lunes, 30 de septiembre de 2019

El balance de poder (monetario) en el hogar

@sergijm64

Una de las cosas que recuerdo más de mi madre, que trabajó duramente toda su vida, pero apenas cotizó, es lo contenta que se puso cuando le concedieron una (pequeña) pensión no contributiva, independiente de la pensión (mínima) de mi padre. Hasta ese momento, la pensión de mi padre tenía un complemento por el hecho de tener cónyuge a cargo (la verdad es que no se precisar quién estaba a cargo de quién). Siempre me he preguntado qué efectos pudo tener aquella decisión pública en la relación de (poder) pareja entre mis padres y, en general, entre la multitud de parejas que se encontraban en las mismas condiciones.

Las pensiones no contributivas de jubilación se introdujeron en 1990 y rápidamente se fueron extendiendo entre la población, con una especial incidencia entre las mujeres (aproximadamente 2/3 de las pensiones no contributivas son para mujeres) mayores de 65 años. Empezó como un programa marginal de solo 38 millones de euros en 1991 (0,15% del gasto en pensiones), para incrementarse continuamente hasta alcanzar 2380 millones de euros en 2019 (1,87% del gasto en pensiones).

¿Qué podemos decir sobre sus efectos sobre las parejas afectadas? Para el caso español no mucho (de momento). Afortunadamente tenemos algo de evidencia internacional sobre la intensidad y signo que pudieran tener dichos efectos.  En un trabajo reciente (aquí), Itay Saporta-Eksten (Tel Aviv University y UCL), Ity Shurtz (Hebrew University) y Sarit Weisburd (Tel Aviv University), presentado en Policy Evaluation Workshop del Summer Forum de este año, que organizamos Judit Vall y yo mismo, estudian, de un modo causal, una reforma de la seguridad social en Israel que transfirió los complementos de la pensión de jubilación de los esposos a sus esposas que no trabajaban (obviamente, si cotizaron suficientemente tenían derecho a su propia pensión), reduciendo así sustancialmente el impuesto implícito sobre (la continuación en) el empleo del esposo mientras se mantiene constante la riqueza general del hogar afectado (es decir, sólo se transfieren derechos monetarios de uno a otro cónyuge). La reforma no era, en absoluto marginal, ya que implicaba una reducción anual de 10,000 de séquels nuevos (aproximadamente 2500 euros) en el impuesto anual implícito sobre el empleo de los esposos. Esto equivale a un 16% en el promedio de impuesto implícito en la población afectada.

El impuesto implícito es la riqueza de la seguridad social (deuda implícita de la Seguridad Social con un individuo) que se pierde si se sigue trabajando un poco (periodo) más. Cuando se transfieren (derechos sobre) renta de un cónyuge a otro, la pérdida que sufre un individuo por el hecho de seguir trabajando disminuye, incentivando (relativamente) el hecho de continuar trabajando. Supongo que el lector avispado ya se habrá dado cuenta que esto se parece enormemente al caso de mis padres (y probablemente de muchos padres en aquella época).

¿Qué esperamos de una política (como esta) neutra respecto a la renta del hogar? Si uno no ha estudiado economía (o la estudió de aquella manera) tenderá a pensar que la política tendrá poco o no tendrá efecto sobre el hogar, ya que no hay cambios de renta. Si, por el contrario, estudio economía y atendió los cursos fundamentales, identificará que toda política con implicaciones monetarias tiene un efecto renta (aparentemente nulo para el hogar pero no para sus miembros) y un efecto sustitución (importante en este caso para el cónyuge). Veamos, pues, si en este caso el efecto sustitución tuvo consecuencias importantes sobre la conducta de alguno de los agentes implicados.

Para identificar los efectos de esta reforma los autores usan datos administrativos de la seguridad social israelí,  para comparar las trayectorias vitales de cohortes próximos, afectados y no afectados (que se suponen afectados por entornos socioeconómicos similares). Para ello los autores aprovechan que la reforma se dirigió a un segmento específico de la población, amas de casa en parejas donde la esposa nació después del 1 de enero 1931. Este grupo se compara con las amas de casas en parejas donde la esposa nació antes del 1 de enero 1931 (es decir, nacidas en 1930).

En este contexto, los autores encuentran que la Reforma redujo las tasas de jubilación (y, por tanto, siguieron trabajando al menos un tiempo) de los esposos afectados en aproximadamente 6.4 puntos porcentuales al año de su entrada en vigor (1996). Este efecto se observa en todos los cohortes de hombres hasta que tienen 70 años de edad. Una vez que los esposos cumplen 70 años no hay incentivos extras a trabajar y las diferencias en las tasas de jubilación entre los esposos tratados y de control desaparecen. Estos resultados son robustos a variaciones en el método de identificación y, obviamente, desaparecen cuando se analizan en contextos no esperados (placebo test).

A continuación, los autores usan este cambio exógeno en el empleo en edades avanzadas para examinar el impacto de trabajar más tiempo sobre la longevidad. Si bien encuentran una asociación positiva entre el empleo y la probabilidad de supervivencia después de la edad de 80 en la muestra, cuando instrumentan el empleo utilizando la Reforma, encuentran que el efecto del empleo en supervivencia después de los 80 años es negativo. Específicamente, trabajar un año adicional disminuye la probabilidad de supervivencia después de los 80 años en aproximadamente un 12%. Curiosamente, este efecto parece estar concentrado entre los trabajadores manuales (precisamente el grupo de trabajadores, con expectativas de pensiones cercana a la mínima, donde la introducción de las pensiones no contributivas en España tuvo más efecto), lo que sugiere que tales trabajos pueden ser menos adecuados para trabajar en edades más avanzadas (y sugiere una explicación alternativa de porque desean, en general, jubilarse antes).

Finalmente, los autores calculan el efecto de la Reforma en los ingresos, encontrando que la Reforma aumentó las ganancias netas en aproximadamente 46,100 nuevos séquels. Combinando este resultado con el efecto de la Reforma en la supervivencia recuperamos el valor que los individuos tratados atribuyen a un año adicional de vida (bajo el supuesto de que los individuos internalizan el efecto sobre la salud). Los resultados indican un valor relativamente pequeño de año adicional de vida, del orden de 47,500 nuevos séquels (sobre 12450 euros). El pequeño valor implícito de una año adicional de vida pone en tela de juicio la noción de que al tomar decisiones de empleo entorno a la jubilación, los trabajadores plenamente comprenden el costo del empleo en términos de su salud y longevidad. Es decir el trade-off entre empleo y salud/longevidad.

¿Qué hemos aprendido hoy? Fundamentalmente, que el balance de poder en el hogar es un importante determinante de las decisiones en el hogar y de la supervivencia (relativa) de sus integrantes [casi nada].



Reescribir la historia para cambiar la economía

“No veo que la cultura sea un pedacito que hay que atender después de negociar la deuda externa o después de establecer la emergencia alimentaria. Todo esto hay que resolverlo con absoluta urgencia y empuje del gobierno, pero esto no implica que la cultura sea la que deba esperar. La cultura es lo que nos baña, nos identifica, lo que nos hace hablar como hablamos y discutir como discutimos. Por lo tanto, yo diría que no es lo último. La cultura es la estructura secreta de todo lo que se hace, incluso en materia de economía.”

La frase le corresponde a Horacio González, el intelectual responsable de construir la justificación teórica del kirchnerismo. Más que justificación; parafraseándolo, podríamos decir que fue el encargado de edificar la estructura secreta de las ideas, que soportó todo lo que hizo el gobierno anterior.

En tiempos líquidos, de coyunturas urgentes, de crisis profundas, de inestabilidad permanente, hablar del largo plazo resulta presuntuoso, descolocado, inoportuno. La demanda social pasa por el precio del dólar, por conocer la anatomía de las regulaciones que permiten comprarlo, los efectos colaterales de su última suba. Pero esta crisis pasará, como pasaron las catorce anteriores. Y sobrevendrá la decimoquinta, a menos que encontremos la forma de engañar al meme, si se me permite usar el término inventado por Richard Dawkings para referirse a la replicabilidad de las ideas, en forma análoga a los genes.

Esta semana me hicieron en una conferencia la pregunta del millón: ¿Cuándo se jodió Argentina ? No encuentro, para ser honesto, un hito. No coincido con José Sebrelli en que haya sido el 4 de junio del 43, cuando un golpe militar llevó a Perón al poder de los ministerios. Creo que mas bien que hubo dos hechos; el primero es que cuando el mundo se reabrió al comercio luego de la segunda guerra nosotros elegimos seguir con el programa de sustitución forzada de importaciones que impuso la crisis del 30 y, en segundo lugar, que quisimos acompañar el crecimiento de los estados de bienestar de la segunda mitad del siglo pasado, pero nunca pudimos conectar esa ampliación de derechos con la necesidad de financiarlos.

