Cuánto querríamos que en estos precisos momentos tan solo un intelectual -¡uno solo!- tuviese el ánimo y la disposición de querer enternecernos el corazón. ¡Ahora sí que sería oportuna vuestra aparición para hablarnos del menor de los males y de la soledad en la luna! Pero no vemos a nadie que con su medalla y condecoración dé un paso al frente, que sorprenda y venga a hablarnos del dolor universal para recordarnos que aún estamos a tiempo de evitar un enfrentamiento definitivo, una fractura irreparable. Nadie de una u otra facción conminando y exigiendo a los altos cargos su renuncia a seguir capitalizando apoyos, nadie señalando que la negligencia de sus señorías se torna ya en malicia, en crueldad, en irresponsabilidad para con toda la población. ¡Ahora sí que sería el momento de firmar algún tipo de manifiesto! A nadie que diga alto y claro, más allá de la típica parrafada propagandística, que la escalada de manipulación y mediatización que proviene de los medios de comunicación es insoportable. Que es vergonzoso observar cómo repiten y amplifican hasta la saciedad detalles irrelevantes, pasando por alto hechos de verdadera repercusión informativa y social. Una sola voz que recuerde, justamente ahora, que los liderazgos deben ser practicados para hermanar al conjunto de la población y no para enfrentarlo por infinitas diferencias que existan en su seno. ¡La ostentación de ninguna bandera debería ser un motivo de orgullo para nadie si, tal y como presumiblemente sucede, dicho ejercicio contribuye a delimitar y a aislar a unas personas de otras aún más! Una heroica reivindicación para desvelar que la incapacidad y la desidia política, en lugar de ser tan inocentes e involuntarias como parecen, proceden de la oscuridad, motivo suficiente para señalar, castigar y, por último, apartar de los mandos de control institucional a quienes impiden que estemos a punto […]
La entrada Los últimos restos de pureza de la democracia en España aparece primero en El Captor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario