lunes, 30 de octubre de 2017

La receta del enfermero…

El pasado 24 de Octubre, los presidentes del Consejo General de Enfermería y de la Organización Médica Colegial firmaron un acuerdo por la cual los enfermeros podrán prescribir medicamentos y productos sanitarios que administran en su día a día, sin supervisión de un médico (léase la noticia aquí).

España se une así a varios otros países donde ya es habitual que los profesionales de la enfermería prescriban medicamentos: Reino Unido, Suecia, EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Suráfrica, e Irlanda, entre otros. Las razones que se suelen esgrimir (por ejemplo, aquí) para facilitar que los profesionales de la enfermería prescriban medicinas van desde aprovechar el conocimiento de dichos profesionales como la de reducir el gasto en salud, uso eficiente del tiempo y recursos, reducción de la carga de trabajo de los médicos, afrontar el problema de escasez de médicos que tienen muchos países, así como mejorar la asistencia sanitaria en zonas remotas.

Todas estas razones están muy bien, pero seguro que una de las primeras preguntas que se le viene a la cabeza a más de uno es si la calidad de la prescripción de medicamentos se deteriorara. Afortunadamente, la Cochrane Library, que publica revisiones sistemáticas de la literatura médica, cuenta con este documento que resume el resultado de 46 estudios en el que se compara la calidad de la prescripción del médico con la calidad cuando el prescriptor es un licenciado en farmacia (26 estudios) o un profesional de enfermería (20 estudios). La Cochrane Library es muy exigente a la hora de decidir qué estudios se pueden incluir en la revisión de la literatura, y sólo se incluyen aquellos que tienen menor probabilidad de estar sesgados.

La mayoría de los artículos en los que se basa el documento de la Cochrane Library estudian la calidad de la prescripción en enfermedades crónicas (tensión arterial, diabetes, etc.) Los resultados son bastantes positivos: la calidad de la prescripción que hacen los farmacéuticos y enfermeros es comparable a la que hacen los médicos en las enfermedades analizadas: presión arterial, control de diabetes, y colesterol alto. Lo mismo se puede decir de la satisfacción del paciente, y de la calidad de vida del paciente.

El estudio también analiza la probabilidad que haya un evento adverso debido a que el prescriptor no fuera un médico. Al igual que en las enfermedades anteriormente indicadas, no hay evidencia que los profesionales de enfermería lo hayan hecho peor que los médicos, aunque en este caso los autores del documento indican que la calidad de la evidencia es peor, y recomiendan que se realicen más estudios al respecto. También indica el documento que es necesario realizar más estudios en cuanto al coste de la prescripción.

Aunque este estudio se publicó en el 2016, estudios anteriores (éste del 2014, éste del 2004, y éste del 2007) coinciden con el documento de la Cochrane Library en que la prescripción que realizan los enfermeros es tan buena como la de los médicos.

Al leer la noticia, salta a la vista que este acuerdo es algo que los profesionales de enfermería ya andaban buscando hace tiempo. La pregunta que emerge es por qué quiere este colectivo tener más trabajo (prescribir) y responsabilidad si no hay garantías que vaya a venir acompañado de una mayor paga. Para entenderlo, creo que hemos de apelar a un concepto del que ya he hablado en alguna otra entrada (aquí y aquí), el de motivación intrínseca.

Seguramente un porcentaje importante de los enfermeros deciden estudiar enfermería no por el dinero que vayan a ganar, sino porque piensan que se van a sentir bien (realizar) ayudando a otras personas con su salud. El hecho de poder prescribir medicamentos hace que puedan completar ese proceso de ayuda, y que por lo tanto se sientan más satisfechos con el trabajo que realizan. En otras palabras, la desutilidad del trabajo disminuye gracias a la motivación intrínseca.

También es posible que hayan elementos de motivación extrínsica (pero no monetaria). El hecho de que puedan prescribir medicamentos, puede hacer que sientan que tanto el paciente como la sociedad valoren más su trabajo (el trabajo se vuelve más importante porque ahora hacen algo que solían hacer los médicos), y que ello también disminuya la desutilidad de trabajar.

Otro aspecto interesante de este cambio, y al que se alude indirectamente en algunos de los artículos que he citado, es la ganancia en eficiencia que cabe esperar. Ya sabemos, gracias al artículo que Holmstrom y Milgrom publicaron en el 1991, que la manera óptima de organizar tareas es que la misma persona esté a cargo de tareas que son complementarias. En este sentido, si el enfermero se encarga de tomar la presión arterial y realizar otro tipo de pruebas diagnósticas y de hablar con el paciente, se ahorra tiempo (y por lo tanto recursos), si puede prescribir medicamentos sobre la marcha, y no tiene que comunicarse con el médico contándole lo que ha encontrado.

Será muy interesante seguir las consecuencias de este cambio. Les animo a que, la próxima vez que vayan al centro de salud, hagan un poco de investigación de campo y pregunten al enfermero o enfermera por la consecuencias del acuerdo recientemente firmado.

 



La economía de Europa y sus controversias eternas

Aquí están los seis primeros estados miembros de la economía europea ordenados según el ranking de los incrementos porcentuales de empleo por países para el periodo de los tres últimos años, esto es, 2014-2017. ¿Qué observamos? En primer lugar, que España ha sido la primera economía de Europa en experimentar un mayor incremento del empleo en dicho periodo, con un 8,7%, según datos del FMI (que incluyen la proyección del último trimestre de 2017). Le suceden Irlanda, Luxemburgo, Malta, Eslovaquia y Grecia. En segundo lugar, que tal incremento en España es casi equivalente en la misma proporción que el incremento de su PIB, lo que significa que a la par que aumenta el número de personas empleadas, aumenta la riqueza. Pero si nos fijamos por ejemplo en Irlanda, Luxemburgo, Malta o Eslovaquia, los siguientes del ranking, ante aumentos del empleo menores, el PIB aumenta en muchísima mayor proporción y velocidad, siendo que además sus tasas de paro son muchísimo menores tal y como se puede observar en el gráfico. Pero hay más, porque en el caso de Grecia, el aumento del empleo no se transforma en incrementos de renta ni siquiera de la misma proporción. Y curiosamente aquí la tasa de paro es todavía más alta que la de España. ¿Estos datos avalan unos fundamentos razonables de la evolución económica de Europa y el conjunto de sus países? ¿Por qué crecen más -ante incrementos de empleo similares- economías en las que sus tasas de paro son muy reducidas? ¿No deberían observarse signos de agotamiento en virtud del principio de rendimientos decrecientes? ¿A qué ritmo crecería Grecia con un incremento de empleo similar al actual si su tasa fuese mucho menor? ¿Inverso? ¿No debería potenciarse el crecimiento de los países con mayor tasa de paro y viceversa? ¿Es la economía europea […]

La entrada La economía de Europa y sus controversias eternas aparece primero en El Captor.



domingo, 29 de octubre de 2017

El misterioso caso de la financiación de la ciencia desaparecida

En los últimos días, varios medios (por ejemplo, éste, éste, o éste) han informado de el gobierno dejó sin ejecutar más del 60% del presupuesto para ciencia e innovación de 2016. El detonante de esta información es el informe de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), sobre la partida de "Política de Gasto de Investigación, Desarrollo e Innovación" (Política de Gasto 46) de los Presupuestos Generales del Estado para 2017, recientemente presentado. En este post pretendo explicar someramente cómo se produce este fenómeno y lo que nos revela sobre la política científica del gobierno o, mejor dicho, de los gobiernos.

En primer lugar conviene aclarar que este informe solo se fija en los fondos designados por el Gobierno como fondos destinados a I+D+i, cuya definición estricta y no ambigua es el destinado a programas presupuestarios de la mencionada PG46. Tampoco se debe pensar que hablamos del gasto total de España en este campo, ya que no estamos considerando la financiación de comunidades autónomas, Unión Europea o empresas. Por otro lado, tampoco pretendo discutir aquí si el montante de la PG46 es mucho o poco, de lo que se ha hablado abundantemente (aunque yo tengo claro que es muy poco, no podía dejar de decirlo). Es decir, no estamos hablando de la decisión política del Gobierno de cuánto quiere destinar a I+D+i, sino de la decisión política del Gobierno de cómo gestiona ese dinero.

Dicho eso, pasemos a la estructura de la PG46. A modo de ejemplo, aquí están los presupuestos aprobados para 2016 y 2017:

Como vemos, hay dos grandes partidas: operaciones no financieras y operaciones financieras. Dentro de ellas hay una subdivisión en investigación civil o de defensa, en la que no voy a entrar; en todo caso, la parte destinada a defensa es mucho más pequeña, lo que no es sorprendente dada la imaginación del Gobierno para inventar medios para aumentar el gasto en defensa de manera opaca (véase por ejemplo aquí o aquí, manejos que el Constitucional ha declarado nulos, ignoro si con consecuencia alguna, como siempre), lo que hace innecesario asignarle mucho de manera explícita. ¿Cuál es la diferencia entre las dos partidas?

La parte del león de este presupuesto (en 2017, pero en 2016 es similar aunque ha habido cambios en las asignaciones entre ministerios) se divide entre cuatro programas, a saber "Investigación científica", "Fomento y coordinación de la investigación científica y técnica", "Investigación y desarrollo tecnológico-industrial", e "Innovación tecnológica de las telecomunicaciones". De ellos, el primero se basa casi exclusivamente en fondos no financieros, mientras que los otros tienen contribuciones de ambos.

¿Qué diferencia hay entre los fondos financieros y los no financieros? Los no financieros son destinados básicamente a dos cosas: funcionamiento de Organismos Públicos de Investigación (OPIs), fundamentalmente el CSIC, que se lleva casi la mitad de este apartado, subvenciones a proyectos de investigación, y gastos de formación de personal investigador. Estos fondos son de los que vive fundamentalmente la investigación pública financiada por el Gobierno central en España. El otro apartado, los gastos financieros, corresponden a créditos. En cuanto a la gestión del PG46, se reparte en 2017 entre tres ministerios: el de Economía, Industria y Competitividad (MEIC,  donde se integran la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación y la malhadada Agencia Estatal de Investigación), el de Educación, Cultura y Deporte (MECD), y el de Energía, Turismo y Agenda Digital (MINETAD). De los gastos financieros, los de formación de personal investigador los lleva el de MECD, mientras que OPIs y proyectos caen en el ámbito del MEIC. Los gastos financieros se reparten básicamente entre MEIC y MINETAD.