En parte creo que hubo un hecho azaroso responsable de eso; el récord de términos de intercambio entre 1946 y 1951. El movimiento político que estaba en el poder entonces, aprovechó esa coyuntura y apoyó sobre ella una construcción simbólica espectacular, que en el terreno de las ideas conectó la abundancia coyuntural con las medidas tomadas por el gobierno, dando nacimiento a una nueva ideología. Si los precios de las cosas que le vendíamos al mundo, de repente valían 50% mas que en la década anterior, había plenitud de divisas y por lo tanto era posible sostener altos salarios en dólares, que por primera vez en mucho tiempo pusieran al alcance de la clase trabajadora los bienes aspiracionales que hasta entonces estaban reservados a la burguesía. Cuando los precios internacionales se derrumbaron y el poder de compra de nuestras exportaciones volvió al nivel que tenían antes, sobrevino el ajuste del 52. Los precios volvieron a mejorar al año siguiente, para caerse nuevamente en 1954 y permanecer en los niveles históricos por los próximos 19 años, pero la mística estaba instalada y la caída de los términos de intercambio en los años que siguieron a la abundancia no hicieron más que reforzar la idea que que existía un posibilidad de conseguir salarios reales más altos por el camino corto de una revolución política, sin transpirar la camiseta de la acumulación de capital, sin recorrer el largo camino del desarrollo tecnológico, que requieren el esfuerzo del ahorro y la paciencia del tiempo.

La historia volvió a repetirse. Los términos de intercambio volaron en 1973, pero la suerte duró solo un año y la economía tuvo que esperar hasta 2006 para encontrarse nuevamente con precios internacionales súper favorables, que esta vez duraron hasta 2014, con un ligera interrupción en la crisis del 2009. En cada uno de esos momentos hubo un relato épico de la lluvia y una demonización de la sequía. En esas construcciones está el gen, o mejor dicho el meme, de la decadencia argentina.

Para que esa cultura persista en el tiempo e incluso sea capaz de reinventarse es preciso reescribir la historia y Horacio González acaba de dejarlo claro en una entrevista reciente donde dijo que “Hay que reescribir la historia argentina pero no en esa especie de neoliberalismo inspirado en las academias norteamericanas de los estudios culturales, donde hay una multiplicidad graciosa y finita. SIno que tiene que ser una historia dura y dramática, que incorpore una valoración te diría positiva de la guerrilla de los años 70 y que escape un poco de los estudios sociales que hoy la ven como una elección desviada, peligrosa e inaceptable.”

No voy a caer en el error simplón de juzgar anacrónicamente a los movimientos guerrilleros de los 70, con la óptica de los valores actuales, pero lo que estaba en juego entonces era justamente la posiblidad de reemplazar ese pacto social brillantemente resumido en la pluma de Alberdi, que puso de pie a la Argentina y permitió incluir millones de inmigrantes con oportunidades para todos, por un conjunto nuevo de reglas que negaban la democracia, la propiedad privada y la libertad, en pos de la construcción de un hombre nuevo.

Reescribir la historia no es solo un intento de afeitar al Che Guevara; es la base del edificio que busca llevarse puesta la Constitución Nacional.

Fuente: ELDÍA.com



domingo, 29 de septiembre de 2019

Ilusiones con las pensiones

Recientemente he escrito dos artículos sobre el sistema español de pensiones. Uno ha aparecido en un libro coordinado por José Antonio Herce y recoge los puntos de vista de numerosos investigadores y expertos. Otro será publicado, también junto con otras contribuciones muy variadas, en el próximo número de Papeles de Economía Española, coordinado por Eduardo Bandrés, gran conocedor de las políticas públicas en España.

Aunque este tipo de artículos no dan puntos en los curriculum vitae académicos (ridiculum vitae los llamaba el muy añorado Eduardo Ley, DEP), tienen un valor añadido importante para sus autores: la necesidad de reflexionar sobre cómo transmitir a un público amplio, no necesariamente conocedor del tema en cuestión, las principales cuestiones sobre las que la investigación ha alcanzado (o no) un cierto consenso y las que han de ser investigadas para contribuir a mejorar las políticas económicas y sociales.

En este caso, la escritura de esos dos artículos y discusiones posteriores con colegas (y, sin embargo, amigos) me han servido para confirmar que hay ilusiones con las pensiones que se resisten a desaparecer. Describiré cinco que me parecen evidentes, pero seguramente persisten algunas más.

La ilusión de la sustitución de rentas

El dividendo demográfico (crecimiento de la población en edad de trabajar superior al de la población jubilada) se ha evaporado. A pesar de ello, se sigue contemplando la posibilidad de que las pensiones públicas contributivas de jubilación sustituyan casi completamente a las rentas laborales. Tras la reforma de 2011 y con la de 2013 en suspenso, España sigue teniendo, normativa y efectivamente, tasas de sustitución muy elevadas en comparación con otros países de nuestro entorno. Y las cuentas no salen: una simple identidad muestra que la máxima tasa de beneficio (la ratio pensión media/salario medio) que se puede ofrecer es igual al producto del tipo efectivo de las cotizaciones sociales y la tasa de empleo dividido por la tasa de dependencia (la ratio entre la población que recibe la pensión y la población en edad de trabajar). Pongan números: incluso con una tasa de empleo del 70% y un tipo efectivo de las cotizaciones sociales del 25% (ambos muy superiores a los valores actualmente vigentes), si la tasa de dependencia alcanzara el 50% (lo que según todas las previsiones demográficas sucederá con toda probabilidad pronto), la tasa de beneficio debería ser del 35% (en la actualidad está cerca del 50%). Reducir dicha tasa para restaurar la sostenibilidad financiera pasa por disminuir las tasas de sustitución de las pensiones contributivas (la ratio entre pensión y último salario percibido, que, en media, es del 80% aproximadamente en la actualidad) o por retrasar la edad de jubilación (más allá del incremento gradual previsto hasta los 67 años). En otras palabras, no podemos seguir aspirando a que las pensiones de jubilación públicas cubran una parte tan elevada de nuestras rentas laborales durante periodos de jubilación cada vez más largos.

La ilusión de la financiación mediante impuestos generales

Ante las dificultades financieras, se apela al uso de impuestos generales para financiar las pensiones contributivas. Creo que esto también es una ilusión, por dos motivos. Uno es que el margen disponible para utilizar impuestos generales o deuda pública (impuestos generales futuros) para financiar las pensiones es escaso. El déficit estructural todavía es significativo (posiblemente, superior al 2,5% del PIB), la ratio de endeudamiento puede superar (por mucho y muy pronto) el 100% del PIB si la ralentización económica en ciernes acaba materializándose (y, en algún momento, lo hará y cuando lo haga se producirá más rápidamente que lo esperado), y no parece haber apetito por una reforma fiscal que restaure la eficiencia y la suficiencia del sistema tributario.

Otro es que, conceptual y jurídicamente, es un grave error financiar pensiones contributivas (que ofrecen prestaciones diferentes en función del historial laboral) con impuestos generales (a los que, en principio, todos aportamos bajo las mismas reglas). Como medida temporal, para financiar déficits transitorios, puede recurrirse a los impuestos generales para complementar a las cotizaciones sociales en la financiación de las prestaciones contributivas, tal y como se está haciendo en la actualidad con los créditos del Tesoro a la Seguridad Social. Pero ni las dificultades financieras del sistema de pensiones son transitorias, ni cabe pensar que tal medida pueda y deba ser permanente ni definitiva.

La ilusión de la productividad

Otra solución a la que se suele apelar es el crecimiento de la productividad. Apoyándose en los posibles desarrollos de la robótica y de la inteligencia artificial, se llega a plantear, incluso, un escenario en el cual “los robots pagarán nuestras pensiones”. También esto es una ilusión por, al menos, tres motivos: i) el crecimiento de la productividad durante los últimos años no ha hecho otra cosa que disminuir (como hemos discutido recientemente), ii) la Revolución Industrial 4.0 no garantiza crecimientos más elevados de la productividad en el largo plazo (por las razones apuntadas aquí y aquí) si el efecto negativo del envejecimiento de la población sobre la innovación tecnológica no se compensa con medidas que aumenten la magnitud y la eficacia de las inversiones en I+D (algo sobre lo que he recibido otro encargo de articulo que tendré que atender en las próximas semanas) y, finalmente, iii) incluso si la productividad aumentara no sería posible que las pensiones contributivas de jubilación mantuvieran tasas de sustitución de las pensiones similares a las actuales, entre otras razones porque dichos aumentos se trasladarían a aumentos de salarios que, consecuentemente, generarían derechos más elevados (algo que se olvida con frecuencia pero que ya en este blog se avisó hace casi una década).

Conviene, no obstante, hacer una aclaración. El mundo es mejor si la productividad aumenta. La suficiencia de las pensiones se puede garantizar con crecimientos de la productividad, aun reduciendo su tasa de beneficio. Dicha suficiencia se alcanza con prestaciones asistenciales para erradicar la pobreza y con complementos de mínimos a las pensiones contributivas que, en este caso, sí deben financiarse con impuestos generales.

La ilusión de la capitalización

Finalmente, se apunta que el mantenimiento de la renta durante la vejez puede conseguirse con la acumulación de ahorro para la jubilación, mediante los tradicionales planes individuales o colectivos de jubilación o, bajo iniciativas más novedosas, con aportaciones voluntarias asociadas a transacciones comerciales de distinta índole.

