jueves, 13 de diciembre de 2018

Una sencilla propuesta sobre los proyectos de investigación universitarios

 

Hay, por lo menos, dos maneras de llevar una organización. Una primera consiste en señalar con detalle qué debe hacer cada uno de sus miembros y luego monitorizar que hacen lo que se les ha pedido para que su remuneración se corresponda con el cumplimiento de cada una de las tareas. La segunda pone una serie de objetivos, da libertad a los miembros para alcanzarlos y limita la supervisión al alcance de estos objetivos. Es, claro, una simplificación. Habrá límites tanto a la excesiva monitorización (p.e., la privacidad de algunas acciones) como al uso de la libertad (p.e., el respeto a la legalidad). La Economía de la Información estudia en qué condiciones funciona mejor uno u otro sistema y qué propiedades tienen las distintas maneras de diseñar un contrato en cada uno de ellos.

Una de las lecciones más importantes de esta literatura se refiere a cómo depende el contrato de la información que tiene cada parte. El ejemplo más claro se da cuando una de ellas (el principal) quiere que se realice una tarea y la otra (el agente) tiene la información y la capacidad de hacerla a costa de su esfuerzo. En este caso no tiene mucho sentido que el principal pormenorice las tareas del agente. Lo mejor será que le dé libertad y le remunere según resultados. De esta manera se alinean los incentivos de ambas partes.

Pues bien, esta idea tan sencilla no suele abrirse paso fácilmente y, precisamente por ello, son noticia las empresas modernas que confieren esta libertad a sus empleados. Acostumbrados como estamos a quejarnos de la burocracia en la Universidad, permítanme una crítica constructiva que tiene mucho que ver con este tema y que está en la línea de esta carta abierta de nuestro compañero Anxo publicada en este blog hace unos meses. Como sabrán, el Ministerio (no digo el nombre porque cambia en cada legislatura), con buen criterio decide dedicar recursos a la investigación básica y, entre otros programas, tiene uno que da dinero a grupos de investigación para que sus miembros puedan hacer cosas como ir a congresos, traer de visita a investigadores de otras universidades o tener un ordenador portátil, entre otras. Estos proyectos suelen ser de 3 o 4 años.

La manera en que ahora se organizan estas ayudas requiere de una solicitud, con memoria detallada del proyecto de investigación y demás papeleo, informe intermedio e informe final, explicando si se ha hecho el proyecto al 100% o por qué no se ha llegado en alguno de los objetivos. Además, al final del periodo te puede tocar ir al Ministerio durante una jornada entera a explicarlo, junto con otros proyectos. Requiere también unos evaluadores que deciden sobre la calidad del proyecto y otros que atienden las jornadas de presentación. Hay también una fiscalización pormenorizada de los gastos, no ya para saber que son legales (que no hay facturas de cabarets, por ejemplo), sino para ver si encajan o no con los baremos del programa. Por ejemplo, es muy fácil que, tres años después de terminarse un proyecto lleguen requerimientos como:

-Se ha gastado usted 100€ en una noche de hotel cuando el límite en ese país es 90€.

-El gasto en la impresora está bien, pero los cartuchos de tinta no entran en los gastos.

-Justifique por qué ha alquilado un coche en su visita a la Universidad X en lugar de coger taxis.

-¿Qué son esos pagos a sujetos experimentales?

-La visita del investigador Y no se puede pagar porque no estaba detallada en el proyecto.

Y ahora toca decir que era el hotel del congreso. Que sí, que los hay más baratos a varios kilómetros, pero que eso implicaba gastarse más en taxis y no estar en el ambiente del congreso fuera de las ponencias. Que en la ciudad donde está la Universidad visitada no hay transporte público, que la distancia entre la Universidad y el hotel es grande y alquilar un coche cuesta muchísimo menos que pagar taxis. Que el proyecto aceptado incluía la remuneración a sujetos experimentales. Que el investigador Y es el más prestigioso en su área y que se ha dado la oportunidad de poder traerlo y que es una suerte que acepte a venir a cambio de pagarle solo el avión y el hotel. A veces aceptan las explicaciones, a veces no, y entonces hay que devolver el dinero.

Esta persecución al investigador lleva a cosas como que si pides 100 y te dan 40, luego no puedes decir que uno de los objetivos no se ha realizado por falta de presupuesto. Te pueden contestar que entonces no tenías que haberlo aceptado. O te piden explicaciones de por qué un objetivo no está al 100% a pesar de que en los otros has hecho mucho más de lo que decía. Otras veces no permiten subsanar una pequeña falta en la solicitud y se deniega porque un currículum tiene una página de más (aquí). Algunas universidades han tenido que aguzar el ingenio para poder hacer algunos pagos. Por ejemplo, se paga a sujetos experimentales con contrato y alta en la Seguridad Social o se tramitan como dietas (para cantidades de 15 o 20€). Pueden ver más y más quejas que distintos investigadores han ido dejando en la prensa.

¿Qué alternativa hay frente a esto? Una muy fácil: a cada equipo de investigación se le pide únicamente el currículum. Si es bueno se le da dinero. Si es menos bueno, se le da menos o nada. Ni proyecto, ni evaluadores, ni informes, ni papeleos, ni detalles de en qué te vas a gastar el dinero. Después de todo, los comités no suelen ser buenos evaluando proyectos particulares,  y la trayectoria de un equipo dice mucho más sobre si seguirá o no investigando tres años más (ver aquí) y, también después de todo, conociendo mi experiencia como evaluador de proyectos y la de mis colegas, al final miramos más el currículum que la memoria de investigación.

Por supuesto, la Universidad, que gestiona el dinero del proyecto, lo da contra factura y supervisa que los gastos son legales. Nada más. ¿Que este equipo ha gastado más en ordenadores y este otro más en viajes? Ellos sabrán cómo está mejor gastado. Lo que le importa al Ministerio es que haya investigación. Si un equipo no responde, cuando pida la siguiente ayuda mostrará currículos pobres en los últimos años y se le podrá denegar. Cada equipo podrá incluir jóvenes sin currículum que se arroparán en el equipo porque el equipo confía en ellos y así podrán ser investigadores principales en el futuro. De nuevo, deja que los equipos decidan. Les va en ello su investigación y recibir la ayuda.

Por supuesto, si un proyecto requiere comprar grandes equipamientos científicos sí habrá que detallar y justificar esas inversiones. Aquí me estoy refiriendo a esa parte de las ayudas que van a sufragar el tipo de gastos mencionado y que no suele superar los 1000€ por investigador y año.

El Ministerio no gastaría un euro más, el dinero estaría igual de bien invertido y el tiempo, esfuerzo y paciencia de los investigadores y de los funcionarios que gestionan todo no se malgastarían.



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