debe contar como un empujón. En parte, esta relativa vaguedad conceptual ha sido subrayada recientemente, en otra entrada de este blog, por José Luis Ferreira, a propósito de la discusión sobre las similitudes y diferencias entre empujones y refuerzos.

Thaler y Sunstein estereotipan la dualidad entre lo que luego Kahneman popularizaría como Sistema 1 (nuestro pensamiento inconsciente, automático y rápido) y Sistema 2 (nuestro pensamiento consciente, reflexivo y lento), distinguiendo entre “Humanos” (propensos a los errores que comete el Sistema 1) y “Econs” (cuyas acciones están gobernadas por el Sistema 2, plenamente racional). Y añaden: “de acuerdo a nuestra definición, un nudge es cualquier factor que altera de forma significativa la conducta de los Humanos, aunque sería ignorado por los Econs”. Desde este punto de vista, la mera provisión de información factual no debería contar como un empujón, ya que simplemente está abordando un problema de información incompleta, al que también son sensibles los Econs. Sin embargo, el propio Sunstein distingue entre empujones “educativos” (informaciones que apelan al Sistema 2) y empujones “no educativos” (dirigidos al Sistema 1, que son los que realmente cuadran con el corolario enunciado por Thaler y Sunstein). Los empujones educativos requieren de la colaboración activa del receptor, ya que promueven la deliberación y, por tanto, la actuación volitiva, mientras que los empujones no educativos, facilitarían cambios en el comportamiento de las personas sin que estas fuesen conscientes de ello, valiéndose para ello de los mismos sesgos cognitivos que, sin mediar el nudge, conducirían a decisiones contrarias a sus propios intereses.

Un reciente meta-análisis sobre empujones saludables en el ámbito alimentario abunda en el debate semántico del nudge (aquí). En dicho trabajo se analiza la efectividad de varios tipos de empujones -cognitivos, afectivos y conductuales- en términos de la reducción en la ingesta diaria de calorías que logran. Los empujones cognitivos serían esencialmente empujones educativos, como las etiquetas que detallan el número de calorías o como el semáforo nutricional, requiriendo en ambos casos de la colaboración activa de los consumidores para que surtan efecto. Sin embargo, también incluyen los autores en esta categoría lo que sería una medida de reestructuración del entorno (arquitectura de la elección, como lo denominan Thaler y Sunstein), para hacer más visibles los alimentos más saludables, situándolos a la altura de los ojos en los estantes del supermercado. Este último empujón no es un nudge estrictamente educativo, ya que pretende favorecer la inclinación natural a escoger los artículos más accesibles (un rasgo inercial, por tanto), apelando (al menos en primera instancia) al Sistema 1.

Por su parte, los empujones afectivos pretenden persuadir al consumidor de las bondades de, por ejemplo, comer fruta y verdura fresca, mediante la utilización de mensajes, expositores y carteles llamativos, que realcen el atractivo de estos productos. Nuevamente, aunque estos empujones precisen de la colaboración de los consumidores para funcionar, no dejan de pretender influir en el comportamiento mediante la explotación de un elemento contextual, la prominencia (o salience) de determinados atributos, dirigiéndose, en primer término, al Sistema 1.

Finalmente, un tercer grupo de empujones serían los conductuales, que no persiguen convencer, sino vencer; esto es, propiciar la elección deseada (consumo de productos saludables) sin que los consumidores sean conscientes de que se les está impulsando a ello. Dentro de esta categoría se incluirían todos aquellos nudges (concebidos para que lleguen a los Humanos, aunque sean ignorados por los Econs, ya que estos no necesitan ser empujados para comer saludablemente) que mediatizan no sólo la decisión de qué comer, sino también de cuánto comer. Iniciativas como, por ejemplo, reducir el diámetro de los platos (aquí) y utilizar pinzas en lugar de cucharas (aquí) para servirse en el buffet del restaurante, propician un menor consumo calórico, al reducirse el volumen de comida ingerida. De igual forma, hacer más accesibles en los lineales del buffet los productos más saludables (aquí) y que en el catering de un evento se presente la fruta cortada (aquí), en lugar de ofrecerse piezas enteras, hace que el consumo de alimentos saludables aumente en detrimento del de otros productos menos sanos.

