domingo, 4 de abril de 2021

La libertad que conduce al comunismo

Tomemos la película Marty, de 1955 y premiada con varios Óscars, como punto de partida para reflexionar sobre la libertad, el comunismo y, en definitiva, el orden social. Antes de nada, contextualicemos; Marty, 34 años; en el punto de mira por saltarse una convención social elemental; sigue soltero y con pocas perspectivas de contraer matrimonio. Tanto en la trama de la película, como en la sociedad actual, ninguna regla jurídica obliga a nadie a casarse. Sin embargo, otras fuerzas no escritas, tan abstractas como envolventes, juegan y ejercen presiones incluso más poderosas; se trata, en suma, de fuerzas ambientales o sociales que limitan el ejercicio de la libertad y desembocan en formas caricaturizadas de comunismo. No entraremos a valorar si la realidad es una construcción de tipo social o si realmente se produce por una consecuencia biológica o acaso por una mezcla de ambas; en esta reflexión nos interesa tratar la libertad, y, por contraposición a esta -en un ejercicio de mero reduccionismo y simplismo- el comunismo. No obstante, para no alejarnos de los escenarios modernos abordaremos el análisis de Marty desde una perspectiva igualmente absurda, simple y reducida. Marty, el protagonista de la película, es el máximo exponente de la libertad, una libertad metafórica que se materializa en la decisión de permanecer soltero, esto es, aislado del canon y el criterio masivo que representa el comunismo, es decir, sociedades estrictamente igualitarias que defienden a ultranza la homogeneidad, que persiguen las diferencias y que impiden, en última instancia, las disidencias. Tenéis que estar entendiendo todo esto a la perfección porque lo estamos explicando desde el mismísimo corazón del imaginario colectivo donde radica la esencia de la supuesta antítesis entre “libertad” y “comunismo”. Siguiendo y reforzando la idea: Marty, es el ideal de la libertad. La sociedad, es el ideal del […]

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