lunes, 30 de abril de 2018

¿Miedo a la inflación?

La mayor parte de la información sobre mercados financieros es sobre la bolsas. Pero el precio de una acción depende de los beneficios esperados de esa empresa, descontados a una tasa de interés que incluye el riesgo asociado a dicha compañía. Por lo tanto, su evolución depende de tres variables diferentes y no es sencilla interpretar las señales y las expectativas de los inversores.

1. El mayor enemigo de los bonistas es la inflación

La mayoría de bonos pagan un cupón fijo y su precio depende principalmente de la tasa de interés a la que se descuentan (que incluye el riesgo de impago). El riesgo de impago lo reflejan ahora los CDS, seguros que protegen al inversor en caso de que el emisor impague o cambie las condiciones de las emisión. Los CDS están bastante estables en EEUU pero los tipos de interés de descuento de los bonos han subido en las últimas semanas.

La mayoría de ahorradores saben que si dejan su dinero en el cajón, la inflación hará que cada día el poder adquisitivo de su dinero sea menor. No es casual que los principales compradores de bonos sean fondos de pensiones que pretenden proteger a sus ahorradores con los cupones que pagan los bonos.

El mayor enemigo de los bonistas es la inflación. Si compran un bono, supongamos a 10 años, con un cupón fijo basado en expectativas de inflación durante la próxima década inferior al 3% y la inflación es superior a lo esperado, sus ahorros perderán capacidad de compra en el futuro. Aunque siempre menos que si los dejan en el cajón, salvo en Alemania y los países que aún tienen bonos que pagan rentabilidades negativas.

 

En el gráfico anterior se puede observar que el tipo a 10 años de deuda pública de EEUU ha repuntado hasta el 3%. Los precios también han crecido y el tipo de interés real, descontada la inflación, se mantiene. Por lo tanto, la reacción de los inversores es protegerse ante una inflación esperada mayor. Las rentabilidades de los bonos a 2 años de deuda pública de EEUU también han repuntado hasta 2,5% lo cual indica que los inversores esperan más subidas de tipos de la Fed.

 

En el gráfico anterior se observa que los inversores esperan que la inflación dentro de 5 años estará próxima al objetivo del 2% de estabilidad de precios, pero ha aumentado en los últimos meses.

En el gráfico posterior se ve cómo la diferencia entre el bono a 2 años y el 10 años se ha reducido casi a cero y que si se pone negativa en el pasado siempre ha anticipado una recesión. La probabilidad de recesión es muy reducida en EEUU por lo que si el bono a 2 años sigue repuntando el bono a 10 años lo más probable es que también lo haga por encima del 3%.

 

 

Con tipos al 0% en Europa los inversores preferirán dejar su dinero en EEUU y el dólar se apreciará favoreciendo las importaciones, lo cual ayuda a contener la inflación pero penaliza el empleo industrial.

Trump ganó las elecciones prometiendo proteger los empleos industriales. Si opta por más medidas proteccionistas, provocará más inflación, subirán más los tipos de interés, se apreciará más el dólar y perjudicará a los empleos industriales. Podría hacer una política fiscal contractiva para contener la inflación. Pero también prometió crecer al 5% y bajar los impuestos lo cual provoca más inflación, sube los tipos de interés, aprecia el dólar y perjudica a los empleos industriales.

Trump culpará a los chinos, a los mexicanos, a los alemanes, a los economistas y a las manchas solares. Pero todo en la vida no puede ser.

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lunes, 23 de abril de 2018

22/04/2018 – El Día – Hagamos visibles todos los impuestos

En Sistema Económico y Rentístico de la Confederación, Juan Bautista Alberdi criticaba a Rivadavia por haber basado la estructura tributaria en la recaudación de impuestos directos y le endilgaba la caída del apoyo político que esa medida le había causado.

Justificando su preferencia por la imposición indirecta, dice el padre de nuestra Constitución: “Es la más fácil, porque es imperceptible al contribuyente su pago, que casi siempre hace en el precio que da por los objetos que consume. Paga la contribución en el precio con que compra un placer y naturalmente la paga sin el disgusto que acompaña a toda erogación aislada. Esta calidad de la contribución indirecta es de mucho peso en países y en tiempos en que la autoridad empieza a establecerse, y necesita economizar todos los pretextos de descontento y de desobediencia.”

 

LOS IMPUESTOS QUE SE VEN, DUELEN MÁS

Esta semana en medio de las protestas de la clase media por el tarifazo del gas hubo una serie de argumentos rayanos con los principios básicos de equidad. Embajador de esas ideas fue el tuit del conductor Jorge Rial, que dijo: “O sea. Dejemos de pagar celulares, cable y de tener auto. Sólo paguemos lo necesario para sobrevivir con lo justo. La diversión y el relax puede ser postergado. Es superfluo. Bienvenidos a la Edad Media.”