Incluso dejando de lado el problema de la “generación perdida” (la que tendría que financiar las pensiones de la generación anterior por el sistema de reparto y al mismo tiempo ahorrar para financiar su propia jubilación), aspirar a acumular un capital suficiente para complementar sustancialmente las pensiones públicas de jubilación es una quimera. Primero, en un contexto de bajos tipos de interés, que parece que durará, el volumen de ahorro necesario está fuera del alcance de la mayoría de las familias (sobre todo con comisiones en los planes de pensiones ridículamente elevadas). En segundo lugar, resulta muy difícil diseñar medidas que incentiven dicho ahorro (y, desde luego, las desgravaciones fiscales por aportaciones a fondos de pensiones no son, ni de lejos, la mejor de las alternativas disponibles). Y, en tercer lugar, aun cuando se constituyera ese capital, se habría resuelto solo la mitad del problema. La conversión de ese capital en rentas vitalicias (la “desacumulación”) en un contexto de bajos tipos de interés y longevidad creciente plantea, incluso, dificultades mayores que las asociadas a la constitución del capital necesario para la jubilación.

El Pacto de Toledo

 Ante estas cuestiones fundamentales se sigue recurriendo a la Comisión Parlamentaria del Pacto de Toledo como la vía más adecuada para avanzar en la reforma del sistema de pensiones. La experiencia demuestra que, hasta la fecha, no lo ha sido. Y en un contexto en el que la duración de los Gobiernos es cada vez más corta, la fragmentación parlamentaria más acusada, la frecuencia de las elecciones más alta y, por tanto, la preocupación por el corto plazo mucho mayor que por el largo plazo, no parece que sean posibles acuerdos sobre la reforma de las pensiones entre las fuerzas políticas con representación parlamentaria.

La reforma de las pensiones requiere tener en cuenta cuestiones técnicas y restricciones económicas. Pero, sobre todo, implica costes y beneficios que se han de repartir de forma diferente entre las distintas generaciones y entre los individuos de cada generación. Partidos políticos con posiciones ideológicas muy diferentes sobre la equidad intra e intergeneracional (y audiencias electorales distintas) difícilmente podrán ponerse de acuerdo sobre como proceder a dicha distribución, especialmente en ese contexto político.

 

Lo que cada vez es más evidente es que obviar estas cuestiones y seguir apelando a soluciones ilusorias es como esconder la basura bajo la alfombra. Algún día acaba rebosando y entonces es mucho más costoso recogerla.



¿Se acerca un recesión mundial otra vez?

¿Se aproxima una recesión mundial otra vez? Grabo este vídeo desde el ‘Global Youth Lidership’ (Santander). Un foro en el que estamos analizando cómo y por qué la economía mundial lleva ya tiempo perdiendo intensidad (el PIB crece más que el comercio exterior y las exportaciones).

¿Cuáles pueden ser las posibles consecuencias?

✔ A corto plazo: una posible recesión mundial
✔ A largo plazo: un ciclo de inversión largo y sostenido. Eso sí: ¡esperemos que sin Donald Trump! 

 

 

blog josé carlos díez

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Infierno y redención en Gotham City

“¿Es cosa mía o el mundo está cada día más loco?” Arthur, ciudadano de Gotham City, comparte esta reflexión con su psiquiatra. Es un hombre de mediana edad. Reside en un humilde y sombrío apartamento, junto con su madre dependiente. Pretende dedicarse a la comedia en vivo, aunque de momento trabaja para una compañía de servicios a través de la cual realiza actuaciones cómicas en centros comerciales y hospitales infantiles. Es Arthur Fleck, una persona acorralada por la la falta de proyección laboral, el trato impersonal e ineficaz de los servicios sociales, la incomprensión familiar, la soledad y el egoísmo, en general, que emana de una ciudad donde la basura se apila en las aceras con motivo de la huelga del servicio de recogida. Hasta que todo se precipita en su vida. Harto u orgulloso de no ser “más que un payaso”. Enojado y decepcionado con las estrellas, los referentes mediáticos y los falsos empresarios filántropos de la ciudad. Con razones sobradas y suficientes para convertirse en un héroe en lugar de un villano. Atrapado por la crueldad de las relaciones humanas y la impureza de la sociedad. Impotente ante la consciencia de sus propias limitaciones en un contexto de competitividad inexorable. Desde el infierno hacia la búsqueda de la redención, Arthur deviene en Joker, al igual que Bruce lo hizo en Batman. Ambos estuvieron “arriba y abajo, enfrente y afuera”. Ambos cayeron de bruces y regresaron a la carrera, experimentando con dolor que, por curioso que parezca, “algunas personas disfrutan pisoteando los sueños” de los demás, tal y como indicaba Sinatra en “That’s life”. En la oscura, aislada y decadente Gotham, Arthur trata de hacer sonreír a un niño en un autobús urbano. Contra todo pronóstico, su madre se violenta y termina reprochándole que “moleste” a su hijo. Sin encontrar […]

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jueves, 26 de septiembre de 2019

Cuando las mujeres cobraban menos que los hombres (no como ahora)

Por Israel Campos

Hoy en día, estamos acostumbrados a que sea la visión presentista la que presida nuestra manera de entender los acontecimientos que protagonizan la actualidad. La falta de perspectiva y de conocimiento de los hechos históricos provoca la aparición permanente de “adanistas” que están convencidos de que la mayor parte de nuestros problemas acaban de aparecer, por lo que no son capaces de comprender cuáles son las coyunturas que nos han llevado a donde nos encontramos ahora.

A poco que escarbemos algo en la historia, seremos capaces de identificar los inicios de la gran mayoría de los fenómenos que estuvieron en el origen de instituciones, sistemas económicos, costumbres morales o formas religiosas. Por eso, cuando ahora comprobamos cómo el negacionismo que algunas formaciones políticas o grupos empresariales utilizan para tratar de apartar del debate ciertas situaciones de desigualdad, parece que puede ser relevante que miremos más allá de nuestro presente, para conocer la antigüedad de algunos vicios del sistema económico y las desigualdades que provocan. Y este es el objetivo de este post: describir las primeras referencias, datadas en la Edad Antigua, del problema de la brecha salarial.

Esta cuestión no resulta nueva en este blog y ya ha sido ampliamente analizada desde una perspectiva histórica, económica y de género, hasta donde conocemos no se ha llegado a lo que podríamos considerar los orígenes históricos de esta práctica. Por eso vamos a rescatar la primera documentación que disponemos de cómo se fraguó, en los inicios de la Historia, la normalización de una situación que ha persistido durante siglos.

¿Se puede buscar en el pasado lo que está sucediendo ahora?

De entrada, existen ciertas dificultades cuando queremos establecer la relación causal entre cosas que pasaban antes y las de nuestro presente. Por un lado, nos encontramos con una importante limitación y parcialidad en las fuentes disponibles con las que rastrear en el pasado. Además, también existe el peligro de incurrir en el anacronismo, al trasladar términos o situaciones de nuestra sociedad actual a realidades históricas que funcionaron con modelos diferentes. Sería, como señaló de forma exagerada el historiador Lucien Febvre: “Anacronismo es darle un paraguas a un Diógenes y una metralleta a Marte”.

Otro inconveniente puede estar también en acertar en las equivalencias entre nuestros conceptos y los que emplean las fuentes antiguas. Para que se entienda lo que queremos expresar: esta circunstancia ya estaba presente en las fuentes disponibles – las numerosas tablillas de barro de escritura cuneiforme – para conocer la Antigua Mesopotamia en torno al 3000 a.C. Ahí vemos que no es posible establecer un único término para definir lo que nosotros entendemos por “salario”. Para los sumerios el matiz se comparte entre “jornada laboral”, “retribución por un trabajo hecho” o “ración para subsistir”. Pero estos problemas no han frenado que cada vez conozcamos mejor las condiciones de vida y de trabajo de las primeras sociedades conocidas que dieron origen a la formación del Estado.

Mapa con el territorio bajo control de la ciudad de Ur durante el periodo de la Tercera Dinastía

División sexual del trabajo = la brecha salarial

Las fuentes escritas que nos han llegado están marcadas inevitablemente por el protagonismo concedido al género masculino sobre el femenino, y a las élites político-económicas (masculinas, obviamente) sobre el resto de los colectivos que participaban en las tareas. Por eso es importante que introduzcamos una perspectiva de género al análisis de esta documentación.

La atención a las mujeres en la Historia puede llevar a quedarnos con que la información que las fuentes ofrecen se centra en las mujeres de las clases altas. Sin embargo, también se cuenta con una cantidad significativa de datos acerca de mujeres de otros sectores sociales y, por eso, es posible reconstruir parte de sus vidas como mujeres trabajadoras. No nos quedemos tampoco en la simple elaboración de listados de trabajos realizados por mujeres u hombres, o rescatar nombres de mujeres que pudieron desempeñar un protagonismo puntual en determinadas ocasiones.