Una vez resumida la estructura fundamental del PG46, pasemos al asunto que nos ocupa: el gasto no ejecutado. La tabla siguiente, también tomada del informe COSCE, resume lo ocurrido en los últimos años:

Como vemos, sistemáticamente se deja de gastar casi la mitad de esta partida presupuestaria. El caso de 2016 es más exagerado que otros años, pero hay que tener en cuenta que se cerró el presupuesto el 20 de julio, y que de hecho hay partidas en el presupuesto de 2017 destinadas a afrontar gastos que quedaron pendientes debido a ese cierre.  En todo caso, no parece arriesgado suponer que el porcentaje de no ejecución de 2016 sería cercano al 50% como en años anteriores.

¿Cuáles son las partidas que no se gastan? La gráfica siguiente, una vez más del informe COSCE, es muy clara:

La gráfica muestra el dinero no gastado (en millones de euros) y el no gastado de la parte financiera. Como vemos, esta última supone la gran mayoría del dinero no gastado, y es así año tras año. Es decir, cada presupuesto de I+D+i (PG46) que se elabora (y no sólo por este Gobierno, por cierto) contiene una parte destinada a créditos que es más de la mitad del total y que sistemáticamente no se gasta. Hay varias razones para explicar por qué no se gasta este dinero, pero la más importante es que se destina a créditos para fomentar la innovación empresarial (a menudo en colaboración con el sector público, pero no solo), y en España la innovación empresarial es un espejismo. Las empresas están dispuestas a recibir dinero en forma de subvenciones para investigación (fondos no financieros, que también les benefician en determinadas convocatorias) pero no a invertir en I+D+i utilizando créditos (a tipo de interés más que ventajoso, dicho sea de paso). Hay que decir, sin embargo, que hay otras explicaciones posibles: Por ejemplo, podría ser que las empresas realmente pudieran usar esos créditos para investigar, pero que la burocracia impuesta por el ministerio de turno (véase por ejemplo aquí) sea tal que las desanime de utilizar estos recursos. En ese caso, el problema sería que el Gobierno es incapaz de reducir la absurda "red tape" que padecemos los investigadores, que parece que nos gastemos todo el dinero de los proyectos en ir a Canarias a ver a nuestra novia...

Lo interesante del caso es que como he mencionado en el párrafo anterior, esta partida de gasto no financiero se incluye todos los años en el presupuesto, a sabiendas de que no se va a gastar (de hecho el porcentaje de gasto financiero presupuestado para 2017 aumenta, y es el responsable del exiguo crecimiento de la PG46 con respecto a 2016). Esto no es más que una manera de hacer que parezca que el Gobierno está invirtiendo en I+D+i una cierta cantidad, cuando la que invierte realmente no llega ni a la mitad.

Por otra parte, aunque sea menos, no puedo dejar de señalar que se dejaron sin ejecutar unos 229 millones de euros de fondos no financieros, lo que ya me resulta realmente inexplicable; hubiera bastado con haber evitado que la plantilla de investigadores del CSIC pierda 2000 personas en 6 años, o con asignar cantidades mayores a proyectos de investigación, por ejemplo. Nótese en este sentido que no es que ese dinero sobre porque no haya proyectos buenos que financiar; al contrario, la experiencia demuestra que proyectos evaluados científicamente con la máxima calificación no reciben todo el dinero que solicitan por falta de fondos. Y esto es algo que también viene ocurriendo todos los años como muestra el último gráfico.

En resumidas cuentas, lo que se desprende de todo esto es que los Gobiernos de los últimos años nos quieren hacer ver lo blanco negro: utilizan un presupuesto que es totalmente ficticio para que parezca que su desinterés absoluto por la I+D+i no lo es tanto, e incluso afirman haber aumentado dicho presupuesto de un año para otro (como en 2017, en un porcentaje menor que la inflación prevista) cuando en realidad lo que aumenta es la parte que saben que no van a ejecutar. Insisto: no voy a discutir aquí si hay que gastar dinero público en I+D+i; lo que creo que es totalmente intolerable es que un Gobierno afirme hacer una cosa cuando en realidad por debajo de la mesa y de manera opaca para la ciudadanía hace otra. Señores del Gobierno, si creen que la I+D+i en España solo merece unas migajas, tengan al menos el coraje de escribirlo así en el BOE. Maltraten al tejido investigador español cuanto tengan a bien, que para eso el gasto es una decisión política pero, por favor, no nos tomen el pelo encima.



29/10/2017- El Dia – Tiempo de reformas

“Hay que bajar los impuestos porque nos están matando” dijo a mediados de julio el mismísimo Presidente en la más mediterránea de las provincias. Un mes antes había sorprendido denunciando a los estudios jurídicos que, en connivencia con los jueces ponían al borde de la quiebra a las Pymes que tenían litigios legales con sus trabajadores; “Hay que enfrentar a la mafia de los juicios laborales, hay que enfrentar y terminar porque destruye la generación de empleo futuro”.

El diagnostico coincide no solo con el que hacían los CEO de las grandes empresas, que se reunieron hace dos semanas en IDEA, sino sobre todo con el pánico que relatan los pequeños empresarios ante la posibilidad de contratar nuevos trabajadores.

El lunes, después del espaldarazo electoral, Macri volvió a la carga y dijo en una conferencia de prensa en la Casa Rosada que “Entramos en una etapa de reformismo permanente, la Argentina no tiene que tenerle miedo a las reformas. Reformar es crecer, es evolucionar, progresar…”

La advertencia tiene que ver con la enorme expectativa que hay en buena parte del círculo rojo, alimentada por el hermetismo del propio gobierno que ni siquiera salió a cruzar las versiones más disparatadas que lanzaba la oposición como manotazos de ahogado y que iban desde el congelamiento y privatización de las jubilaciones hasta el aumento del IVA al 25%, pasando por la extensión de la jornada laboral, o lisa y llanamente la copia de la reforma que tuvo lugar en Brasil.

Si bien desde el oficialismo se niega que exista una sola gran Ley, está claro que hay cuatro ejes sobre los cuales se articularán una serie de proyectos que harán operable lo que el Presidente tenía en mente cuando hablaba de “reformismo permanente”; el referido a las cuestiones laborales, el que tiene que ver con lo previsional, la reforma tributaria y barajar y dar de nuevo en materia de la relación con las provincias (léase federalismo fiscal).

 

LA REFORMA LABORAL

Cualquier modificación del statu quo en el terreno laboral tiene que pasar por tres filtros que si bien limitan la posibilidad de cambios que el Ejecutivo puede lograr, al mismo tiempo aseguran que ninguna reforma sea impuesta sin el consenso de todas las partes. En particular, las nuevas reglas tienen que ser votadas por el Congreso, donde el Gobierno no tiene mayoría, deben ser acordadas con los sindicatos para evitar una ola de medidas de protesta y necesitan pasar el filtro judicial puesto que de nada sirve sacar una gran Ley que luego choque en tribunales.

Dicho esto, tampoco es esperable una norma a la brasileña, en primer lugar porque las realidades jurídicas y económicas son distintas, pero en segundo lugar porque muchos gremialistas, como por ejemplo Antonio Caló, ya han manifestado que no creen que exista un zapato cómodo para todos, sino que quieren acordar por separado las condiciones de cada sector.

Sí existe un criterio general que seguramente guiará las diferentes negociaciones y que tiene que ver con facilitar la posibilidad de que cuando existe coincidencia entre empresas y trabajadores para invertir y crear empleo en actividades nuevas, las condiciones puedan imponerse a los convenios más amplios, como los de cada industria, emulando lo que ya se firmó en Vaca Muerta, por ejemplo.

Al mismo tiempo parece difícil que los trabajadores rechacen las cláusulas de productividad que, aunque les transfieren parte del riesgo de los negocios, también les garantizan participación en las ganancias.

En lo que hace a los costos de despido no está claro aún si el Gobierno está decidido a girar hacia un modelo como el de los países nórdicos, en los que existe un seguro de desempleo que reemplaza a la tradicional indemnización, pero sí es muy probable que proponga un sistema que le dé menos discrecionalidad a los jueces para regular las sentencias, en sintonía con la nueva Ley de Riesgos de Trabajo, que redujo dramáticamente los litigios en las jurisdicciones que ya adhirieron a esa normativa.

 

LA REFORMA TRIBUTARIA

“Ley pareja no es rigurosa” reza el refrán y ese parece ser el criterio general para avanzar en los principales impuestos como IVA y Ganancias, que según el presupuesto 2017 tuvieron exenciones por 230.000 millones de pesos (2,2% del PBI). Esto quiere decir que, si por ejemplo en el IVA se eliminaran todos los tratamientos preferenciales de distintos productos, se podría recaudar la misma cantidad de plata con un alícuota uniforme de 16,5%. Esa rebaja podría ser incluso mucho mayor si se avanzara en un blanqueo de la economía.

En el caso de Ganancias, las exenciones más importantes son a la renta financiera de las personas físicas, donde podría haber cambios, aunque está en debate el alcance, sobre todo porque no tiene mucho sentido gravar títulos públicos. Tampoco resulta lógico cobrarles el impuesto a los plazos fijos, puesto que la tasa de interés que pagan los bancos por los depósitos, ni siquiera cubre la inflación.

Soy de los que piensan que hay una oportunidad histórica de avanzar en una estructura tributaria mucho más progresiva, en la que los impuestos salgan de los bienes (baje el IVA) y vayan a las personas (que todos paguemos Ganancias, salvo los pobres), pero no estoy seguro que el Gobierno esté tan convencido como yo. Hay sí versiones que indican que se avanzaría en la reducción (gradual) de Ganancias, pero para el caso de las empresas, con el objetivo de apuntalar la rentabilidad.

Donde sí parece haber una idea de mayor progresividad es en los aportes laborales; en pos del blanqueo cobra fuerza la propuesta de que el impuesto no se cobre a ningún salario inferior a los $10.000.

Vienen semanas de definiciones que despejarán muchas incertidumbres, aunque desde las más altas esferas del poder insisten en parafrasear el hit de Luis Fonsi, repitiendo una y otra vez que habrá muchos cambios, pero despacito.

fuente: ELDIA.com



viernes, 27 de octubre de 2017

Opiniones económicas sobre el "procés"

Del equipo actual de editores (Fran Beltrán, José Luis Ferreira, Libertad González, Juan Francisco Jimeno y Pedro Rey Biel)

No resulta muy arriesgado afirmar que el curso de los acontecimientos en Cataluña tendrá efectos importantes tanto sobre la situación de la economía catalana como de la española. Cómo se resuelva el conflicto político derivado del proceso independentista tendrá consecuencias que marcarán el desempeño económico de varias generaciones futuras. Sobre cuáles podrían ser estas consecuencias hay muchos debates, pero también mucho ruido y confusión puesto que hay demasiadas opiniones apasionadas y pocos análisis de la realidad comprometidos con la evidencia empírica de la que disponemos. Por otra parte, este evidencia empírica es, para la mayoría de las cuestiones bajo discusión, inexistente, dado que se trata de analizar un fenómeno sin precedentes históricos. En este escenario, la opinión pública se decanta por unas u otras posiciones con informaciones interesadas más que con realidades fundadas en el conocimiento.