Pero justamente la idea del subsidio estatal a los servicios está basada en la premisa de que sin esa ayuda buena parte de la población de clase media baja y por supuesto los que están bajo la línea de pobreza, tendrían problemas para acceder a esas prestaciones tan básicas. Es obvio que, si el Estado paga una parte de la factura de servicios de una persona de clase media, o clase media alta, ese mismo dinero que esa familia se ahorra puede ser destinado a consumos no tan indispensables, como comprarse un celular nuevo, pagar el cable, llenar el tanque de nafta del auto o directamente financiar el relax y la diversión. Empero, nadie en su sano juicio justificaría que el Estado financie esos gastos, máxime cuando estamos hablando de un fisco que no tiene dinero de sobra, sino que por el contrario presenta un déficit muy preocupante. Del mismo modo, si bien hay un consenso generalizado en que el Estado ayude a que todas las personas puedan tener, agua, luz y gas, todo el mundo entiende que no se le puede pedir a la sociedad, que con sus impuestos financie la calefacción de una pileta climatizada, o el aire acondicionado puesto en 18 grados, cuando a nadie se le ocurriría prenderlo un día de primavera en el que la temperatura tenga un máximo de 25.

Sin embargo, entre todos los argumentos que se esgrimieron por las redes sociales, hubo uno que resulta al mismo tiempo lógico y justo. En efecto, es irracional que en el medio de un monumental ajuste de precios relativos y cuando el gobierno le dice a la gente que tiene que pagar lo que consume, casi la mitad de la factura sean impuestos, sobre todo cuando buena parte de la clase media no consume realmente los bienes públicos que provee el Estado, porque ha huido de la educación, la salud, la seguridad y el transporte públicos.

La pregunta interesante, sin embargo, es por qué no hay una rebelión contra la carga tributaria del resto de los bienes, dado que por ejemplo según Adefa el 54% del precio de un auto son impuestos, mientras que de acuerdo a la fundación PROTEGER la carga tributaria de cualquier prenda de vestir asciende al 50%. Ni hablar de los alimentos, donde un estudio del Iaraf muestra que de cada 100 pesos que pagamos en góndola, 43 son impuestos.

La respuesta más obvia, como intuía Alberdi, es que la gente no se queja tanto de esos impuestos, simplemente porque no los ve.

 

IMPUESTOS MÁS REPUBLICANOS

En otras oportunidades he fundamentado mi preferencia por los impuestos directos, como por ejemplo Ganancias, puesto que captan de mejor manera la capacidad contributiva de los ciudadanos. A la luz de lo que está sucediendo, es evidente que otra ventaja es que resultan más difíciles de esconder por parte del Estado.

El propio Alberdi, a pesar de recomendar los impuestos indirectos, sostiene que “según el art. 4 de la Constitución argentina, la contribución es para formar el Tesoro nacional; el Tesoro, como medio de ejecución, es para gobernar; el gobierno es para hacer cumplir la Constitución; la Constitución, como dice su preámbulo, es para afirmar la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz, servir a la defensa común, promover el bienestar y asegurar los beneficios de la libertad. La contribución es, según esto, el precio con que se obtiene el goce de estas cosas…”

Por supuesto, en ningún lugar de la Constitución dice que el Estado tiene que subsidiar la luz y el gas de los que pueden pagarlos, pero no hay ningún problema en que la sociedad vote representantes que propongan convertir ese privilegio, que además discrimina en contra de los habitantes del interior, en un derecho establecido.

Pero para que el pueblo no sea engañado, necesitamos que todos los impuestos sean perfectamente visibles, o bien por que se trate de tributos directos, o bien porque aparezcan discriminados, como ocurre en las facturas de servicios.

No tengo la menor idea de si el resultado de esta mayor transparencia será un mayor o un menor gasto público.

Estaría satisfecho sabiendo que el pueblo ha elegido de manera republicana, tanto los impuestos que está dispuesto a soportar, como los gastos que ese producido pretende financiar.



miércoles, 18 de abril de 2018

Empresas, salarios y el cabreo de los españoles

Habitualmente analizamos la Contabilidad Nacional por el lado de la demanda y el uso de la renta en consumo, inversión y sector exterior. Pero Antonio Maqueda en El País ha escrito un tema muy interesante pero desconocido para la mayoría de españoles y buena parte de los economistas: la contabilidad por sectores institucionales.

1. Las empresas pagan 10.000 mill menos en salarios que en 2008

 

En el gráfico anterior se observa la evolución financiera de las empresas desde 2008. En azul han dibujado el pago de salarios, que se puede dividir entre número de trabajadores y salario por trabajador.

En la primera recesión de 2008 el ajuste de las empresas se concentró en el empleo, especialmente en el sector de la construcción al pasar de 700.000 viviendas iniciadas a 30.000 tras el pinchazo de la burbuja.