Hoy en día es posible identificar los orígenes históricos de realidades socio-económicas que siguen gozando de un protagonismo relevante en nuestra sociedad actual. Una de ellas es resultado de la consolidación de un modelo de funcionamiento socio-cultural patriarcal, que llevó a la institucionalización de la división sexual del trabajo (Nuño, 2010). Lo que implicaba una inserción diferenciada de hombres y mujeres en la división del trabajo existente en los espacios producción. De aquí se desprendió luego una consecuencia cultural: a menudo las actividades consideradas masculinas se perciben como generales o de interés general, mientras que las femeninas se perciben como locales o de interés solo para las mujeres vistas como un grupo en sí (García-Ventura, 2012). Esta distribución de funciones ha sido explicada y justificada de muy diversas maneras, recurriendo a aspectos fisiológicos, culturales, sociales e incluso militares. Pero es que, sobre esta división sexual del trabajo, vamos a ver cómo desde muy temprano se constituye también otra realidad que, en un principio, aunque se intuyera, resultaba difícil de demostrar: la brecha salarial por razón de género. A lo que nos referimos es a la diferencia de salarios percibidos por hombres y mujeres respecto de trabajos similares o de similar valor.

Evidencias documentales de brecha salarial hace 4000 años

En muchas tablillas cuneiformes traducidas procedentes del periodo conocido como Tercera Dinastía de Ur, (Baja Mesopotamia, c. 2100 a 2000 a.C.) ha sido posible identificar que el reparto de las retribuciones se encontraba diferenciado no solo por cuestión del trabajo realizado, sino que intervenían de forma permanente criterios como la edad y el sexo en particular, tal y como ha señalado García-Ventura (2012).

Si tomamos el término utilizado para referirse a “salario” (que en una sociedad pre-monetaria equivale más bien a ración), nos encontramos con que para el oficio genérico de “artesanos”, las retribuciones mensuales estaban establecidas de la siguiente manera: 60 silas (1 sila = 0,8 kgs.) de cebada para un hombre adulto, entre 30-40 silas para las mujeres adultas y 10-20 silas para niños. La conclusión inmediata es que las mujeres cobraban una media de un 50% menos de lo que percibían los hombres realizando tareas que se consideran equivalentes. Algo semejante nos encontramos con las raciones anuales de lana, destinadas a proporcionar las piezas de ropa para vestir. Los hombres recibían 4 minas (1 mina = 0,490 kgs.) de peso, 3 minas para las mujeres adultas y 1-2 minas para los niños. En este caso, la diferencia es de un 25% menos.

Sello de Zamena (ca. 2250 a. C.) encontrado en Urkesh (Siria)

Si estos son los datos genéricos, la casuística nos ofrece ejemplos mucho más esclarecedores de la diferencia salarial instalada en la economía de la sociedad sumeria. En dos inscripciones halladas en la ciudad de Girsu (Tell Telloh, Irak) y pertenecientes a años consecutivos, se describe un fenómeno interesante: para el primer año se contratan 18 trabajadoras y para el siguiente 19, que cobraron 50 silas de cebada cada una. También se refiere el empleo de 134 trabajadoras un año y 144 el siguiente cobrando 30 silas. Y 4 trabajadoras viejas ambos años cobrando 20 silas. Se interpreta que las primeras cobraron más que las demás porque desempeñaban una responsabilidad mayor en el oficio. Y que las ancianas percibieron menos puesto que por su edad desempeñarían un trabajo menos pesado que las otras, quedando fuera de valoración la posible experiencia acumulada que pudieran ofrecer al trabajo.

Hasta aquí parece “normal” que se aplique un criterio de edad y responsabilidad en la retribución. Sin embargo, lo realmente relevante de estas tablillas es que se menciona el pago de 50 silas a un trabajador viejo que actuará ambos años de portero. En este caso, aunque por ser mayor va a cobrar menos que un hombre adulto, su salario se equipara al de las mujeres que desempañaban las mayores responsabilidades en la producción. Y, además, su paga es más del doble de la que perciben las trabajadoras viejas mencionadas. Igualmente comprobamos que el techo salarial de las mujeres que ostentaban cierta responsabilidad en el trabajo contratado (que suponemos incluiría también coordinar el trabajo de las demás mujeres y la responsabilidad en el resultado final del producto), en ningún caso logra equipararse al que podría percibir un hombre adulto sin atribuciones especiales en su oficio.



Correspondencia política en estado de hibernación

PSOE; vuestra deslealtad hacia la democracia, por mucho que tratéis de camuflarla exhumando a Franco doscientas cincuenta veces al día en cuanto se avecinan nuevas elecciones, es indiscutible. Forzáis una nueva repetición porque queréis “una victoria más clara”. Desveláis así vuestro cinismo, reconociendo que vuestra anterior victoria electoral careció de claridad, lo que nos hace recordar con sonrojo aquella carta de julio dirigida a vuestra militancia repitiéndole hasta la saciedad que vuestro “triunfo” había sido incuestionable, tan solo para apaciguar su mosqueo por no haber tratado de conformar, desde la minoría parlamentaria que teníais, un gobierno de izquierdas. Ese mismo gobierno que os pedían al grito de “con Rivera no”, mientras Adriana Lastra ponía cara de circunstancias e intentaba enviarle telepáticamente un mensaje de respuesta apropiado a su director en semejante situación crítica. Más País; vuestra falta de respeto hacia el sistema democrático también es palmaria. Decís que aparecéis para cubrir el vacío de la abstención. ¡Pero no os atrevéis a decir que surgís para representar mejor a la izquierda de lo que lo ha hecho el PSOE! No por falta, seguramente, de atrevimiento, sino de posibilidad. Habéis nacido con ese veto y vuestra aparición, por lo tanto, no mejora la democracia, sino que la degrada. Exactamente igual que la degradan otras formaciones políticas de reciente irrupción. Sonreíd (ya sabemos a quién). Ciudadanos, cuán descomunal constatación de que tan pronto se puede fabricar un partido, tan pronto se puede destruir. Pensemos en La Ser, esa radio tan poco sospechosa de ser un medio de comunicación imparcial, que en los últimos días anda difundiendo mensajes de disidencia del entorno de vuestra militancia. ¡Qué periodismo tan simpático y neutral!, ¿verdad?  Parecería como si Angels Barceló y Pepa Bueno se hubiesen propuesto procurar una mayor claridad y contundencia a los próximos resultados electorales del […]

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miércoles, 25 de septiembre de 2019

Malthus se baña en el Pacífico: el misterioso caso de la Isla de Pascua

Que los conquistadores jugaron un papel fundamental en el desplome de las poblaciones indígenas de las Américas no es noticia y no debería sorprender a nadie a estas alturas del partido. Sin embargo, la historia nos brinda un episodio en el que la población indígena prácticamente desapareció sin que anduviera cerca ningún colonizador con ansias de grandeza. Se trata de la Isla de Pascua, situada en el Pacifico, lejísimos (a unos 3.500 kilómetros) del país más cercano, Chile. Los estudios arqueológicos de los que disponemos revelan que a esta diminuta isla del tamaño de una cuarta parte de Menorca le costó mucho aumentar su población. Los primeros habitantes de la isla, unos 100 Rapa Nui, llegaron de las islas Marquesas (a unos 3.751 kilómetros) allá por el año 400 y, como puede verse en el siguiente gráfico (solo el eje vertical de la izquierda, por ahora), nada apreciable pasó en términos de población hasta alrededor del año 500. Allí las cosas empezaron a pintar bien para los Rapa Nui y su población llegó a unos 10.000 en el año 1500.

Pero algo realmente dramático debió suceder a partir de ahí. Por una vez, los culpables de esta debacle demográfica no fueron los europeos llegando con sus tropas puesto que el primer explorador del viejo continente que alcanzó la isla fue el holandés Jacob Roggeveen el 5 de abril de 1722 (era domingo de Resurrección, de ahí el nombre que con que se bautizó a la isla). Para cuando Roggeveen pisó la isla, solamente vivían en ella unos 3.000 indígenas. ¿Qué puede explicar este dramático cambio? Hay quien dice que los Rapa Nui no eren gente muy práctica y que se obsesionaron en construir enormes monumentos, llamados moai, en honor a sus dioses usando cantidades ingentes de madera para mover las mastodónticas piedras de un lado a otro. Según este relato, que puede leerse en Colapso, el magnífico libro de Jared Diamond, esta afición, junto a la aparición y rápida propagación de la rata polinesia y otros factores, llevó a una paulatina deforestación de la isla y eventualmente a una hambruna que hizo que – literalmente – los pobres habitantes de la isla tuvieran que recurrir a comerse unos a otros para tratar de sobrevivir. Los colonizadores tampoco ayudaron, claro está, pues trajeron con ellos todo tipo de enfermedades y se llevaron a muchos de los Rapa Nui como esclavos, a Perú sobretodo. Pero ya he dicho antes que la Isla de Pascua había sufrido su espectacular pérdida de población antes de la llegada del primer europeo a la isla.

Seguramente hay mucho de cierto en esta historia, pero… echémosle otro vistazo al gráfico. Estamos hablando de una caída de la población de 10.000 a 300 en 222 años, es decir, una caída del 1.6% de la población por año! ¿Cuántos árboles hubo que talar para construir rodillos que movieran las gigantescas piedras con las que se hacían monumentos? ¿Cuántas ratas fueron necesarias para comerse lo que se supone que era un paraíso tropical? Algo falla en esta explicación.