Un grito de ayuda

En los últimos meses, a pesar del ruido mediático y político, ya habrán notado que apenas nos hemos pronunciado sobre el tema, lo que ha llevado a que algunos de nuestros lectores nos lo echaran en cara. Como contestó el presidente de la Asociación Nada es Gratis, Samuel Bentolila, a un comentario reciente, existen varias razones para ello. La primera es que  este es un blog sobre políticas, no sobre política. Lo que está sucediendo en Cataluña en los últimos años tiene mucho más que ver con la política que con la economía, aun cuando las consecuencias económicas sean considerables.  En segundo lugar, creemos que lo mejor que podemos ofrecer a nuestros lectores no es nuestra propia opinión sobre la cuestión catalana (que, por supuesto, cada uno tenemos la nuestra), sino la de expertos en cada una de las muchas cuestiones económicas que se plantean. En este momento en el que el debate está tan caliente, no hemos conseguido, de momento, aportaciones originales sobre el tema.

Por ello, nos ha parecido útil ofrecer una recopilación (selectiva) de entradas pasadas NeG y de artículos que han aparecido en otros medios de reconocidos economistas que se han pronunciado sobre las diferentes vertientes del "procés" y, en particular, sobre sus consecuencias económicas. Estaremos encantados de extender el debate con nuevas entradas que, con rigor, argumentos originales, evidencia empírica y pocas pasiones, puedan ser útiles para ayudar a la opinión pública a tomar decisiones que condicionarán el contexto social y económico de varias generaciones futuras.

Las consecuencias económicas del "procés" tienen muchas vertientes. En esta entrada señalamos algunas, bien remitiendo a los lectores a los artículos sobre ellas que consideramos más relevantes o bien simplemente esbozando algunas otras sobre las que debería haber más debate. Confiamos en que este resumen (a pesar de resultar de algunos apuntes rápidos escritos en caliente durante la tarde del 27 de Octubre de 2017) ayude a organizar un debate informado y respetuoso y a generar nuevos puntos de vista y aportaciones sobre las múltiples y muy importantes dimensiones que tienen y podrían tener las distintas vías de resolución del conflicto político catalán.

La vertiente política

Para poder analizar las consecuencias de un conflicto hay que entender sus causas. Por ello, aunque no se traten de artículos sobre las consecuencias económicas del "procés", creemos necesario recordar varias perspectivas sobre cómo se racionaliza el conflicto. En algunos de estos artículos (apartado b) hay, además, opiniones sobre las ventajas institucionales y las implicaciones de economía política de la independencia de Cataluña.

a. El origen del problema. Debate entre Tano Santos y Jaume Ventura:

Artículo de Tano Santos en Promarket: "El Laberinto Catalán" (en inglés)

Artículo de Jaume Ventura en Promarket: "Cataluña en la brecha, ¿Cómo llegamos aquí?" (en inglés)

b. La economía política y sus consecuencias institucionales: Debate entre Luis Garicano y Jordi Galí

Artículo original de Jordi Galí: "¿La Independencia para hacer qué?"

Respuesta de Luis Garicano en El País.

Respuesta de Jordi Galí en El País.

Las consecuencias económicas

Las consecuencias económicas del "procés" son susceptibles de manifestarse a través de varias perturbaciones con mecanismos de transmisión diferentes:

  1. El canal comercial. En el caso de que Cataluña saliera de la UE, una primera consecuencia serīa un cambio en su relación con el acervo comunitario y, en particular, en su estatus arancelario. Probablemente pudiera convertirse rápidamente (o no) en miembro de la Organización Mundial del Comercio,  pero, de buenas a primeras, un montón de actividades productivas pasarían a tener un rendimiento menor del inicialmente esperado como consecuencia del efecto arancelario y de la pérdida de otros beneficios comerciales de la UE derivados de la independencia . Aunque estemos acostumbrados a eso de que no existen las barreras comerciales, es importante recordar que esto es una cosa de los últimos veinte años y que los aranceles pueden implementarse mediante meros recargos impositivos sin necesidad de desplegar barreras físicas al movimiento de bienes y servicios. Sobre estas cuestiones, Jose Vicente Rodriguez-Mora y Pol Antràs expusieron sus conjeturas informadas en NeG hace ya más de cinco años.

Entrada de Rodríguez Mora

Respuesta de Pol Antràs

Respuesta a la respuesta

  1. La incertidumbre y otros impactos económicos de la falta de seguridad jurídica y política durante el corto plazo, así como el desfase probable en el cumplimiento del pago de salarios a funcionarios, pensiones, educación y pagos a proveedores en un entorno donde la base imponible experimente una contracción y la capacidad recaudatoria sea limitada, pueden provocar una caída importante de la confianza de los consumidores y de la empresarial. El impacto sería mayor en Cataluña, pero es probable que también se manifieste en el resto de España.
  2. La deslocalización de actividad económica. Las barreras al comercio y la falta de seguridad jurídica acabarán produciendo una mayor salida de empresas desde Cataluña hacia el resto de España que la que ya se ha producido. Sobre si el cambio de sede de las empresas tiene un efecto significativo sobre la actividad económica y si dichos efectos son más o menos permanentes, ha tenido lugar un debate interesante entre Xavier Sala-i-Martin y Fernando Trias de Bes.

Las tesis de Sala-i-Martíin (ver su cuenta de twitter para opiniones más recientes)

La respuesta de Trias de Bes

  1. La balanza fiscal. Sobre la magnitud de transferencias fiscales entre Cataluña y el resto de España, ha habido otro debate que se remonta a varias décadas y sobre el que siguen habiendo discrepancias importantes. Las posturas contrarias de Angel de la Fuente y Germá Bel son uno de los mejores ejemplos de los puntos de vista alternativos sobre esta cuestión..

El artículo de de la Fuente en El País

Respuesta de Germà Bel

Réplica de de la Fuente

  1. La financiación exterior. Para una Cataluña independiente, el acceso a los mercados, sin la colaboración financiera de España, sería muy limitado, si no inexistente.  Como habría que financiar un montón de pasivos frente al exterior, la crisis bancaria española del 2012 sería un juego de niños comparado con las situación que podría originarse. Por otra parte, tal escenario tendría también un impacto notable sobre la prima de riesgo española.
  2. La redenominación de los contratos. Probablemente Cataluña, en caso de independencia, optaría por una solución en la que la moneda de curso legal fuera el euro, lo que generaría una situación parecida a la de un currency board fuerte. Es bien conocido que los costes de este régimen monetario pueden ser considerables.  Si por el contrario se introdujera una nueva moneda, habría que establecer un tipo de cambio. Pero Cataluña tiene una economía muy integrada en todos sus sectores con España así como otros países de la zona euro. Los contratos son promesas hechas en una moneda, el euro, y cualquier intento unilateral de redenominar el contrato seguramente acabaría con un montón de demandas en tribunales, españoles y europeos (algo que durante el intento de resolución de la crisis griega mediante la salida del euro se demostró inviable). Esto haría que Cataluña necesitara euros para satisfacer promesas. Así, se incrementaría su  apalancamiento empresarial y de su administración pública. En este escenario, sería imprescindible una considerable mejora de la competitividad mediante fuertes contracciones salariales, reducciones de beneficios sociales y una devaluación de la recién introducida moneda.
  3. Centralización y descentralización. Si las preferencias hacia el nivel impositivo y la provisión de bienes públicos son distintas entre distintas regiones, la literatura sostiene que el diseño institucional más eficiente es aquel que acerca lo más posible los representantes políticos a sus representados. La competencia entre jurisdicciones favorece las políticas responsables y la cercanía entre el votante y su gobierno no sólo permite que éste último conozca mejor sus preferencias, sino que también facilita la vigilancia del votante sobre sus representates (lo que de nuevo tiene un efecto positivo sobre la responsabilidad de los gobiernos). Estos mecanismos, sin embargo, se mitigan si existen efectos de derrame entre las distintas jurisdicciones. Estos temas están tratados en el debate Galí-Garicano referido arriba. Links a la literatura aquí o aquí, entre otros muchos posibles.
  4. Efectos a corto y largo plazo. Es importante precisar que muchas de las consideraciones que se han apuntado hacen referencia a los efectos a corto plazo que tendría la independencia. Aunque la evidencia disponible apunta a que estos costes serían significativos, resulta mucho más difícil saber sí, una vez superado el shock inicial, Cataluña (y/o España) podrían crecer a tasas superiores a las que lo habrían hecho formando parte del mismo estado, un tema que alude a los condicionantes últimos del progreso económico y que tiene mucho que ver con el diseño institucional que una sociedad (unida o por separado) es capaz de imponerse a sí misma.

Aunque seguro que nos hemos dejado asuntos que también deberían ponerse sobre la mesa, esperamos que esta lista ayude a generar una reflexión constructiva sobre un procés que nos afecta a todos. Animamos, por tanto, a expertos en las distintas cuestiones a que nos hagan llegar sus aportaciones al debate y a los lectores a que contribuyan con sus reflexiones, no sin recordar una vez más que este es un blog sobre políticas, no sobre política.



Opiniones económicas sobre el "procés"

Del equipo actual de editores (Fran Beltrán, José Luis Ferreira, Libertad González, Juan Francisco Jimeno y Pedro Rey Biel)

No resulta muy arriesgado afirmar que el curso de los acontecimientos en Cataluña tendrá efectos importantes tanto sobre la situación de la economía catalana como de la española. Cómo se resuelva el conflicto político derivado del proceso independentista tendrá consecuencias que marcarán el desempeño económico de varias generaciones futuras. Sobre cuáles podrían ser estas consecuencias hay muchos debates, pero también mucho ruido y confusión puesto que hay demasiadas opiniones apasionadas y pocos análisis de la realidad comprometidos con la evidencia empírica de la que disponemos. Por otra parte, este evidencia empírica es, para la mayoría de las cuestiones bajo discusión, inexistente, dado que se trata de analizar un fenómeno sin precedentes históricos. En este escenario, la opinión pública se decanta por unas u otras posiciones con informaciones interesadas más que con realidades fundadas en el conocimiento.