En 2012, tras la reforma laboral y el rescate, el ajuste fue vía destrucción de empleo y bajada de salarios. Y desde 2014, el aumento de la masa salarial ha sido exclusivamente vía empleo ya que el salario medio ha estado estancado. El resultado es que las empresas pagan 10.000 mill menos en salarios que en 2008.

2. Las empresas tienen fobia: prefieren ahorrar y no invertir

 

En el gráfico anterior se observa que la crisis financiera ha condicionado el comportamiento de las empresas. En 2007 las empresas españolas tenían deudas por valor del 125% del PIB, muy por encima de las empresas de nuestros socios europeos. Por eso España ha sufrido más en esta crisis.

En 2017 debían el 98% del PIB, 27 puntos menos que hace una década y 7 puntos menos que nuestros socios europeos. La reducción de deuda junto a la política monetaria del BCE con tipos al 0% y compras de deuda para reducir nuestras primas de riesgo ayuda a explicar que las empresas españolas paguen 55.000 mill menos en intereses que en 2008.

Los inversores internacionales cortaron radicalmente el acceso al crédito de los bancos españoles y estos, sin acceso a la liquidez y con graves problemas de solvencia, cortaron en seco el crédito a las empresas. Las empresas entraron en modo supervivencia y, como nos enseñó Keynes, el ajuste fue vía empleo y eso explica el fuerte aumento del desempleo.

El comportamiento anómalo se produce desde 2013. Como nos enseñó el economista Richard Koo, tras una crisis de deuda las empresas tienen fobia a endeudarse. Eso explica que hayan pasado de una necesidad de financiación (ahorro menos inversión) de 50.000 mill a un exceso de 34.000 mill. Eso significa que las empresas no ven proyectos de inversión rentables y prefieren ahorrar.

Hoy las empresas españolas financian a las familias que vuelven a invertir más de lo que ahorran. Una mala señal que en la era de la tecnología global y con tipos de interés en mínimos históricos las empresas no vean nuevas oportunidades de inversión.

3. Falta de innovación y mala distribución de la renta: el cabreo de los españoles

Las empresas siguen con el trauma post crisis pero muchas de ellas ya no están en crisis. Y lo que se ve en el gráfico es el conflicto que Marx describió en El Capital entre trabajadores y capitalistas. Con los tipos al 0% y el bono de deuda pública a 10 años cercano al 1%, la rentabilidad del capital debería haber bajado. Sin embargo, en el primer gráfico vemos cómo las empresas pagan en dividendos 62.000 mill, 15.000 más que en 2007 cuando los tipos del BCE estaban al 4% y el bono a 10 años próximo al 5%.

Esto se explica por la reforma laboral que descausalizó el descuelgue de convenios salariales. Y ahora Ciudadanos propone descausalizar el despido, una propuesta que ni Aznar en el año 2000 con mayoría absoluta se atrevió a aprobar aunque por ideología le habría encantado hacerlo.

Falta de innovación y mala distribución de la renta ayudan a explicar que el trauma de la crisis y el cabreo de los españoles continúe. Y ahora con los pensionistas en las calles también, así como también la fragmentación en el Parlamento y la ingobernanilidad. Esta legislatura ha sido en la que menos leyes se han aprobado desde 1977 y las encuestas anticipan aún una mayor fragmentación en la próxima.

La sociedad española ha demostrado desde 1975 su capacidad de adaptación al cambio y superación de vicisitudes. Falta vida inteligente y un plan para poner este desorden y canalizar la energía a la creación de inversiones que generen empleos de calidad y que paguen salarios dignos. Ahora, como enseñan las leyes de la termodinámica, parte de la energía generada por los españoles se va por el tubo de escape y reduce potencia y eficiencia al motor.

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martes, 17 de abril de 2018

15/04/2018 – El Día – Estamos perdiendo

Esta semana se conoció el dato de inflación del mes de marzo, que dentro de lo previsto por los analistas cerro en 2,3 por ciento, acumulando 6,7 por ciento en los tres primeros meses y 25,4 por ciento en los últimos 12 meses.

Hasta ahí ninguna novedad. La economía tiene un poco menos de inflación que la que había en 2015 (ese año cerro en 28 por ciento), pero buena parte de esa inflación obedece a la actualización de las tarifas que se congelaron de manera demagógica, en el gobierno anterior. Esto quiere decir que estamos sufriendo los aumentos de luz, gas y transporte que corresponde hacer por efecto de los aumentos de costos que produce la inflación actual, pero también los de años anteriores.

Por eso, para entender lo que realmente está pasando con la inflación generada por este gobierno, los economistas miramos la core inflation o inflación núcleo. Este no es un invento argentino, sino que es práctica habitual de los Bancos Centrales de todo el mundo, concentrarse en la inflación núcleo, que es la que responde directamente a la política de la autoridad monetaria.