En un bonito trabajo (ver aquí), David de la Croix y Davide Dottori explican que lo que pasó allí es que la isla entró en una dinámica Maltusiana que llevó a sus habitantes casi a su completa extinción. Cuentan David y Davide que en la isla vivían varios clanes que no se llevaban demasiado bien. Bueno, en realidad, se odiaban y se enzarzaron en una guerra sin cuartel por el control de la isla. Y claro, la tecnología bélica que existía en la isla consistía básicamente en mano de obra: los mayores ejércitos tenían una mayor probabilidad de ganar y, seguramente, la relación entre el tamaño de un ejército y su probabilidad de victoria era convexa (esto es un supuesto mío, sacado de la manga, que me encantaría contrastar usando datos de otras guerras). Es fácil de entender que esto llevó a una carrera poblacional entre los diferentes clanes: a cada aumento en la tasa de la natalidad de un clan, los demás clanes se lo montaban para tener más hijos. Esto llevó a una rápida sobrepoblación de la isla si uno asume que la tecnología no era muy eficiente en eliminar a los recién llegados al mundo. Esta teoría sugiere que esta enorme presión demográfica, en una isla, recordemos, del tamaño de una cuarta parte de Menorca, instó a los Rapa Nui a cultivar la tierra de una forma intensísima, hasta que aquello no dio para más. Llegó un punto en el que sencillamente no había forma de alimentar a toda esta población y la hambruna se apoderó de la isla, diezmando su población a una velocidad pasmosa. Es decir, la isla experimentó una clásica debacle Maltusiana, como ilustro en el siguiente gráfico.

El panel de arriba muestra que, en una economía Maltusiana, a mayor población, menor renta per cápita puesto que la tierra, el principal factor de producción, es fija. El panel de debajo muestra que, a mayor riqueza, mayor crecimiento de población. Esto es así porque, a mayor riqueza, menos gente muere de hambre, pero, más relevante, las familias eligen tener un mayor número de hijos para que contribuyan a la economía familiar (o del clan) o para disfrutar de ellos como un bien de consumo. La isla se encuentra en el equilibrio A inicialmente, con un crecimiento de la población igual a cero y una población L*A. Los clanes deciden iniciar una carrera demográfica y eso implica que, a cualquier nivel de riqueza per cápita, deciden tener un mayor número de hijos, desplazando la curva del panel inferior hacia arriba. La isla se mueve al punto B y su población aumenta a L*B. En el panel de arriba la curva se desplaza ahora hacia abajo: como ahora hay que alimentar a más gente, se está sobre-explotando la tierra y, por tanto, dado un nivel de riqueza se puede alimentar a menos gente o dicho de otra forma: dado un nivel de población, la gente es más pobre. La población de la isla cae rápidamente a L*C y sigue decreciendo hasta alcanzar su nuevo equilibrio L*D, mucho menor al nivel inicial L*A. Esta evolución de la población se ve en el tercer gráfico donde, a modo ilustrativo, señalo los diferentes años clave en esta dinámica.

Es difícil saber a ciencia cierta cuánto hay de válido en la explicación de De La Croix y Dottori, pero desde luego, encaja estupendamente con el primer gráfico que he mostrado. Y, ciertamente, se trata de una pavorosa paradoja: los diferentes clanes decidieron un mal día tener muchos más hijos para garantizar su supervivencia y fue precisamente esto lo que les llevó a su casi total extinción.

Nota: el primer gráfico muestra (en el eje vertical de la izquierda) la población de la isla de Tikopia, una pequeñísima isla también situada en pleno Pacifico. De La Croix y Dottori usan esta isla como un ejemplo de lo que puede pasar en un contexto parecido, pero sin un episodio de sobre-población como el que experimentó la Isla de Pascua.



martes, 24 de septiembre de 2019

¿Están lastrando Madrid y/o Barcelona el crecimiento económico de España?

Al menos desde que Robert Solow publicara en 1957 el primer ejercicio de contabilidad del crecimiento, sabemos que la acumulación de capital y trabajo sólo representa una parte pequeña del conjunto de fenómenos que explican la evolución de la producción agregada en el largo plazo. Este estudio atribuía al llamado ‘cambio tecnológico’ un peso de siete octavos de la variación en la producción por hora y persona desde 1909 a 1949. El término ‘cambio tecnológico’ (o variación de la productividad total de los factores, PTF) no era más que la forma elegante de llamar a ‘la medida de nuestra ignorancia’. Así denominó Abramovitz (1956) al aumento de la productividad que observaba en el artículo que ha pasado a la historia por esta cita.

A partir de la constatación de que ‘la medida de nuestra ignorancia’ parecía estar guiando de forma predominante el crecimiento, y una vez que Solow y Swan desarrollaran un modelo de referencia sobre el que empezar a edificar, los economistas fueron creando un cuerpo de conocimiento para ir ganándole terreno a nuestra ignorancia, valga la redundancia, e ir perfilando el significado último del ‘cambio tecnológico’. De este modo, y siguiendo este artículo de Jones (2015), podemos considerar que la PTF se divide en dos grandes componentes: el stock de conocimientos en una economía, por una parte, y una medida de la calidad en la asignación de los recursos (misallocation), por otra.

Sobre el primero de los componentes, la generación de ideas, su carácter no rival, y la interacción entre ideas, población y capital humano, ofrecen una explicación de por qué las tasas de crecimiento pueden ser permanentemente positivas. José Luis Ferreira lo explicaba recientemente en NeG de forma muy plástica, y Jones y Romer (2010) lo sintetizan en este trabajo en relación con las nuevos hechos estilizados.

Pero es el segundo factor detrás de la PTF, la calidad de la asignación de los recursos, el aspecto que me interesa destacar en esta entrada. Cambios en la asignación que ocurren a nivel microeconómico impactan en el crecimiento agregado de la PTF, lo que en el plano empírico conecta el análisis micro con el macroeconómico. Así, en un trabajo ampliamente citado, Hsieh y Klenow (2009) cuantificaban el grado de dispersión de la productividad en empresas pertenecientes a la misma industria, dispersión que asociaban con el nivel de misallocation. Según sus estimaciones, si el trabajo y el capital se reasignaran en China e India, de modo que la distribución de la productividad igualara a la de Estados Unidos, la PTF podría aumentar hasta un 50% en China y un 60% en India.

Centrándose en una dimensión relacionada pero diferente del problema, Hsieh y Moretti (2019) cuantifican la magnitud de la mala asignación espacial del trabajo entre las ciudades de Estados Unidos. El estudio está motivado por la observación de que la desviación típica de los salarios nominales entre las ciudades, después de tener en cuenta las características de los trabajadores, ha aumentado considerablemente entre 1964 y 2009, indicando que la dispersión de la productividad también lo ha hecho (un fenómeno que en Estados Unidos está relacionado por el gran impulso de la productividad en las áreas metropolitanas de Nueva York, San Francisco y San José).

En estas circunstancias, existiría la posibilidad de mejorar la asignación del trabajo, expandiendo el empleo (y por lo tanto su población) en las ciudades de mayor productividad y reduciéndolo en las menos productivas. Que este proceso de reasignación tenga o no lugar depende de las restricciones locales a la construcción de vivienda. Con una oferta de vivienda muy inelástica, en lugar de aumentar el empleo y la población, las mejoras de la productividad terminan elevando el precio de las casas en la ciudad y los salarios nominales, alejándonos de la asignación óptima del trabajo y castigando el crecimiento agregado.

Los autores utilizan un modelo de equilibrio general espacial y datos sobre 220 áreas metropolitanas para analizar cambios de distinta índole entre 1964 y 2009. El modelo considera que la producción en cada ciudad depende de su productividad específica, y de la cantidad de trabajo, capital y suelo disponible para negocios. Los trabajadores eligen la ciudad que maximiza su utilidad, que depende de los servicios que ofrece (amenities), y gastan parte de su renta en vivienda. Los salarios son directamente proporcionales al coste de la vivienda e inversamente proporcionales al valor de las amenities. Los autores trabajan con dos supuestos: que la movilidad del trabajo es perfecta (lo que sucede cuando sus preferencias sobre el conjunto de ciudades son homogéneas), o que existen diferencias entre los trabajadores en sus preferencias sobre localización (movilidad imperfecta). Un parámetro clave es la elasticidad de la oferta de casas al número de trabajadores, que puede variar entre ciudades.

El modelo proporciona una medida del impacto que un shock a nivel local (en su PTF, las amenities, o el precio de la vivienda) tiene sobre el crecimiento agregado, cuyos resultados sirven de base para obtener la descomposición del crecimiento implicada por el modelo, la cual se puede comparar con la descomposición contable obtenida de la observación directa de los datos. Aunque los autores utilizan información a nivel de área metropolitana para nutrir el modelo, posteriormente consolidan las ciudades en cuatro grupos: (a) Nueva York, San Francisco y San José; (b) Rust Belt; (c) Ciudades del Sur; (d) Otras Grandes Ciudades.