Fuente: INSEAD | Knowledge: Which Healthy Eating Nudges Work Best?

¿Qué empujones son los más eficaces? Los conductuales, y con diferencia. En particular, aquellos empujones que modifican el tamaño de los platos, boles, envases … o de las raciones de comida servidas en el plato. Este tipo de empujones consiguen recortar el consumo diario de calorías en 320 kcal (el equivalente a 32 terrones de azúcar). En contraposición, los empujones cognitivos tan sólo consiguen reducciones que oscilan, según el tipo específico de nudge empleado, de las 54 a las 91 kcal. A su vez, los empujones afectivos tienen un impacto intermedio, que no rebasa la cota de las 172 kcal.

Parece, a tenor de los resultados alcanzados, que aquella modificación de la arquitectura de la elección que más directamente incide en heurísticas inconscientes (¿cuándo dejar de comer?: “cuando vacíe el plato”), es el empujón más efectivo, modificando más exitosamente el comportamiento. Pero ¿es ético emplear estos empujones? ¿Hasta dónde empujar?

Un primer argumento que legitima la utilización de empujones de este calibre (cuyo mecanismo de acción es opaco al consumidor), es que constantemente estamos siendo empujados por la industria alimentaria a comer en exceso. Por ejemplo, colocar las golosinas junto a las cajas registradoras, para incitar a su compra cuando se va a pagar, es una táctica empleada en las cadenas de supermercados desde hace muchas décadas ¿Es eso un empujón? Sí, un empujón, en palabras de Thaler, “para el mal”: un ‘sludge’, en contraste con el ‘nudge’, el empujón “para el bien”, que sería ejercido por la administración como parte de las políticas de salud pública.

Un segundo argumento favorable a los empujones tipo Sistema 1 es que, aun cuando no sean transparentes a los consumidores, no por ello anulan la autonomía de estos, quienes retienen la libertad de elección. En este sentido son medidas más respetuosas con el Principio del Daño o Principio de la Libertad de John Stuart Mill (aquí), consustancial a la idea de soberanía del consumidor, que medidas propias del paternalismo “duro” como puedan ser las prohibiciones o los impuestos, cuando quiera que estos instrumentos se invoquen no para proteger a terceros del daño causado por un determinado agente (externalidad), sino para proteger a este agente de sí mismo (internalidad).

El tercer y último argumento es que la ciudadanía, cuando es preguntada si quiere recibir empujones saludables, responde mayoritariamente que sí (aquí). Así se refleja en las encuestas de opinión realizadas al efecto, con un respaldo global a diferentes tipos de nudges que alcanza el 74% en Italia, Francia y Reino Unido y casi el 70% en Alemania. Cierto es que se observa un gradiente de respaldo decreciente conforme los empujones se tornan cada vez más intrusivos, rechazándose únicamente (por considerarse una manipulación poco ética) la utilización de publicidad subliminal en contra del tabaco y la obesidad.

Las políticas salubristas no operan en un vacío inmaculado, libre de intereses de parte. Todo lo contrario, el espacio que no ocupen, empujando para el bien, será ocupado por iniciativas lucrativas que empujan para el mal.

PD: Uno de los editores, Pedro Rey, nos apunta que recientemente publicó otro post sobre nudges para reducir la sobreprescripción de antibióticos, que el lector interesado puede encontrar aquí.



jueves, 18 de julio de 2019

De vuelta con las cuentas 2019

Nos encontramos ante una inestabilidad política sin precedentes, para este año 2019 el gobierno ha tenido que prorrogar los Presupuestos Generales del Estado de 2018 y actualmente no se prevé que se aprueben unos presupuestos para ese año. El entuerto político se ha visto compensado recientemente con la salida de España del procedimiento de déficit excesivo que tenía abierto con la Unión Europea (UE) desde hace justamente 10 años. Esta decisión ha sido tomada el 5 de junio de 2019 tras convalidar la cifra de déficit presentada en 2018, la cual ha sido inferior al -3% (-2,5%). Si bien esta noticia ha sido muy positiva, recordamos que España era el único país que quedaba con procedimiento de déficit excesivo (es decir, sus cuentas tenían un control especial por parte de la UE). Aunque este hecho es un “balón de oxígeno” para el gobierno y permite cierto grado de maniobra, el gobierno no puede relajarse en sus compromisos de reducción de déficit. La situación de España es delicada con una deuda pública cercana al 100% del PIB.