Justamente, el problema es que el dato de la inflación núcleo de marzo es muy preocupante, porque ascendió a 2,6 por ciento y sube sin prisa, pero sin pausa, desde diciembre pasado, cuando el Banco Central, a instancias de Jefatura de Gabinete, cambió las metas de inflación y relajó su política monetaria. Si pensamos a la inflación como la velocidad a la que va un auto, hasta noviembre ese auto se venía frenando y desde entonces se acelera. Previo a los cambios en las metas, en el promedio trimestral, la inflación núcleo venía corriendo al 18,3 por ciento anual y el resto de los aumentos eran culpa de las actualizaciones tarifarias, pero en los últimos tres meses esa velocidad trepó al 27,7 por ciento anual.

 

CÓMO FUNCIONAN LAS METAS

De manera muy simplificada; un programa antinflacionario es como una dieta. La meta, es el objetivo del nutricionista. Es cierto que hasta diciembre esa meta era muy ambiciosa y que nuestro paciente no estaba cumpliéndola, pero también es verdad que la dieta, que en la analogía del Banco Central es la política monetaria, era bastante estricta y que el paciente se estaba desinflando.

La razón por la cual la inflación núcleo se estaba frenando es que el Banco Central mantenía altas las tasas de interés de su política monetaria de corto plazo. Con tasas reales altas, el que apostaba al dólar perdía y por eso los pesos se iban a Lebacs y colocaciones en moneda nacional, pinchando el valor del dólar, que en los doce meses anteriores solo había aumentado un 8%.

Con el dólar abaratándose en términos reales, los precios que se fijan en esa moneda funcionaban como un ancla del resto de los precios, empujándolos para abajo.

En ese contexto, la decisión de relajar la política monetaria anunciada paradójicamente el día de los inocentes, equivale a relajar la dieta, permitiéndose una medialuna por las mañanas. Obviamente si usted relaja la dieta, la balanza le pasará factura y ya no adelgazará como lo venía haciendo.

En términos monetarios, la baja de tasas, combinada con el anuncio de que habría más inflación hacia delante, hizo que ya no resultara tan atractivo quedarse en pesos; los ahorristas se volcaron a los dólares y la moneda norteamericana subió $3 en un mes y medio, empujando la inflación núcleo hacia arriba.

Cuanto de la devaluación se traslada a precios es materia de debate, porque no sabemos todavía cuánto tiempo se mantendrá alta la inflación núcleo. En términos físicos, el impacto en la aceleración es innegable, veremos qué pasa con la inercia.

 

¿Y SI RETOMAMOS LA DIETA?

Con las expectativas de inflación de los próximos meses acelerándose y las tasas de política monetaria sin movimiento, la rentabilidad esperada de quedarse en pesos se cae. Concretamente, si el mercado espera 20,3 por ciento de inflación para los próximos doce meses y la tasa de Lebacs es 26,5 por ciento, dividiendo lo segundo por lo primero, la tasa de retorno esperada es del 5,1 por ciento. Para peor, en las licitaciones de Lebacs la mayoría apuesta a la colocación más corta y el mercado da por descontado que en abril la inflación será superior a lo que paguen esos instrumentos.

Por eso vimos en el último mes un vuelco fuerte al dólar, aunque ahora que el BCRA anunció que no permitirá mayores depreciaciones en el corto plazo, deja de tener sentido el posicionamiento en moneda extranjera.

La apuesta del Central es que pasado el tarifazo de abril y con el dólar nuevamente congelado, las expectativas de inflación caigan, de suerte tal que sin tener que subir nominalmente las tasas, aumente el premio por quedarse en pesos y se recomponga la demanda de moneda local.

En mi humilde opinión esa es una estrategia sumamente peligrosa, porque si la inflación núcleo persiste alta, hay un riesgo importante de que las expectativas de inflación no bajen hacia delante y no se recomponga nada la rentabilidad esperada de quedarse en pesos.

En ese contexto resistirse a la suba de tasas, es equivalente a si la policía se resistiera a usar armas para combatir el delito. Todos queremos un nutricionista que nos diga que podemos comer más, pero todos sabemos que si la dieta pierde rigor y la balanza muestra que empezamos a inflarnos de vuelta, hay que volver a ser estrictos con la dieta.



Microcurso de Economía



lunes, 16 de abril de 2018

13/04/2018 – Radio Mitre – “Por una decisión política, al Banco Central no lo dejan usar las armas contra la inflación”

La inflación de marzo arrojó 2,3%, en los primeros tres meses del año ya acumula 6,7%, casi la mitad de lo previsto para todo el año. El ministro Dujovne aseguró que la meta anual del 15% “no se cambia”.Para Martín Tetaz lo que debemos observar es la inflación núcleo y que allí no hay excusas, es la respuesta a la política monetaria: La inflación núcleo dio 2,6%. Cuando uno mira lo que está pasando en los últimos tres meses se viene acelerando. Esa inflación responde a la política monetaria del Banco Central. Y lo que vemos desde el 28 de diciembre es que este Banco Central se quedó sin balas“.