Del conjunto amplio de resultados del trabajo, voy a destacar los siguientes: (1) En términos contables, Nueva York, San Francisco y San José explican un 12 por cien del crecimiento agregado, pero sólo un 5 por cien si se tienen en cuenta los efectos de equilibrio general de su crecimiento sobre la (mala) asignación del trabajo; (2) los aumentos en los precios de las casas en Nueva York, San Francisco y San José explican la práctica totalidad de los efectos sobre la misallocation; (3) si estas tres ciudades hubieran cambiado la regulación sobre la oferta de casas para situarla al nivel de la ciudad mediana, el PIB agregado en 2009 habría sido prácticamente un 9 por cien más elevado, bajo el supuesto de perfecta movilidad; (4) con movilidad imperfecta la cifra anterior se reduce al 3,7 por cien, lo que equivale a 3.685 dólares anuales adicionales por trabajador; (5) incluso en este último caso los autores concluyen que, si desde 1964 las tres ciudades hubieran adoptado la regulación sobre vivienda de la ciudad mediana, su tamaño (medido por empleo) habría sido en 2009 mucho mayor (cuatro veces más en el caso de NY) del observado; (6) los efectos sobre el bienestar siguen pautas similares al PIB.

¿Son los casos de Madrid y Barcelona equiparables a Nueva York o San Francisco? ¿Tienen capacidad estas ciudades para generar efectos externos negativos de peso sobre la PTF de la economía española a través de su regulación sobre la oferta de casas? ¿Deberían ser Madrid y Barcelona ciudades mucho más grandes de lo que lo son a fecha de hoy y previsiblemente lo serán en el futuro?

Los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona publican información sobre el PIB y otras variables macroeconómicas en sus páginas web (ojo, mi antivirus detecta el Excel descargable del Ayuntamiento de Madrid como software malicioso). Tomando como válidas estas cifras, la producción de Madrid y Barcelona supone aproximadamente un 12 y un 7 por cien, respectivamente, del PIB agregado de España, por lo que las dos ciudades representan casi un quinto del PIB nacional.

El siguiente cuadro recoge las tasas de crecimiento del PIB, el sector de la construcción y los asalariados en los periodos para los que he encontrado información homogénea: 2011-16 para PIB y Construcción y 2013-16 para los asalariados. Obviamente, son periodos muy cortos y además mezclan fases distintas del ciclo como para extraer ninguna conclusión definitiva.

 

Construcción PIB Asalariados
2011-2016 2011-2016 2013-2016
España -13,4 3,3 8,2
Madrid -25,5 4,0 5,7
Barcelona -26,8 4,3 10,0

 

Fte: INE, Ayuntamiento de Madrid, Ayuntamiento de Barcelona

En Madrid y Barcelona el PIB ha crecido más que en el agregado de España, mientras que la caída en el sector de la construcción ha sido mucho más acusada. El empleo, medido por el número de salariados, ha tenido más vigor en Barcelona que en el agregado, mientras que en Madrid la tasa de crecimiento ha sido notablemente inferior. Lo anterior se puede complementar con información sobre el precio de la vivienda por ciudades, con evidencia abundante de que el crecimiento experimentado por estos precios durante la fase de recuperación ha sido mucho más acusado en Madrid y Barcelona que en el conjunto de España (ver por ejemplo aquí).

Incluso si estas cifras hicieran referencia a un periodo más largo, sólo podríamos decir que lo observado para Madrid sería consistente con los cambios que Hsieh y Moretti observan para Nueva York, San Francisco y San José, mientras que en el caso de Barcelona la evidencia es menos clara, al haber aumentado el empleo a un ritmo más rápido que la media nacional. Todo lo comentado hasta ahora me permite realizar una serie de reflexiones sobre las ciudades y la regulación municipal, con mi vista puesta en Madrid y Barcelona.

Una primera conclusión de carácter general es que ‘una gran productividad implica una gran responsabilidad’, parafraseando a Spiderman. Grandes ciudades con productividades elevadas tienen gran capacidad de generar un efecto externo negativo sobre el crecimiento agregado a través de su propia regulación, cuando ésta limita la asignación óptima de los factores por el territorio nacional.

En segundo lugar, es precisamente su carácter de externalidad lo que dificulta la corrección del problema, ya que los electores de los alcaldes no internalizan el efecto agregado de sus decisiones. De hecho, en un modelo donde la regulación es endógena, Parkhomenko (2018) muestra que los residentes de ciudades muy productivas y con escasez de suelo se inclinan por regulaciones restrictivas en cuanto a la oferta de vivienda.

Tercero, la relación entre votantes, políticas municipales y externalidades apoyaría la regulación urbanística de las ciudades desde el gobierno central. Alternativamente, Parkhomenko propone la introducción de un impuesto pigouviano para desincentivar regulaciones locales, que podría generar importantes beneficios agregados en términos de PIB y bienestar.

Cuarto, la alternancia de fuerzas políticas al frente de los consistorios dificulta la implementación de los distintos planes urbanísticos, incluso si todos éstos fueran en la dirección adecuada, lo que en la práctica reduce la elasticidad de la oferta de casas. Quinto, el control sobre el precio de los alquileres en ciudades de elevada productividad restringe la oferta de casas, que es lo relevante desde el punto de vista del efecto sobre la reasignación del empleo y la PTF agregada.

Sexto, una reducción en el valor de las amenities en las ciudades más productivas tiene un efecto similar al aumento en el precio de la vivienda, por lo que un incremento de la inseguridad, de la congestión en el disfrute de bienes públicos, o un empeoramiento de la satisfacción que los ciudadanos obtienen de la interacción mutua, afectaría de la misma manera que un aumento en el precio de la vivienda a la PTF agregada, aunque posiblemente con un mayor efecto sobre el bienestar.

Por último, nótese que la construcción de una red de transporte que conecte rápidamente con las ciudades más productivas es un importante amortiguador de los efectos negativos de las restricciones a la oferta de vivienda. A su vez, el papel compensador de la misallocation debería incorporarse como beneficio en los análisis económicos de las infraestructuras, como el tren de alta velocidad, lo que podría cambiar la consideración de su rentabilidad social.



Despedida y bienvenida

De Samuel Bentolila y Juan F. Jimeno

Cada cierto tiempo hay que renovar el equipo editorial de NeG. Lo hacemos porque creemos que el aire fresco solo llega abriendo las puertas a nuevas ideas, aptitudes y actitudes en relación con lo que es la principal razón de ser de este blog: la difusión del conocimiento económico que pueda contribuir a fundamentar mejor las políticas económicas para elevar el bienestar social. Estas renovaciones se han producido siempre a petición de los editores implicados, que son conscientes de que no es conveniente la permanencia excesiva en ese puesto —ni para ellos, ni para el blog—, y los sustitutos se seleccionan por consenso entre los editores y el equipo directivo de la Asociación Nada es Gratis.

Hoy toca despedir a Pedro Rey-Biel, el editor con más antigüedad del equipo editorial actual. Pedro ha sido un seguidor de NeG desde los inicios. Cuando hace ya muchos años se le propuso ser colaborador, su respuesta fue entusiasta; dijo algo así como “no entiendo por qué habéis tardado tanto en pedírmelo”. Y durante su etapa como editor Pedro ha sido un activo fundamental de NeG. Ha conseguido atraer talento con nuevos colaboradores, ha estado siempre al tanto de temas de actualidad que cubrir, ha “pastoreado” al resto de editores y a los colaboradores (una tarea ingrata y nada fácil) y ha seguido publicando numerosas entradas, especialmente las relativas a su especialidad, la Economía del Comportamiento; entre ellas, esta joya que quedará en los anales de NeG. Que todos los días laborales sin falta, desde hace varios años, nuestros lectores hayan podido encontrar una nueva entrada se debe, en gran medida, a los desvelos de Pedro (literalmente).

Se trata pues de una triste despedida, aunque Pedro no desaparecerá por completo de NeG y continuará entreteniéndonos con sus entradas y, posiblemente, nuevos trucos de magia. No obstante, en este blog las despedidas de editores resultan menos tristes porque siempre vienen acompañadas de bienvenidas a nuevos editores que toman el relevo. Y nos causa especial alegría dar la bienvenida a Javier Ferri, otro de nuestros colaboradores, que se ha distinguido por su pasión por la divulgación económica y el gusto por la escritura. En su perfil de Twitter, Javier se define como “bético y caballero (pescador de caballas)”. Ambas cosas son totalmente ciertas y nos complace contribuir a la competitividad de “equipos modestos y animosos” como el Betis y de acoger en el equipo editorial a un caballero, en la acepción más utilizada de este término. Estamos seguros que desde el Levante y con sus profundos conocimientos macroeconómicos dará un nuevo impulso a NeG, especialmente en este campo de conocimiento donde tan difícil es encontrar buenas entradas y tan necesitados estamos de explicaciones bien formuladas. Como ejemplo, hoy mismo se estrena como editor con una entrada fabulosa sobre la contribución de Madrid y Barcelona al crecimiento económico español.

Muchísimas gracias a Pedro por lo mucho que ha hecho por NeG y a Javier por todo lo que estamos seguros que hará como nuevo editor.



lunes, 23 de septiembre de 2019

Para entender la realidad social

Hace unos años disfruté mucho leyendo un librito del politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca titulado La desfachatez intelectual. En él critica sin ambages y con abundancia de citas a escritores e intelectuales españoles muy conocidos que se dedican a pontificar en los medios de comunicación sobre cómo resolver todo tipo de asuntos de la realidad social, sin tener especiales conocimientos del tema ni haberse documentado sobre él.