Un grito de ayuda

En los últimos meses, a pesar del ruido mediático y político, ya habrán notado que apenas nos hemos pronunciado sobre el tema, lo que ha llevado a que algunos de nuestros lectores nos lo echaran en cara. Como contestó el presidente de la Asociación Nada es Gratis, Samuel Bentolila, a un comentario reciente, existen varias razones para ello. La primera es que  este es un blog sobre políticas, no sobre política. Lo que está sucediendo en Cataluña en los últimos años tiene mucho más que ver con la política que con la economía, aun cuando las consecuencias económicas sean considerables.  En segundo lugar, creemos que lo mejor que podemos ofrecer a nuestros lectores no es nuestra propia opinión sobre la cuestión catalana (que, por supuesto, cada uno tenemos la nuestra), sino la de expertos en cada una de las muchas cuestiones económicas que se plantean. En este momento en el que el debate está tan caliente, no hemos conseguido, de momento, aportaciones originales sobre el tema.

Por ello, nos ha parecido útil ofrecer una recopilación (selectiva) de entradas pasadas NeG y de artículos que han aparecido en otros medios de reconocidos economistas que se han pronunciado sobre las diferentes vertientes del "procés" y, en particular, sobre sus consecuencias económicas. Estaremos encantados de extender el debate con nuevas entradas que, con rigor, argumentos originales, evidencia empírica y pocas pasiones, puedan ser útiles para ayudar a la opinión pública a tomar decisiones que condicionarán el contexto social y económico de varias generaciones futuras.

Las consecuencias económicas del "procés" tienen muchas vertientes. En esta entrada señalamos algunas, bien remitiendo a los lectores a los artículos sobre ellas que consideramos más relevantes o bien simplemente esbozando algunas otras sobre las que debería haber más debate. Confiamos en que este resumen (a pesar de resultar de algunos apuntes rápidos escritos en caliente durante la tarde del 27 de Octubre de 2017) ayude a organizar un debate informado y respetuoso y a generar nuevos puntos de vista y aportaciones sobre las múltiples y muy importantes dimensiones que tienen y podrían tener las distintas vías de resolución del conflicto político catalán.

La vertiente política

Para poder analizar las consecuencias de un conflicto hay que entender sus causas. Por ello, aunque no se traten de artículos sobre las consecuencias económicas del "procés", creemos necesario recordar varias perspectivas sobre cómo se racionaliza el conflicto. En algunos de estos artículos (apartado b) hay, además, opiniones sobre las ventajas institucionales y las implicaciones de economía política de la independencia de Cataluña.

a. El origen del problema. Debate entre Tano Santos y Jaume Ventura:

Artículo de Tano Santos en Promarket: "El Laberinto Catalán" (en inglés)

Artículo de Jaume Ventura en Promarket: "Cataluña en la brecha, ¿Cómo llegamos aquí?" (en inglés)

b. La economía política y sus consecuencias institucionales: Debate entre Luis Garicano y Jordi Galí

Artículo original de Jordi Galí: "¿La Independencia para hacer qué?"

Respuesta de Luis Garicano en El País.

Respuesta de Jordi Galí en El País.

Las consecuencias económicas

Las consecuencias económicas del "procés" son susceptibles de manifestarse a través de varias perturbaciones con mecanismos de transmisión diferentes:

  1. El canal comercial. En el caso de que Cataluña saliera de la UE, una primera consecuencia serīa un cambio en su relación con el acervo comunitario y, en particular, en su estatus arancelario. Probablemente pudiera convertirse rápidamente (o no) en miembro de la Organización Mundial del Comercio,  pero, de buenas a primeras, un montón de actividades productivas pasarían a tener un rendimiento menor del inicialmente esperado como consecuencia del efecto arancelario y de la pérdida de otros beneficios comerciales de la UE derivados de la independencia . Aunque estemos acostumbrados a eso de que no existen las barreras comerciales, es importante recordar que esto es una cosa de los últimos veinte años y que los aranceles pueden implementarse mediante meros recargos impositivos sin necesidad de desplegar barreras físicas al movimiento de bienes y servicios. Sobre estas cuestiones, Jose Vicente Rodriguez-Mora y Pol Antràs expusieron sus conjeturas informadas en NeG hace ya más de cinco años.

Entrada de Rodríguez Mora

Respuesta de Pol Antràs

Respuesta a la respuesta

  1. La incertidumbre y otros impactos económicos de la falta de seguridad jurídica y política durante el corto plazo, así como el desfase probable en el cumplimiento del pago de salarios a funcionarios, pensiones, educación y pagos a proveedores en un entorno donde la base imponible experimente una contracción y la capacidad recaudatoria sea limitada, pueden provocar una caída importante de la confianza de los consumidores y de la empresarial. El impacto sería mayor en Cataluña, pero es probable que también se manifieste en el resto de España.
  2. La deslocalización de actividad económica. Las barreras al comercio y la falta de seguridad jurídica acabarán produciendo una mayor salida de empresas desde Cataluña hacia el resto de España que la que ya se ha producido. Sobre si el cambio de sede de las empresas tiene un efecto significativo sobre la actividad económica y si dichos efectos son más o menos permanentes, ha tenido lugar un debate interesante entre Xavier Sala-i-Martin y Fernando Trias de Bes.

Las tesis de Sala-i-Martíin (ver su cuenta de twitter para opiniones más recientes)

La respuesta de Trias de Bes

  1. La balanza fiscal. Sobre la magnitud de transferencias fiscales entre Cataluña y el resto de España, ha habido otro debate que se remonta a varias décadas y sobre el que siguen habiendo discrepancias importantes. Las posturas contrarias de Angel de la Fuente y Germá Bel son uno de los mejores ejemplos de los puntos de vista alternativos sobre esta cuestión..

El artículo de de la Fuente en El País

Respuesta de Germà Bel

Réplica de de la Fuente

  1. La financiación exterior. Para una Cataluña independiente, el acceso a los mercados, sin la colaboración financiera de España, sería muy limitado, si no inexistente.  Como habría que financiar un montón de pasivos frente al exterior, la crisis bancaria española del 2012 sería un juego de niños comparado con las situación que podría originarse. Por otra parte, tal escenario tendría también un impacto notable sobre la prima de riesgo española.
  2. La redenominación de los contratos. Probablemente Cataluña, en caso de independencia, optaría por una solución en la que la moneda de curso legal fuera el euro, lo que generaría una situación parecida a la de un currency board fuerte. Es bien conocido que los costes de este régimen monetario pueden ser considerables.  Si por el contrario se introdujera una nueva moneda, habría que establecer un tipo de cambio. Pero Cataluña tiene una economía muy integrada en todos sus sectores con España así como otros países de la zona euro. Los contratos son promesas hechas en una moneda, el euro, y cualquier intento unilateral de redenominar el contrato seguramente acabaría con un montón de demandas en tribunales, españoles y europeos (algo que durante el intento de resolución de la crisis griega mediante la salida del euro se demostró inviable). Esto haría que Cataluña necesitara euros para satisfacer promesas. Así, se incrementaría su  apalancamiento empresarial y de su administración pública. En este escenario, sería imprescindible una considerable mejora de la competitividad mediante fuertes contracciones salariales, reducciones de beneficios sociales y una devaluación de la recién introducida moneda.
  3. Centralización y descentralización. Si las preferencias hacia el nivel impositivo y la provisión de bienes públicos son distintas entre distintas regiones, la literatura sostiene que el diseño institucional más eficiente es aquel que acerca lo más posible los representantes políticos a sus representados. La competencia entre jurisdicciones favorece las políticas responsables y la cercanía entre el votante y su gobierno no sólo permite que éste último conozca mejor sus preferencias, sino que también facilita la vigilancia del votante sobre sus representates (lo que de nuevo tiene un efecto positivo sobre la responsabilidad de los gobiernos). Estos mecanismos, sin embargo, se mitigan si existen efectos de derrame entre las distintas jurisdicciones. Estos temas están tratados en el debate Galí-Garicano referido arriba. Links a la literatura aquí o aquí, entre otros muchos posibles.
  4. Efectos a corto y largo plazo. Es importante precisar que muchas de las consideraciones que se han apuntado hacen referencia a los efectos a corto plazo que tendría la independencia. Aunque la evidencia disponible apunta a que estos costes serían significativos, resulta mucho más difícil saber sí, una vez superado el shock inicial, Cataluña (y/o España) podrían crecer a tasas superiores a las que lo habrían hecho formando parte del mismo estado, un tema que alude a los condicionantes últimos del progreso económico y que tiene mucho que ver con el diseño institucional que una sociedad (unida o por separado) es capaz de imponerse a sí misma.

Aunque seguro que nos hemos dejado asuntos que también deberían ponerse sobre la mesa, esperamos que esta lista ayude a generar una reflexión constructiva sobre un procés que nos afecta a todos. Animamos, por tanto, a expertos en las distintas cuestiones a que nos hagan llegar sus aportaciones al debate y a los lectores a que contribuyan con sus reflexiones, no sin recordar una vez más que este es un blog sobre políticas, no sobre política.



Opiniones de economistas sobre las consecuencias económicas del "procés"

Del equipo actual de editores (Fran Beltrán, José Luis Ferreira, Libertad González, Juan Francisco Jimeno y Pedro Rey Biel)

No resulta muy arriesgado afirmar que el curso de los acontecimientos en Cataluña tendrá efectos importantes tanto sobre la situación de la economía catalana como de la española. Cómo se resuelva el conflicto político derivado del proceso independentista tendrá consecuencias que marcarán el desempeño económico de varias generaciones futuras. Sobre cuáles podrían ser estas consecuencias hay muchos debates, pero también mucho ruido y confusión puesto que hay demasiadas opiniones apasionadas y pocos análisis de la realidad comprometidos con la evidencia empírica de la que disponemos. Por otra parte, este evidencia empírica es, para la mayoría de las cuestiones bajo discusión, inexistente, dado que se trata de analizar un fenómeno sin precedentes históricos. En este escenario, la opinión pública se decanta por unas u otras posiciones con informaciones interesadas más que con realidades fundadas en el conocimiento.

Un grito de ayuda

En los últimos meses, a pesar del ruido mediático y político, ya habrán notado que apenas nos hemos pronunciado sobre el tema, lo que ha llevado a que algunos de nuestros lectores nos lo echaran en cara. Como contestó el presidente de la Asociación Nada es Gratis, Samuel Bentolila, a un comentario reciente, existen varias razones para ello. La primera es que  este es un blog sobre políticas, no sobre política. Lo que está sucediendo en Cataluña en los últimos años tiene mucho más que ver con la política que con la economía, aun cuando las consecuencias económicas sean considerables.  En segundo lugar, creemos que lo mejor que podemos ofrecer a nuestros lectores no es nuestra propia opinión sobre la cuestión catalana (que, por supuesto, cada uno tenemos la nuestra), sino la de expertos en cada una de las muchas cuestiones económicas que se plantean. En este momento en el que el debate está tan caliente, no hemos conseguido, de momento, aportaciones originales sobre el tema.