Para frenar la inflación, vos podés controlar la cantidad de dinero o podés controlar el precio del dinero. Si controlás la cantidad del dinero vos parás de emitir. El problema es que si vos parás de emitir de golpe y la gente no cree en eso y todo el mundo remarca no va a haber precios en la economía para hacer todas las transacciones”, remarcó Tetaz. Quien cree que cuando el Banco Central sube la tasa de interés -mecanismo utilizado para frenar la inflación-,”la consecuencia es que el el dolar queda atrasado y, el dolar barato afecta a muchos sectores y esos sectores tienen poder de lobby”. 

La núcleo está mostrando un calentamiento compatible con que hace tres meses por una decisión política el Banco Central no lo dejan usar las armas contra la inflación“, subrayó Tetaz. Quien a su vez, sostuvo que cuando vos tenés más inflación, el resultado es que vas a tener caída de la capacidad adquisitiva durante este año. Sobre todo, cuando te equivocás y en vez de usar la política monetaria querés bajar la inflación frenando salarios, que es otro gran error”.

No obstante, el economista resalató que “no hay dudas que la economía está creciendo, pero no es por las medidas que se tomaron en diciembre“.

Audio de la nota:



miércoles, 11 de abril de 2018

08/04/2018 – El Día – Carrefour puede ser la punta del iceberg

Hubo un tiempo en que los supermercados vendían alimentos y bebidas. El modelo de negocios era bastante simple; se trataba de agrupar en un mismo espacio, la verdulería, la carnicería y el almacén. Luego llegaron los híper con una idea básica: intermediar de manera más eficiente entre el productor y el consumidor, comprometiéndose a ofrecer el precio más bajo, o a devolver la diferencia. Entonces se produjo un giro y la prioridad del precio mutó a la del servicio; ahora había que ofrecer financiamiento, degustaciones, promociones los fines de semana, juegos para los chicos, aire acondicionado y música funcional; la comida cedió ante la experiencia.

Una cosa era bajar cajas de arroz de un camión, para subirlas luego al changuito, otra muy distinta es producir una experiencia; las estructuras se inflaron y los aumentos de salarios sumados a los altos impuestos hicieron que lo que ofrecían los tradicionales hipermercados no valiera lo que costaba.

REMARCACIÓN Y RENTABILIDAD

El resultado paradójico es que los supermercados que remarcan entre un 50% y un 100% su mercadería, siendo uno de los responsables de que paguemos la comida más cara que en Europa, tienen un bajísimo margen de rentabilidad.

Según un informe de la Consultora Abeceb, la rentabilidad promedio del sector osciló entre el 1 y el 2,5% sobre facturación, entre el 2007 y el 2015.

Soy consciente que este es un resultado increíble para la gente. Hace un par de años, cuando comenté públicamente que el margen de una conocida cadena chilena, que opera en nuestro país era menor al 5%, la noticia fue recibida con escepticismo. Esta semana, a raíz del preventivo de crisis presentado por los franceses, nos enteramos que Carrefour lleva tres años perdiendo dinero.

La novedad, como era previsible, regó la grieta. En vez de discutir el problema estructural, algunos pretendieron que la crisis reflejaba una presunta caída en la capacidad adquisitiva de los sectores populares, que ya no tenían para comer. Sin embargo, el derrumbe en las ventas de los supermercados, que trasciende a Carrefour, es un fenómeno que empezó en el 2013.

Es cierto que la baja fue más pronunciada durante las recesiones del 2014 y 2016, pero la facturación de las cadenas tampoco se recuperó cuando creció la economía, en 2015 y 2017.

En ambas reactivaciones repuntó el consumo en centros de compras, por ejemplo, e incluso en el 2017 la mayor actividad en shoppings del Gran Buenos Aires estuvo motorizada por los patios de comida y los sectores de diversión, lejos del estereotipo de consumo de los sectores más acomodados.

Lo cierto es que, en simultaneo, asistimos a una expansión de los canales mayoristas por un lado y a una multiplicación de almacenes chinos, por el otro, en una suerte de doble Nelson que deja sin aire al super convencional. Los primeros, volviendo a las fuentes del negocio de intermediación, hacen pie gracias a los precios, mientras que los asiáticos ganan espacios por la combinación de proximidad, horarios flexibles y dudoso cumplimiento de normas fiscales.

Al mismo tiempo, la ventaja de los hiper en textiles y electrodomésticos, se desvaneció, porque la clase media que viaja compra afuera y los que no pueden escaparse de la prisión de los altos impuestos saliendo del país, optan por las diversas saladas, o compran electro por internet. Esto fue patente en 2016, cuando la facturación de electrónicos y artículos para el hogar, en los súper, se derrumbó por la crisis y aunque se expandió en 2017, no logró recuperar lo perdido el año anterior.

Pensemos que, según la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires, solo el 71% de la facturación de los super corresponde a Alimentos y Bebidas, que es el rubro con menor elasticidad ingreso, pero al mismo tiempo el que resultó más canibalizado por las tiendas de descuentos y los chinos.