Para entender los fenómenos sociales hay que hacer exactamente lo contrario: ver qué dicen los datos, intentar detectar las causas y solo entonces apuntar, con humildad, posibles remedios. En otras palabras, sin datos no somos nadie.

Hace un año señalé aquí que hoy la frontera de la investigación, aparte de los megadatos (big data) que recopilan las empresas, está en la explotación de la ingente cantidad de datos que obtienen las Administraciones Públicas sobre todos nosotros. En ese momento me pareció prometedor que un par de altos cargos públicos, el Presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y el Gobernador del Banco de España hubieran destacado la importancia del acceso de investigadores independientes a datos de alta calidad para avanzar en el conocimiento económico y que manifestaran su intención de contribuir a facilitarlo. Por una vez y sin que sirva de precedente, un año después las noticias son buenas.

BELab: la megabase de microdatos de las empresas

En julio pasado se lanzó el Laboratorio de datos del Banco de España. El BELab proporciona a los investigadores el acceso a los datos individuales (microdatos) de las empresas no financieras que operan en nuestro país recogidas en la Central de Balances.

Contiene dos tipos de datos: una muestra más pequeña, pero muy rica en información de empresas que aportan voluntariamente información detallada sobre sus cuentas anuales, y una muestra enorme, con una información más limitada, que proviene del depósito obligatorio de cuentas anuales en los registros mercantiles. Según el BE, el laboratorio da acceso a datos desde 1995 (23 años) de más de 2 millones de empresas, lo que supone un total de 16 millones de cuentas anuales. Hay datos sobre la producción y el empleo de las empresas, sus ingresos y gastos y sus balances (para más detalles ver la documentación en español y en inglés).

Es una base de datos maravillosa. Hablo por experiencia propia, pues la vengo usando desde hace más de un cuarto de siglo. Gracias a ella he podido estudiar asuntos como el impacto de los contratos temporales sobre el empleo y sobre los salarios, la inversión empresarial o, actualmente, el efecto de las características de las empresas de prácticas en la formación profesional sobre el empleo juvenil. Confieso que siempre me he sentido avergonzado por tener acceso privilegiado a estos datos, por mi relación con el BE, y es una gran alegría saber que ahora están disponibles para cualquier investigador.

Actualmente, BELab solo permite el acceso presencial a los datos en un entorno seguro, un laboratorio in situ en instalaciones del BE en Madrid. No obstante, el propio BE reconoce que es una experiencia piloto y anuncia su intención de explorar la ejecución de programas estadísticos en remoto y el acceso de forma remota a los datos, así como dar también acceso a otras bases de datos que posee. Creo que estas importantes mejoras sucederán, más pronto que tarde. No en vano el BE pertenece, junto con otros 5 bancos centrales europeos, a una red internacional para el intercambio de experiencias en el manejo estadístico de datos granulares (INEXDA).

Otras novedades en el uso de microdatos

Hay otras potenciales buenas noticias. Por una parte, el Instituto Nacional de Estadística aparentemente acaba de decidir usar muchos más datos de las Administraciones Públicas con el fin de mejorar sus estadísticas, dependiendo menos de censos y encuestas. Aparte de aliviar la carga que supone para los ciudadanos y las empresas contestar encuestas, esta medida debería elevar la fiabilidad de las estadísticas y permitir al INE dedicar a otros fines los recursos que antes dedicaba a hacer encuestas. El INE ha sido pionero en dar acceso a microdatos como los de la Encuesta de Población Activa. Por ello, espero que los nuevos datos administrativos puedan estar pronto también accesibles para los investigadores.

En segundo lugar, la AIReF ha organizado desde el año pasado 7 ejercicios de revisión del gasto público (spending reviews) sobre políticas tan importantes como la concesión de subvenciones, las políticas activas de empleo o las becas universitarias. Para ello la AIReF ha recopilado un gran número de microdatos administrativos, que ha puesto a disposición de los investigadores externos que han llevado a cabo las evaluaciones. Sería muy deseable que se ampliara el acceso al resto de investigadores; me consta que la AIReF ha estado en contacto con académicos e instituciones españolas y extranjeras para explorar las vías para hacerlo y está trabajando en un documento sobre este asunto.

Por último, el Ministerio de Trabajo ha recibido el apoyo de la Unión Europea, bajo un programa de apoyo a las reformas estructurales, para un proyecto que pretende, entre otros objetivos, mejorar el acceso a los microdatos para el análisis y la investigación. La UE ha encargado la ejecución del proyecto, actualmente en curso, a la OCDE. A fe mía que este proyecto es muy necesario pues, si bien el Ministerio proporciona de forma ágil una base de datos excelente, la Muestra Continua de Vidas Laborales, obtener otros microdatos es un proceso lento, difícil y a veces infructuoso.

Todas estas iniciativas están aún empezando, pero es concebible que se alcance una masa crítica que lleve a la generalización del uso en la investigación de los microdatos administrativos. De momento, España está perdiendo este tren. Para muestra, bien vale un botón. Seis centros de datos de cuatro países europeos han creado una red internacional (IDAN) para facilitar el uso de microdatos administrativos para la investigación. Como primer paso, están trabajando en permitir a los investigadores acceder, en un centro de datos ubicado en su propio país, a datos proporcionados por los centros de los demás países.

Y ahora viene la prueba de agudeza visual: adivine en menos de cinco segundos qué país grande del suroeste de Europa no tiene ningún centro en dicha red internacional:

 



Quiebra Thomas Cook: ¿qué es y cómo afecta a la economía española?

Thomas Cook ha quebrado. ¿Pero quién es? Es el turoperador más antiguo del mundo y el segundo global. En el caso de España nos ha traído hasta ahora 5 millones de turistas al año. Hablamos de algo serio, que no beneficia para nada a la economía española y que se concentra sobre todo en Baleares y Canarias.

¿Cuál será el impacto económico a medio plazo de Thomas Cook en España?

Básicamente dos:

1) Nuestro principal canal de turistas se ha caído 

2) Es el reflejo de un cambio de modelo de negocio imparable, ¡y tenemos que ponernos las pilas!

 

 

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viernes, 20 de septiembre de 2019

Mucha tensión en el mercado del petróleo. ¿Debemos preocuparnos?

Esta semana visto mucha tensión en el mercado del petróleo. De momento, todo está contenido. Sería preocupante si:

1. Vemos precios del petróleo próximos a los 100$
2. Si se produce una crisis industrial en China (Arabia Saudí es su principal exportador).

Por ahora, todo parece en calma, pero te lo explico con más detalle en el vídeo.

 

 

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miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿Padres a cualquier edad? El mercado de la reproducción asistida y sus retos regulatorios

De Ido Alon y Rosa Urbanos

Lo que desde hace unas décadas ha ido surgiendo como una solución “técnica” a un problema “humano” –los problemas de fertilidad de personas que desean ser madres y padres—, ha terminado por constituir un mercado en torno a la reproducción asistida. En esta entrada planteamos que dicho mercado se enfrenta a importantes fallos de regulación que deberían ser resueltos, habida cuenta de que las tendencias socio-demográficas parecen apuntar a que este mercado no irá a menos, sino a más.

Ya en sus primeros tiempos, la tecnología de Fertilización in Vitro (FIV) dio lugar a un apasionado debate público y académico sobre distintos dilemas éticos, que han ido cobrando importancia con el paso de los años. Este creciente interés se debe al crecimiento que ha experimentado el mercado de la reproducción asistida y al mayor alcance de sus servicios asociados y complementarios: donación y criopreservación de gametos y embriones, gestación subrogada y selección y manipulación genética.

Una entrada previa en este mismo blog (aquí) abordaba la problemática derivada de la necesidad de regular el mercado de la maternidad subrogada o gestación por sustitución. Al hilo de la reciente publicación de nuestro artículo “Regulatory responses to assisted reproductive technology: a comparative analysis of Spain and Israel” (aquí), nos ocupamos en esta entrada de los problemas relacionados con la regulación de las técnicas de reproducción asistida (y con lo que podría considerarse la “ilusión tecnológica” de la sociedad), a partir de la experiencia de dos “superpotencias” en este campo (España e Israel). Nuestro trabajo está basado tanto en el análisis del mercado en ambos países como en las respuestas a un Delphi por parte de dos grupos de expertos (uno por país), cuya composición pretendía replicar la propia de los Comités de Bioética. En total contamos con la generosa contribución de 36 expertos (18 por país) entre los que se cuentan médicos, funcionarios, investigadores, psicólogos, economistas, y otros.

Un mercado en crecimiento

En las últimas décadas, tanto España como Israel han sido testigos de un aumento continuado en el número de ciclos de FIV y en el porcentaje que los nacimientos derivados de la FIV representan sobre el total. Actualmente, cada año unos 30.000 niños en España (alrededor del 10% del total) y unos 10.000 en Israel (5%) nacen gracias a esta técnica (datos aquí  y aquí), en muchos casos de padres que superan los 40 años. En ambos países, el retraso en la edad de procrear constituye uno de los motores principales del crecimiento del mercado.