Por ello, nos ha parecido útil ofrecer una recopilación (selectiva) de entradas pasadas NeG y de artículos que han aparecido en otros medios de reconocidos economistas que se han pronunciado sobre las diferentes vertientes del "procés" y, en particular, sobre sus consecuencias económicas. Estaremos encantados de extender el debate con nuevas entradas que, con rigor, argumentos originales, evidencia empírica y pocas pasiones, puedan ser útiles para ayudar a la opinión pública a tomar decisiones que condicionarán el contexto social y económico de varias generaciones futuras.

Las consecuencias económicas del "procés" tienen muchas vertientes. En esta entrada señalamos algunas, bien remitiendo a los lectores a los artículos sobre ellas que consideramos más relevantes o bien simplemente esbozando algunas otras sobre las que debería haber más debate. Confiamos en que este resumen (a pesar de resultar de algunos apuntes rápidos escritos en caliente durante la tarde del 27 de Octubre de 2017) ayude a organizar un debate informado y respetuoso y a generar nuevos puntos de vista y aportaciones sobre las múltiples y muy importantes dimensiones que tienen y podrían tener las distintas vías de resolución del conflicto político catalán.

La vertiente política

Para poder analizar las consecuencias de un conflicto hay que entender sus causas. Por ello, aunque no se traten de artículos sobre las consecuencias económicas del "procés", creemos necesario recordar varias perspectivas sobre cómo se racionaliza el conflicto. En algunos de estos artículos (apartado b) hay, además, opiniones sobre las ventajas institucionales y las implicaciones de economía política de la independencia de Cataluña.

a. El origen del problema. Debate entre Tano Santos y Jaume Ventura:

Artículo de Tano Santos en Promarket: "El Laberinto Catalán" (en inglés)

Artículo de Jaume Ventura en Promarket: "Cataluña en la brecha, ¿Cómo llegamos aquí?" (en inglés)

b. La economía política y sus consecuencias institucionales: Debate entre Luis Garicano y Jordi Galí

Artículo original de Jordi Galí: "¿La Independencia para hacer qué?"

Respuesta de Luis Garicano en El País.

Respuesta de Jordi Galí en El País.

Las consecuencias económicas

Las consecuencias económicas del "procés" son susceptibles de manifestarse a través de varias perturbaciones con mecanismos de transmisión diferentes:

  1. El canal comercial. En el caso de que Cataluña saliera de la UE, una primera consecuencia serīa un cambio en su relación con el acervo comunitario y, en particular, en su estatus arancelario. Probablemente pudiera convertirse rápidamente (o no) en miembro de la Organización Mundial del Comercio,  pero, de buenas a primeras, un montón de actividades productivas pasarían a tener un rendimiento menor del inicialmente esperado como consecuencia del efecto arancelario y de la pérdida de otros beneficios comerciales de la UE derivados de la independencia . Aunque estemos acostumbrados a eso de que no existen las barreras comerciales, es importante recordar que esto es una cosa de los últimos veinte años y que los aranceles pueden implementarse mediante meros recargos impositivos sin necesidad de desplegar barreras físicas al movimiento de bienes y servicios. Sobre estas cuestiones, Jose Vicente Rodriguez-Mora y Pol Antràs expusieron sus conjeturas informadas en NeG hace ya más de cinco años.

Entrada de Rodríguez Mora

Respuesta de Pol Antràs

Respuesta a la respuesta

  1. La incertidumbre y otros impactos económicos de la falta de seguridad jurídica y política durante el corto plazo, así como el desfase probable en el cumplimiento del pago de salarios a funcionarios, pensiones, educación y pagos a proveedores en un entorno donde la base imponible experimente una contracción y la capacidad recaudatoria sea limitada, pueden provocar una caída importante de la confianza de los consumidores y de la empresarial. El impacto sería mayor en Cataluña, pero es probable que también se manifieste en el resto de España.
  2. La deslocalización de actividad económica. Las barreras al comercio y la falta de seguridad jurídica acabarán produciendo una mayor salida de empresas desde Cataluña hacia el resto de España que la que ya se ha producido. Sobre si el cambio de sede de las empresas tiene un efecto significativo sobre la actividad económica y si dichos efectos son más o menos permanentes, ha tenido lugar un debate interesante entre Xavier Sala-i-Martin y Fernando Trias de Bes.

Las tesis de Sala-i-Martíin (ver su cuenta de twitter para opiniones más recientes)

La respuesta de Trias de Bes

  1. La balanza fiscal. Sobre la magnitud de transferencias fiscales entre Cataluña y el resto de España, ha habido otro debate que se remonta a varias décadas y sobre el que siguen habiendo discrepancias importantes. Las posturas contrarias de Angel de la Fuente y Germá Bel son uno de los mejores ejemplos de los puntos de vista alternativos sobre esta cuestión..

El artículo de de la Fuente en El País

Respuesta de Germà Bel

Réplica de de la Fuente

  1. La financiación exterior. Para una Cataluña independiente, el acceso a los mercados, sin la colaboración financiera de España, sería muy limitado, si no inexistente.  Como habría que financiar un montón de pasivos frente al exterior, la crisis bancaria española del 2012 sería un juego de niños comparado con las situación que podría originarse. Por otra parte, tal escenario tendría también un impacto notable sobre la prima de riesgo española.
  2. La redenominación de los contratos. Probablemente Cataluña, en caso de independencia, optaría por una solución en la que la moneda de curso legal fuera el euro, lo que generaría una situación parecida a la de un currency board fuerte. Es bien conocido que los costes de este régimen monetario pueden ser considerables.  Si por el contrario se introdujera una nueva moneda, habría que establecer un tipo de cambio. Pero Cataluña tiene una economía muy integrada en todos sus sectores con España así como otros países de la zona euro. Los contratos son promesas hechas en una moneda, el euro, y cualquier intento unilateral de redenominar el contrato seguramente acabaría con un montón de demandas en tribunales, españoles y europeos (algo que durante el intento de resolución de la crisis griega mediante la salida del euro se demostró inviable). Esto haría que Cataluña necesitara euros para satisfacer promesas. Así, se incrementaría su  apalancamiento empresarial y de su administración pública. En este escenario, sería imprescindible una considerable mejora de la competitividad mediante fuertes contracciones salariales, reducciones de beneficios sociales y una devaluación de la recién introducida moneda.
  3. Centralización y descentralización. Si las preferencias hacia el nivel impositivo y la provisión de bienes públicos son distintas entre distintas regiones, la literatura sostiene que el diseño institucional más eficiente es aquel que acerca lo más posible los representantes políticos a sus representados. La competencia entre jurisdicciones favorece las políticas responsables y la cercanía entre el votante y su gobierno no sólo permite que éste último conozca mejor sus preferencias, sino que también facilita la vigilancia del votante sobre sus representates (lo que de nuevo tiene un efecto positivo sobre la responsabilidad de los gobiernos). Estos mecanismos, sin embargo, se mitigan si existen efectos de derrame entre las distintas jurisdicciones. Estos temas están tratados en el debate Galí-Garicano referido arriba. Links a la literatura aquí o aquí, entre otros muchos posibles.
  4. Efectos a corto y largo plazo. Es importante precisar que muchas de las consideraciones que se han apuntado hacen referencia a los efectos a corto plazo que tendría la independencia. Aunque la evidencia disponible apunta a que estos costes serían significativos, resulta mucho más difícil saber sí, una vez superado el shock inicial, Cataluña (y/o España) podrían crecer a tasas superiores a las que lo habrían hecho formando parte del mismo estado, un tema que alude a los condicionantes últimos del progreso económico y que tiene mucho que ver con el diseño institucional que una sociedad (unida o por separado) es capaz de imponerse a sí misma.

Aunque seguro que nos hemos dejado asuntos que también deberían ponerse sobre la mesa, esperamos que esta lista ayude a generar una reflexión constructiva sobre un procés que nos afecta a todos. Animamos, por tanto, a expertos en las distintas cuestiones a que nos hagan llegar sus aportaciones al debate y a los lectores a que contribuyan con sus reflexiones, no sin recordar una vez más que este es un blog sobre políticas, no sobre política.



Independentismo; dolor y placer

Recuerdo haber leído en alguna u ocasión -y si no, me lo voy a inventar ahora mismo- que una de las razones por las que los monopolios están justificados en términos económicos consiste en asumir que determinados servicios o productos esenciales, cuya provisión implica incurrir en costes e infraestructuras cuantiosísimas, no pueden ser garantizados por la empresa privada atendiendo a los impedimentos financieros que acabo de citar, y que si no es el estado o el sector público quien se responsabiliza del suministro de dichos bienes o servicios, entonces nadie, absolutamente nadie, asume tal responsabilidad. Y sucede también que ciertos sectores económicos como la banca, la energía, las telecomunicaciones o el transporte, sectores que, recordemos, en sus inicios nacieron como monopolios estatales no solo por las anteriores razones económicas, sino también por causas de tipo estratégico, acaban siendo transferidos al sector privado invocando principios de “eficiencia productiva” u otros por el  estilo, como veis siempre empleando terminología de carácter tan bello como persuasivo. Al final, el control de dichos sectores recae en un número muy reducido de manos, cuyo poder para influir en el conjunto de la sociedad y en el desarrollo económico de la misma se multiplica exponencialmente, y resulta que incluso en aquellos casos en los que el estado delimita con responsabilidad la cesión de los márgenes máximos de actuación, terminan produciéndose abusos en el ejercicio de la autoridad transferida con un resultado neto negativo a la hora de comparar la “eficiencia social” y la “eficiencia productiva”. Todo esto viene a cuento de los mecanismos que la mayoría de los estados actuales implementa en connivencia con determinadas élites -pero pongámosle también el nombre de personas o familias concretas, que provienen del aparato franquista, que descienden de estirpes privilegiadas, etc…-, exclusivamente con el fin de monopolizar el funcionamiento de […]

La entrada Independentismo; dolor y placer aparece primero en El Captor.



jueves, 26 de octubre de 2017

Rendimientos crecientes en población y transiciones demográficas

A día de hoy, la población mundial es de alrededor de 7.600 millones. El crecimiento de la población se aceleró después la Revolución Industrial y sigue creciendo a ritmo bastante constante desde 1950. Las predicciones para los próximos 50 o 100 años siguen apuntando a un crecimiento parecido, como puede verse en el siguiente gráfico que, además muestra que casi todo el crecimiento reciente de la población ha tenido lugar y va a seguir ocurriendo en los países menos desarrollados.