El resultado es que según un estudio de CCR, los super perdieron 6 puntos de participación en el consumo masivo a manos de los mayoristas y los chinos, en los últimos diez años

CAMBIA, TODO CAMBIA

Mientras la opinión pública trataba de digerir las implicancias de la presentación de la multinacional francesa ante el Ministerio de Trabajo, una fuerte versión vibro los celulares de algunos periodistas; aparentemente Amazon estaría en tratativas para compra el negocio de los galos. Si se confirma sería una bomba, porque el gigante de las ventas online no cuenta en Argentina con un sistema logístico que le permita imponerse.

Asistimos a un mundo donde las formas tradicionales de intermediación están quedando obsoletas ante la potencia del fenómeno uberizador de la economía. Primero fueron los medios de transporte, donde la tecnología les pasó por arriba a las remiseras y amenaza con llevarse puestos los esquemas de regulación estatal que restringen la oferta creando rentas que solo benefician a los propietarios de ese privilegio. Ahora le está llegando también el turno a los bancos, que no podrán sostener por mucho tiempo las colosales estructuras inmobiliarias y de personal que, en la práctica, operan como un impuesto que separa el ahorro de la inversión.

Es plausible pensar que en poco tiempo los consumidores tratarán directamente con los productores y de hecho ya hay plataformas tecnológicas trabajando sobre esa idea, como la gente de POL (Productores on line). Más aún; el abaratamiento y perfeccionamiento de las impresoras 3D borrarán del mapa buena parte de las industrias tradicionales, permitiendo una relación directa entre diseñadores y público.



lunes, 9 de abril de 2018

El paro en España desde 1977

La tasa de paro en España es una de las más altas de la Unión Europea, tan solo superada por Grecia. Es, además, el principal problema para los españoles, según se refleja en las distintas encuestas que se hacen al respecto. Pero, ¿desde cuándo es esto así? ¿Es que España ha sido siempre un país con una alta tasa de paro? En el gráfico adjunto podemos ver la evolución del paro en España desde 1977. No, no siempre ha habido un paro alto en España: a mediados de los 70 rondaba el 5%. ¿Qué ocurrió entonces del año 1977 al 1985, para que el paro creciera 15 puntos  y se enquistara en nuestro país, hasta el día de hoy? Entre otros factores la reconversión industrial, sin duda, tuvo una gran repercusión. Es verdad que fueron unos momentos complicados, con las crisis del petróleo, y dos devaluaciones de la peseta, y que el sector industrial español estaba en parte obsoleto, pero a la luz de los datos estadísticos sobre el paro, el resultado de las medidas tomadas en esos años no pudo ser peor. El paro subió de un 5% a un 21,65% en menos de diez años. Y lo peor es que llegó para quedarse. También hubo unas ciertas dosis de entreguismo a la industria europea para facilitar la entrada de España en el Mercado Común Europeo. Por ejemplo, el informe Kawasaki, de 1982, recomendaba construir una industria siderúrgica moderna en Sagunto, porque, entre otras cosas, había 5000 obreros cualificados que la harían viable. Sin embargo, el gobierno optó por no apoyar dicho proyecto, entre otras cosas, por las pegas que ponía Francia a la capacidad siderúrgica de España. Pero todo esto es agua pasada, ¿o no? Si observamos el gráfico de nuevo podemos observar que en el período del […]

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martes, 3 de abril de 2018

Subir las pensiones a golpe de Deuda Pública: directos a su privatización

El 24 de febrero Rajoy tildó de “cheque sin fondos” la propuesta de la oposición de subir las pensiones un 1,5%, la inflación prevista. Un mes después ha aprobado una subida de las pensiones mínimas del 3%. ¿Qué ha pasado? Que los pensionistas han salido a la calle y que el PP se está hundiendo en las encuestas entre los mayores de 65 años, que son la mayoría de sus votantes.

1. La realidad de los pensionistas desde 2012

Los pensionistas con pensiones más bajas han visto como la luz, el gas y los alimentos han subido más del 10% desde 2012, y que Rajoy -con mayoría absoluta- hizo una reforma de pensiones sin consenso en el Pacto de Toledo para cambiar la indexación de las pensiones al IPC por una nueva fórmula supuestamente sostenible.

La subida del 3% les protege del aumento de la inflación prevista en 2018 (1,5%), pero siguen siendo un 8% más pobres que en 2012. Ahora ya no hay fórmula, ni IPC, y el criterio es puramente discrecional y dependiendo del ciclo político electoral, el peor de los mundos para los 7 mill. de pensionistas y para el resto de españoles que pagamos impuestos.

Subir las pensiones a personas que cobran 600 euros al mes es una cuestión de equidad que siempre ha apoyado este economista observador en este blog. Bajar el IRPF a las rentas inferiores a 18.000 euros (que son los más perjudicados por la crisis), también. Pero la pregunta incómoda que siempre debe hacer un economista es ¿quién lo va a pagar?