Para este año el déficit comprometido es del -1,3%, este objetivo ha sido fijado en el Consejo de ministros de julio 2017, es decir, por el gobierno del Partido Popular. El gobierno socialista ha intentado relajar la senda de déficit hasta el -1,8% en 2019, -1,1% en 2020 y -0,4% en 2021, habiendo sufrido dos rechazos uno en el Congreso (julio 2018) y otro en el Senado (diciembre 2018). Sin embargo, la senda de déficit presentada en el Programa de Estabilidad Presupuestaria supone un déficit del -2% para 2019. Los datos más actuales de déficit, que están recogidos en el cuadro siguiente, reflejan que hasta abril 2019 el déficit ha tenido una evolución similar a la observada el año anterior. El déficit hasta abril de 2019 (-0,6% PIB) es ligeramente superior al registrado en el mismo periodo del año anterior (-0,5% PIB). Por nivel de administración, la Administración Central presenta un déficit un poco más elevado hasta abril 2019 (-0,7% PIB en abril 2019 vs. -0,5% abril 2018) mientras que la Seguridad Social tiene un superávit ligeramente superior (0,3% PIB en abril 2019 vs. 0,2% en abril 2018). Por su parte las Comunidades Autónomas (CC.AA.) tienen un déficit similar al del año anterior.

En el siguiente gráfico se muestra cuál sería el déficit “sintético” por nivel de administración, si todas las administraciones se comportan en lo que queda de año como el año anterior. Debido a la prórroga de presupuestos de 2018 creemos que esta tesitura nos puede proporcionar una buena visión del déficit de cierre de 2019. Como resultado, el cierre para 2019 se sitúa en -2,4% PIB, más de un punto por encima del objetivo de déficit aprobado en las cortes (-1,3% PIB) e incluso por encima en cuatro décimas del objetivo publicado en el Programa de Estabilidad Presupuestaria (2019-2022). Parece imposible el cumplimiento del objetivo de déficit oficial fijado en el -1,3%. Por ello, valoraremos el cumplimiento del objetivo del -2% comprometido en el Programa de Estabilidad.

Por nivel de administración, la Administración Central presenta un déficit “sintético” del -1,5% PIB, el cual se encuentra un punto de PIB por encima al objetivo de déficit comprometido en el Programa de Estabilidad del 0,5%. La Seguridad Social presenta un déficit “sintético” del -1,2% PIB justamente el mismo déficit presentado en el Programa de Estabilidad. Las CC.AA. tienen un déficit “sintético” del -0,2% PIB, que es una décima inferior al objetivo de -0,3% PIB. Sin embargo, aunque parece que las CC.AA. están más cerca del cumplimiento, hay que tener en cuenta que este año van a recibir las mismas entregas a cuenta que el año anterior debido a la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado. Esto son casi 5.000 millones de euros menos que los ingresos que han reflejado en sus presupuestos autonómicos (que se elaboraron antes de que se supiera que iba a haber prórroga). Por otro lado, este efecto también supone unas menores transferencias por parte de la Administración Central hacia las CC.AA.

Para finalizar, las Corporaciones Locales presentan un superávit de 0,5% estando su objetivo de déficit fijado en el 0%. Los datos parecen reflejar que el objetivo del -2% tampoco va a ser posible.



Las polémicas comparativas sobre Madrid y San Francisco del empresario Martín Varsavsky