Determinar si este aumento de la población mundial es bueno o malo es una vieja pregunta que economistas, sociólogos y otros científicos han tratado de responder. Desde un punto de vista económico, una razón por la que mayor población reduce el crecimiento económico es el esgrimido por el filósofo Robert Malthus. El argumento de Malthus es muy simple: con un número relativamente fijo de recursos naturales, más población implica menos recursos per cápita y eso no solo lleva a menos comida por persona sino menos capacidad de producir esa comida. Malthus argumentaba que cualquier mejoría en la productividad de un país o una sociedad, tal vez porque inventaban una nueva forma de cultivo o porque invadían a otro país, se traducía en un aumento en su población. Sin embargo, como esa mejora era solo temporal, al cabo de poco tiempo, el nivel de vida volvía al mismo nivel de antes. Además, ante la imposibilidad de alimentar a la nueva población, ésta volvía a su nivel inicial debido a hambrunas o guerras generadas por la falta de recursos. La teoría Maltusiana funcionó asombrosamente bien durante la mayor parte de la historia de la humanidad. El siguiente gráfico muestra que, efectivamente, el crecimiento económico y el de la población fueron prácticamente nulos desde el año 0 a la llegada de la Revolución Industrial, allá por el año 1780.

Población

                                                                     PIB per cápita

Con la llegada de la Revolución Industrial, la teoría Maltusiana se desmoronó completamente. Con las asombrosas mejoras tecnológicas que trajo la revolución, desde entonces el mundo fue capaz de aumentar su nivel de riqueza y su población a un ritmo sostenido nunca antes observado. El gráfico anterior nos muestra que es perfectamente posible aumentar a la vez la población mundial y, al mismo tiempo, su nivel de riqueza. Sin embargo, esto no responde a la pregunta de si una mayor población es bueno para la economía.

Existen varias teorías que sugieren que es posible que esto sea así. Por ejemplo, en un mundo con más gente es más probable encontrar un genio como Albert Einstein. Y con muy poquitos Einsteins, parece obvio que es posible mejorar la tecnología de un país o del mundo entero de forma sustancial y así crecer de forma sostenida. Alternativamente, en un mundo más poblado es más fácil intercambiar ideas y buscar formas de producir de forma más eficiente (aunque también puede argumentarse que un mundo con más gente suele implicar también más conflictos…). Encontrar un efecto causal del crecimiento de la población en el crecimiento económico es complicado puesto que muchos factores afectan simultáneamente a las dos variables. Sin embargo, lo que sí sabemos es que prácticamente todos los países que hoy son ricos han experimentado, en algún momento una caída en el crecimiento de su población, lo que se ha venido a llamar la transición demográfica. Esta transición es una combinación de una rápida caída de la mortalidad inicialmente y una caída de la natalidad más tarde, generando una evolución del crecimiento de la población en forma de U invertida.

En un reciente trabajo (ver aquí) con Robert Tamura de Clemson University nos preguntamos cómo hubieran sido las transiciones demográficas en un mundo donde hay sustanciales rendimientos crecientes a la población. (Está claro que este supuesto es muy fuerte y que necesitamos más evidencia para entender en qué casos es eso cierto). Como en casi todos estos modelos existe un trade-off entre el número de hijos que una familia tiene y cuánto se invierte (no solo monetariamente sino en tiempo que se pasa con ellos) en la educación de cada uno de estos hijos (el llamado children quantity-quality trade-off). Los rendimientos crecientes en la población deberían inducir a una mayor natalidad pero las familias no son conscientes de ello. En jerga económica, no se dan cuenta de la externalidad positiva de su decisión de tener más hijos en el resto de la economía. Así pues, la tasa de fertilidad en el equilibrio competitivo de nuestro modelo es subóptima.

Nuestro siguiente objetivo es usar el modelo para generar una transición demográfica y ver como se ve afectada por estos rendimientos crecientes de población. Para ello introducimos mortalidad infantil en el modelo y asumimos que esta mortalidad puede reducirse si la población tiene un mayor nivel de educación. Además, las familias quieren asegurarse de que al menos un número suficiente de sus hijos sobreviven y por eso tienen muchos hijos cuando la tasa de mortalidad infantil es alta (a esto se le llama la demanda de precaución de niños). Obviamente, a medida que la mortalidad infantil cae, los padres eligen tener un menor número de hijos. Todo esto genera una dinámica muy interesante: lo óptimo en es que la sociedad acumule capital humano lo más rápidamente posible, eliminando así la mortalidad infantil cuanto antes. Una vez esto sucede, es óptimo reducir la acumulación de capital humano para permitir una mayor tasa de natalidad de la que habría sin rendimientos crecientes a la población. Eventualmente en nuestro modelo se alcanza un límite al tamaño de la población debido a costes de coordinación que aumentan con el número de personas. Cuando se alcanza este límite, la tasa de natalidad disminuye y se concluye la transición demográfica. De nuevo, las familias no se dan cuenta de dos cosas: el efecto positivo que tiene en la economía que tengan más hijos (debido a los rendimientos crecientes de población) y el efecto positivo de que eduquen más a cada uno de sus hijos (debido a que mayor educación reduce la mortalidad infantil). Esto implica que, en el equilibrio competitivo, el nivel de capital humano es más bajo en el equilibrio competitivo durante en la mayoría de años y, como consecuencia de esto, la mortalidad infantil en el equilibrio competitivo es demasiado alta. El crecimiento económico es, en general, más alto en el equilibrio óptimo. Como consecuencia de todo esto la transición demográfica ocurre mucho más tarde de lo que debería hacerlo en un mundo “óptimo”. Estos efectos pueden verse en los gráficos que muestro más abajo, donde las líneas verdes corresponden al equilibrio competitivo, mientras que las líneas rojizas se refieren al equilibrio eficiente (hay varias líneas puesto que usamos diferentes valores de los parámetros en cada caso).

Tasa de crecimiento en ingreso per cápita

Capital humano

Tasa de natalidad

Tasa de mortalidad

En conclusión, existen motivos para pensar que, en ciertos casos, existen rendimientos crecientes de población. Si esto es así, es difícil pensar que las familias internalicen estos beneficios y por lo tanto es importante plantearse si es conveniente promover políticas públicas que fomenten la natalidad, especialmente en países desarrollados, cuyas tasas están cerca o incluso por debajo del nivel de reemplazamiento. Pensando en países en vías de desarrollo que están aún en el proceso de terminar su transición demográfica, nuestra investigación sugiere que es preferible invertir en capital humano inicialmente de forma que la mortalidad infantil deje de ser un problema. Una vez esto se consigue las familias óptimamente decidirán tener menos hijos (puesto que el riesgo de que fallezcan es ahora muy bajo) y por lo tanto se consigue llevar a cabo la transición demográfica. Igual que en los países más desarrollados, si realmente creemos en los rendimientos crecientes de población, los gobiernos de países en vías de desarrollo deberían incentivar a las familias a que en el largo plazo tengan un número de hijos mayor del que tendrían sin estos rendimientos crecientes.



La Europa Social revisitada

De Samuel Bentolila y Juan J. Dolado

Esta entrada es una versión resumida y ligeramente revisada de la homónima aparecida en VoxEU.org.

Hace casi dos décadas, el octavo informe de la serie del CEPR "Monitoring European Integration" exploró las interacciones entre la política social y la integración económica en Europa. La experiencia de la anterior ampliación de la Comunidad Europea −con la incorporación de Grecia, Portugal y España en la primera mitad de los años ochenta− proporcionó a Social Europe: One for All? ("Europa social: ¿Una para todos?", de Bean, Bentolila, Bertola y Dolado) un punto de partida adecuado para intentar prever el futuro de la política social tras la entonces próxima ampliación a Europa del Este, que finalmente tendría lugar en 2004. Se intentó analizar cómo evolucionaría la dimensión o "acervo" social de la Unión Europea (UE) −es decir, la normativa social común a toda la Unión− a raíz de la creciente integración económica en sus diversas formas, desde la liberalización comercial hasta el aumento de la movilidad del capital y de la mano de obra.

El diagnóstico básico del informe fue que la integración de economías con diferentes niveles de desarrollo, aunque en general mejore el bienestar agregado, suele tener consecuencias negativas para los productores menos eficientes, tanto en los antiguos estados miembros como en los nuevos. Por tanto, la integración crearía una demanda de mayor protección social. Sin embargo, la efectividad de las políticas sociales nacionales se vería mermada por la mayor integración económica, de modo que la oferta de estas políticas disminuiría. Como resultado de estas fuerzas contrapuestas, el "precio" de la protección social indefectiblemente aumentaría, mientras que su "cantidad" en equilibrio podría subir o bajar.

Se esperaba que estas fuerzas dieran lugar a una mayor presión sobre el modelo europeo de protección social y las legislaciones laborales. Sin embargo, dada la solidez de los sistemas nacionales de relaciones laborales y de gasto social, y en la medida en que estos representan diferencias genuinas en las preferencias nacionales sobre estas cuestiones, no se esperaba una competencia a la baja en los estándares de protección social y del mercado de trabajo. Por tanto, se consideró esencial articular la armonización de estándares mínimos en todas aquellas políticas sociales que no favorecieran a determinados grupos de población privilegiados (insiders) a expensas de los segmentos menos favorecidos de la sociedad (outsiders).

Para los países más ricos, la coordinación podría consistir en armonizar sus normativas en vigor, que ya suponían una elevada protección social. Sin embargo, para los países con preferencias diferentes con respecto a dicha protección (por ejemplo, el Reino Unido) o con menores niveles de desarrollo, existía el peligro de que esas normas comunes eliminaran los beneficios del comercio y perjudicaran a los "pobres más lejanos", incluso si estaban destinadas a proteger a los "pobres más cercanos" en los países europeos. Por tanto, la diversidad era realmente deseable y la introducción del acervo comunitario completo en los nuevos estados miembros solo tendría sentido si se llevara a cabo de forma gradual, a medida que sus niveles de vida se aproximasen a los de Europa Occidental.

Al diseñar las políticas de la UE se decidió que condiciones de trabajo tales como el permiso parental, la no discriminación sexual, la igualdad de trato de los empleados a tiempo parcial y completo o la consulta con los representantes de los trabajadores sobre la gestión en grandes empresas multinacionales podrían armonizarse para evitar el dumping social, es decir, la reducción de derechos a fin de obtener ganancias de competitividad. Sin embargo, incluso cuando se pusieron en práctica normas a nivel de la UE, su aplicación no ha sido muy rigurosa. Como resultado, el progreso en el desarrollo de una política social de la UE ha sido mucho más lento que en otras áreas como el comercio o la política monetaria.