2. Por supuesto que hay que subir las pensiones, pero ¿quién las va a pagar?

 

 

En el gráfico anterior se puede observar que desde 2012, a pesar de haber congelado y empobrecido a los pensionistas, el agujero de la Seguridad Social no ha parado de crecer. PP y Ciudadanos, que lideran las encuestas, pelean por ver quién es el que más baja los impuestos. El PP ha anunciado impuestos verdes sobre la gasolina y sobre el agua (sin concretar) y con escasa capacidad de recaudación. Por lo tanto, descartemos esta opción.

2.1 ¿Subir o bajar impuestos?

La opción que defiende este economista observador es que el sistema de pensiones sea sostenible sin impuestos. Eso exige el retraso de la edad de jubilación aprobado en 2011 hasta 67 años y que fue duramente criticado por la izquierda (y que en tema de pensiones es igual de conservadora que la derecha ya que no quieren cambiar nada). Esto debe ir acompañado de un crecimiento de la productividad y de los salarios sostenido en el tiempo para conseguir que estos vuelvan a ser mayores que las nuevas pensiones.

Eso exige modernizar nuestro parque empresarial, hacerlo más innovador, aumentar nuestra inversión en I+D, mejorar la calidad de nuestro capital humano, invertir en infraestructuras, aprovechar el reto del cambio climático para convertir a España en líder mundial en energía solar con tecnología e ingeniería española, etcétera.

Los presupuestos de 2017 apoyados por el PP, Ciudadanos, PNV, Coalición Canarias y Nueva Canarias fueron los que menos inversión pública tuvieron desde 1980 y continuaron los recortes en innovación retrocediendo nuestra brecha con los socios europeos hasta 2003, y a los países que lideran la inversión mundial les hemos perdido el control visual. Por lo tanto, de momento, descartemos esta opción.

2.2 ¿Seguiremos pagando las pensiones con Deuda Pública?

Otra opción es seguir pagándolas con deuda pública, como llevamos haciendo desde 2012. Desde entonces, el déficit acumulado de la Seguridad Social suma 75.000 mill y se ha financiado la mayor parte con el ahorro de la hucha durante los años de bonanza y, el resto, con deuda pública. La hucha de pensiones ya se acabó y ya todo va a la deuda pública.

El sistema público de pensiones es la columna vertebral de una sociedad que une a los que estuvieron a los que estamos y a los que están por venir. Si los jóvenes empiezan a verse agraviados por el poder de influencia de los votantes mayores corremos el riesgo de que el sistema colapse. Entonces, triunfarían los de la privatización del sistema de pensiones que dejaría sin pensión a las viudas, a los que tienen un accidente que les impide volver a trabajar y a los huérfanos que no les ha dado tiempo de ahorrar para su pensión.

Y dejarían en la pobreza a la mitad de hogares españoles que en la Encuesta de Condiciones de Vida dicen que no llegan a fin de mes y, por lo tanto, no pueden ahorrar. Entre 2004 y 2011 Zapatero aumentó las pensiones un 30%, las mínimas un 50% y las de viudas con hijos a cargo un 100% para proteger a las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Sin esa decisión política, hoy las pensiones mínimas serían de 500 euros al mes y muchas viudas tendrían pensiones significativamente más bajas.

3. Vamos en camino recto a la privatización de las pensiones

Financiar el sistema de pensiones con deuda pública es el camino más seguro para su privatización. De hecho, era la estrategia de los neocon liderados por Milton Friedman, que inventó los créditos fiscales negativos que ahora Ciudadanos y el PP quieren implementar en España.

La opción que yo defiendo es la más compleja de conseguir pero la mejor para los españoles, especialmente para los que sufren la precariedad salarial. Pero los españoles ya hemos demostrado varias veces desde 1975 que los grandes retos nos motivan. España es nuestra y el sistema será lo que los españoles decidamos en las próximas elecciones con nuestros votos. Y los demócratas lo tendremos que respetar aunque no estemos de acuerdo. Eso sí, también gracias a la libertad de expresión en Democracia podemos expresar nuestra discrepancia en este blog.

 

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01/04/2018 – El Día – La ilusión monetaria de los créditos UVA

Por la fonola de los recuerdos, una voz de Presidente festeja que los salarios se multiplicaron por diez desde que gobierna. No alcanza a distinguirse si el registro es del venezolano Nicolás Maduro, o de la autóctona Cristina Kirchner, aunque podría ser cualquier presidente populista en un país de alta inflación.

La gente, por suerte aprende. Nadie está contento porque ahora cobra el sueldo en billetes de mil, cuando hace una década lo hacía con un puñado de $100.

Hasta un nene pequeño entiende rápidamente que la moneda más grandota no necesariamente es la que más vale.

