miércoles, 24 de julio de 2019

Conferencias

En verano muchos economistas acudimos a workshops y conferencias a presentar nuestra investigación. Aunque me gusta viajar, y muchas veces las conferencias ofrecen la oportunidad de encontrarse con coautores y amigos, a veces me pregunto sobre los beneficios de acudir a conferencias, y si en una conferencia realmente recibimos la cantidad de comentarios que serían necesarios para avanzar en nuestra investigación. Mi experiencia ha sido siempre positiva, pero en conferencias muy grandes es más difícil interactuar con investigadores que trabajen en temas similares.

Hoy voy a hablar de un par de artículos que demuestran que sí, que las conferencias son importantes para incrementar tanto el número de contactos entre investigadores como el número de citas. En 2012 el Congreso Anual de la Asociación Americana de Ciencias Políticas (APSA), una conferencia muy grande e importante en su campo, se canceló en el último momento debido al “Huracán Isaac”, algo que los autores utilizan como experimento natural para estimar el número y el carácter de las colaboraciones que desaparecieron debido a esta cancelación, ver aquí.

Para identificar el efecto de esta cancelación utilizan el método de diferencias-en-diferencias, en el que utilizan como control los participantes de otra conferencia muy similar en medida e importancia, el Midwest Political Science Association Meeting (MPSA), que no fue cancelado. Lo que asumen para poder identificar el efecto es que, en ausencia del huracán, participantes en ambas conferencias hubieran seguido tendencias parecidas. Lo que hacen es utilizar datos de participantes en las dos conferencias en varios años, el último de ellos 2012, y de sus artículos.

Como vemos en la Tabla 4 del artículo, encuentran que la probabilidad de colaborar con un investigador de otra institución cayó en 2.4 puntos porcentuales, lo que es un 16%, después de la cancelación. Las publicaciones de estos investigadores que no pudieron ir a la conferencia bajaron en media 5 posiciones en los rankings. Los autores concluyen que el efecto de las conferencias es principalmente el de facilitar la interacción cara a cara entre investigadores, más que el facilitar el encuentro con mejores colaboradores.

En otro artículo, ver aquí, analizan datos de 4 años después de la conferencia y encuentran que los artículos que tenían que ser presentados en APSA 2012 reciben un 5% menos de citas en los 4 años siguientes. Así pues, las conferencias no sólo facilitan las colaboraciones, también la visibilidad de los investigadores, y las oportunidades de recibir comentarios y mejorar los artículos, y esto se traduce en un aumento de las citas recibidas.

Las figuras 2-4 del artículo resumen muy bien los resultados, y muestran, no sólo una disminución en el número de citas, sino también una disminución de la probabilidad que el artículo aparezca en internet como documento de trabajo en plataformas como SSRN o Google Scholar, y el número de descargas de cada artículo.

Así pues, parece que el hecho de asistir a conferencias es positivo, y al menos lo es para politólogos que acuden a conferencias importantes en Estados Unidos. No he visto ningún artículo que analice el efecto de asistir a conferencias de economía utilizando un experimento natural, pero creo que los resultados no deberían ser muy distintos.

Habiendo dicho esto, y en relación al tema de las diferencias de género en el mundo académico, del que ya hemos hablado aquí, por ejemplo, en un artículo muy reciente e interesante Hospido y Sanz nos muestran como utilizando datos de tres importantes conferencias de Economía: la conferencia anual de la Asociación Europea de Economía (EEA), de la Asociación Española de Economía (SAE) y de la Conferencia de Primavera de Investigadores Jóvenes (SMYE)  es menos probable que acepten artículos escritos solo por mujeres que artículos escritos únicamente por hombres, la diferencia es de 3.2 puntos porcentuales, un 6.8% menos (Tabla 2 del artículo).

Esta brecha permanece incluso después de controlar por el número de autores, efectos fijos de evaluador, el campo, las citas recibidas por los artículos en el momento en el que mandaron el artículo, y las publicaciones anteriores de los autores, así que la diferencia en las tasas de aceptación no puede ser debida a diferencias en la calidad de la investigación realizada por hombres y mujeres. Algo muy interesante que encuentran es que la brecha es debida a la actuación de los evaluadores varones, que favorecen los artículos escritos por otros hombres. Parece que esto es debido al mayor número de conexiones personales de los investigadores varones, que simplemente aceptan artículos de otros investigadores varones a los que ya conocen. Cuando estudian si la brecha se produce también con candidatos al mercado de trabajo, que son demasiado jóvenes para tener muchas conexiones, ven que no es el caso, lo que refuerza su explicación.

Así pues, dada la importancia de las conferencias para los investigadores, y especialmente para los investigadores relativamente jóvenes, a lo mejor deberíamos facilitar la aceptación de artículos escritos por mujeres, ya sea con mecanismos de control para evitar sesgos de género o facilitando las conexiones entre investigadores, o la entrada de investigadoras en redes de investigación.

Por otro lado, deberíamos asegurarnos que los investigadores en general, especialmente los más jóvenes o menos conocidos, reciban una cantidad de fondos de investigación suficiente para poder acudir a conferencias, de las que parece que se pueden beneficiar mucho.



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