El empresario de telecomunicaciones Martín Varsavsky, fundador a finales de los años 90 de empresas como Jazztel, ha generado recientemente en Twitter una polémica discusión al invitar a la comunidad internauta a reflexionar –sin el filtro de lo políticamente correcto– sobre determinados aspectos de la actualidad económica y social de España -Madrid- y Estados Unidos -San Francisco-. Martin Varsavsky, que tiene más de 100.000 seguidores en la red social Twitter, empresa cuya sede se encuentra, precisamente, en San Francisco, ha entrado así a valorar delicados aspectos de la sanidad, la inmigración o las cifras de desigualdad entre ambos países. Las reflexiones, las afirmaciones y las comparativas realizadas, muy contundentes y concretas, han sido tan criticadas como celebradas, siendo tachadas de falacias, por unos, y verdades incontrovertibles, por otros. A continuación mostramos la transcripción del hilo, publicado originalmente en inglés. -Recién aterrizado en Madrid tras volar desde San Francisco y viajar por todo Estados Unidos donde viví por 20 años y suelo trabajar. El contraste entre San Francisco y Madrid me hace reflexionar: 1- ¿Por qué los “sin techo” son tan raros en Madrid y tan frecuentes en San Francisco, cuando aquí -en Madrid- el PIB per cápita es menor, exactamente la mitad? 2- ¿Por qué la tasa de homicidios es un 500% más alta en California que en España? 3- ¿Por qué la sanidad, que costean los contribuyentes de España para garantizar un derecho humano, es gratis incluso para los turistas que vienen a visitarla, y tan increíblemente cara y gravosa en California? Nuestro hijo se cayó en la bañera y tuvimos que pagar 12.000 dólares por unos pocos puntos en las urgencias del hospital universitario de Stanford 4- ¿Por qué son las universidades en España gratis y los estudiantes no soportan deudas bancarias para estudiar mientras que en Estados […]

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miércoles, 17 de julio de 2019

Los salarios y la salud de las mujeres durante la industrialización

De Pilar Beneito y José Joaquín García Gómez

La Revolución Industrial supuso un punto de ruptura histórico en la vida laboral de las mujeres. El paso del trabajo desde la agricultura a las fábricas abrió nuevas oportunidades de trabajo, y convirtió a las mujeres en mano de obra muy apreciada por su destreza para muchas tareas fabriles, especialmente en un sector clave de la industrialización, el textil. Sin embargo, las consecuencias que este cambio tuvo para la vida de las mujeres han sido, y continúan siendo, muy discutidas. Así, desde una visión optimista, se considera que el trabajo de las mujeres aumentó sus salarios, su contribución al ingreso familiar y su reconocimiento social dentro y fuera de la familia. Por otro lado, desde una visión más pesimista, se argumenta que las malas condiciones de vida y de trabajo deterioraron considerablemente su bienestar.

Os contaremos en esta entrada que, de acuerdo a los resultados de nuestro reciente trabajo (aquí), los efectos de la participación femenina en el trabajo asalariado pudieron ser positivos o negativos dependiendo del tramo de edad al que miremos. En el trabajo nos centramos en el histórico caso de Alcoy, provincia de Alicante, ciudad que fue uno de los núcleos pioneros de la industrialización en España, convirtiéndose desde la segunda mitad del siglo XIX en el segundo centro textil del país después de Tarrasa-Sabadell. Tras un arduo trabajo de recopilación de datos a partir de fuentes históricas que abarca el periodo 1860-1914, hemos construido, entre otras medidas, series de salarios diarios de hombres y mujeres en el sector textil, así como tasas de mortalidad y esperanza de vida de ambos sexos para distintas cohortes de población en la ciudad.

El siguiente gráfico muestra la evolución de los salarios en la industria textil de Alcoy. Para esta serie, disponemos de datos para mujeres desde 1840. Las diferencias salariales de la época responden a una combinación de segregación laboral (mujeres y hombres trabajaban en tareas distintas en gran medida), y duración de jornada (las mujeres trabajaban, en media, menos horas al día). Por tanto, no podemos interpretar las diferencias en términos de discriminación salarial, ni tampoco descartarla. Lo evidente es la importante evolución creciente que tuvieron las ganancias salariales de las mujeres a lo largo del periodo (más sobre brechas salariales con fuentes históricas en la entrada de Mauricio Drelichman y David González-Agudo en este blog, aquí).

¿Qué efectos tuvo la participación laboral femenina en su bienestar y en el de su familia? Tomando como indicador de bienestar la esperanza de vida al nacer (ver los dos gráficos siguientes), observamos que ésta mejoró tanto para hombres como para mujeres entre 1860 y 1875, empeoró ligeramente desde entonces hasta 1900 (probablemente debido al rápido y caótico crecimiento económico y urbano), y volvió a mejorar desde entonces (posiblemente como respuesta a la consolidación del crecimiento económico y a la intervención pública en forma de la reforma sanitaria que se llevó a cabo en Alcoy a finales del XIX, aquí).