Veinte años despues

Dos décadas después de la publicación del informe, la Europa Social ha vuelto a encabezar la agenda política, pero esta vez no se ha debido a una ampliación de la UE. El debate actual sobre los pros y contras del acervo social está sujeto a cuatro desafíos principales, que simultáneamente han aumentado la demanda de protección social y han limitado la capacidad de suministrarla.

Primero, ha reaparecido el comercio interindustrial con los países emergentes, especialmente con China. En segundo lugar, el cambio tecnológico, que desempeña un papel destacado pero ha cambiado de forma, pasando de tener un sesgo en favor de los trabajadores más cualificados a suponer una oleada de "rutinización", que progresivamente permite a las máquinas llevar a cabo tareas que antes solo podían realizar seres humanos. Esto afecta especialmente a los trabajadores que están en el tramo medio de la distribución de salarios, provocando así la polarización del trabajo (véase este artículo de Goos, Manning y Salomons).

En tercer lugar, la recesión financiera global iniciada en 2008 y la posterior crisis del euro que afectó a Europa en 2011 (la Gran Recesión) han mostrado los límites de la disposición de las naciones ricas de la UE a mitigar los efectos de la crisis en los países rescatados. Además, la ayuda ha llegado a través de programas de rescate individuales de cada país, sujetos a una estricta condicionalidad, y no mediante ningún mecanismo de seguro de rentas en toda la UE. En cuarto lugar, la crisis de los refugiados ha puesto a prueba severamente el principio de la libre circulación de personas en la UE. De hecho, la actual ola de nacionalismo en muchos países europeos puede entenderse como el resultado de estos desarrollos y su consiguiente impacto en el bienestar y la distribución de la renta.

Para ver cómo ha operado este conjunto de fuerzas en la práctica, es útil dividir la UE (para los países con datos) en cinco bloques, de acuerdo con sus modelos de política social (siguiendo la propuesta de Bertola, Boeri y Nicoletti): (i) Nórdico (ND: Dinamarca, Finlandia y Suecia, más los Países Bajos); (ii) Anglosajón (AS: Irlanda y el Reino Unido); (iii) Continental (CT: Alemania, Austria, Bélgica, Francia y Luxemburgo); (iv) Mediterráneo (MN: España, Grecia, Italia y Portugal); y (v) Centro-oriental (CE: Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa y República Eslovaca).

Según la base de datos de distribución de la renta de la OCDE, el bloque MN era el que tenía el índice de Gini (medida de la desigualdad de la renta disponible de los hogares) más elevado en 2004 (33.4%), seguido del AS (32%) y el CE (30.9%), con los bloques CT y ND en la parte inferior (28.5% y 26.2%, resp.). Una clasificación similar (inversa) se aplica a la pobreza (medida por la fracción de la población total con renta disponible del hogar por debajo de la mitad de la mediana): 13.1% (MN), 10.8% (AS), 10.6% (CE), 8.2% (CT) y 6.9% (ND).

En 2014, una década después, la desigualdad había aumentado en el bloque MN (con un 34%), especialmente en España y Grecia, donde la devaluación interna impuesta por la Troika ha significado un aumento de casi 1.5 puntos porcentuales en sus índices de Gini. Por el contrario, la desigualdad ha disminuido en los bloques AS y CT (31.3% y 28%, resp.) y apenas ha variado en los dos bloques restantes: CE (30.7%) y ND (26.4%). La pobreza ha aumentado en casi un punto porcentual en todos los bloques excepto en el AS, donde se ha reducido en una cifra similar.

La recesión ha supuesto un gran reto para todos los países en que la legislación laboral fue diseñada para favorecer a grupos específicos de trabajadores protegidos (por ejemplo, trabajadores con contrato indefinido en España o empleados públicos y algunos colectivos de autónomos en Grecia), ya que el paro y la pobreza han aumentado. La Gran Recesión ha coadyuvado al desmantelamiento parcial de algunas de estas regulaciones ineficientes, que son difíciles de justificar en términos de la distribución o la eficiencia.

No obstante, el coste directo lo han soportado principalmente los segmentos más débiles de la sociedad (jóvenes, inmigrantes y trabajadores menos cualificados y mayores). A su vez, algunas de las políticas de ajuste en el mercado laboral que funcionaron bien en Alemania y otros países centroeuropeos −como los recortes salariales temporales o las reducciones del tiempo de trabajo− no son directamente aplicables a los bloques MN o CE, precisamente porque sus ineficientes instituciones favorecieron una especialización en sectores que fueron perjudicados de forma permanente por la crisis (por ejemplo, la construcción) o debido a la gran importancia de las pymes en estas economías.

En este sentido, sigue siendo primordial no imponer rápidamente en estos países un nuevo acervo social más estricto. Se les debería permitir recuperarse primero de la crisis y poner en práctica reformas de sus políticas económicas. Las reformas orientadas hacia sistemas más descentralizados de determinación salarial son claves. También se debería revisar la protección dual del empleo, estableciendo que los contratos temporales solo se puedan usar para actividades productivas no permanentes, así como para la sustitución y la formación. Las reformas recientes de este tipo en los países MN y CE son pasos en la dirección correcta, pero todavía no son suficientes.

Mirando hacia el futuro

A pesar de que la UE ha ido construyendo una dimensión social que ha mejorado las condiciones de vida y la convergencia social entre sus miembros, los cuatro desafíos antes indicados requieren ahora una estrategia más efectiva para fortalecer el acervo social de la UE. A ellos se une un quinto desafío que se agravará en años venideros: el envejecimiento de la población, que reducirá aún más los recursos disponibles. Dado que la convergencia en las tasas de empleo y el nivel de vida se ha paralizado en los últimos años, una mayor cooperación social debería implicar una mayor armonización de estándares básicos, como los de salud y seguridad en el trabajo, el reconocimiento de títulos académicos, la edad de jubilación y el impuesto de sociedades.

En el contexto del diseño de una UE post-Brexit, como nos contó hace una semana Juan F. Jimeno, la Comisión Europea ha propuesto un pilar europeo de derechos sociales. Uno de sus objetivos es aumentar el presupuesto social de la UE, que actualmente representa solo el 0.3% del gasto público social en la UE. La propuesta incluye un cuadro de indicadores sociales para hacer un seguimiento del progreso individual de cada país. Un documento complementario enumera el acervo existente y las propuestas incluidas en el llamado Pilar Social, aunque este último sigue estando poco desarrollado y aparentemente lejos de implicar que las normas de la UE sean más estrictas que las nacionales en muchos países.

Algunas políticas concretas para llevar a Europa hacia una "clasificación triple A social", en palabras de su presidente, Jean-Claude Junker, podrían ser las siguientes:

1. Un mecanismo estabilizador automático (por ejemplo, un fondo de prestaciones por desempleo de la UE, con sistema bonus-malus), destinado a evitar que oscilaciones del ciclo económico conduzcan a desequilibrios estructurales profundos, como sucedió durante la crisis del euro (véase este trabajo de Ábrahám, Brogueira de Sousa, Marimon y Mayr).

2. Un papel activo de los fondos estructurales y de cohesión y, de iniciativas recientes como la Garantía Juvenil y el Paquete de Inversión Social (que actualmente no funcionan bien), para reducir las grandes disparidades entre países en sus políticas de inversión en capital humano (cuidado y educación en la infancia, política educativa, políticas activas del mercado de trabajo, etc.).

3. La mejora del intercambio de información y la cooperación administrativa entre países para evitar el llamado "turismo social".

4. Limitaciones en el uso de los fondos de la UE por aquellos países que incumplan los acuerdos sobre libre movilidad laboral o la recepción de cuotas de refugiados. También el uso de un enfoque de "condicionalidad positiva" −según la propuesta de Boeri y Jimeno− para los países que tomen medidas para desmantelar la legislación que protege la posición privilegiada de algunos trabajadores en detrimento de los más desfavorecidos.

5. El uso de la mayoría cualificada en lugar de la unanimidad en los asuntos sujetos a la armonización de estándares mínimos.

Debemos reconocer que, con mayor globalización y progreso tecnológico, el desafío de una mayor demanda de protección social y una menor capacidad para ofrecerla es aún más fuerte que hace dos décadas. Sin embargo, ha llegado el momento de llevar a cabo una discusión profunda sobre una nueva dimensión social de la UE y cómo lograrla.



martes, 24 de octubre de 2017

El diseño de la nueva Europa

El jueves pasado, después de salir del Congreso, marché a la Fundación Rafael del Pino, donde hablé sobre el futuro de la Unión Europea en el contexto de un mundo bipolar EE.UU.-China.

El video que he colgado es mi intervención, pero como es costumbre en la casa, no incluye las preguntas y respuestas (que siempre tienen mal audio). Las transparencias que utilicé están aquí.



Independentismo y empleo: ¿a qué estamos jugando?

En Catalunya las ideas son libres pero los hechos son únicos. El gobierno de España que defiende la Constitución y el Tratado de la Unión Europa (que en su artículo 4 defiende la unidad territorial de los países miembros y la Generalitat). Y los partidos/asociaciones partidarios del independentismo que han dejado de reconocer la Constitución (votado con el apoyo del 91% de los catalanes en 1991), el Estatut de Autonomía y el Tratado de la Unión.

Como hemos demostrado en este blog, desde hace años (y especialmente en el último mes) las promesas de los independentistas diciendo que con la independencia los catalanes vivirían mejor, tendrían más empleo, con mejores salarios, mejores pensiones y mejores servicios públicos, se está demostrando que eran falsas. Los independentistas dijeron que los bancos no se irían y vendrían más empresas. La realidad es que todos los bancos catalanes se han ido por temor a la quiebra y con ellos más de 1.300 empresas, la mayoría pymes.

El independentismo provocaría una depresión en Catalunya peor que la quiebra de Lehman

Un gobernante honesto que quiera el bien para sus ciudadanos reconocería el error y pararía esta paranoia. Saben que no tienen ningún apoyo internacional, que quedarían fuera de la UE y del euro, y que habría corralito (como pide la CUP) porque no tienen acceso al crédito internacional. Por lo tanto, la independencia provocaría una depresión en Catalunya peor aún que la quiebra de Lehman en 2008.

Por eso no han declarado la independencia formalmente y han incumplido su propia ley de transitoriedad; y por eso también la CUP ha retirado el apoyo parlamentario al Govern situando a Catalunya en una grave crisis institucional. Los independentistas se preparan para unas nuevas elecciones y la posverdad va en aumento. Os recomiendo ver en Netflix el documental Roger Stone, el que animó a Donald Trump a entrar en política y uno de sus estrategas de campaña.

