miércoles, 26 de septiembre de 2018

La anomia americana

El sociólogo francés Emile Durkheim, en su libro clásico “Sobre el suicidio”, examinó la desintegración de los vínculos sociales que lleva a los individuos y las sociedades a actos personales y colectivos de autodestrucción. Descubrió que cuando los vínculos sociales son fuertes, las personas logran un equilibrio saludable entre la iniciativa individual y la solidaridad comunitaria, al que llamó un “equilibrio sustentador de la vida”. Estas personas y comunidades tienen las tasas más bajas de suicidio. Los individuos y las sociedades más susceptibles a la autodestrucción, escribió, son aquellas para quienes estos vínculos, este equilibrio, se ha roto. Las sociedades se mantienen unidas por una red de vínculos sociales que les da a las personas la sensación de ser parte de un colectivo y participar en un proyecto más grande que uno mismo. Este colectivo se expresa a través de rituales, como las elecciones y la participación democrática o un llamamiento al patriotismo y las creencias nacionales compartidas. Estos vínculos construyen un significado, sentido de propósito, status y dignidad. Ofrecen protección psicológica contra la mortalidad inminente y la sensación de “sinsentido” que embarga cuando se está  aislado y solo. La ruptura de estos vínculos sumerge a los individuos en una angustia psicológica profunda que conduce finalmente a actos de autoaniquilación. Durkheim llamó a este estado de desesperanza y desesperación “anomia”, que definió como “ausencia de reglas”. La ausencia de reglas significa que las normas que gobiernan a una sociedad y crean un sentido de solidaridad orgánica ya no funcionan. La creencia, por ejemplo, de que si trabajamos duro, obedecemos la ley y obtenemos una buena educación, podemos lograr un empleo estable, estatus social y movilidad además de seguridad financiera se convierten en una mentira. Las viejas reglas, imperfectas y a menudo falsas para los pobres de color, sin embargo no eran una ficción completa en los Estados Unidos. Ofrecieron a algunos estadounidenses […]

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