En relación a la esperanza de vida relativa de hombres y mujeres, observamos que la llamada ventaja femenina (eje derecho del gráfico abajo), fue en efecto positiva en Alcoy durante todo el periodo (ratios esperanza de vida mujer/hombre mayores que 1), y en especial a partir de principios del siglo XX. Según Claudia Goldin y Adriana Lleras-Muney (aquí), la brecha en esperanza de vida no ha sido constante a lo largo de la historia sino que, en muchos países, la ventaja en favor de las mujeres aparece a finales del siglo XIX y comienzos del XX  (comentado por Libertad González en este blog aquí).  Si hacemos zoom en la figura para el periodo 1860-1900 (segundo de los gráficos), observamos que en Alcoy dicha ventaja femenina no sólo existía con bastante anterioridad sino que comenzó a incrementarse ya antes de 1885.

En nuestro trabajo, encontramos una correlación positiva de esta ventaja femenina en esperanza de vida con la ratio de salarios mujer/hombre (después de aislar el efecto de los gastos públicos sanitarios, educativos, y tasas de alfabetización). A partir de ahí nos preguntamos, ¿por qué canal se produce esta relación positiva? Es decir, ¿cómo pudo haber afectado el trabajo femenino a la evolución del diferencial de esperanza de vida? Podemos pensar en principio en dos efectos de signo contrario. Por un lado, la contribución femenina al ingreso del hogar mejoraría la nutrición y las condiciones sanitarias de sus miembros. Por otro lado, las duras condiciones de la jornada laboral en la fábrica habrían tenido un efecto negativo en las mujeres trabajadoras.

Nuestra principal hipótesis de trabajo es que el efecto ingreso y el efecto desgaste laboral podrían haber afectado de modo distinto a los distintos miembros del hogar, dependiendo, no sólo de su edad, sino también de su género. Las investigaciones de Francisco Beltrán-Tapia y Domingo Gallego-Martínez (2017, 2018, 2019, explicadas en este blog aquí y aquí) han documentado el fenómeno de las “missing girls” para la España del siglo XIX y otros países europeos, especialmente en el sur y el este de Europa. Los autores señalan que las tasas de masculinidad (ratios niños/niñas) existentes en tal periodo sugerían la existencia de prácticas discriminatorias hacia las niñas. Tal como los autores mencionan, la presencia de oportunidades salariales para las mujeres constituiría una posible fuente de mejora para la supervivencia de las niñas en esa época. Un posible canal sería la mejora relativa en la nutrición y condiciones sanitarias de las niñas como consecuencia del mayor ingreso del hogar.

En el siguiente gráfico mostramos las tendencias de las tasas de mortalidad por sexos para niños y adultos durante el periodo. La mortalidad se redujo en todos los casos, y la ventaja femenina aparece también en todas las edades. Sin embargo, la diferencia entre niñas y niños de edad temprana (0-5 años) fue la que más de amplió en favor de las niñas a lo largo del periodo, reduciéndose ligeramente después de 1910. Dado el peso que este intervalo de edad tiene en el cálculo de la esperanza de vida al nacer, esta evolución de la mortalidad relativa de las niñas podría explicar el aumento observado en la ventaja femenina en esperanza de vida.

Para formalizar algo más el análisis, estimamos las diferencias entre las tasas de mortalidad femenina y masculina para distintos intervalos de edad en función de la ratio de ganancias salariales mujeres/hombres (media del año y de los 4 años anteriores), y aislando el efecto de diferencias en las tasas de actividad y alfabetización, así como gastos municipales en salud y educación. Los resultados principales se presentan en el Cuadro 1. Llamativamente, los signos estimados cambian dependiendo del intervalo de edad al que miremos: las brechas en mortalidad de niñas y ancianas descendieron con las ratios salariales mujeres/hombres, y lo contrario ocurre con las mujeres en edad laboral

Nuestra interpretación de estos resultados, si bien estamos abiertos a sugerencias alternativas, es que son consistentes con la hipótesis de la discriminación de las niñas en la asignación de los recursos dentro del hogar en situaciones de extrema pobreza. El trabajo femenino durante la industrialización, y su contribución al ingreso del hogar, habría aliviado dicha discriminación, aumentando la supervivencia relativa de las niñas. Podríamos decir que esta mejora tuvo lugar “a expensas” del bienestar de las mujeres en edad laboral.