Por eso me llamó poderosamente la atención que esta semana se viralizara en los medios una cuenta, que refleja una profunda ilusión monetaria, en la que se comparaba el dinero que un banco había prestado a un hipotético usuario de un crédito UVA, cuando el nuevo sistema comenzó a rodar, en plena pascua de 2016.

Es cierto que, como el capital de un prestamos en UVAs se actualiza por inflación, quien pidió 1.000.000 de pesos en 2016, hoy debe $1.530.000 pero eso no quiere decir que deba más dinero, por la misma razón que no es cierto que usted gane más, aun cuando hoy cobra el doble de lo que percibía por su trabajo en 2015.

 

PERAS CON PERAS, MANZANAS CON MANZANAS

La manera correcta de analizar la evolución de una deuda es en términos reales, descontándole la inflación. Y como en los últimos dos años hubo 63 por ciento de inflación, ese millón quinientos treinta mil pesos de hoy equivale a menos de un millón del 2016; concretamente son $940.000 pesos de entonces, lo que quiere decir que como es lógico, en realidad, el que sacó un hipotecario debe menos dinero que antes.

Por otro lado, la propiedad que compró también se valoriza en términos nominales cuando atraviesa un periodo inflacionario y arriba de eso sube en términos reales, toda vez que la tierra es un factor fijo y la mayor demanda habitacional empuja los precios de las viviendas al alza, acá y en la China.

Esto quiere decir que quien sacó un crédito UVA hace dos años hizo un buen negocio, porque las tasas de los primeros prestamos oscilaba entre el 3 y el 5 por ciento y la valorización de las propiedades superó ese interés. Volviendo al ejemplo; debe un millón y medio de pesos, por una propiedad que vale más que eso.

Pero, además, tanto la cuota del crédito como lo que le resta pagar, se redujo también en relación a su salario.

Si con un salario de $32.000, hace dos abriles, una persona sacaba un hipotecario de $1.000.000 comprometiéndose a pagar una cuota de $8.000, que entonces representaba el tipo de 25 por ciento de su salario, ese prestamos equivalía a 31 sueldos.

Inflación y paritarias mediante, hoy esa persona gana aproximadamente $54.000, debe $1.530.000 y paga de cuota $12.500. Esto quiere decir que ahora le cuesta menos que antes pagar la cuota, porque asciende solo al 23 por ciento de su salario. Y también debe menos medido en salarios, puesto que lo que le resta pagar es lo mismo que 28 sueldos.

Y ni hablar si se compara la situación del que sacó un crédito, con la del que tuvo que seguir rentando una propiedad, puesto que los alquileres se ajustan semestralmente y subieron en los últimos dos años por encima de la inflación.

 

¿CONVENÍA MÁS UN CRÉDITO TRADICIONAL, A TASA FIJA?

La otra comparación que se puso de moda esta semana fue con los prestamos convencionales, que no ajustan por inflación.

El problema con esos créditos es que no existían en 2016. Lo que había era alguna línea con tres años de tasa fija. Lógicamente, como los bancos necesitaban cubrirse de la inflación esperada, esos créditos tenían tasas muy altas, lo que hacía impagables las primeras cuotas.

Es cierto que quien tuvo la suerte de sacar algún crédito a tasa fija en su vida, tarde o temprano se vio beneficiado por la inflación que licuó las cuotas, pero también es verdad que hasta que la depreciación monetaria hacia su trabajo, las cuotas eran prohibitivamente altas.

Con los UVAs, en cambio, nunca se licua la cuota; no hay modo de ganarle al sistema.

Por eso es falsa la comparación, porque el mismo banco que te prestaba $1.000.000 en UVAs, no te daba más de $500.000 a tasa fija, puesto que la cuota nunca podía superar el 25 por ciento de tus ingresos (30 por ciento en algunos bancos) y en las líneas convencionales las cuotas iniciales salían más del doble que en los UVAs.

Puesto en otras palabras, el crédito tradicional no era una opción porque para que te presten 1.000.000 de pesos necesitabas ganar más de $65.000 por mes y muy poca gente ganaba eso. La mayoría no podía acceder.

Pero incluso si hoy se pudiera acceder a un crédito a tasa fija, para que sea negocio se requiere que la inflación se mantenga muy alta en los próximos años, a los efectos de licuar las cuotas. Adicionalmente, se necesita que las tasas sean bajas, puesto que con tasas altas el ahorro de los UVAs en los primeros años, compensa lo que se paga de más después.

Lo cierto es que sin una unidad de cuenta estable y con alta inflación, Argentina destruyó el mercado de crédito.

Pensemos que en Chile los hipotecarios suman el 18 por ciento del PBI, mientras que, en nuestro país, hasta la revolución de los UVAs, solo ascendían a un magro uno por ciento. El mejor sistema de todos, por supuesto, es recuperar una moneda estable, sin inflación. En el camino, los UVAs son la mejor medida económica de los últimos 70 años.