viernes, 30 de octubre de 2020

La política de la desesperación cultural

El deterioro físico y moral de Estados Unidos y el malestar que ha generado tienen resultados predecibles. Hemos visto en diversas formas las consecuencias del colapso social y político durante el ocaso de los imperios griego y romano, los imperios otomano y Habsburgo, la Rusia zarista, la Alemania de Weimar y la antigua Yugoslavia. Voces del pasado, Aristóteles, Cicerón, Fyodor Dostoievski, Joseph Roth y Milovan Djilas, nos advirtieron. Pero cegados por el autoengaño y la arrogancia, como si de alguna manera estuviéramos exentos de la experiencia humana y la naturaleza humana, nos negamos a escuchar. Estados Unidos es una sombra de sí mismo. Derrocha sus recursos en fútiles aventuras militares, un síntoma de todos los imperios en decadencia que intentan restaurar por la fuerza una hegemonía perdida. Vietnam. Afganistán. Irak. Siria. Libia. Decenas de millones de vidas destrozadas. Estados fallidos. Fanáticos enfurecidos. Hay 1.800 millones de musulmanes en el mundo, el 24% de la población mundial, y los hemos convertido prácticamente a todos en nuestros enemigos. Estamos acumulando déficits masivos y descuidando nuestras infraestructuras básicas, incluidas las redes eléctricas, las carreteras, los puentes y el transporte público, para gastar más en nuestras fuerzas armadas que todas las demás potencias importantes de la Tierra juntas. Somos el mayor productor y exportador mundial de armas y municiones. Las virtudes que argumentamos que tenemos derecho a imponer por la fuerza a los demás (los derechos humanos, la democracia, el libre mercado, el estado de derecho y las libertades personales) son objeto de burla en casa, donde los niveles grotescos de desigualdad social y los programas de austeridad han empobrecido a la mayor parte de la población, destruido las instituciones democráticas, incluido el Congreso, los tribunales y la prensa, creado fuerzas militarizadas de ocupación interna que llevan a cabo una vigilancia generalizada del público, […]

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