El cambio cultural y los problemas económicos explican el retraso en la edad a la que se tienen los hijos. Tras casi una década de crisis económica, y con un mercado laboral instalado en la temporalidad y la precariedad, las españolas están entre las europeas que más retrasan la maternidad. De media, las madres españolas dan a luz a su primer hijo a los 31,6 años (datos aquí), y la tasa de fertilidad es de 1,3 hijos por mujer, la más baja del mundo. La Encuesta de Fecundidad de 2018 (aquí) alerta de que el 42,0% de las mujeres residentes en España de entre 18 y 55 años ha tenido su primer hijo aproximadamente 5,2 años más tarde de lo que ellas mismas consideraban ideal (28,4% y 6,4 años en el caso de los hombres).

En España, muchas mujeres padecen problemas de infertilidad cuando intentan quedarse embarazadas pasados los 40, edad a partir de la cual los tratamientos no están financiados públicamente. Aproximadamente el 60% de estas mujeres terminan recibiendo donaciones de óvulos de veinteañeras, a pesar del alto coste de los tratamientos. La razón está en que después de los 40 la tasa de éxito por ciclo de FIV con óvulos propios desciende a menos del 10%, mientras que los tratamientos con óvulos donados alcanzan el 40% de éxito (datos aquí y aquí). Un ciclo con óvulos donados puede resultar, por tanto, más barato que repetir el tratamiento múltiples veces con ovocitos propios.

En Israel, por su parte, una mujer da a luz a 3,1 hijos de media, una tasa de fertilidad sin parangón en el mundo desarrollado. No obstante, la edad media de las madres ha aumentado en casi un año en la última década (hasta los 30,4, similar a la media de la OCDE). Además, muchas mujeres aspiran a tener hijos en edades avanzadas, lo que implica que es muy probable que necesiten tratamiento. El sistema público israelí financia la FIV hasta los 44 años, y siempre que se tengan menos de 3 hijos. Como resultado, las mujeres que superan la barrera de los 40, pese a las pocas posibilidades de éxito, se someten a tratamientos con sus propios óvulos (aquí), obviando la solución más eficiente (pero no financiada públicamente) de recurrir a óvulos donados, que además proceden mayoritariamente de otros países. Esta procedencia actúa asimismo de barrera disuasoria, dada la importancia que se concede en Israel a la relación genética entre padres e hijos. Como resultado, existen potentes incentivos a que las mujeres se sometan a múltiples intentos de Fecundación in Vitro con sus propios ovocitos.

¿Es la reproducción asistida la solución óptima a la infertilidad?

No necesariamente. En primer lugar, hay que tener en cuenta la carga económica que estos tratamientos representan, bien directamente para el bolsillo de los pacientes, bien para el sistema público de salud que los financia. No debe olvidarse tampoco que existen soluciones que pueden ser más eficientes para garantizar el deseo de tener hijos, como ayudas económicas a los padres jóvenes, políticas de conciliación laboral, reformas en el mercado de trabajo, etc. (más adelante volveremos sobre esta cuestión). Además, existe evidencia de que la reproducción asistida, particularmente en procesos que se repiten varias veces, puede originar complicaciones clínicas importantes (aquí y aquí). Finalmente, es importante recordar que la Fertilización in Vitro existe únicamente desde hace poco más de 40 años, y aún llevará tiempo conocer los posibles efectos sobre la salud de ser concebido en condiciones de laboratorio (aquí).

Por otra parte, en la actualidad se producen algunas disfunciones en el funcionamiento del mercado español de donaciones que, como era de esperar, también ha crecido en la última década. Los donantes de gametos perciben una recompensa económica tras cada donación, muy diferente entre hombres y mujeres (dado que los procedimientos de extracción son muy distintos): mientras los varones reciben alrededor de 60 € por donación, la recompensa en el caso de las mujeres ronda los 1.000 €. Las limitaciones legales a las donaciones, en cambio, son comunes a ambos sexos: no se permiten más de 6 hijos del mismo donante. Sin embargo, estas limitaciones no siempre se cumplen, pues algunas mujeres se “emplean” parcialmente en la industria donando sus óvulos y poniendo en riesgo su salud. Tanto en España como en Israel los registros de donantes son defectuosos e incompletos, lo que, además de favorecer el incumplimiento de los límites legales, puede afectar en un futuro a miles de niños nacidos de esas donaciones, dado que no podrán acceder al historial médico y a la información genética de sus padres biológicos. Nótese que cada año nacen en España cerca de 10.000 niños gracias a las donaciones de óvulos o espermatozoides (datos aquí).

¿Qué factores determinan la regulación del mercado de reproducción asistida?

En nuestro trabajo identificamos cuatro factores que influyen en la regulación de las técnicas de reproducción asistida: a) el interés sanitario, que se centra en la salud de los pacientes y del bebé; b) el económico, que tiene en cuenta las ganancias y costes monetarios tanto del sector público como de los agentes privados (industria y pacientes); c) el interés ético, que incluye cuestiones tan espinosas como la de la gestación subrogada, además de otras que a veces entran en conflicto entre sí, como el  derecho de los niños a tener información sobre sus padres biológicos y el derecho de estos últimos a permanecer en el anonimato y, por último, d) el socio-político, donde entran en juego las tradiciones culturales y los valores sociales, así como la relevancia que en cada caso tenga el problema de la infertilidad. Lógicamente, es de esperar que la influencia de estos cuatro factores varíe por países. Y así lo confirman las opiniones de los expertos consultados: mientras que en Israel parecen tener mucho peso los valores religiosos y sociales, en España los factores más influyentes parecen ser el interés sanitario y la restricción presupuestaria a la que está sometido el Sistema Nacional de Salud (los importantes recortes sufridos durante la reciente crisis económica podrían explicar este resultado). En cambio, sí hay consenso entre los expertos de ambos países acerca de la excesiva influencia que ejercen los intereses económicos de las clínicas privadas en la regulación del sector. Asimismo, hay coincidencia a propósito del mayor peso que deberían tener la salud de los pacientes y la seguridad clínica, por un lado, y las consideraciones éticas por otro.

Fallos regulatorios y alternativas a la reproducción asistida

En general, el panel de expertos israelí se mostró más satisfecho con la regulación actual del mercado de reproducción asistida que el panel español, aunque ambos coincidieron al señalar los problemas en la forma en que funcionan los registros de donantes de gametos. Los expertos españoles expresaron asimismo un gran descontento con la estricta prohibición de la gestación subrogada, cuando simultáneamente algunas empresas están explotando este mercado utilizando madres gestantes en el extranjero.

Por otra parte, recogimos críticas generalizadas a las retribuciones por la donación de óvulos, que conduce a muchas españolas a participar en el negocio de la donación, mientras los bancos de gametos multiplican sus ganancias. Finalmente, el panel de expertos español mostró su desagrado con la cobertura que, de facto, ofrece el Sistema Nacional de Salud, como consecuencia de la imposibilidad de las clínicas públicas para dar respuesta a la elevada demanda y de las consiguientes listas de espera.

Prácticamente todos los expertos que participaron en el estudio subrayaron la importancia de ofrecer alternativas a la reproducción asistida. La mayor parte señaló la necesidad de abordar el problema de la información asimétrica, promoviendo la educación y el acceso a información rigurosa, de manera que los ciudadanos sean más conscientes de los factores que causan la infertilidad (como la edad avanzada, la contaminación ambiental o algunos estilos de vida poco saludables), así como de las posibilidades de éxito reales de los tratamientos a las distintas edades. Asimismo, enfatizaron la importancia de ofrecer un diagnóstico preciso cuando aparecen los primeros síntomas de infertilidad, para evitar recurrir a estos procedimientos de modo innecesario. Por último, también señalaron la necesidad de invertir más recursos en la investigación de las causas de la infertilidad y su prevención.

Es hora de reformar la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida

Con los avances tecnológicos y la introducción de técnicas como la crio-preservación, el diagnóstico genético y la ingeniería genética de los embriones, es previsible que una creciente proporción de los nacimientos que tiene lugar cada año se deban a la Fertilización in Vitro, a la que además se añadirán diversos “servicios genéticos”. Los retos regulatorios, pues, se multiplican. España cuenta con un órgano clave en la regulación de este mercado: la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida (CNRHA), un órgano colegiado del Ministerio de Sanidad “de carácter permanente y consultivo, dirigido a asesorar y orientar sobre la utilización de las técnicas de reproducción humana asistida” (página web aquí). Sin embargo, los expertos españoles critican abiertamente su composición y la elección de sus miembros, afectados por numerosos conflictos de interés, lo que inevitablemente debilita su funcionamiento como órgano regulatorio.

Parece, por tanto, que debería reformarse la CNRHA para garantizar que la regulación del mercado de la reproducción asistida se llevara a cabo de forma profesional, alejada de intereses indeseados (económicos o de otro tipo), sobre la base del análisis de la información disponible y de un profundo debate bioético, y enfatizando el interés en la salud pública y el propiamente ético, como está sucediendo en países como Reino Unido (aquí) o Japón (aquí). Solo así abordaremos adecuadamente los retos regulatorios que están llamando a nuestra puerta, y los que están por venir.

Ido Alon es doctorando del programa de Doctorado en Economía y Gestión de la Innovación de la Universidad Autónoma de Madrid. Rosa Urbanos es Profesora Titular de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid.