viernes, 16 de noviembre de 2018

Pequeñas y terribles historias de persuasión

Quiero comentar una. Centrándome en unas de las introductorias líneas del artículo “¿Por qué los jóvenes vivirán peor que sus padres?”, publicado recientemente en el periódico El País. No me pareció relevante continuar leyendo. Huelga decir que todo se reduce a provocar el enésimo enfrentamiento entre distintos segmentos de la sociedad. En esta ocasión, dividiendo los intereses de los jóvenes y los mayores, como resulta obvio concluir a partir del propio titular. Y, “¿por qué?”, os preguntaréis. La respuesta pivota sobre un elemento crucial: pensiones. Antes de nada, me gustaría recordar que la opinión pública mayoritaria es producto, en términos generales, de la persuasión. La persuasión es una técnica de comunicación orientada a influir y modelar las creencias, opiniones, valores, etcétera, normalmente con fines espurios. En el ejemplo en el que me quiero centrar la persuasión se dirige a enarbolar la ira de los que el marco conceptual ortodoxo señala como “soportadores” del sistema público de pensiones, es decir, los trabajadores. Pero lo hace de una manera perversa, caracterizando los segmentos de población joven como únicos financiadores de las pensiones. Como sabréis esto no es del todo cierto. Y tampoco ha sido un despiste. Todo el mundo sabe que los trabajadores de mayor edad, aquellos de 40, 50 o 60 años, son precisamente los que más contribuyen a la Seguridad Social. Por esta y otra serie de razones voy a transcribir unas breves y mínimas líneas del artículo indicado al principio, y es que me parece importante desvelar el exponencial número de técnicas de manipulación ideológica detectadas por metro cuadrado de superficie lingüística. “Atravesamos tiempos de inequidad. En los salarios, en la riqueza, en el mercado laboral, en la educación, en el hogar; en la existencia. Una desigualdad que hiende dos generaciones. Los jóvenes frente a los mayores. Diríase que […]

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