martes, 3 de diciembre de 2019

Sex ratios y niñas desaparecidas en Europa (II)

Fuente: Η «Φόνισσα» του Αλέξανδρου Παπαδιαμάντη- Βιβλιοπαρουσίαση.

En una entrada anterior explicábamos que el fenómeno de las “missing girls”, resultado de prácticas discriminatorias que generan una excesiva mortalidad femenina durante la infancia (especialmente dramático en China e India), pudo haber sido también un rasgo de algunas sociedades europeas. Esta afirmación se basa en el hecho de que la tasa de masculinidad, el número de niños por cada 100 niñas, existente en algunas regiones europeas durante el siglo XIX era mucho más elevada de lo que debería ser en ausencia de discriminación. Uno de los países donde el número relativo de niños era más extremo es Grecia por lo que en esta entrada, fruto de un trabajo conjunto con Michail Raftakis (aquí), vamos a profundizar un poco más en ese caso concreto.

Las viñetas anteriores hacen referencia a La Asesina, una historia corta escrita por Alexandros Papadiamantis en 1903, en la que el famoso autor griego proporciona un dramático retrato de la situación de la mujer en la sociedad griega. Reflexionando sobre su vida, la protagonista se da cuenta de que no hay nada peor que nacer mujer y este pensamiento es el que le lleva a matar a una serie de niñas, incluyendo su nieta recién nacida, como un acto de caridad para salvarlas de un futuro penoso. La historia anterior refleja un caso extremo y probablemente exagera la realidad pero la evidencia que hemos acumulado sugiere que la mortalidad de las niñas griegas era mucho más elevada de lo que hubiera sido normal en ausencia de conductas discriminatorias.

Aparte de abundante evidencia cualitativa sobre la preferencia por el varón y la consiguiente discriminación que sufrían muchas niñas, los censos de población griegos de finales del siglo XIX y principios del XX sufren de una importante escasez de niñas. Entre 1879 y 1920, la tasa de masculinidad para los menores de 5 años osciló entre 106.7 y 109.5 niños por cada 100 niñas. Estas cifras son muy elevadas porque, tal y como se explica en la entrada anterior, no sólo contrastan claramente con las existentes en otros países, sino también porque el sex ratio de referencia debería situarse por debajo de 101-102. Los registros de nacimientos eran de peor calidad pero los datos disponibles apuntan en cualquier caso en la misma dirección: el sex ratio al nacer se situó en 111 y 119 niños por cada 100 niñas en 1860 y 1884 respectivamente (cifras similares a las que se han dado en países como China e India). También parece que las familias griegas abandonaban muchas más niñas que niños, al menos en el Hospicio de Atenas y en los de otras áreas estudiadas como Ermoúpolis y Cefalonia.

Es posible que estos datos respondan a un sub-registro de las niñas en los censos por lo que, en lugar de un exceso de mortalidad, se trataría simplemente de “niñas invisibles”. Existen distintos motivos por los que pensamos que este no era el caso. En primer lugar, como ya hemos dicho, existe abundante evidencia cualitativa sugiriendo que estas prácticas no eran excepciones sino que estaban bastante generalizadas. Además, el propio censo de 1880 explica que, dado que uno de los objetivos del mismo era el reclutamiento militar, los propios registradores esperaban una ocultación de niños, no de niñas. Por otro lado, si existe, el sub-registro es seguramente más importante al nacer o durante el primer año de vida. Sin embargo, las tasas de masculinidad griegas aumentaban a medida que los niños crecían (y esto es exactamente lo contrario de lo que deberíamos observar debido a la desventaja biológica masculina). El siguiente gráfico muestra cómo la tasa de masculinidad entre 5 y 9 años era superior que la de los menores de 5 años, especialmente a finales del siglo XIX y principios del XX, lo que sugiere no sólo que no había sub-registro de niñas, sino que la discriminación seguía incrementando sus niveles de mortalidad a medida que se hacían mayores.

Tasas de masculinidad (grupos de edad 0-4 y 5-9) en Grecia, 1879-2001

Las tasas de masculinidad entre distintos grupos de edad además correlacionan muy bien a nivel provincial (si hubiera sub-registro en algunas zonas, las niñas aparecerían en los censos cuando son más mayores lo que reduciría los niveles de correlación; no es el caso). Por último, y aunque el número de observaciones es más limitado, los censos estadounidenses de finales del siglo XIX y principios del XX (el destino mayoritario de emigración griega) también confirman que el número relativo de niños y niñas nacidos en USA de padres griegos era muy similar al encontrado en los censos griegos de la época.

¿Qué estaba pasando? Es difícil precisar pero este exceso de mortalidad era probablemente el resultado tanto de infanticidios como de un maltrato continuado que incrementaba la probabilidad de que estas niñas acabaran muriendo por el efecto combinado de la malnutrición y las enfermedades. En un contexto de pobreza generalizada donde la mortalidad es muy elevada, un trato preferencial a los niños en la alimentación o en los cuidados cuando enfermaban podía significar la diferencia entre vivir o morir. Además, si las niñas soportaban una mayor carga de trabajo, esto también influía en sus niveles nutricionales netos, lo que aumentaba de nuevo la probabilidad de que cayeran enfermas. Parece además que estas prácticas discriminatorias eran más fuertes (o tenían un mayor efecto debido a la escasez de recursos) en familias numerosas, especialmente si había muchas niñas.

¿Por qué las niñas griegas sufrían semejante nivel de discriminación? Aunque hay otros motivos que ayudan a explicar la preferencia por el varón, la respuesta más plausible y que también se retrata claramente en las historias de Papadiamantis (no sólo en La Asesina sino también en otras como The Haunted Bridge o A Shrew of a Mother que se pueden encontrar aquí) es el papel de la dote en la sociedad griega. Casar a las hijas era una de las obligaciones principales de los padres y esto estaba conectado a cómo de generosa era la dote. En familias pobres, y especialmente en aquellas que tenían ya varias hijas, las niñas suponían una pesada carga. El análisis de las diferencias regionales que se observan en los siguientes mapas indica además que las tasas de masculinidad eran más elevadas donde las oportunidades laborales para las mujeres eran más escasas.

Tasas de masculinidad (grupos de edad 0-4 y 5-9) en Grecia, c.1880

Esta entrada, por tanto, vuelve a poner de manifiesto que la discriminación de género era un problema muy grave en algunas sociedades europeas. El caso español no presentaba unas cifras tan dramáticas (ni una literatura tan explícita) pero, como ya comentábamos aquí, es posible que también sufriera unos niveles de mortalidad femenina más elevados de lo que debería haber sido en ausencia de conductas discriminatorias. Se necesitan desde luego más estudios que nos ayuden a aclarar más la situación pero un número creciente de trabajos subraya que la discriminación de género repercutió negativamente en el desarrollo económico (aquí o aquí). ¿Es posible por tanto que las diferencias históricas en este ámbito expuestas en la entrada anterior (medidas a través de las tasas de masculinidad y de las que Grecia es uno de los casos más extremos) contribuyan a explicar las trayectorias económicas de esas regiones?



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