 

La posverdad no solo viene del independentismo: Rajoy no se queda atrás

Lamentablemente, Rajoy y el PP también son muy dados a la posverdad y están gestionando desastrosamente la estrategia y la comunicación. El gran error fue el 1 de octubre cuando el delegado del gobierno en Barcelona reconoció y pidió perdón, desautorizando al ministro del Interior (que conociendo a Rajoy tiene sus días contados en el Gobierno). El segundo error es filtrar toda serie de datos poco fiables, no contrastables y ponerse a hablar ya de recesión. 

En una crisis tan grave que puede provocar tanto dolor a las personas es clave mantener el rigor en la observación y en el tratamiento de los datos. La tecnología permite procesar datos con mayor rapidez, pero es necesario que el dato tenga una metodología que se mantenga en el tiempo para hacerla comprable. La mayoría de catalanes responden en las encuestas que el caos provocado por el independentismo y la fuga de empresas les acabará afectando a su empleo y empeorará sus condiciones de vida. Demuestran ser más sensatos que sus gobernantes. 

Independentismo y turismo: ojo…

Ayer conocimos los datos de coyuntura hotelera que publica el INE. Es una de las mejores estadísticas turística del mundo, reconocido por la Organización Mundial del Turismo. Son datos de septiembre antes de que Puigdemont y Junqueras decidieran ir adelante con la desconexión y provocaran el caos, la fuga de bancos y empresas.

En el gráfico anterior se observa que los datos de septiembre no fueron buenos.  El número de pernoctaciones en hoteles en la ciudad de Barcelona en el mes de septiembre y, por primera vez desde 2013, han caído con respecto al mes de septiembre del año anterior. No conocemos a todos los turistas, pero seguramente la causa del descenso fueron los terribles atentados islamistas de finales de agosto. Aún así, la caída es del 2%, muy inferior a otros casos como el de París, donde hubo varios atentados consecutivos.

Barcelona es una ciudad que recibe muchos congresos internacionales y están ya pagados. En la zona del Fòrum hay 4.000 plazas hoteleras y seguramente ese tipo de turismo no se verá muy afectado. En cambio, el turismo de particulares sí. Primero las imágenes de la gente en la calle acosando a la Guardia Civil durante 18 horas en la Consejería de Hacienda con los coches destrozados por los manifestantes. Luego las cargas del 1 de octubre y después manifestaciones del siguiente martes, con la policía y guardia civil saliendo de pueblos acosados y perseguidos por los manifestantes. Una imagen letal para el turismo en Barcelona. Pero la caída de pernoctaciones que puedan provenir de esos hechos no la sabremos hasta dentro de un mes.

Independentismo y empleo

Como siempre digo el pasado ya no tiene solución y la clave es evitar hacer más daño en el futuro. En septiembre el empleo en los hoteles de Barcelona no se había resentido por los atentados. El próximo viernes 3 de noviembre tendremos el primer dato de afiliaciones a la Seguridad Social en octubre, que permitirá medir el daño provocado a los trabajadores catalanes por el anuncio de desconexión.

La preocupación de este economista observador es que la tensión en las calles continúe y el daño sobre el empleo y sobre los trabajadores y desempleados catalanes vaya a más. El Gobierno con el apoyo de PP, Psoe y Ciudadanos (que obtuvieron 16,5 mill de votos en las últimas elecciones) ha activado el 155. Puigdemont lo puede frenar convocando elecciones y retornando a la normalidad institucional, lo cual excluye la declaración de independencia que pide la CUP.

Pero el portavoz del Govern del PdCat ha dicho que las elecciones no están encima de la mesa. Joan Tardà (de ERC) el otro día en TV dijo que no habrá elecciones y que los ciudadanos que apoyan la independencia saldrán a la calle. La CUP ya ha anunciado que hará lucha pacífica en la calle. ANC y Òmnium también anuncian movilizaciones, etcétera.

Si ésta es la estrategia, lamentablemente muchos catalanes perderán su empleo y habrá más infelicidad. Esperemos que haya vida inteligente y esto no suceda. Los principales damnificados de la estrategia de cuánto peor mejor (de los independentistas) serán trabajadores y parados catalanes.

Aprovecho y te dejo algunos de los artículos más recientes que he publicado sobre el independentismo en Catalunya en términos económicos. Espero te sean de ayuda:


blog josé carlos díez

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La Economía Española en 3D: Un Manual de Historia Económica Diferente

Nota del editor: Le hemos pedido a Fernando Collantes que nos hable de su recientemente publicado manual de historia económica. Sin caer en el autobombo (él mismo nos dice, que su manual "no pretende ser mejor que otros textos existentes, pero sí diferente"), nos parece interesante seguir con nuestra tradición de recomendaciones de lectura.

De Fernando Collantes

Hay una larga tradición de manuales sobre la historia económica de nuestro país que arranca con el clásico de Jaume Vicens Vives, heroicamente publicado en 1959, antes de que en España existiera una comunidad académica de historiadores económicos como tales. Hoy encontramos en el mercado editorial y en las guías docentes manuales como los que más adelante han ido escribiendo figuras tan ilustres como Gabriel Tortella, Albert Carreras y Xavier Tafunell, Jordi Maluquer de Motes, o los múltiples autores del texto coordinado por Francisco Comín, Mauro Hernández y Enrique Llopis. En sus ediciones más recientes, estos manuales incorporan un notable esfuerzo de actualización y síntesis de los contenidos legados por distintas generaciones de investigaciones. ¿Por qué, entonces, podría ser necesario otro manual? ¿Cuál es el margen real de mejora? Respuesta: el manual que acabo de publicar con la editorial Pirámide, La economía española en 3D: oferta, demanda y largo plazo, no pretende ser mejor que los ya existentes, sino sobre todo diferente.

Diferente, en primer lugar, porque los manuales disponibles son básicamente pre-Bolonia. Este manual es mucho más corto en su exposición de contenidos (poco más de 200 páginas, frente a las 400-700 habituales), pero a cambio contiene más material susceptible de una utilización interactiva con los alumnos. El libro contiene ejercicios y propuestas de ensayo que intentan, aunque sea de manera muy rudimentaria, crear para los alumnos una situación comparable a aquella en que nos encontramos normalmente los investigadores: tras haber identificado una pregunta o un problema relevantes, buscamos evidencias cuantitativas y cualitativas que puedan ser útiles para dar con una respuesta y, en un paso posterior, articulamos dichas evidencias entre sí y dentro de un determinado marco conceptual. En otras palabras: el manual no trata de mostrar todo lo que el profesor (supuestamente) sabe, sino que da un paso atrás para que pueda ser el alumno el que (dentro de unos límites y orientaciones) aprenda por sí mismo.

Un manual diferente, también, porque la historia económica de España que hasta ahora han aprendido los estudiantes de este país ha estado volcada en el lado de la oferta, pero apenas ha tratado el lado de la demanda. Los grandes temas han sido el crecimiento económico (y el atraso con respecto a los países europeos avanzados) y la política económica seguida por los distintos gobiernos (en especial en tanto en cuanto pudiera ayudar a explicar los resultados de crecimiento y convergencia/divergencia). Estos temas son muy importantes, pero centrarnos sólo en ellos deja en la oscuridad al menos dos preguntas también muy importantes: (1) ¿cómo de grande era, y cómo evolucionó a lo largo del tiempo, la desigualdad social en la distribución de la renta y la riqueza?; y (2) ¿cómo evolucionó la calidad de vida de la población en tanto en cuanto acceso a bienes de consumo básicos y capacidades para el desarrollo humano? Hoy, después de investigaciones cada vez más numerosas sobre ambos temas, sabemos que ninguna de estas dos preguntas puede despacharse alegremente como una simple derivada de lo que estuviera ocurriendo o dejando de ocurrir con el crecimiento o la política económica. Son preguntas con entidad propia, y como tal reclaman ser planteadas y respondidas: ¿no se supone, al fin y al cabo, que nuestro interés por la economía nace de un interés por el  bienestar de las personas?

Hay una última razón por la que este manual es (más que mejor o peor que los otros) diferente: la periodificación, es decir, ¿cuáles son los periodos en torno a los cuales estructurar la historia económica de España? Este manual opta por identificar cuatro periodos largos: 1500-1800, 1800-1890, 1890-1975 y 1975-presente. Hasta ahora los manuales han tendido a favorecer periodos más cortos, sobre todo conforme llegamos al siglo XX y vamos aproximándonos a nuestro pasado más reciente. La opción por periodos largos impide a este manual dar demasiados detalles sobre las coyunturas a corto plazo, pero a cambio quizás podría allanar el camino a un tipo de análisis diferente. La historia no es relevante en la formación de los estudiantes sólo porque pueda ampliar su cultura económica (permitiéndoles, por ejemplo, comprender mejor el presente a través de analogías con situaciones comparables del pasado), sino también, y quizá de manera más importante, porque algunas de las cosas más importantes que suceden en la economía suceden en el largo plazo. La economía tiene unas estructuras que nacen, se desarrollan y mueren, pero lo hacen a lo largo de periodos tan largos que muchas veces los individuos no nos damos cuenta. Con la historia económica pasa algo parecido a lo que Ron Martin dice de la geografía económica: no se trata sólo, ni primordialmente, de añadir un apéndice de contenido geográfico (léase histórico) a nuestros conocimientos sobre la economía, sino sobre todo de mostrar que hay algo profundamente geográfico (léase histórico) en el funcionamiento del sistema económico.

Y con esto desembocamos ya en un asunto espinoso: ¿hay una “crisis de visión” (por emplear la célebre expresión de Robert Heilbroner y William Milberg) en el pensamiento económico contemporáneo? Este manual está implícitamente informado por una respuesta positiva a esta pregunta, así como por la convicción de que la mirada del largo plazo, situada dentro de un marco conceptual influido por la economía evolutiva (con sendas de cambio a largo plazo definidas por la confluencia contingente de variables económicas, sociales y políticas semi-autónomas entre sí; como aquí), forma parte de la solución. Desde luego, no todo el mundo estará de acuerdo con la tesis de la crisis de visión: incluso entre los propios historiadores económicos, muchos piensan que este no es el motivo principal por el que la consideración social de los economistas está tan deteriorada (por ejemplo, aquí) o por  el que un movimiento estudiantil global reclama reformas sustanciales en la educación de los economistas (aquí). Pero pocos pondrán en cuestión que nuestra tarea va más allá de ofrecer a los alumnos una masa de detalles empíricos sobre el pasado: también consiste en despertar en ellos una visión analítica sobre el funcionamiento del sistema socio-económico. Y eso es precisamente lo que busca este manual con la adopción de periodos largos: esa tercera dimensión que modela el análisis de las otras dos, más convencionales, de la oferta y la demanda.